3.
Nicky.
—Mierda, mierda, mierda.—me llevo las manos a la cara bastante nerviosa.
—¿Es guapo?—se ríe Amy tirada en mi cama.—Venga, no seas orgullosa y dilo, que por aceptar la realidad una vez no te va a pasar nada.
—Si, supongo que si.—ruedo los ojos y sonríe dándole golpecitos en la cama para que me siente con ella. No entiendo porque no está preocupada.
—¿Cómo se llamaba?—se interesa y me tumbo boca bajo pensando.
—David.—contesto.—No, no.—me muerdo el labio.—Daniel, si, creo que si.
—Oh, tiene un nombre sexy.—me hace reír y sonríe tecleando algo en su móvil.—¿Apellido?
—No me sé su DNI entero, eh.—le hago ver y rueda los ojos.—Olvido, creo.
—¿Daniel Olvido?—se ríe y frunzo el ceño.—Pobre de quién se llame así.
—Espera, no era ese.—me muerdo el dedo nerviosa.—Oviedo.
—¿Oviedo?—abre los ojos como platos y asiento segura.–No puede ser.
—¿Qué?—dudo.—¿Lo conoces?
–¿Quién no conoce a Daniel Oviedo, tío?–pregunta y la miro como si fuera tonta. Está claro que yo.—Vale, vale, olvidaba que no eres muy social.
—No me lo eches en cara.
—Lo siento.—suspiro.—Bueno, Dani es el adolescente más rico y guapo de todo Madrid, y no hay chica que no este loca por él.—sonríe.—Bueno, por él, o por su hermano, que más da, si son iguales.
—¿Gemelos?—adivino y asiente, pero nuestra conversación es interrumpida por un sonido procedente de un móvil.—El tuyo.
—No.—niega comprobándolo.—Es un WhatsApp y no es el mío.—celebra orgullosa.—Corre, corre, a ver quién reclama la atención de la increíble Nicky.
–Eres tonta.–le hago ver agarrando mi iPhone y sorprendiéndome al ver que es un número que no tengo guardado.
–¿Y bien?–sonríe acercándose para mirar.
–No sé quién es.–me encojo de hombros entrando en el chat y leyendo el mensaje.
"Así que Nicky, mmm...me gusta."
–¿Y qué te ha dicho?–duda la rubia y entreabro la boca sorprendida.
–Creo que es él.–me alarmo bloqueándolo.–Mierda, joder.
–¿Mierda?–me mira incrédula.–¿Te habla el tío más sexy de Madrid y es lo único que sabes decir?
–¿Quieres que te recuerde quién somos?–la miro sería.–No podemos tener contacto con nadie.
–Eso es lo que tú te piensas.–se queja quitándome el aparato.–Si la gente nos conoce, no sospechan, pero si no lo hacen...
–Esta bien.–gruño agarrándolo de nuevo y abriendo el chat.–Pero como esto salga mal, la culpa será tuya.
******
Daniel Oviedo.
–La primera chica que te deja en visto.–se mofa Jesús a mi lado, encendiendo la tele y buscando algo entretenido que ver.–No me lo creo.
–Supongo que...–comienzo a hablar pero un "tilín" me hace sonreír al instante.–Más vale tarde que nunca.
–¿Es ella?–se asoma sorprendido y asiento de buena gana.
"Estoy empezando a pensar que eres un poco acosador."
Sonrío de lado y me muerdo el labio antes de contestarle.
"Oh, ¿tú piensas?"
–Eres tonto.–se burla Jesús.–Se supone que quieres quedar con ella, no espantarla.
"Oh, pero si va de listillo y todo.
¿Y esas confianzas? No me conoces de nada."
–Si esa es tu forma de ligar, ya entiendo porque nunca has tenido novia.–me vuelve a decir mi hermano, comenzando a reír.
–Eres un capullo.–le doy un codazo que me devuelve.–No he tenido novia porque no he querido, porque follar, créeme que lo he echo más que tú.
