XII
Miro a Dani de reojo, mientras me limpio el sudor de mis manos en mi bañador por quinta vez ya.
-Joder.-murmuro sentándome a su lado.
-¿Qué te pasa?-levanta la mirada del móvil centrándola en mis nerviosos movimientos.-Tio, relájate.
-Tengo miedo.-admito en un susurro.-No quiero que me odie.
Levanta las cejas y segundos después estalla a carcajadas.
-Te lo dije.-se burla intentando dejar de reír.-Te dije que te estaba empezando a gustar.
-Eso es mentira.-lo miro mal.
-No lo es.-canturrea divertido y le doy un suave puñetazo.-Au.-se queja y me mira esta vez algo serio.-Jesús tío, no puedes negarme lo que veo con mis propios ojos.
-No ves nada.-gruño comenzando a enfadarme.-Porque no hay nada.
-Estas preocupado de cojones por si se enfada.-me aclara y niego con la cabeza.-No digas que no porque es que si.-suspiro.-¿Por qué no admites de una vez que esa chica te llama la atención como jamás alguien lo había echo?
Me pienso que contestarle pero justamente suena el timbre y veo cómo sonríe al verme tragar saliva.
-No puedes mentirme.-tararea andando hacia la puerta.
Segundos después veo a Elena y a Kaila aparecer con una sonrisa que las hacen más bonitas de lo que ya lo son y se acercan a mi divertidas.
-Buenos días.-canturrea mi mejor amiga y la saludo con un beso en la mejilla.
-Hola.-me mira Kaila, acercándose a mi para darme día besos.
-Eh...-trago saliva mirando a Mi hermano, que le susurra algo a Elena y luego me mira sorprendida.-Tengo que hablar contigo.
Kaila frunce el ceño y se sienta en el sofá, esperando ansiosa a que hable, y gracias a dios, mi hermano y mi amiga nos dejan solos.
-No quiero que te enfades.-le digo antes de que lo haga.-A ver cómo te digo yo esto...
-Empieza.-dice sería cruzándose de brazos, intimidándome bastante.-Venga.
-Ayer te llevé a la cama y...-me rasco la nuca.-Ví unas cartas donde ponía mi nombre..
-No me jodas Jesús.-se levanta mirándome sorprendida.-¿Las has leído?
Trago saliva intentando descifrar que se pasa por su cabeza ahora mismo y me muerdo el labio agachando la cabeza.
-Solo una.-susurro nervioso.-Pero fue por tentación, yo...
-Joder.-murmura.-Que vergüenza.-mira al suelo.-Ahora que mi vida ha cambiado tanto no quería dártelas, ¿sabes?-asiento dudoso.-Ahora ya no voy a verte como un simple ídolo, ni tú a mí como una fan, no tiene sentido que leas esas cartas.-suspira y trago saliva algo más tranquilo porque se lo está tomando bastante bien.-Y sobre todo, si acabas de leerlas...-sonríe un poco.-No te creas nada, que las escribí cuando estaba loca por ti.
Me sorprende tanto su sinceridad que no me creo que de verdad queden chicas así. No le importa perder su orgullo, ella siempre te será sincera, admitirá cosas que jamás alguna admitiría y eso creíais o no es como un soplo de aire fresco en nuestra vida.
-¿Me estás diciendo que puedo acabar de leerlas?-me muerdo el labio y ella asiente sonrojada.
-Solo si luego no me echas en cara todo lo que pone ahí.-se ríe y la abrazo sin que se lo espere.
Me sigue el abrazo algo tímida y esas pequeñas cosas son la que la hacen diferente de las demás.
Lo que hace que de verdad me encante.
-Bueno, ¿vamos?-señala el jardín y asiento con una sonrisa.-Pues venga, que tengo una calor que no puedo con ella.
*******
Veo cómo Jesús se ríe desde el agua y me muerdo el labio intentando que no se note lo mucho que me encanta que lo haga.
Es que parece hasta que tenga poesía, es tan jodidamente bonita y adictiva que parece irreal.
-Lo vas a desgastar.-susurra Elena divertida y me echó para atrás sonrojándome.-Dios mío, estás súper pillada.
-No es verdad.-me giro en la toalla para quedar frente a ella.
