40
Me despierta un movimiento repentino.
Es como si hubiera un terremoto, como si todo se estuviera moviendo.
Abro los ojos rápidamente y me incorporo, asustada, para encontrarme a Noah saltando en nuestra cama.
—¡Vamos a la playa! —exclama el pequeño, emocionado.
Se oye un gruñido proveniente de Louis y él se gira en la cama, dándole la espalda a Noah. El pequeño se arrodilla en la cama y sacude a su hermano mayor por los hombros, gritando que quiere ir a la playa otra vez.
—Noah, cálmate, ahora vamos —le digo, y eso parece calmarlo un poco porque deja de sacudir a Louis y me mira.
—Se va a ir el sol si no vamos —se queja.
Miro el despertador, a mi lado derecho, y veo que son las diez de la mañana.
—Quedan muchas horas de sol —le explico.
El pequeño levanta las cejas.
—Ah, ¿sí?
—Sí, solo son las diez de la mañana.
Louis se incorpora sin decir nada y se frota los ojos.
—Bueno, como ya nos hemos despertado, tocará ir a la playa —dice, fastidiado.
—Eres horrible por las mañanas —le reprocho.
—Pues por las noches soy la mar de divertido. —Me mira con una sonrisa traviesa, sacando su lado Smeed.
—¿Por qué es divertido por las noches? —pregunta Noah, con curiosidad—. ¿Hacéis bromas?
—Muchísimas —contesta Louis, sin dejar de sonreír.
Me río ante su comentario y me levanto de la cama. Louis también se levanta y se lleva a Noah abajo para darle de desayunar mientras yo me cambio para ir a la playa. Mientras lo hago, pienso en que realmente no he tenido un momento de intimidad "completo", por así decirlo, con Louis, desde antes de que se fuera. Sí, hemos hecho muchas cosas, pero de momento aún no hemos llegado a la penetración. Supongo que es porque no hemos tenido tiempo con todo lo de la mudanza y porque, por una cosa u otra, siempre nos interrumpen.
Siempre, siempre. Si no es Noah que tiene sed, es Alice con una llamada —que no digo que me moleste, al contrario, si Alice me llama es que realmente me necesita—, Nate con una "visita sorpresa" justo cuando volvió de Los Ángeles, hace un par de días, o mis padres llamando.
De verdad que tenemos muy mala suerte.
Escucho la risa de Noah en la planta inferior y sonrío imaginando qué puede haber pasado. Termino de desnudarme y abro el armario para coger mi bikini. He tenido que comprarme uno más grande —así como bastante ropa— porque mis pechos han crecido mucho y no cabían en el que solía usar, y además he engordado bastante. Lo saco del cajón y me lo pongo rápidamente. Luego me pongo una camiseta holgada que deja ver uno de mis hombros y unos pantalones cortos. Me pongo las chanclas, y voy a coger las gafas de sol, que dejé en la estantería, cuando me fijo en la fotografía que hay a su lado.
Fue de las primeras cosas que puse en la estantería. Es una foto en la que salimos Alice, Frank y yo, hace unos años. Salimos haciendo una pose un poco estúpida, pero nos encantaba hacer el ridículo, sobre todo a Frank. Sonrío con nostalgia al recordar el momento en el que nos hicimos la foto, en un viaje de instituto a Dublín. Se montó un drama enorme porque pillaron a Alice y Frank fumando marihuana, pensaron en mandarlos de vuelta a casa como castigo, pero a las pocas horas alguien descubrió a dos alumnos teniendo sexo en una de las habitaciones y, como se escandalizaron más por eso, se olvidaron de la pequeña travesura de mis amigos.
Noto un nudo en la garganta. Ahora no estoy mal, pero echo mucho de menos esos tiempos, en los que apenas teníamos problemas entre nosotros. Sí, todos teníamos nuestra propia mierda, Frank tenía una familia que daba asco y Alice más de lo mismo, pero estábamos todos. Echo mucho de menos a Frank, hay días en los que pienso que el dolor se me come por dentro, pero por lo general ya he aprendido a lidiar con ello. Siempre hay bajones, pero consigo superarlos. Alice también parece estar saliendo adelante, aunque le esté costando más.
