Capítulo diecinueve

TaeHyung estaba en su habitación, sentado en la silla de su escritorio, ambas piernas un poco recogidas. Su brazo derecho se encontraba apoyado en su muslo izquierdo, y su mano se estiraba hacia sí mismo, de forma que el dorso de ésta le servía de apoyo a su mentón. E intentó pensar.

Pero se resignó cuando después de un rato ninguna idea quiso pasar por su cabeza.

—Que sepas que tu pose es una estafa —bufó mirando hacia la pantalla de su laptop.

Allí había una imagen de la famosa escultura "El Pensador".

Sí, TaeHyung creyó que imitar su pose haría que mágicamente su mente creara un excelente plan. Así de desesperado estaba.

Cerró su laptop y suspiró lanzándose de espaldas a su cama. Con cada momento que pasaba sin concretar algo, el tiempo seguía contando y quitándole espacio, presionándolo.

¿Por qué era tan difícil encontrar algo que significara mucho para él?

Es decir, claro estaba que tenía a sus seres queridos y a sus amigos. Pero eso no era lo que buscaba, él necesitaba algo diferente y no sólo a sus personas favoritas. Algo que fuera similar en significado a lo que JungKook le había enseñado el día anterior.

Ahora, se preguntarán la razón de que TaeHyung estuviera buscando algo como eso. Bueno, siendo sincero, él también se lo cuestionaba, como solía sucederle con la mayoría de cosas relacionadas a ese azabache. Pero su corazón ya había mandado a callar a su cerebro tantas veces, que por fin se le dio la oportunidad de liderar. Y lo que su lindo órgano que bombea sangre a todo su cuerpo quería, era que él hiciera algo similar por JungKook.

Así que ahí estaba él, dándose cuenta de lo poco interesante que era su persona.

—JungKook debe estar por llegar.

Las palabras salieron de sus labios después de haber visto la hora en el reloj. La resignación era notable en su voz, y es que enserio, nada pasaba por su mente. Ni un lugar, ni una comida, ni siquiera una actividad. A ese punto ya no sabía si sin darse cuenta no le había dado un valor especial a las cosas que lo ameritaban, o preocuparse de ser un insensible.

También podía ser que estaba mínimamente nervioso y por eso le era difícil creer que algo podía encajar con la situación.

Claramente, esa era la razón más probable, pero como siempre, TaeHyung era un experto ignorando cosas.

El sonido del timbre lo sacó de sus desordenados pensamientos y lo trajo a la realidad. JungKook había llegado para sus tutorías, ahora su madre lo recibiría y estaría tocando la puerta de su cuarto en tres, dos, uno...

Bueno, TaeHyung había fallado. Y no, no en la cuenta regresiva, sino en pensar que JungKook tocaría su puerta.

—Hola. —dijo él.

—No tocaste la puerta.

—Ah, lo siento —JungKook respondió, antes de rápidamente ir a poner su mano encima de la puerta, acariciándola levemente—. Efectivamente, es madera.

—No tienes modales, pero eres original. —TaeHyung lo admitió, tragándose su risa en un intento de hacerse el duro.

—Tú no sabes disimular, pero...

Y JungKook no dijo más, pasando directamente al asiento libre. Se sentó y comenzó a organizar sus cosas para las tutorías. Lastimosamente, su intención fue interrumpida por una fuerte patada que lo mandó a volar.

O bueno, patinar en su silla que tenía rodachines y, por tanto, terminó al otro lado de la habitación.

—Tonto. —musitó el responsable de su pequeño viaje.

JungKook se movió aún en la silla, usando sus pies como impulso hasta que volvió a su lugar. Ya allí, como el hombre maduro que era, imitó la acción y con su pierna empujó a TaeHyung, quien fuera de pronóstico no salió rodando, sino que calló de para atrás. Tal vez JungKook no había tenido en cuenta que él tenía mucha más fuerza y TaeHyung era claramente mucho más liviano que él.

—¡Auch! —gimió el rubio al instante y JungKook abrió en demasía sus ojos.

Afortunadamente, el respaldo de la espalda había disminuido el impacto, pero el sonido del golpe contra el piso era evidencia de que la nuca del pobre rubio sí había estado en contacto de forma algo... contundente.

—Mierda, ¿estás bien?

La voz de JungKook llegó a sus oídos mientras lo ayudaba a levantarse. TaeHyung tenía su mano apoyada en donde había sentido el golpe en su cabeza, y mantenía sus ojos cerrados, mientras controlaba su respiración. No había sido un golpe mortal, pero vaya que le había dolido.

