2. Dolorosas verdades

[16-Junio-2022]

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“La codicia el mal siempre atraerá, pero un mundo sin amor, es como a la muerte nuestra vida entregar.”

—⟨Loto Carmesí⟩

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‹Lo siento, y . . . Gracias›

Esas fueron las últimas palabras que le dedicó Wen Qing con una sonrisa rota, pero con un brillo lleno de determinación por tomar un destino tan cruel como era una muerte atróz con la intención de poder protegerlo a él y a los remanentes Wen.

Las expresiones llenas de tristeza, agradecimiento y dolor en las miradas de los hermanos Wen habían removido hasta lo más profundo de sus entrañas, estrujandolas en un intento de hacerlo reaccionar y obligándolo a sentirse miserable tras haberle gritado a Wen Ning por lo que sucedió en el camino Qiongqi.

Nunca podrá olvidar sus caras llenas de una tristeza tan indescriptible, así como de un agradecimiento tan silencioso, pero a la vez plasmado en una sonrisa tan genuina y especial que tan solo perforaban su ya fragmentado corazón.

Incluso por más que intento gritar, llamarlos, levantarse y correr hacia ellos, no pudo debido a la aguja que yacia en su espalda y le impedía moverse, haciéndolo sentir inútil, así como nacía una gran impotencia por no haber logrado hacer más.

Se lamenta por no ponerse de rodillas, pedirle perdón al joven de personalidad tímida y suplicar que se quedaran con él, pedirles que no se fueran y que haría lo que estuviera en sus manos para poder solucionar el problema y así salvarlos de un destino que no merecían. Ahora solo se encontraba allí, tendido en lo que no podría llamar "cama", sumergido en una oscuridad eterna, donde el dolor de la perdida, la culpa y las risas estruendosas de la energía resentida hacían añicos un poco más su estabilidad y arrimandolo a la locura.

No sabe cuánto tiempo pasó inconsciente, pero en cuanto pudo abrir sus ojos, se sintió perdido, cansado y vacío. La sensación perduró allí incluso cuando se sentó con cuidado y su cuerpo exigía un poco más de lentitud debido a que estaba entumesido, pero una vez que los recuerdos de una despedida tan cruel martillaban su corazón, no hubo tiempo de pensar o armar un plan cuando sus piernas ya habían empezado a correr en dirección a Laling.

Ni los gritos de la abuela, del tío 4 o del pequeño A-Yuan lo detuvieron, tan solo pasó de largo y corrió, corrió con todas sus fuerzas hacia su destino, importando poco si lo esperaban con armas listas, importando poco si sentía como sus piernas flaqueaban, no importaba si su cuerpo se tambaleaba o sentía que en cualquier momento caería, no importó nada, tan solo poder llegar, con la esperanza de poder cambiar las cosas y evitar lo que ya estaba escrito.

La noción del tiempo se vio perdida en cuanto estuvo por territorio Jin, ocultandose entre las sombras para evitar que algún hombre de túnicas doradas lo viera; tan solo la luna era testigo de su despecho.

No supo en qué momento, ni cómo, ni cuándo, ni dónde es que sus pies andaron por si solos entre los senderos de piedra que se encontraban cerca de las imponentes y extravagantes construcciones de las peoinas, tan solo anduvo, sin rumbo alguno, perdido en un mar de recuerdos tras el suceso que lo marcaron como enemigo del mundo.

Reaccionó demasiado tarde en cuanto se posó frente a la grande entrada de aquel pequeño templo y sus ojos dorados chocaron con él enigmático plata del joven al que había amado desde el primer momento.

Sintió el nudo en su garganta, su corazón acelerarse, su respiración detenerse, sus piernas flaquear y su mente se puso en blanco cuando las facciones del joven que yacia de rodillas lo miraban con total incredulidad.

No pudo evitar tragar saliva.

No estaba listo para mirarlo, no estaba listo para enfrentar al chico que perdió todo por su culpa, no estaba listo para hablar; no podía hacerlo, no podía verlo a los ojos, caer de rodillas y pegar la frente al suelo, pidiendo entre súplicas su perdón, sabiendo el terrible crimen que cometió y que todo TODO había sido su culpa.

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Lan Wangji tenía miedo de no poder ser perdonado y cambiar a ojos de Wei Ying.

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— Lan Zhan. . .

Fue un susurro tan suave y temeroso, como si estuviera hablando con un pequeño niño asustado.

Sus ojos se empaparon en lágrimas y con miedo retrocedió un par de pasos en cuanto escuchó su nombre salir de los labios del joven, quien ya se había levantado e intentó caminar hacia él.