–Insensible.–reprocha y ruedo los ojos centrando mi vista de nuevo en el móvil.
"Pues para eso estoy aquí, para conocerte."
Me muerdo el labio cuando veo que lo lee y no contesta. Jamás una chica había echo que me pusiera tan nervioso y eso me aterra, me aterra mucho.
"Tengo que irme."
Contesta minutos después y bufo incrédulo. ¿Tan pronto? No son apenas las seis de la tarde y hace poco que empecemos el colegio, no creo que tenga mucho que hacer.
"¿Ya?"-insisto para que no deje de hablarme.
"Algunas tenemos una vida."
Sonrío un poco sin saber exactamente por qué, no para de vacilarme y en vez de picarme siento que me gusta.
"Venga ya..."
Me levanto dudoso y agarro las muletas para ir hasta la cocina y comerme el helado que me he perdonado hace un rato. Para cuando vuelvo ya tengo otro mensaje y tomo asiento de nuevo para leerlo.
"Me voy a entrenar, no creo que te interese mucho, adiós."
Veo que ya no está en línea y suspiro dispuesto a abrirle conversación luego aunque yo jamás he sido de arrástrame. ¿Qué narices me está pasando?
******
Nicky.
–Es tan pesado...–suspiro mientras me ato con fuerza la zapatilla.
–Eso es bueno.–sonríe Amy levantándose.–Significa que le interesas.
–No, eso solo significa que es un pesado.
–Cuando te guste no dirás lo mimo, Nicky.
–¿Cuándo me guste?–me río bastante irónica.–Amanda, creo que el golpe que te acabas de dar te está afectando.
–Que vallas de dura no significa que no tengas corazón.–me recuerda mientras me guiña un ojo.–Además, según lo que dicen, a Daniel no se le escapa ninguna.
–Oh, genial, pues seré la primera.
–Nicky, de verdad que...–susurra y la miro alzando las cejas.–Déjalo.
–Venga vamos.–le digo.–Que tengo que recuperar totalmente la movilidad de la pierna.
–Ni se te ocurra.–me agarra del brazo preocupada.–Eso no lo ha saltado ni Óscar.
–Lo sé, yo seré la primera.–sonrío mirando al frente.–Enserio, puedo hacerlo.
–No estoy tan segura.
–Pues eso es otra razón por lo que lo voy a hacer.–la miro seria.–Desde ese pequeño accidente pensáis que estoy débil y que no puedo hacerlo.
-No...
–Les he oído hablar, ¿a caso te crees que sois tonta?–miro otra vez al frente.–Una cosa es que en su momento no pudiera moverme, pero ya estoy bien.–gruño.–Y os lo voy a demostrar.
–¡Nicky no!–oigo gritar a todos mientas salto. Aterrizo sana y salva y sonrío orgullosa de mí misma.
–Estoy bien.–les digo volviendo a saltar para llegar a la altura de todos.
–No me puedo creer que lo hayas echo.–se acerca Óscar un poco.
–Pues ya ves.–levanto las cejas irónica.–¿Así estoy suficientemente recuperada o queréis que salte otro más peligroso para daros cuanta de que estoy bien?-pregunto algo resentida.–Me voy.
–¿Dónde vas?-se acerca Mario.–Aún falta media hora de entrenamiento.
–Mira tú por dónde que no me apetece.–les sonrío enfadada.–Y como se os oscura seguirme, os dejo sin huevos a todos.
Los veo murmurar a mis espaldas y suspiro antes de dar otro salto para desaparecer de ese lugar. No suelo soltar las cosas que me enfadan o preocupan, pero cuando lo hago, necesito estar sola un tiempo.
Camino sin ningún rumbo por los tejados de las fincas y también salto algún que otro edificio. Algún día me voy a matar pero supongo que me da igual.
–¿Nicky?–oigo como un chico me llama y me giro dudosa.–¿Eres tú?
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