JungKook lo sentó en la cama y se ubicó a su lado, observándolo y realmente no sabiendo muy bien qué hacer.

—¿Te duele mucho?

Él cuestionó instantes después, y la enojada mirada que le dirigió TaeHyung fue la respuesta más clara que pudo recibir. Eso lo hizo sentir peor.

—Iré a traer algo de hielo.

Se apresuró a levantarse de su lugar para cumplir con sus palabras. Eso le tomó unos cortos minutos. Con la compresa fría en la mano, se acercó de nuevo a TaeHyung, quien le regaló otra enfurruñada mirada antes de desviarla. Luego estiró su mano, buscando recibir el hielo.

JungKook lo observó, para seguidamente apartar su mano.

—Lo haré yo.

Y, así como dijo, con cuidado colocó la compresa fría en el lugar del golpe. Fue despacio, midiendo las reacciones del rubio para ver cuándo estaría acostumbrado a la temperatura y así poder aplicar por completo presión.

Duraron un rato así, en un blanco silencio, hasta que TaeHyung volvió a hablar.

—Estás tornando muy agresivas tus técnicas de estudio.

Como era de costumbre, a TaeHyung le sobraban comentarios sarcásticos. Aunque en este caso, sonaba algo serio, e incluso enojado.

—Lo siento, no era mi intención. —JungKook respondió, raramente achicopalado.

Por la posición en la que estaban de JungKook apoyando hielo en su nuca, se encontraban casi uno detrás del otro, por lo que no se veían los rostros. TaeHyung aprovechó eso.

—¿Puedes repetir lo que dijiste? No escuché bien. —musitó.

—Dije que lo siento.

—¿Cómo?

—Que lo siento.

—Creo que el golpe me ha afectado los oídos. ¿Puedes decirlo una vez más?

Lo hondo que respiró JungKook fue suficiente para saber las mil y una respuestas que se estaba guardando a la fuerza, para volver a decir:

—Lo siento, TaeHyung.

El aludido sonrió, aunque JungKook no pudo verlo.

—Lo oí a la primera, pero la tercera suena más genial.

Y TaeHyung gimió de dolor por la pequeña presión que había sido ejercida en su cabeza, donde tenía su chichón en formación.

—Disculpa, de nuevo no medí mi fuerza. —se excusó JungKook, con una sonrisa que amenazaba con quitarle el puesto de lo más falso a las curvas de Nicky Minaj.

—Creo que yo puedo hacerlo desde aquí. —TaeHyung le devolvió la plástica sonrisa, quitando la mano de JungKook de la compresa fría con algo de fuerza, y poniendo la suya propia en su lugar.

Después de eso, los estudios se hicieron como era de normalidad, cosa que probablemente cambiaría a partir de la siguiente clase, pues JungKook le advirtió que sería más exigente. Todo iba en son de que se acercaban los exámenes finales y, por tanto, se aseguraría de hacerlo rendir.

TaeHyung tenía algo de miedo por esos acumulativos, pero él era demasiado cool para admitirlo. Así que sólo asintió, aceptando su destino de las próximas dos semanas tener sesiones de estudio intensivo.

—Ya fue suficiente por hoy. —acotó TaeHyung, recostándose un poco en su silla.

—¿Desde cuándo tú decides eso?

—Desde que me está saliendo un huevo en la cabeza por tu culpa.

—Creo que ya estamos bien por hoy. —JungKook dijo, cerrando su libro.

El rubio rio, felizmente haciendo lo mismo con el suyo. Empezaba a no odiar las matemáticas ahora que se le daban mucho mejor, pero aún tenía su límite y su trasero empezaba a adormecerse de tanto estar en su silla.

—¿Tienes que irte ahora? —cuestionó TaeHyung tan casualmente que JungKook elevó una ceja.

—No accedo a lo que sea que estés pensado.

—¡Oye! —reprochó TaeHyung—. Aquí el malo eres tú, no yo.

—¿Y por qué yo?

—Porque yo no lo soy.

Sencillo y cierto, TaeHyung sonrió orgulloso de su respuesta. JungKook lo único que pude hacer fue rodar los ojos con diversión.

—Si tú lo dices.

—¿Entonces puedes quedarte un rato?

—¿Para qué me quedaría?

Esa era realmente una excelente pregunta, de la que TaeHyung seguía sin tener muy clara la respuesta. Hacía un rato una idea había aparecido en su cabeza, la idea que había estado buscando todo el rato antes de que JungKook llegara. Y decidió tomarla antes que sólo olvidar lo que le indicaba su molestoso corazón, por tanto, lo único que esperaba era no quedar muy en ridículo.