— Lan Zhan. . . — volvió a llamarlo por su nombre.

Quería, en serio quería acercarse, quería gritar, gritar y pedir perdón, así como quería tener cerca a Wei Ying, abrazarlo y jamás soltarlo.

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Pero un monstruo como él, no merecía a alguien tan puro como Wei Ying.

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De repente, se escuchó un escándalo en lo que había sido una silenciosa noche, haciéndolo sentir abrumado y acelerando su corazón. También pudo sentir la desesperación del contrario.

— ¡Lan Wangji!, ¡Lan Wangji!, ¡El Patriarca de Yiling está aquí!, ¡Encuentrenlo! — se escuchó en la lejanía.

Sin poder dejar que lo atrapen y con el corazón teñido en dolor al ver la mirada llena de tristeza del joven Wei. Huyó.

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‹Lo siento, Wei Ying›

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Fueron sus últimos pensamientos, antes de ser envuelto entre la energía resentida y desaparecer entre la tenebrosa fauna del bosque.

Ahora solo quedaba un lugar en donde buscar: Nightless City.

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— ¡Lan Zhan! — gritó con exasperación al ver como el contrario daba la media vuelta y corría para ocultarse en la oscuridad de la noche.

Antes de poder correr en dirección a donde se había ido el Lan y detenerlo, un grupo de cultivaodres Jin y Jiang aparecieron con las espadas desenvainadas; las peonías inspeccionaron el lugar y los lotos se acercaron a él en busca de rodearlo y protegerlo.

Pocos segundos después, el lider Jiang y Jin GuangYao hicieron acto de presencia, sin perder el tiempo, Jiang Cheng se acercó a su hermano mayor con aceleridad.

— ¡Wei Wuxian! — exclamó y lo tomó de los hombros frenético. — Lan Wangji estaba aquí, ¡¿te ha hecho algo?!

— ¿Qué? ¡No!, ¡No ha hecho nada! — soltó rápidamente, intentando calmar al joven frente a él. 

— Joven maestro Wei, ¿sabe en qué dirección se fue? — interrumpió el hijo ilegítimo de Jin Guanshang, atento en su respuesta, pareciendo un depredador en busca de una presa.

Wei Ying lo vio unos segundos para luego negar con la cabeza. — Me temo que no vi con claridad.

— Descuide — le dedicó una sonrisa vacía, después volteó al grupo de cultivadores y con seriedad les ordenó. — Revisen el perímetro, el bosque fronterizo y todas las habitaciones y entradas al territorio. No lo dejen escapar.

Y con esa última orden, el joven con marca bermelló se fue.

Wei Wuxian se mordió el labio inferior. Esa sonrisa le causaba escalofríos.

Suspiró —  Wei Ying.

El mencionado volteo y asintió en señal de que lo estaba escuchando.

— Tengo que ir a Ciudad Sin Noche, están pidiendo que los líderes de Secta asistan como representantes — explicó con detenimiento. — No me queda de otra, pero tú puedes elegir.

Lo pensó unos momentos, aunque quisiera acompañar a su querido hermano menor, no estaba de humor y tan solo pensar tener que lidiar con personas que no escuchaban razones lo hacían devolver el estómago. Prefería quedarse aquí y hacerle compañía a su sobrino.

— Gracias, pero me quedaré aquí — le dedicó una pequeña sonrisa cansada.

— Bien, volveré en un par de horas, así que te pido que comas algo y descanses. — esta vez lo vio con seriedad. — Lo digo en serio Wei Wuxian.

— Lo sé lo sé, cenar y descansar. Lo tengo — Con su dedo índice dio un leve golpecito en la punta de la nariz del contrario con cariño, tal como lo hacia su Shijie con él.

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Una pequeña acción que siempre calentó su corazón, pero que ahora, no era más que el vacío de un sueño tan lejano.

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Wanyin bufó con una pequeña  sonrisa y con ello se fue.

El mayor tan solo lo vio irse sin más. Si su hipótesis era correcta, un joven entre cultivadores intentaría ayudar a los hermanos Wen, tan solo esperaba que realmente pudiera pasar las barreras que lo más probable es que hayan alzado.

Si tan solo su núcleo dorado fuera un poco más fuerte.

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Ya habían pasado alrededor de dos horas, lo más probable es que estuviesen a nada de iniciar con la conferencia espontánea, la cual, había planificado Jin Guanshang tras el trágico incidente donde las cosas se salieron de control.