Una lágrima se desliza por mi mejilla y me siento en la cama, con la fotografía entre mis manos.
Escucho unos pasos ligeros viniendo hacia mí y giro la cabeza encontrándome con Noah, quien me mira con preocupación.
—¿Por qué lloras? —me pregunta— ¿Estás triste?
—Un poco —contesto, pero le sonrío para que no se preocupe.
—¿Por qué? —insiste.
—Son cosas de mayores, no te preocupes —le digo.
Noah se sienta a mi lado, en la cama, y mira a la fotografía.
—¡Es Ali! —exclama, sorprendido, señalando a su hermana en la foto—. Y Frank, y tú. ¿Por qué Ali tiene el pelo marrón?
—Porque es su color natural, poco después se lo tiñó de azul —le explico.
—Ali también está triste —dice de repente—. Y yo también a veces.
—¿Por qué? —le pregunto, preocupada.
—Quiero ver a Frank. —Suspira, y se me hunde el corazón— Ali dice que ha ido al cielo, como mi papi, pero ¿por qué no vienen a visitarnos?
Noah ha crecido mucho últimamente, y se le nota. Ha aprendido a pronunciar todas las palabras mucho mejor, y se hace muchas más preguntas. Antes era fácil contestarle cualquier cosa, pero ahora siempre pregunta, quiere saber más. Supongo que no es raro, él cumplirá los cinco años en poco más de tres meses.
—Porque tienen muchas cosas que hacer —me invento lo que puedo para explicárselo.
No, no creo que haya un cielo al que vayamos tras la muerte, donde todo es mejor. No soy religiosa, aunque supongo que si creyera en eso, Frank habría ido al infierno. Por eso no soy religiosa, no creo que debamos "portarnos bien" y privarnos de muchas cosas durante toda la vida con la promesa de que luego seremos recompensados, creo que es solo otra forma de control social, y no sé qué hay después de la muerte, si es que hay algo, pero no voy a buscar explicaciones que no tienen sentido. Igualmente, prefiero que de momento Noah lo crea así, yo no soy quién para intentar explicarle lo que es la muerte, y además él se quedará mucho más tranquilo.
—Espero que vengan algún día —dice, y no puedo contestarle porque no le quiero mentir más.
Ayudo a Noah a ponerse el bañador —ya sabe vestirse solo, pero aún le cuesta un poco— mientras Louis prepara la bolsa para la playa, y cuando ya estamos listos, salimos de casa.
Caminamos durante unos diez minutos hasta llegar a la playa, y afortunadamente no hay mucha gente. Como Noah se ha traído el cubo y la pala para poder hacer castillos en la arena y la mayoría de la playa es de piedras, tenemos que caminar un poco más para llegar a una zona donde hay arena. Nos instalamos con nuestras toallas, y Noah sale disparado a la orilla para poder empezar a construir castillos. Louis corre tras él con el tubo de crema solar en la mano, y consigue pararlo antes de que se ponga manos a la obra para ponerle crema de sol. Al contrario que ayer, esta mañana no hay ni una sola nube en el cielo, y eso me alegra un poco, aunque parece que hoy me he levantado melancólica.
Me quito los pantalones y la camiseta y, tras ponerme protector solar, me siento en la toalla. Saco de la bolsa el libro que me regaló Louis, La chica del tren, y me pongo a leer tras ver que Louis y Noah han empezado a construir un castillo de arena juntos. Ya casi estoy acabando el libro, y si no fuera por todo el lío de la mudanza ya hace tiempo que me lo habría acabado.
No sé cuánto ha pasado, pero dudo que haya sido más de media hora y ya he terminado de leer todo el libro. Sonrío involuntariamente, sintiendo la emoción que siempre siento cuando termino de leer un buen libro, y lo guardo en la bolsa. Me fijo en que el castillo de los chicos ha avanzado mucho. Están haciendo un castillo enorme, y puedo ver la emoción en la cara de ambos.
