13
Permanezco sentada en el banco, jugando con mis propias manos nerviosamente mientras me planteo a qué le tengo tanto miedo. Delante de mí se alza una clínica, a la que tenía pensado entrar para pedir información sobre cómo va el proceso del aborto, pero me entra un miedo atroz y mis intenciones de interrumpir mi embarazo disminuyen por momentos.
Sé por qué quiero interrumpir el embarazo, conozco los motivos directos y los indirectos. No creo que pueda hacerme cargo de un bebé, y no quiero que crezca sin un padre, pero para eso debería hacerme una prueba de paternidad primero... aunque antes debería decírselo a ambos, y eso me aterra. Y también quiero hacerlo porque tengo miedo. Mi vida ahora mismo es bastante mala, estoy estancada en un trabajo que odio y en mí misma, pero aún así me da miedo el cambio. Me da miedo arriesgarme, y por eso estoy aquí.
Pero el miedo siempre es negativo. El miedo nunca lleva a cosas buenas, y es por eso que no debo dejar que me domine.
Suspiro, negando con la cabeza, y me levanto del banco para irme a casa.
Yo podré hacerlo, aunque tenga que hacerlo sola.
***
Vuelvo de trabajar tarde, como siempre, y en cuanto llego a casa me voy a dormir. Pero, poco más tarde, mi móvil empieza a sonar. Abro los ojos, habiendo dormido apenas una hora, y veo el nombre de Kathy en la pantalla. Frunzo el ceño, aún medio dormida pero intrigada, y contesto a la llamada.
—¿Kathy? —respondo, con voz somnolienta—. ¿Qué pasa?
—¿Estás en casa? —pregunta, parece alterada.
—Sí, ¿por qué? —digo, pero ella ya ha colgado en cuanto he dicho "sí".
No pasan ni dos minutos hasta que escucho el timbre del portal de mi edificio. Cojo el interfono, y la voz de Kathy me pide que abra, así que lo hago. Espero pacientemente, intrigada, hasta que Kathy sale del ascensor, llevando a Frank sujetado por los hombros.
—¿Qué ha pasado? —pregunto, y ella suspira.
—Ha bebido demasiado, y ha mezclado la bebida con demasiadas cosas —me explica—. No podía llevarlo hasta su casa y la tuya nos quedaba al lado, ¿te importa si se queda aquí? Yo puedo quedarme también.
—Tranquila, no hace falta, ve, yo me encargo —digo, cogiendo a mi amigo, quien está respirando con dificultad y al borde de la inconsciencia.
Llevo a Frank hasta el sofá, seguida de Kathy, y lo dejo ahí bajo la mirada preocupada de la chica. Lo siguiente que hago es ir a la cocina a coger un cubo por si vomita. Cuando empiezo a escuchar sus arcadas corro hasta ponerle el cubo delante, y sujeto su bastante largo pelo mientras su organismo se deshace de toda la mierda que ha ingerido.
—Está bien, Kathy, puedes irte —le aseguro.
—Llámame si empeora —me pide, y asiento con la cabeza.
La siguiente media hora estoy sujetando el pelo de Frank y acariciando su frente para relajarle un poco y quitarle el sudor. Él no para de vomitar, y cuando entre el vómito distingo una pastilla casi entera, se me hace un nudo en la garganta.
—Mierda Frank, ¿qué has hecho? —pregunto, preocupada, pero él no contesta.
Al cabo de un rato, por fin se le pasan las arcadas y se echa hacia atrás en el sofá. Sus ojos se abren un poco y distingo que sus pupilas están dilatadas, por lo que sigue drogado. Y eso significa que también ha habido cocaína por el medio, ya que debe haber vomitado todas las pastillas.
—¿Estás mejor? —le pregunto, y sus ojos cansados se centran en mí mientras asiente lentamente.
Me quedo sentada en el sofá, acariciando su cabeza mientras él se va durmiendo lentamente, hasta que algunos suspiros salen por su boca y sé que está dormido.
Voy a la cocina a servirme un vaso de agua y, mientras me lo tomo, no dejo de pensar en qué le está pasando a Frank. Sí, él fuma tabaco desde hace años, y marihuana de vez en cuando, la coca también la probamos juntos hace un tiempo, pero ahora lo veo drogado cada vez que sale de fiesta, y estoy empezando a asustarme.
No, Frank no lo ha tenido nada fácil en la vida, su historia es parecida a la de Alice pero mucho más dramática. El padre de Frank era un hijo de perra maltratador que los abandonó a él y a su madre cuando Frank tenía once años, y su madre apenas ha estado sobria desde entonces. Frank se fue de casa a los dieciocho para vivir con Alice, luego vivió con Bianca, luego conmigo y ahora vive solo.
Me da miedo que Frank siga por ahí y termine mal. Joder, que las drogas pueden matarlo, y parece que le dé igual.
Suspiro y decido prepararme una infusión relajante, ya que necesito dormir y todo esto me ha puesto de los nervios. Me siento en el sillón de la sala, al lado del sofá, y miro a Frank dormir mientras espero a que mi infusión se enfríe un poco. Ahora que está dormido parece más tranquilo que nunca. Frank es una persona cuyas ojeras siempre le acompañan, y tiene ese rostro de cansancio todo el día, pero cuando duerme parece como rejuvenecido, y eso que solo tiene veintiún años.