En todo el rato desde la partida de Jiang Wanyin, se había quedado en la habitación, hincado en el suelo, ensimismado en sus pensamientos que tan solo hacían estragos su corazón, así que al final, decidió ir a la habitación de A-Ling y ver cómo estaba pasando su hora de sueño.

En cuanto se levantó del cojín, no pudo evitar tambalearse ligeramente, debido a que estaba entumesido por haber estado en la misma posición por mucho tiempo, y una vez que se recompuso, dedicó una última mirada a las placas con los nombres y salió del salón.

Caminó entre los senderos del lugar, viendo a su alrededor, intentando buscar algo de su interés en lo que llegaba a su destino.

Las últimas semanas había estado viviendo en la Torre Koi, más que nada por petición de su hermana, quien estaba emocionada por celebrar los 100 días de su pequeño A-Ling, más sin embargo, todos los acontecimientos impidieron merecido festejo y trajo consigo una dura verdad que afrontar.

Tan solo pensar en ello y repasar una y otra vez las últimas palabras, los últimos momentos, las bromas e interacciones entre ellos lo hacían querer encerrarse en su habitación, llorar, gritar y desahogarse hasta que no tuviera más energías que solo dormir.

Ahora solo quedaba ver el solitario y monótono hogar de su sobrino, tan vacío que fácilmente podría adivinar que habían decidido partir a Nightless City para ver grandioso espectáculo, donde estaban más que listos en coronarse la cúspide de la jerarquía.

— Definitivamente funcionó

La atención del joven de ojos grisaceso se centró en aquella voz que se oía a unos cuantos metros lejos de él.

— ¿Cómo supo que funcionaría? — preguntó una segunda voz. Sonaba sorprendida.

Wei Ying dirigió su mirada en donde escuchaba las voces y sin pensarlo mucho camino a aquella dirección. Entre dos grandes contrucciones había un pequeño sendero de piedra, oculto entre los grandes arbustos, lo más probable es que este era uno de los jardines ocultos del clan Jin.

— ¿Qué esperabas?, Estaba todo lo necesario para inculpar.

‹¿Inculpar›

Pensó, sintiendo un mal sabor de boca brotar de la nada. Sin pensarlo dos veces, decidió atravesar lo más silencioso posible los arbustos. Una vez que estuvo cerca de donde estaba por finalizar la pared, se pegó a ella y siguió escuchando.

— No deberían tener esa conversación tan casualmente.

Habló una voz divertida.

— ¡Xue Yang!, ¿qué haces aquí? — Contestó con un poco de brusquedad uno de los que había hablado con anterioridad.

El joven de túnicas blancas pudo ver por el rabillo del ojo a un joven de túnicas oscuras, sentado en la orilla del techo del templo, balanceando sus piernas y mostrando una sonrisa con sorna, dejando ver sus largos colmillos. El resplandor de la luna junto a sus llamativos ojos escarlatas brillando en la noche, lo hacían ver cómo un ser enigmático.

— Tengo total libertad de vagar por aquí, ¿algún problema? — Respondió inclinando ligeramente su cabeza y mostrando una cara de inocencia.

— ¡Xue Yang!, no porque tengas la protección del hijo bastardo de Jin Guanshang significa que puedas contestarnos así. ¡Conoce tú lugar! — respondió con cierta molestia la segunda persona que había hablado al comienzo.

— ¿Mi lugar dices? — preguntó, pero esta vez se posó una sonrisa siniestra y sus ojos brillaron como los de un depredador.

Wuxian respiro hondo al sentir como su cuerpo sintió un escalofrío.

No importaba lo que sea que lo haga sentir, el hecho de que este chico estuviese relacionado con Jin GuanYao y dichoso plan, tan solo lo hacían querer escuchar más.

— ¡Xue Yang! — Volvió a responder, pero esta vez con cierto temor, retrocediendo un par de pasos.

— Bien bien, ya entendí. — soltó sin interés alguno.

— pero. . . ¿en serio el líder Jin y Jin GuangYao serían capaces de maquinar algo tan siniestro? — esta vez habló una voz dubitativa. Él de listón rojo lo reconoció como uno de los nuevos discípulos que había entrado hace un par de meses.

— Veo que tú no conoces al líder Jin y su bastardo. Por el poder se deben tomar ciertos sacrificios — soltó uno de las mayores, esta vez posando una sonrisa satisfecha. — La muerte del heredero Jin y su esposa fueron la carta ganadora. Y esos perros Wen, tan solo serán una que otra más.

El corazón de Wei Ying se paralizó en cuanto escuchó aquella revelación. Sus ojos se abrieron con total horror, sus pupilas se dilataron, su cuerpo se sacudió y la terrible sensación en su estómago lo hicieron morder con fuerza sus labios.

