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—¡Owa! —exclama la alegre voz de Noah en forma de saludo cuando abro la puerta de mi casa—. ¿Qué hay de senar?

—¿Siempre tienes que preguntar lo mismo? Eres un comilón —le regaña Alice, y el pequeño sonríe.

—Hay hamburguesas —le informo, y suelta un grito de emoción que se sincroniza con el grito de Gustave, que ha venido con ellos.

Así que Noah y Gustave entran corriendo en mi casa seguidos de una desanimada Alice que camina, cerrando la puerta detrás de ella.

—Oh, ¿y esa cara? —pregunto, y ella se encoge de hombros.

—Es mi cara, he nacido así —contesta, y levanto una ceja.

—¿Voy a tener que sacarte la información con muchas preguntas? —pregunto, y ella no contesta—. Muy bien, entonces empezaré. ¿Dónde está Liam?

—Nos hemos peleado, está pasando unos días en casa de sus padres —dice entre dientes—. ¿Contenta?

—¿Qué...? —empiezo, pero soy interrumpida por una risa infantil proveniente de la cocina.

—¡Pilila! —exclama Gustave.

—Oh, no, otra vez no —suspira Alice.

Vamos hacia la cocina y nos encontramos a Noah y Gustave completamente desnudos corriendo alrededor de Frank, quien se tapa la zona de sus partes con las manos.

—¡Ali, Fank no quele que veamos su pilila! —grita Noah, divertido.

—¿Qué le has dado a este niño antes de venir aquí? —pregunta Frank.

—¡Noah, ya basta! —exclama Alice, enfadada—. Si sigues así no dejaré que Gustave se quede a dormir nunca más.

—¡Noooo! —gritan los dos niños al unísono, y salen corriendo de la cocina.

Frank retira sus manos de su entrepierna y nos mira.

—¿Acaban de descubrir que tienen pene, o algo así? —pregunta el chico.

—No, pero supongo que ahora les hace gracia —Alice se encoge de hombros. —Y, por cierto, gracias por contarme que tenías problemas.

—¿Eh? Ah, yo... —murmura él, y me mira— ¿Qué problemas?

—Lo de tu trabajo y tu casa, Frank —aclaro fingiendo aburrimiento, para que sepa que no le he contado a Alice lo de las drogas.

—Oh, sobre eso... No quería preocuparte, Als —dice.

—No soy una niña de tres años para que tengas que esconderme este tipo de cosas —replica—. Voy a intentar que estos niños locos se vistan de una vez, pero luego tenemos mucho de qué hablar.

Dicho esto, coge la ropa de los dos niños y sale de la cocina.  Frank suspira, y se gira para empezar a freír las hamburguesas en la sartén.

—¿Estás bien? —le pregunto.

—Sí, pero no entiendo por qué tenías que decirle nada, te dije que no lo hicieras.

—Me dijiste que no le contara nada sobre lo de las drogas —susurro para que solo él me escuche.

—Lo de las drogas ya lo he superado —se encoge de hombros, y levanto una ceja.

—Solo hace tres días que no tomas, Frank, y te tiembla la mano desde ayer —apunto.

—No me tiembla la... —empieza, pero mira a su mano y calla de repente.

Efectivamente, su mano tiembla desde ayer por la noche. Puede que sean los nervios, pero algo me dice que no es solo eso. Siempre tiendo a pensar lo peor, y suelo acertar.

Al poco rato ya estamos todos vestidos y comiendo las hamburguesas. Ha costado bastante que Noah y Gustave, que al parecer se ha quedado este fin de semana en casa de Alice, dejen de hacer el guarro con el kétchup, pero ahora están un poco más calmados.

—¡Pues mis hemanos están en el Píbet! —le cuenta Noah a Gustave, con entusiasmo.

—¿Dónde es el Píbet? —pregunta Gustave, con la cara llena de la salsa roja.

—Es el Tíbet —los corrijo.

Shi, ahí —asiente Noah—. Hay muchas montañas, ¡y hay un montruo cerca! Me lo ha dicho Li.