—Verás... —comenzó a explicar TaeHyung, intentando encontrar las palabras para expresarse—. Tú ayer me enseñaste algo que significa bastante para ti, así que creí que debería hacer lo mismo. Bueno, quería hacer lo mismo —se corrigió, por alguna razón—, pero no se me ocurrió algo tan parecido.

JungKook lo miraba expectante, evidentemente sorprendido de lo que estaba escuchando.

—Ven conmigo.

TaeHyung se levantó de su lugar, y tomó a JungKook del brazo. Comenzaron a caminar, JungKook siendo llevado por TaeHyung, hasta que terminaron en el primer piso de la casa, más específicamente, en la sala de estar. La madre de TaeHyung ya no estaba, por la hora sospecharía que salió a alguna reunión, así que en ese momento estaban solos.

TaeHyung dejó sentado a un desconcertado JungKook en el sofá, mientras que él se dirigió al mueble de la televisión, abriendo un pequeño cajón que estaba allí. Luego, procedió a sacar un libro que era bastante grande y gordo, antes de dirigirse con él hasta al lado del azabache, quien dirigió su mirada a la portada del libro.

Un pequeño y sonriente niño aparecía ahí.

—Te presento mi álbum de fotos —habló TaeHyung—. Sé que no es nada comparado, pero bueno, aquí están todas las etapas de mi vida, así que creo que cuenta para conocerme mejor.

JungKook recibió el libro que le estaba siendo ofrecido, y se quedó ahí, sólo mirándolo por un rato.

—¿Estás seguro de esto? —cuestionó JungKook, su mirada automáticamente recayendo en el chico rubio.

—No lo digas de esa manera o me voy a arrepentir. —TaeHyung respondió. Él realmente no recordaba que hubiera fotos en extremo vergonzosas allí, así que esperaba su memoria no le fallara.

Y, en la primera página que el azabache abrió, se dio cuenta que necesitaba de esas vitaminas para el cerebro.

—¡Mierda! —chilló JungKook.

Sus manos acababan de ser aplastadas con fuerza dentro del libro. Oh, sus deditos.

—¡Lo siento! No sabía que eso estaba ahí... —expresó apenado, el color subiendo rápidamente a sus mejillas—. ¡¿Por qué toman fotos de los bebés desnudos?!

JungKook elevó ambas cejas. Él no había alcanzado a ver lo que había allí antes de cerrar los ojos con fuerza por el inesperado dolor. Entonces una carcajada escapó de sus labios.

—Déjame verla y tal vez se me ocurra una razón. —respondió JungKook.

—¡JungKook! —chilló en queja TaeHyung, quien ahora parecía más el hermano perdido de un tomate—. Sabes qué, tal vez tenías razón y esto no es buena idea...

El rubio iba a quitarle el libro del regazo a JungKook, pero este, quien aún tenía sus manos aprisionadas, se resistió como pudo.

—Espera —lo detuvo—. Está bien, puedes tenerlo tú y enseñarme lo que decidas.

TaeHyung lo observó con la intención de analizar su rostro para determinar si estaba cayendo en algún tipo de trampa o no. Aun así, no logró mucho, ya que como era de conocimiento general, JungKook era de las personas más extrañas y difíciles de leer. Así que lo dejó a su suerte, esperando que la intención de su buena acción fuera retribuida con que todo saliera bien.

—Está bien.

Dicho eso, TaeHyung tomó entre sus manos el gordo álbum y lo acomodó encima de sus piernas. Aprovechó el hecho de que JungKook estaba revisando sus ahora libres dedos para pasar la primera página y ojear la segunda. Suspiró con tranquilidad al ver que esa primera foto parecía ser la única en la que su outfit era el mismo que cuando llegó al mundo.

Por eso se sorprendió cuando escuchó la risa de JungKook.

—¿De qué te ríes? —preguntó.

—Ganaste un concurso de belleza.

—¿Y eso qué tiene?

—La banda dice "Miss". —recalcó JungKook, al tiempo que señalaba con su índice en la foto.

TaeHyung observó mejor el detalle y se dio cuenta que era cierto. Ahí estaba su foto de pequeño, unos cinco años, en el desfile de su kinder. Eso le recordó a la vez en que su madre le había contado muy orgullosa el cómo él había sido el único niño que no había luchado con sus padres con todas sus fuerzas para no participar, haciendo berrinche y no dejándose poner su traje. Por tanto, nadie había esperado que un chico participara y habían hecho la banda para niña. Al final, TaeHyung, el único hombrecito del concurso había dado todo lo que un chiquillo de un metro con diez centímetros podía, dejando impresionado a sus padres, quienes lo evidenciaban en sus gritos y aplausos desde el público. También causó el mismo efecto en el jurado que terminó por darle la corona y la banda.