¿Jin Guangshan había sido capaz de todo eso?, ¿Jin Guangshan mató a su hijo?, ¿Mató a su Shijie?, ¿Jin GuangYao estuvo relacionado?¿En serio asesinó a su hermano?

— ¿Quién les tomará importancia?, tan solo son perros Wen. — secundó otro de los 3 Cultivadores Jin presentes. — Lo único que nos interesa es estar por arriba de los demás y obtener los secretos del cultivo demoníaco de Lan Wangji.

Con cada verdad que escupían las peoínas, sentía como la bilis ascendía por su garganta, haciéndolo sentir el ardor del ácido, así como la terrible sensación de querer vomitar en cualquier momento.

Las lágrimas ya descendían por sus pálidas mejillas.

Él había sido el culpable de la muerte de Zixuan y de su Shijie. Él había asesinado a su propio hijo, había dejado huérfano a su propio nieto. Habían condenado a los Wen, habían culpado a Lan Wangji de algo que él no cometió y ahora se lo hizo creer al mundo, hizo pagar a los hermanos Wen por un crimen que ellos mismos planificaron, asesinaron a personas inocentes, asesinaron a su hermana, les arrebató a él y a Jiang Cheng a su hermana, ¡La utilizó a ella y a Jin Zixuan como un peón a sacrificar! ¡Cómo algo remplazable por poder y dinero! ¡condenó a Lan Wangji! ¡Engañó a todo el mundo! ¡Todo por su maldita arrogancia, egoísmo y sed de poder!

Jin GuanYao y Jin GuangShang estaban enfermos.

— El General Fantasma tan solo será un muñeco de pruebas más.

Y con eso último, no pudo contener más las sensaciones, soltando un leve gemido que rápidamente calló con sus manos sobre su boca y nariz. Y sin poderlo soportar más, escapó.

— ¿Qué fue eso?, ¡¿nos han escuchado?! — exclamó caminando hacia donde había escuchando ruido.

— Se los dije, no deben hablar de ello tan casualmente. — Soltó con una sonrisa divertida, jugando con una daga, aventadola y atrapándola.

— Entonces ¿qué haces parado ahí?, ¡atrápalo!. Si el líder Jin se entera. . . — Lo último lo dijo con temor.

Xue Yang soltó una risita.

— ¿Por qué demonios te ríes?, ¡haz algo! — Amenazó con exasperación otro de los Jin.

— No te preocupes. Solo es cuestión de tiempo. — respondió sin tomarle mucha importancia. —  Esta noche, en Nightless City se dará un espectáculo.

Su rostro tomó un color sombrío y sus ojos brillaron con mayor intensidad. Su sonrisa nunca desapareció.

— Si logra escapar, habrá otros métodos.

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Todas las grandes sectas se encontraban reunidas y formadas frente a las grandes escaleras de piedra que colindaban con el palacio de la Ciudad Sin Noche, los líderes y representantes de cada secta se encontraban a la cabeza de la formación, cada uno llevando sus respectivas túnicas con su estatus, así como sus armas atadas a un costado de su cadera.

Frente a ellos se encontraba una mesa bastante larga, con extravagantes artilugios, placas, inciensos y platillos bastos en frutas, entre otras tantas cosas.

También, detrás de la mesa, contraria a dónde se encontraba la mayoría de los Cultivadores, estaban dos en específico, pertenecientes a la secta Jin. Jin Guanshang se encontraba parado frente a todos los presentes con su hijo bastardo Jin GuanYao, quien se estaba a su costado derecho, esperando órdenes que tuviese que acatar.

— Hoy estamos aquí para dar respeto, gratitud y desearle abundancia a nuestros hermanos quienes perdieron la vida tras luchar con valentía y coraje contra el mal y la injusticia de este mundo. — Empezó a hablar el líder Jin, mostrando una cara seria. — Una Guerra que dejó cicatrices, perdidas y memorias que pudieron ser parte de nuestro presente.

Todos y cada uno de los presentes escuchaban con atención las palabras del hombre, algunos manteniendo la cabeza en alto y otros bajandola en un intento de detener sus abrumadores sentimientos.

Jiang Cheng mantuvo la vista en alto, pero la sensación de tristeza en sus pensamientos acompañaban a su fragmentado corazón.

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Lo había perdido todo, su único consuelo eran su hermano y sobrino.

Pero ahora, ellos estarían bien, estarían a salvo, la Guerra había terminado y los tres regresarían juntos a Yunmeng.