Cojo mi móvil para ver qué hora es, y veo que tengo un mensaje de Alice preguntándome cómo está Noah. Le contesto que está bien y le mando una foto del pequeño construyendo el castillo. Alice me informa de que lo vendrán a buscar por la tarde, y aprovecho para invitarlos a cenar. Ella responde afirmativamente, y pienso en que tendremos que ir a hacer la compra, en la comida de ayer vaciamos prácticamente toda la nevera.
—¿Ya has acabado el libro? —la voz de Louis me sorprende y lo miro.
—Sí —asiento.
Se sienta a mi lado y deja un beso en mis labios.
—Y, ¿qué tal? ¿Me lo recomiendas?
—Totalmente —contesto, entusiasmada—. Me ha encantado, ¡tienes que leerlo!
—En ese caso lo haré. —Ríe un poco.
—He invitado a Alice y Liam a cenar, ¿te parece bien? —le pregunto.
—Claro, ya que van a hacer dos horas de viaje al menos deberíamos alimentarlos —contesta, y sonrío.
—Bueno, pues deberíamos ir a comprar.
—Vale, en cuanto Noah se canse de construir castillos enormes vamos a hacer la compra.
En ese momento veo a Noah venir hacia nosotros, y se sienta en su toalla, delante de mí.
—¿Qué pasa con el castillo? —le pregunto.
—Estoy cansado —se queja.
—Con lo bien que nos estaba quedando —dice Louis—. ¿Seguro que no quieres acabarlo?
—Es bonito así —contesta el pequeño.
—Bueno, le falta la torre principal pero sí, supongo que está bien —comenta Louis, un poco molesto.
—Puedes acabarlo tú, si quieres. —Le digo, levantando una ceja.
—Pues mira, lo acabaré yo —contesta, y se levanta para ir hacia donde el castillo.
Me echo a reír al ver que empieza a construir la torre que le falta al castillo. Él odia las cosas inacabadas, y más si ha puesto esfuerzo en ello, así que ahí está, acabando el castillo de arena. Noah no parece interesado en absoluto en acabarlo, así que me temo que tendrá que hacerlo solo.
—Deena, ¿si le hablo a William, me va a contestar? —pregunta Noah de repente, y suelto una carcajada antes de volver mi mirada al niño rubio que mira mi barriga con curiosidad.
—No, cariño, William aún no sabe hablar —le explico, divertida.
—Pero, ¿puede escuchar?
—Sí, claro —afirmo—. ¿Quieres decirle algo?
—Hola, William —dice, casi pegando su boca a mi barriga.
—No hace falta que te acerques tanto, él te oye igual. —Río, y Noah se retira un poco.
Espero unos segundos, pero no hay movimiento en mi barriga. Últimamente no se ha estado moviendo mucho, y me preocuparía si no fuera porque en la última revisión me dijeron que todo iba bien. Supongo que hay épocas en las que no está tan activo.
—Vaya, parece que William está dormido —le digo a Noah—. ¿Quieres que te avise cuando se mueva?
—¿Se mueve? —pregunta, abriendo sus ojos como platos.
—A veces sí.
—Y, ¿cuándo saldrá de tu barriga?
—En tres meses —contesto con una sonrisa.
La fecha prevista es en noviembre, hacia el día veinte. Queda aún bastante para eso, pero cada vez que lo pienso no puedo evitar emocionarme. Sí, me da miedo el parto, me da miedo el dolor y que pueda haber complicaciones, pero sé que merecerá la pena.
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Alohaaaa
Siento haber estado tan ausente, he estado super liada con la publicación de Conociendo a Noah.
Por cierto, toda la reflexión hecha sobre el tema del cielo-infierno y tal no pretende ofender a nadie, simplemente es la opinión de Deena y está hecha desde el respeto hacia la gente que sí lo cree.
Pregunta del día:
¿Cuál es vuestro libro favorito?
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