—Eso lo hace más icónico, porque nadie creía que el único niño ahí iba a ganar, pero sí lo hice. —replicó, sintiéndose bien al ver la expresión de JungKook. Seguro que él no se esperaba eso.

TaeHyung fue pasando algunas páginas más, tomándose unos instantes para que pudieran observarlas. Luego, una foto suya junto con Santa apareció. Probablemente ya tendría unos ocho años, tal vez nueve, no lo recordaba bien.

—En esta estaba muy feliz, porque la Navidad es mi época favorita del año. —explicó, viendo lo grande que era su sonrisa mientras abraza al barbudo panzón, quien también sonreía junto a él.

—Supongo que creías en Santa. —JungKook musitó y TaeHyung asintió antes de volver a hablar.

—¿Tú no?

—Dejé de hacerlo cuando no recibí mi Play Station 3.

TaeHyung rio levemente. Eso sonaba demasiado como algo que haría JungKook, y bueno, eso había hecho. Continuó pasando páginas.

—Oh, esta es buena —JungKook dijo, señalando esa foto en la que TaeHyung se encontraba con lágrimas en los ojos—. ¿Por qué parecías un cachorro regañado?

TaeHyung no pensó mucho en la comparación, ya que, para ser justos, no era tan alejada de la realidad.

—Ese día estaba jugando Just Dance en nivel extremo y estaba tan concentrado en ganarme las cinco estrellas, que sin querer tumbé la decoración favorita de mi madre y se partió —explicó brevemente—. Ella estaba diciéndome que me quitarían la consola por un mes y yo quería llorar porque perdería la práctica. Mientras tanto mi padre pensó que sería un buen momento para tomar una foto y guardarla en mi álbum.

JungKook rio y siguieron viendo el contenido del libro.

—Aquí estábamos en un viaje familiar cuando cumplí quince años.

En el papel se veía impreso TaeHyung junto a sus padres, su cabello que en ese tiempo seguía siendo su color natural, café oscuro, brillaba bajo los rayos del sol.

—¿Dónde es eso? Se ve como un lindo lugar.

—Lo es —afirmó TaeHyung—. Es una vereda en el pueblo donde nació mi papá. Él siempre nos hablaba a mamá y a mí de lo hermosa que era, y que él solía visitarla de pequeño. En esos tiempos él ayudaba a los dueños en sus momentos libres, y a cambio ellos le dejaban estar por ahí y jugar con los animales, también dibujar los paisajes y cosas que se avistaban desde allí.

—¿A tu padre le gusta dibujar?

—Bastante. De hecho, esos cuadros de allí —TaeHyung apuntó con su dedo índice hacia una pared con dos lindas pinturas enmarcadas—, los hizo él hace un tiempo.

—Son realmente buenos. —admitió JungKook mientras los detallaba desde su lugar.

—Lo sé, mamá es su mayor fan —el rubio musitó con una pequeña sonrisa—. Pero bueno, regresando al lugar de la foto, decidimos que sería divertido ir y ver cómo estaba en la actualidad. La verdad era tal cual papá la describía, así que entendí por qué le gustaba tanto.

—Parece una villa de cuento de hadas.

El espacio era inmenso, pasto verde y saludable llenando cada rincón, junto con algunos árboles y flores de todos los colores del arcoíris. También habían varios animales que parecían ser felices estando allí.

Siguieron pasando páginas, el álbum ya casi llegaba a su final.

—Esta es mi abuela —indicó TaeHyung—. Fue en su cumpleaños número setenta y nueve.

—Te ves muy feliz.

La sonrisa de TaeHyung brilló con nostalgia.

—Ella fue muy importante para mí, me cuidó como si fuera mi segunda madre. Me preparaba mis comidas favoritas, me contaba historias, tejía suéteres navideños que me daban piquiña, pero que aun así me ponía para verla sonreír. Me regalaba a escondidas lo que mis padres decían que no, y me abrazaba cada vez que me veía.

JungKook sintió que repentinamente TaeHyung se había hundido por completo en aquella fotografía. Las palabras que salían de sus labios sonaban como si no fueran dirigidas para él, sino para alguien más, alguien a quien amó y amaba con mucha fuerza. JungKook por primera vez vio a TaeHyung siendo tan frágil, como si fuera un cristal que con cualquier mínimo toque se rompería.

—La extraño mucho... —suspiró el rubio, sus orbes levemente cristalizados.