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Lan Qiren mantenía una mirada seria, distante de las palabras de aliento de Jin Guanshang y más adentrado en lo que eran sus preguntas sin respuesta.

La Guerra había terminado, ahora ya no habría un futuro tan despiadado que enfrentar, pero ¿A qué costo?, ¿A qué costo se logró encontrar la paz?

Su secta había sido quemada hasta los cimientos, su hermano había muerto contra la espada de Wen Xu, su sobrino mayor cargaba con un gran peso entre sus hombros como líder, encadenado a las reglas de su clan y su sobrino menor, aquel al cual creía conocer, aquel del cual estaba orgulloso por ser el mejor discípulo y modelo a seguir, había caído en un profundo poso, rodeado de malas desiciones y convirtiéndose en el enemigo del mundo del cultivo.

Estaba decepcionado y a la vez frustrado, ¿Qué había hecho mal? ¿Qué fue lo que hizo mal para que su sobrino encontrara un camino entre las artes oscuras?

Wangji era un buen joven, un fuerte Cultivador, con gran presencia, con valerosos principios y un futuro esplendoroso, siempre había sido un orgullo para los demás, la perfecta representación de las reglas y lema del clan; pero ahora, las cosas eran distintas, se había convertido en un rebelde, en un Cultivador demoníaco, el mal en este mundo, el enemigo del cultivo, un asesino y ahora, lo único que quedaba era enfrentarlo.

Por más que quiera a su sobrino, no podía dejar que su secta se hundiera tras las desiciones equivocadas de él, ahora lo que quedaba, era tener que enfrentar a Lan Wangji y con suerte, hacerlo recapacitar de sus errores.

Lan Xichen, ¿Cómo explicarlo? Era un mar de emociones.

No sabía que pensar realmente acerca de todo esto, de su hermano, de los Wen, de la guerra, de que la secta Jin esté a la cabeza; todo era tan difícil de procesar y aceptar, especialmente este hecho donde ahora habían visto como Wen Qing había sido consumida hasta las cenizas. Él no quería eso, incluso si pertenencían a la familia de un ser tirano como lo fue el líder Wen, Wen Qing y su pueblo no merecían tal castigo, ellos no fueron partícipes en la guerra, ellos no habían arrebatado vida alguna y ahora, eran acusados como los peores asesinos. Su único consuelo fue saber que ella no había muerto con dolor tras darle un talismán que al activarlo, no tendría sensibilidad.

Por más que haya intentado liberarla de su celda, fue imposible, los sellos que habían implementado MingJue y su tío eran sumamente fuertes como para eliminarlos. Incluso si podía eliminar el sello de los Lan, el de los Nie sería más complicado.

Wei Wuxian tenía razón, esto estaba mal y ahora, era demasiado tarde.

Jing GuanYao pasó frente a cada uno de los líderes, tanto de las sectas grandes como de las sectas pequeñas quienes participaron en la guerra y con ambas manos tomaba una pequeña taza de porcelana de arreglos extravagantes de una charola de metal que era sostenida por otro Cultivador Jin, luego procedía a darla a cada líder, para finalmente hacer una reverencia y proseguir con su trabajo.

Esta acción se repitió por un par de minutos más y en cuanto entregó al último de la extensa fila, camino en dirección a donde se encontraba su padre, tomó uno de las pequeñas tazas de las dos sobrantes y se la cedió al mayor, posteriormente agarro la suya y volteo al frente, dirigiendo su mirada a los demás presentes.

— No importa quienes sean, no importa que apellido llevan. — empezó a hablar Jin Guanshang. — Esta taza de licor. . .

El líder Jin alzó su taza y los demás siguieron su ejemplo.

— Representa mis respetos a nuestros héroes pasados. — volteó en dirección al altar. — Que sus espíritus sean eternos. Que descansen en paz.

Y con aquellas últimas palabras, Jin Guanshang derramó el contenido de la taza, haciendo una línea con el líquido. Los demás líderes siguieron su ejemplo, derramando el alcohol el cual había sido ofrecido, para posteriormente destrozar las tazas contra el suelo.

Pocos minutos después, Jin GuanYao le ofreció una caja de madera negra un tanto grande al líder Jin, en cuanto este la tuvo en sus manos, subió un par de escaleras que colindaban con el palacio de Ciudad sin Noche y luego volvió a hablar.

— Wen Ning, Wen Qing y los remanentes Wen — presentó — Esparciré sus cenizas aquí.

Elevó la caja con energía espiritual y con la misma, destrozó la caja, liberando la ceniza de los remanentes y sus líderes Wen Ning y Wen Qing.