Gustave abre la boca en señal de sorpresa y se le cae un trozo de hamburguesa de dentro, lo que hace que Noah se eche a reír.

Al terminar, los pequeños intentan ayudarnos a recoger los platos pero termina con un plato roto y Noah llorando, pero por suerte se le pasa pronto.

Los pequeños se van a ver la televisión, sentándose en el sofá donde Frank suele dormir, y Alice, Frank y yo vamos a mi habitación. Nos sentamos en mi cama, y Alice se tumba boca arriba encima de Frank, con su cintura entre sus piernas y su cabeza apoyada en su pecho. Sonrío, sin poder evitar recordar esos tiempos en los que solíamos ponernos los tres a fumar, jugar a cartas y hablar de tonterías en esta misma cama.

—¿Cuándo estarán los resultados de la prueba de paternidad? —pregunta Alice.

—Mañana por la mañana ya podemos ir a buscarlos —contesto.

Frank asiente, jugando con el pelo de Alice.

—Bueno, pues mañana se sabrá todo —dice la peliazul en un suspiro.

—Mañana saldremos de dudas —afirmo—. Por cierto, ¿qué ha pasado con Liam?

—¿Con Liam? —pregunta Frank.

—Se han peleado —le explico.

—¿Y no lo han solucionado follando, como siempre?

—No, no lo hemos solucionado follando "como siempre" —contesta Alice, irritada—. Pero no hace falta hablarlo, volverá a casa pronto.

—Ah, ¿que se ha ido? —Frank sigue sin enterarse.

—Sí, a casa de sus padres —suspira Alice.

—Vaya, parece grave.

—¿A Noah no le parece raro que Liam no esté en casa? —pregunto.

—No, le he dicho que ha ido a pasar unos días con Sophie porque la echa de menos —explica ella—. A lo mejor nos hacía falta estar separados un tiempo, todo ha ido demasiado rápido.

—Todo irá bien —le aseguro, y me da una pequeña sonrisa que me hace saber que ella también lo espera.

Alice no es una chica de muchas palabras, pero a veces solo con gestos dice muchas más cosas que las otras personas.

Al poco rato Alice se va a dejar a Gustave en su casa, y a intentar arreglar sus problemas con Liam. Espero que vaya bien, Alice ama a Liam aunque no lo diga nunca, y no quiero que su vida vuelva a ser un desastre sin él.

Así que nos quedamos Frank y yo solos, echados en mi cama.

—No te voy a mentir, Dee, no quiero ser padre —dice él—. Pero te prometo que si ese bebé es mío, no voy a abandonarlo nunca, estaré ahí siempre y seré un padre ejemplar.

—Lo sé —contesto sinceramente.

Frank puede ser capaz de hacer muchas cosas, pero nunca abandonaría a un niño, porque sabe perfectamente cómo se siente ser abandonado.

—Pero me da miedo ser como él, todos los problemas que tuve con el alcohol y las drogas hacen que sienta que me parezco cada vez más a él...

—Frank William Daniels —digo su nombre completo, y me mira—. Tú no eres un hijo de perra que abandona a su familia, eres un chico que lo ha pasado mal y ha cometido errores, como todos, pero sé que nunca me abandonarías.

—Gracias —sonríe.

—¿Gracias por qué? Es la verdad.

—Eres la única persona que sigue confiando en mí.

—Y siempre lo haré.


________

Holo

He decidido que dado que es verano y mis horarios enloquecen, quito los días de publicación, aunque sí que os aseguro que subiré dos capítulos cada semana.

Sobre la gente que pregunta cuando empezaré "Descubriendo a Alex", lo haré justo cuando termine esta novela. Estamos por la mitad de la novela, pero ahora intentaré ir haciendo maratones y tal para poder ir avanzando.

Y bueno, pronto se sabrá quién es el padre del bebé de Deena, ¡hagan sus apuestas!

La pregunta de hoy es:

¿Quién crees que es el padre del bebé?


¡Hasta pronto!

Claire

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