Cojo el cubo donde Frank ha vomitado y lo limpio en el fregadero, para luego volver a dejarlo al lado del sofá, no vaya a ser que se despierte y tenga ganas de devolver de nuevo. Me vuelvo a sentar en el sillón y bebo la infusión, que ya se ha enfriado bastante, mientras sigo dándole vueltas a la cabeza. Cuando la termino, tras un rato, mis párpados empiezan a pesar, y pronto me quedo dormida.
***
Despierto y lo primero que noto es un fuerte dolor de espalda. La arqueo hacia atrás, intentando aliviar algo ese dolor, pero no lo consigo, de hecho noto un pinchazo en la espalda que me hace gemir de dolor. Dormir en el sillón no ha sido la mejor idea.
Abro los ojos y veo que el lugar en el sofá donde hace unas horas dormía Frank está vacío, y no se oye ningún ruido por el piso, lo que significa que seguramente se ha ido. Me levanto y doy una vuelta por todas las habitaciones para comprobar si Frank está y, al llegar a la conclusión de que definitivamente se ha ido, me doy una ducha.
Al salir, voy a mi habitación y empiezo a vestirme. Todavía no sé qué haré ahora por la mañana, la verdad es que no tengo ganas de hacer nada. Iría a visitar a mis padres, pero después de enterarme de lo del embarazo me da miedo ir, no quiero ocultarles nada pero aún no estoy preparada para decírselo. Apenas lo tengo aceptado yo misma.
Me estoy cambiando cuando me da por mirar el móvil, y veo que tengo dos mensajes, uno de Louis y otro de Alice, y ambos son recientes.
Louis: hey, ¿cómo estás?
Frunzo el ceño ante este mensaje. ¿A qué viene esto? ¿Le habrá dicho algo Alice? Noto una opresión en el pecho, pero intento no agobiarme. Seguramente es uno de sus mensajes raros, Alice nunca le diría nada.
Abro el mensaje de Alice para ver si tiene algo que ver con el de Louis, pero me encuentro con algo completamente diferente y que soluciona mi duda de qué hacer esta mañana.
Alice: ¿te vienes conmigo a mirar muebles para la habitación de Noah?
Le contesto con una afirmativa, y decidimos que quedamos en mi casa en quince minutos, así que me apuro para vestirme y proceder a intentar desenredar mi caótico cabello rizado. Tras cinco minutos de dolor lo consigo, y tras ponerme los zapatos me siento en el sofá a esperar a que Als venga.
Mientras estoy esperando, mi mente viaja inevitablemente a lo que ha pasado esta madrugada. ¿Debería contárselo a Alice? Quizás entre las dos podamos ayudar a Frank, pero ella ahora está muy atareada con todo lo de Noah, y no sé si le irá bien. Hablaré con Diego y Kathy para que lo controlen cuando sale de fiesta, de momento no es nada grave, no hay por qué preocupar a Alice, y estoy segura de que Frank lo prefiere así.
Le envío un mensaje a Frank preguntándole cómo está, aunque dudo que conteste porque debe estar en el trabajo. O, al menos, eso espero.
El timbre me sobresalta, y en vez de abrir para que Alice suba cojo mis llaves y mi bolso y bajo yo a la calle para irnos ya hacia el centro comercial.
Dado que ninguna de las dos conducimos —bueno, yo tengo el carnet pero no tengo coche—, cogemos el metro para ir hacia allí. Alice me pregunta cómo estoy varias veces, y la verdad es que, aunque es tierno que se preocupe por mí ya que ella no suele hacerlo con nadie, está empezando a agobiarme un poco.
—Entonces, ¿cuando tienes la primera ecografía? —me pregunta cuando estamos sentadas en los asientos del metro, una delante de la otra.
—La primera ecografía se hace a las doce semanas —le informo.
—¿Cómo lo sabes? No habrás ido a la primera revisión sin mí, ¿no?
—No, lo he mirado por Internet.
—¿Y cuando piensas ir a hacerte la revisión? El tiempo es oro, Deena —insiste.
—No lo sé, cuando tenga tiempo.
Alice rueda los ojos y se acerca más a mí, hasta que nuestros rostros quedan bastante cerca.
—Mira, Deena, sé que esta no es la situación ideal, sé que no contabas con un embarazo y también sé que debe haber muchas más complicaciones que no me has contado, pero no puedes hacer como si esto no estuviera pasando —me dice—. Haz algo al respecto, Deena, aborta si no quieres tenerlo, pero si decides que sí quieres, empieza a moverte, no puedes hacer como si nada, hay un bebé dentro de ti y debes aceptarlo.
Sus palabras me abruman y siento las lágrimas picar mis ojos, pero en vez de eso sorbo por la nariz y me las aguanto, apartando mi mirada de la suya.
—Quiero tenerlo —murmuro.
—¿Qué?
—Que quiero tenerlo —repito, esta vez en voz alta, tanto que una señora se gira y me mira levantando una ceja.
—Pues entonces habrá que ponerse las pilas, ¿no crees?
________
Hoooola, ¡aquí estamos en otro miércoles de Deena!
Pregunta de hoy:
¿Qué opináis de lo que ha pasado con Frank?
Al final sobre lo del nombre para las/os que leéis la serie Smeed, me gustan smeeders o smeedies, ¿cuál os gusta más? :D
Pronto termina mi infierno de trabajos y podré subir dos capítulos por semana y retomar las novelas pausadas, yay!
Claire
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top