18.
Nicky
Camino por una de las aceras de esta gran urbanización mientras voy concentrada en mi móvil. He hablado con JuanCarlos y he conseguido convencerle de que no diga nada. Dice que ya he pasado por mucho y no quiere que me vuelvan a joder.
Me muerdo el labio pensando en todo esto que ha pasado con Dani. La verdad es que puede que me haya pasado, pero es mejor cortar esto ya que cuando haya más sentimientos de por medio. Porque si no, sí que sería verdaderamente jodido.
Antes de que me de cuenta, estoy metida en su perfil de Instagram, viendo la foto que subió conmigo. Ese momento fue perfecto. Con él me sentía de una manera que jamás podría explicar. Estaba segura a su lado.
Su cantidad de likes y de comentarios me confirma una vez más porque es peligroso estar cerca de él. Prácticamente es famoso en esta ciudad, por su dinero y su físico, y tenerlo cerca podría traerme problemas muy gordos. Pero por otra parte, no puedo evitar sentir ese cosquilleo que recorre todo mi cuerpo en cuanto lo miro, me habla o sonríe. Es una sensación mágica que solo él ha conseguido hacerme sentir. Y también me da miedo que nadie más lo consiga.
Busco una foto en mi galería y me decido a subirla, con una frase que me sale de lo más dentro de mi.
@NickyBennet: Lo más jodido no es el hecho de no saber lo que quieres en la vida, sino de ser consciente de que quieres algo que nunca podrás tener.💭
Doy un suspiro dándole a publicar. He pasado de ser una chica de lo más antisocial a crearme redes sociales para que la gente sepa de mi existencia. Y todo por creer que así sería lo suficiente buena para Dani.
Doy una patada a una lata de CocaCola que hay en el suelo comenzando a frustrarme, he mandado a la mierda lo único que empezaba a hacerme feliz de verdad.
Entro en mi casa por la puerta, cosa que jamás había echo. Todos allí me saludan, pero yo me centro en subir rápidamente a mi habitación y encerrarme en ella.
Camino hacia el espejo y me miro en él, hasta que sucede lo que jamás pensaba que volvería a suceder. Me derrumbo.
******
Amanda
Sonrío como si me fuera la vida en ello antes de volver a besarle. Hacía mucho que no me sentía tan bien con un chico, y eso que tengo un largo historial de relaciones de mierda.
Interrumpe el beso con una sonrisa y me quedo mirándolo tiernamente. Tiene los rasgos más perfectos que he visto en la vida, y su forma de ser me vuelve absolutamente loca. Estoy dispuesta a hablar cuando mi teléfono suena y veo en la pantalla que se trata de Óscar.
–¿Por qué te llama el hermano de Nicky?–duda y aunque al principio de sorprendo ante sus palabras, acabo por encogerme de hombros.
–Eso voy a averiguar.–contesta descolgando la llamada.–Dime.
–Tienes que venir.–lo oigo decir en un susurro.–Nicky se ha encerrado en su habitación y creo que está llorando.
–¡¿Qué?!–me sobresalto logrando que Jesús frunza el ceño.–Voy...voy enseguida.
–¿Qué pasa?–pregunta cuando me ve colgar.
–Nicky está llorando, tengo que irme.
–Por la forma en que has reaccionado, pensaba que se había muerto alguien.–bromea y ruedo los ojos.–No es tan grave.
–No lo entiendes.–suspiro.–Nicky no llora, nunca, jamás.–le aclaro.–No ha vuelto a llorar desde que su madre murió cuando ella tenía cinco años, así que si, es grave.
Se queda callado analizando la situación, hasta que me acerco a él y pego mis labios con los suyos, haciendo que sonría.
–Hablamos luego.–susurro caminando hacia la puerta.–Ah, y habla con Dani.–le digo.–Algo me dice que tiene que ver con él.
[....]
–Nicky, abre la puerta, por favor.–le pido por quinta vez, suplicante.
Oigo sus pasos y me tranquilizo cuando deshace el pestillo. Abre la puerta lentamente y da un gran bostezo haciéndome sonreír.
–Me has despertado, guarra.–gruñe volviendo a tirarse a la cama.
–Me ha llamado Óscar.–murmuro sentándome en un lateral.–Me ha dicho que tú...–trago saliva sin saber cómo se lo tomará.–Que estabas llorando.
–Oh, ya.–finge una sonrisa.–He explotado, suele pasar.
–A ti no.–fijo la mirada en ella, consiguiendo que mire a otro lado enseguida.–¿Me has apartado la mirada?–me sorprendo.–¿Tú?–da una suave risilla.–No me lo creo.
–Tu también puedes intimidar.–me mira con unos ojos algo rojos.
–A ti no.–repito y la oigo suspirar pesadamente.–Venga, suéltalo.
–No es nada.–intenta decir pero luego se incorpora para mirarme.–En realidad, es todo.–suspira.–Estoy demasiado harta de no poder hacer las cosas que hacen las chicas normales y yo...–coge aire.–No puedo decirte como me siento, no puedo encontrar las palabras adecuadas para hacerte entender.
–Eh, tranquila.–la abrazo tiernamente.–Creo que sé por dónde van los tiros.
–Hasta ayer creía que no tenía sentimientos, Mandy.–pronuncia y me sorprendo porque no me llamaba de esa manera desde que éramos pequeñas.–A ver, a vosotros os quiero, sois mi familia, pero...no sé.
–Creías que jamás podrías sentir ese cosquilleo que sientes con Dani, ¿no?–adivino. La conozco mejor que ella misma.
–No sólo es el cosquilleo...–susurra dejándome boquiabierta.–No puedo explicarlo, pero siento que...déjalo.
Me quedo en silencio pensativa. Sé que se le hace durísimo abrirme su corazón de esa manera, jamás lo había echo, y eso me demuestra que es una nueva chica, que esta nueva experiencia la ha cambiado a una Nicky más cercana.
–Se a lo que te refieres.–dudo antes de que diga nada.–Y...tienes que hacer lo que de verdad te haga feliz, porque la vida está para vivirla, para vivirla de verdad.–consigo que sonría.–Y te diré una cosa, vivimos esperando que primero reaccione el otro.
–¿Qué?–frunce el ceño y alzo las cejas obvia.–Ah, ya.
–Ahora es tu decisión.–sonrío mientras noto como me vibra el móvil. Le hago un gesto para que sepa que voy a contestar y me llevo el iPhone a la oreja.–Dime Jesús.
–Tenemos un problema.–pronuncia con algo de miedo en su voz.
–¿Cuál?–inquiero mirando a Nicky.
–Dani.–susurra.–Él es el problema.
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