-Oh, claro que lo es.-se ríe y niego con la cabeza poniéndome las gafas de sol.-Kaila, a mí no puedes mentirme.
Sonrío haciendo que se ría y me acomodo más en el césped.
-Dejare de hacerlo cuando admitas tú también las cosas.-le susurro notando como los dos gemelos salen del agua.
-¿No venís un rato?-pregunta Jesús y me incorporo un poco para mirarlos.-Venga, animaros.
-Yo estoy de lujo aquí.-sonrío ampliamente absorbiendo el agradable calor del sol.
-Bueno, yo sí voy a darme un chapuzón.-se anima Elena y vuelvo a tumbarme, sintiendo una presencia a mi lado.
-¿Tú no te metes?-le susurro levantándome un poco las gafas para ver a Dani sentarse a mi lado.-¿Te pasa algo?
-Elena me pasa.-dice sincero por lo que me río.-Quiero decir...
-Tranquilo.-susurro haciendo que se ponga nervioso.-No diré nada.
-Vale.-dice mirándola como juega con el agua como si fuera una niña pequeña, salpicando a Jesús.-¿Tú piensas que...?
-Si.-admito en un susurro.-Tienes millones de posibilidades con ella, y no me preguntes el por qué, simplemente lo sé.
-¿Sabes que eres de las mejores cosas que nos han pasado en la vida?-dice coqueto y ruedo los ojos.
-No digas mentiras.
-No lo son.-se ríe y me muerdo el labio.-Va enserio, creo que todos necesitábamos a alguien tan especial como tú en nuestras vidas, y apareciste en el momento adecuado.
-Gracias.-le sonrío acercándome para darle un beso en la mejilla.-Eres un solete.-le achucho y se ríe.
-Gracias a ti por todo.-sonríe.-Mi bonica.
**********
¿Te haces una idea de lo patético que resulta necesitar a alguien que aún no ha llegado tu vida? ¿Te haces una idea de lo que se siente al ser consciente de ello? ¿De lo que duele?
No. No estoy pidiendo a gritos que aparezca quien sea. No estoy desgarrándome el corazón con cada palabra de este texto para que suene mi móvil con cualquier número desconocido. Necesito que me llames tú, aunque aún no conozca tu número.
Me prometí no volver a buscarte, ni siquiera pensar en querer hacerlo. Pero me he caído y créeme, no reconozco el lugar en donde estoy. Nada de lo que me rodea me resulta familiar, ni siquiera me veo ya reflejada en los espejos que yo misma me he encargado de romper.
Ayúdame. Coge mi mano porque lo necesito para continuar. Quise destrozar cada pieza de mi puzle sin tener en cuenta lo muchísimo que dolería conseguirlo y, ¿sabes? No me bastó cuando las vi en el suelo, rotas y sangrando frases que suplicaban clemencia. Las recogí delicadamente para tirarlas al más profundo de los mares, con cadenas, sepultadas bajo millones de piedras que me asfixian ahora cada vez que cae la noche.
Me están ahogando. Los latidos de mi corazón pierden fuerza y siento que me consumiré en la nada en cualquier momento.
Ven. Date prisa y recuérdame que un día aparecerás para no irte nunca. Ven y recuérdame las tardes que pasaremos juntos, las noches en vela y los desayunos en la cama. Ven y dime que siga, por favor. Que te siga esperando.
Ven porque me he alejado de quien solía ser, y esta extraña que hoy se hace pasar por mí ha olvidado cómo caminar, cómo sonreír, cómo luchar cuando lo ha perdido todo. Cuando no le queda nada. Cuando no te tiene a ti.
Necesito que mires en mi ojos y me recuerdes cómo solía ser. Necesito que me digas que me deje de disfraces, de fachadas que se acaban cuando sale el sol. Necesito que me digas que existes, que has nacido y que algún día besaré tus labios. Que algún día rozaré tu piel.
Por favor, dime que estas en algún rincón del mundo pensando en que yo... estoy en algún rincón del mundo.
Doblo de nuevo el papel y sonrío como si me fuera la vida en ello.
Joder, la adoro, vale.
-¿Algo que confesar, hermanito?-canturrea Dani al verme con tal sonría y riendo porque de verdad que tengo que tener una cara ridícula.
-Bueno.-me peino nervioso.-Puede que tengas razón y que Kaila me llame bastante la atención.
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