La última vez que había visto una foto de su abuela había sido un tiempo atrás, decidiéndolo así con el objetivo de evitar que su corazón se estancara cada que recordaba a ese alguien que ya no tenía a su lado. Pensó que esos meses habían sido suficientes para que al menos la herida creara una costra, pero notó que no había sido así, al menos no en su totalidad, pues con solo ver su rostro, sonriendo de esa manera tan dulce, le hizo sentir el mismo vacío que cuando le habían dado la trágica noticia. Tal vez ya no era tan malo como en ese entonces, pero seguía doliendo.

No se dio cuenta en qué momento unos brazos lo habían rodeado. Pero no le importó mucho, siendo que estos le daban la calidez que estaba buscando. Y se permitió llorar. Dejó que las lágrimas intentaran llevarse consigo aquello que lo abrumaba.

La mano de JungKook acariciaba con suavidad su espalda, y así lo hizo sin detenerse todo el tiempo que a TaeHyung le tomó desahogarse. Ya cuando este mismo sintió su corazón un poco menos presionado, se salió de su posición, sentándose derecho. Limpió escasamente su rostro con sus manos.

—Lo siento, yo sólo la extraño demasiado.... Quisiera que aún estuviera aquí conmigo.

TaeHyung sonaba triste, pero su actitud era un poco apenada, como si lo estuviera por lo que acababa de suceder.

—Ella aún lo está —dijo JungKook, mirándolo. Luego con delicadeza puso su mano en el pecho de TaeHyung, justo encima de su corazón—. Está aquí, y nunca se irá.

TaeHyung observó la mano del azabache, ubicada allí, y detalló esas palabras que se sintieron como un pequeño flotador entre todo el naufragio.

—Sé lo duro que es perder a quien amas, y que esa herida es tan profunda que tal vez nunca sane —JungKook continuó poco después—. Pero también sé que tu felicidad era su felicidad, así que no creo que ella se ponga contenta de verte llorar.

—Duele mucho...

—Lo sé, pero a veces hay que quedarnos con los buenos recuerdos para poder seguir adelante —él respondió, sus palabras siendo las mismas que alguna vez se dijo a sí mismo—. Estoy seguro de que eso es lo que ella querría que hagas.

TaeHyung tragó saliva. Eso sonaba demasiado difícil para él, pero sabía que debía intentarlo, porque JungKook tenía razón. Su abuela no querría que ni una sola lágrima cayera por su mejilla. Ella siempre se había esforzado para que eso no sucediera.

Respiró tanto aire como sus pulmones le permitieron y asintió, lo haría por ella.

—Gracias por esto —murmuró sincero TaeHyung—. Y siento haber empapado tu camisa.

—No importa.

—No —TaeHyung ya estaba bastante cohibido por haber usado a JungKook como un hombro para llorar, más de forma tan repentina. Por lo menos quería arreglar un poco su desastre—, déjame, voy a limpiarla.

Procedió a estirar una de las mangas de su suéter hasta que le cubrió por completo la mano, y se acercó a JungKook, empezando a limpiar con ello el lugar donde se veía algo mojado por sus lágrimas.

Estaba tan enfocado en hacer que quedara como si nada hubiera sucedido, que no se fijó en lo cerca que estaban ambos. Apenas pocos centímetros distanciaban sus rostros, uno al lado del otro.

JungKook lo veía de reojo, quedándose estático, pues fue lo único que se le ocurrió hacer.

—Creo que ya...

Y las palabras de TaeHyung se interrumpieron, cuando al girar un poco su rostro quedó frente a frente con JungKook. Sus respiraciones chocando.

Sus miradas encajaron poco después, como piezas de un rompecabezas que por fin se juntaban. Eso hizo que los corazones de ambos chicos empezaran un maratón.

El tiempo se unió a esa carrera, empezando a pasar, pero ellos no lo notaron, pues estaban detenidos allí en su propia burbuja, levitando lejos de todo lo que los rodeaba, incluso sus pensamientos.

Inconscientemente, el pequeño espacio que los separaba empezaba a hacerse más y más pequeño. Sus narices cada vez más cerca, al punto que podrían chocar.

—¡¿Qué crees que haces con mi hijo?!

Y plop, de vuelta a la realidad.

muero de vergüenza con ustedes por lo mucho que me tardé, pero no quería volver a actualizar hasta tener la historia terminada

claramente, eso quiere decir que ahora es así, por tanto, actualizaré los caps que quedan una o dos veces a la semana

gracias por estar aquí. ¡nos leemos muy pronto! ♡

©gguktaebae

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