— ¡Excelente! ¡Excelente! ¡Excelente! — ovacionaron con fuerza todos los Cultivadores.

Aquella ovación siguió por un rato más, dando a entender que estaban más que extasiados por eliminar parte de la "oscuridad" de este mundo. Los líderes y representantes tan solo se mantuvieron en silencio, escuchando el canto en sincronía.

Jin Guanshang contempló todo con una mirada llena de seriedad, pero en el fondo, estaba más que extasiados, todo lo que había estado deseando se estaba cumpliendo. Jin GuanYao no estaba tan lejos de ese mismo pensamiento.

— Hoy — en cuanto habló, los demás guardaron silencio. — Fueron Wen Qing, Wen Ning y parte de los remanentes Wen.

Las sensaciones y los sentimiento de cada quien eran distintos, algunos más lejanos de la venganza que otros.

— Mañana será el resto y con ellos el Patriarca Yiling Lan Wangji.

Todos volvieron a ovacionar las palabras del lider Jin, entusiasmados por poner fin a aquello que era incorrecto y poder brindar plaza y protección a las futuras generaciones.

Lan Qiren se mantuvo erguido, escuchando todo en completo silencio y con una cara que no demostraba como realmente se sentía.

Por otro lado, Xichen no pudo evitar soltar una mueca, apretar los dientes y cerrar sus puños con fuerza. Por fuera se podría decir que estaba en total negación, un joven maestro quién estaba intentando controlar todos aquellos sentimientos ferozes que exigían salir con violencia de su pecho, pero en su interior, estaba asustado, muy asustado. Él no quería esto, no quería que le arrebataran a su hermano, ya lo habían separado de su lado y ahora, también querían apartarlo de él para siempre.

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Deseaba con todo su corazón que las cosas no hubieran sido así.

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Todo siguieron alardeando, soltando gritos de victoria y alzando sus armas de acuerdos con las desiciones que se habían tomado, pero de repente una risa sarcástica y burlona se escuchó en el lugar, de inmediato guardaron silencio, dirigieron su vista en dirección a donde provenía la voz y en cuanto vieron de quién se trataba, desenvainaron sus armas y apuntaron en su dirección.

— ¡Lan Wangji! ¡Es Lan Wangji! — gritó un Cultivador de una secta menor, apuntando con su espada al nigromante.

— ¡Lan Wangji! ¡¿Cómo osas hacer acto de presencia aquí?! — habló el líder de la secta Yao.

Lan Wangji sentado en lo más alto del techo del palacio sonrió con ironía, jugando con energía resentida, la cual bailaba entre sus dedos.

— ¡¿Lan Wangji?! ¡¿No tienes vergüenza?! — gritó otro Cultivador de una secta menor. — ¿Cómo te atreves a mostrar la cara después de lo que haz hecho?

La sonrisa de Lan Wangji se desvaneció.

— ¿Qué me impide estar aquí? Si no mal recuerdo, yo también fui partícipe en esta guerra. — contestó con voz profunda.

— Incluso si fuiste un héroe en la guerra ¡no eres bienvenido!  — gritó el líder de la secta Yao.

— Pudiste haber sido respetado como el Segundo Jade de Gusu, pero en el momento que decidiste perder el camino y afiliarte con el mal, toda admiración por ti se desvaneció — le siguió un joven Cultivador de una secta pequeña.

¿Admiración? ¿De que me sirve la admiración si no me atribuye nada el mérito? ¿De que sirve un título si dejo atrás mis principios e ignoro al inocente por el hecho de complacer un acto injusto?  — protestó con un tono molesto el nigromante. — Prefiero ser enemigo del mundo a quedarme de brazos cruzados y ver cómo condenan a gente a un destino inhumano.

Lan Xichen mordió su labio inferior, ansioso por las palabras del menor; por otro lado, Lan Qiren mantuvo su cara seria.

— ¡Son asesinos! — contradijo un joven de la secta Jin.

— ¡Todos somos asesinos! ¡Todos colaboramos en la guerra! ¡No hay persona que tenga limpia las manos! — las facciones de Lan Wangji se endurecieron.

Algunos tan solo pudieron bufar con molestia e indignación sin decir nada más, era cierto, sus espadas habían arrebatado la vida de gente en la guerra, nadie, absolutamente nadie de los presentes tenía las manos limpias, sin embargo, no era tope para la gente que no piensa con la cabeza.

— ¿Y eso qué importa? Nuestras acciones fueron por un bien, los cielos deben estar complacidos de que hayamos erradicado al mal y no permitamos que la sangre Wen siga existiendo en vida. — declaró con total orgullo el líder Yao, siendo vitoreado por los demás quienes consideraron sabias sus palabras.

