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Miro la tele distraída apoyada en el hombro de Álvaro y sin dejar de tocarme el pelo.
Me fijo en Jesús varias veces, no para de mirarme y eso me pone aún más nerviosa de lo que ya lo estoy.
-¿Que te pasa?-me pregunta mi mejor amigo, dándose cuenta que a pesar de que mi serie favorita este puesta, no me entero de nada.
-Nada.-me muerdo el labio intentando que no sé de cuenta de que miento, pero a quien quiero engañar, él siempre lo hace.
-Cuando tú dices nada es que te pasa de todo.-aclara pasando su brazos por mis hombros.-Venga, dímelo.
Me lo pienso varias veces viendo cómo Jesús nos mira y tensa la mandíbula y bufo mientras me levanto.
-Voy a beber agua.-informó mirándolos a todos antes de salir del salón.
-Voy contigo.-oigo hablar a Álvaro y me sigue en silencio.-Vale.-se sienta en uno de los taburetes que hay.-¿Qué te pasa?
Abro la nevera dando un bufido y saco el agua en silencio.
-No lo sé ni yo.-admito mientras me giro para mirarlo.-Bueno, puedo imaginármelo, pero no quiero pensar eso.
-Te gusta, ¿verdad?-adivina con una tierna sonrisa.
-Siempre lo ha echo.-me muerdo el labio y doy un trago.-Lo peor es que no para de joderme aunque no sé de cuenta.-miro el agua cristalina y me chupo los labios nerviosa.-No para de decirme cosas dándome a entender que se podría fijar en una chica como yo cuando sé que nadie lo haría.
-Todo el mundo lo hace.-me mira y me agarra una mano.-Odio que no te quieras.-suspira.-He conocido a tantísimas chicas y te juro que eres la única que de verdad ha llegado a demostrarme que me quiere.-sonrío un poco porque es verdad, lo adoro.-La única que jamás te dejara tirado y aparte eres preciosa, así que deja de verte llena de defectos porque no los tienes.-me acaricia la mejilla y me muerdo el labio.-Ahora mismo no sé qué haría sin ti y si llega el momento en el que tengo que dejar Madrid sé que al principio no podré soportar estar lejos de ti porque eres mi mejor amiga, una pieza importantísima de mi vida, o como tú dices, el pilar de mi templo.-admite.-Y te estoy diciendo todo esto porque estoy harto de que no te valores y de que te veas inferior a todo el mundo, ¿no entiendes que eres de las pocas personas que quedan con sentimientos sinceros?
-Nunca entenderé eso.-admito sabiendo que jamás podré verme con los ojos que me ve él.-Y te quiero muchísimo pero sabes que en esas cosas no se darte la razón.-trago saliva.-Y joder, es que parece que le guste dejarme sin palabras, siempre lo hace y luego se ríe como si no tuviera importancia lo que acaba de decir y para mí si la tiene.-doy otro trago.-Lo quiero pero es mi ídolo y no puedo dejar que estos sentimientos vallan a más porque no sabría soportarlo.
-¿Y te has llegado a preguntar si él te dice esas cosas porque las siente?-me pregunta y niego con la cabeza.-Pues yo de ti no me rendiría tan fácilmente, deja que pase el tiempo y a ver cómo actúa.
-¿Y si no deja de darle falsas esperanzas?-bufo apoyando mi cabeza entre mis manos y sonríe negando con la cabeza.
-Joder Kaila, viendo cómo te mira, no creo que sean exactamente falsas esperanzas.
********
Miro nervioso a ambos lados a ver si aparecen de una vez pero no hay ni rastro.
Mierda, ¿porque me importa tanto que estén haciendo ahora mismo?
Miro a mi hermano con miedo de que note mi nerviosísimo ante esta situación tan rara en mi, y decido levantarme para sentarme en el sofá donde está el, justo en el sitio de Álvaro.
-Tio, no sé que me pasa.-le susurro intentando que Elena, que está apoyada en su hombro, no se entere.
Me mira de reojo y sonríe divertido, niega con la cabeza y vuelve a centrarse en la televisión.
-Tio.-me quejo pero cuando noto como alguien se sienta a mi lado me sobresalto.
Intento ocultar mi sonrisa al ver a Kaila acomodándose de nuevo y como Álvaro saluda a Miriam sentándose a su lado.
-Deja de mirarme.-susurra sonriendo de medio lado y me acomodo acercándome un poco más a ella.-Lo digo enserio.
Le quito la mirada y veo de reojo cómo me mira y se muerde el labio divertida.
-No me mires.-le imito y levanta las cejas.-Lo digo enserio.
Sonríe mientras se apoya en uno de los brazos del sofá y miro la tele intentando dejar de pensar que preferiría mil veces que se acomodara en mi.
Noto como me vibra el móvil y lo saco viendo un mensaje de Dani. Le miro y sonríe, así que pongo la corta contraseña y le abro la conversación.
"Lo que te pasa a ti es que te está empezando a gustar la rubia."
Lo miro y levanto las cejas como si estuviera loco.
"¿Tú eres tonto?"
Le envío y cuando lo lee niega la cabeza suspirando.
"No soy tonto, te conozco y sé que esos nervios tontos solo te salen cuando hay una chica que te gusta presente."
"No me gusta y nunca me va a gusta, punto. Y déjame ver la tele, que Antonio Recio es el puto amo."
Bloqueo el móvil dando por finalizada la conversación y me lo guardo en el bolsillo centrándome de nuevo en la serie.
Tengo un miedo de cojones a volver a pillarme por alguien y luego pasarlo igual de mal o peor.
Así que, de momento no dejaré que ninguna chica se apodere de mí porque si no estaré perdido y no quiero eso.
El amor es para los mayores, ¿no?
Además, nadie ha dicho que Kaila pueda llegar a gustarme, vale que sea una chica increíble pero me niego. Me niego a que alguien me haga sentir así de bien porque luego viene la hora de pegarme la hostia y no quiero estar mal de nuevo.
Miro una última vez a la rubia y sonrío porque se ha quedado dormida y es demasiado bonita para ser cierto.
-Mirarla.-susurro lo suficiente alto para llamar la atención de todos.-Voy a llevarla a su habitación.
Y sin que nadie me conteste, me levanto y la cojo como una princesa, porque en este momento siento que lo es.
Subo las escaleras sin poder evitar la sonrisa y la dejo en su cama, pasándole una suave manta por encima.
Me acerco a ella y le doy un beso en la frente sin ni siquiera saber el porqué, pero es un impulso y a veces hay que vivir de ellos.
Estoy apunto de irme cuando veo algo que me llama la atención y me acerco al escritorio en silencio.
Hay una caja gigante donde pone: Jesús y Dani, y por simple curiosidad la abro, encontrándome con todos nuestros discos, nuestros libros, revistas y algunos pósters doblados a la perfección.
Frunzo el ceño al ver varios sobres con mi nombre y no dudó en cogerlos aún sabiendo que puede que se cabree por esto.
Miro las cartas con una sonrisa bastante divertida y me las guardo dispuestas a leerlas todas y a saber todo lo que está chica tiene que decirme.
No es buena idea.-me dice mi subconsciente.
La miro una última vez dormir tan acurrucada que no puedo evitar soltar una pequeña risilla y repetirme mil veces que no puedo pensar todas esas cosas tan bonitas sobre ella que rondan en mi cabeza ahora mismo.
Me siento en uno de los escalones de la escalera y sado la primera carta. Noto como en mi barriga hay un cosquilleo y resoplo porque me niego a que una simple carta me ponga tan nervioso.
-A por ello.-me digo en un susurro.
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