Por otro lado, para Lan Zhan, el líder Yao no era más que un parlanchín, siempre enorgulleciendose de sus estupideces, ignorante de toda difamación que sale de su boca tras asegurar verídico cualquier cosa que se diga por mayoría y ocultandose tras la multitud cuando le convenía, así como le gustaba acrecentar el problema y hecharle más leña al fuego, incitando a todo ignorante que siga sus palabras.

Los pensamientos de Jiang Wanyin y Nie MingJue no estaban muy lejos del Cultivador demoníaco, incluso si odiaban a los Wen, el líder Yao siempre se regocijaba de avivar las llamas. No era más que un cobarde con el rabo entre las patas.

Lan Wangji negó con la cabeza, cada vez más decepcionado.

— Usar el nombre de los cielos para remedar nuestras acciones no es correcto, nosotros no somos quienes para decidir quién vive o muere. — Declaró con una mirada seria. — Lo que han hecho no es justicia y mucho menos una buena causa, lo que han hecho es prejuicio y con ello decidieron justificar sus acciones: "si su líder es tirano y despiadado, su gente igual"

Esta vez Lan Zhan sonrió con ironía.

— Que equivocados están... Ignorantes ante la realidad de las cosas. Creyéndose dioses para elegir que sucederá con un clan. — tras decir eso su mirada se afiló y sin titubear preguntó. — pero yo les haré una pregunta, ¿Qué es realmente correcto e incorrecto? ¿Acaso todo es blanco y negro?

Nie MingJue miro con molestia al hermano de su amigo, ¿Él les quería enseñar que era justicia? ¿Después de todo lo que había hecho? ¿Después de infringir las normas del flujo normal de las cosas, asesinar gente, practicar artes oscuras y aliarse con Cultivadores Wen?

No muchos estaban lejos de la misma mentalidad que el líder Nie. ¿Un Cultivador demoníaco enseñándoles que está bien y que está mal? Por favor, ¡Esto es absurdo!

— ¡Esto es absurdo! ¡¿Tú?! ¿Un Cultivador demoníaco nos va a enseñar que es correcto o incorrecto? ¡Esto debe ser una borma! — empezó a gritar el líder Ouyang.  — No eres más que un niño tonto al creer en que un Wen puede ser gente inocente, pero que tonterías.

Lan Xichen no pudo evitar lanzar una mirada molesta al líder Ouyang.

— ¡Cierto! — remedó el líder Yao — No eran más que asesinos, perros Wen y el haber podido hoy finalizar con las vidas de Wen Qing y Wen Ning fue más que confortante. Ahora están donde merecen estar, ¡en el infierno!.

Muchos de los Cultivadores alardearon las palabras de ambos líderes.

El rostro de Lan Wangji se oscureció por completo, enterrando sus uñas contra sus pálidas palmas así como sus dientes se apretaban, castañando con coraje. La energía resentida empezó a emerger de él, como serpientes deslizándose por sus piernas en un intento de alcanzar su mente y avivar un poco más los sentimientos negativos de su maestro.

En cuanto la gente en la grande explanada de Ciudad Sin Noche se dio cuenta, los vitoreado se vieron interrumpidos y fueron sustituidos por jadeos de miedo, alzando una vez más sus espadas contra el hombre.

Lan Xichen veía con suma preocupación la situación, indeciso de lo que debía hacer.

Lan Qiren tampoco estaba del todo seguro, pero si debía enfrentar a su sobrino por la protección de los demás, lo haría.

Nie MingJue no dudo y alzó a Baxia apuntando al antiguo Segundo Jade, si el chico intentaba hacer algo, no dudaría en atacarlo con toda sus fuerzas, Xichen tendría que perdonarlo.

Por otro lado, Jiang Cheng no se movió, tan solo se mantuvo viendo la situación con una mirada seria, atento a lo que pudiese suceder a continuación. Su anillo tan solo soltó unas chispas, pero de ahí en más, no tomó forma de un látigo.

Lan Wangji se encontraba tan absorto en sus pensamientos y la oscuridad de su mente que no se dio cuenta como una flecha fue en su dirección incrustandose en el costado derecho de su pecho.

Xichen jadeó de horror al ver el incidente, temeroso de que su hermano haya recibido una herida mortal, por otro lado, Qiren no estaba tan lejos del pensamiento del contrario, solo que este rápidamente dirigió su mirada hacia la persona quien había decidido lanzar la flecha.

— Le di, ¡Le di! — vitorio un discípulo de la secta Yao. — ¡Le he dado al Patriarca Yling!

— ¡Oh! ¡Bien hecho! — felicitó su líder.

La mayoría de los presentes empezaron a idolatrar al joven quien había logrado dar en el blanco, absortos de como el nigromante parado en la cima del Templo de La Ciudad Sin Noche arrancaba la flecha de su pecho como si no se tratase de nada y con la energía resentida eliminaba cualquier rastro de sangre, para después dirigir una mirada molesta al joven y con fuerza lanzar la flecha de regreso a su dueño, hiriendolo de muerte.

— ¡Da-ge! — gritó un chico al ver la flecha atravesar a su hermano y tomándolo de brazos antes de que cayera al suelo. — ¡Da-ge!

Soltaron jadeos de horror al ver cómo el chico perdía la vida.

— ¡Eres un monstruo! — gritó el hermano de quién yacia inerte entre sus brazos.

— ¡Imperdonable! ¡Imperdonable! — gritó otro Cultivador.

— ¡No lo dejen escapar! ¡Asesinenlo! — gritó un líder de secta menor, alzando su espada.

— ¡Asesinenlo! ¡Asesinenlo! — le siguieron otros Cultivadores.

Y con ello, la muchedumbre empezó a moverse en dirección al nigromante, tanto líderes como discípulos estaban dispuestos a arrancar la raíz de tajo.

— Bien... Si así lo desean — declaró Lan Wangji, posicionando su Guqin¹ en uno de sus brazos y con su mano libre, empezar a razgar con sus delgados dedos las cuerdas de su instrumento.

Tan solo razgar el primer acorde, la energía resentida del lugar lo rodeó y como si se tratara de telepatía, esta acató las instrucciones a través de las notas frenéticas, avanzando en dirección a cualquier cosa que pudiera considerar amenaza para su maestro, arrasando con todo.

— ¡Cuidado! ¡Alguien detengalo! ¡Detengalo! — gritaban mientras intentaban inútilmente resguardarse de la energía.

No tardando, alaridos empezaron a retumbar en el lugar así como las pisadas de una estampida, que a los pocos minutos reveló una orda de Cadáveres Feroces que se acercaban hacia su ubicación y que a los pocos segundos, estos empezaron a atacar con movimiento toscos a todo aquel Cultivador que se encontrara en la mira.

— ¡Cadáveres Feroces! ¡Son Cadáveres Feroces! — gritó un joven, blandiendo su espada y defendiéndose de las temidas garras de un feroz.

— ¡Mantengan la formación! — gritó Jiang Cheng a sus discípulos. — ¡No se separen, protegan la espalda de sus compañeros!

Lo que había sido una ceremonia de despedida a las vidas perdidas en guerra frente al imponente Castillo de Quishan, se convirtió en un campo de batalla.

El baile de las espadas atacando con su energía y fiereza, el vaivén de las túnicas a través de los movimientos rápidos de los Cultivadores, el choque de las espadas perforando la carne podrida de los Feroces, los gritos de guerra así como los aullidos de los Cadáveres y la sangre salpicando el alrededor convirtieron el lugar en un panorama para nada deseado de observar. El terror era lo que reinaba en esos precisos momentos.

Ni si quiera el mejor espadachín podría salir ileso.

El lugar era un caos completo, se podía ver el choque de la energía Yin² y Yang³, luchando por ver quién triunfaría en esta batalla, los líderes de secta se movían con precisión, atacando con una agilidad envidiable, no solo protegiendose a ellos mismo, sino que también hacían lo posible por preteger a sus discípulos que desgraciadamente iban cayendo uno tras otro.

Nie MingJue se movía con ferocidad, acabando rápidamente con todo aquel muerto andante que se le pasara enfrente, arrasando con una velocidad extraordinaria, sin embargo, el número de Feroces aumentaba conforme cada Cultivador moría en manos de la energía resentida, impidiéndole así que el líder Nie pudiese acercarse más a Lan Wangji, quien ya había descendido de lo más alto del templo y con movimientos elegantes razgaba las cuerdas de su cítara, mandando a volar a todo aquel que se le acercarse con energía resentida y ordenando a sus cadáveres que destrozaran todo lo que hubiese a su alrededor.

Jiang Cheng por otro lado se mantuvo cerca de sus discípulos, ayudando a defender a su gente en una sincronizda danza con Sandu y Zidian que le permitía acabar fácilmente con los Cadáveres Feroces y evitar así más bajas. Con cada movimiento representaba los años de experiencia que le habían otorgado la guerra a temprana edad, totalmente decidido a salir vivo de este infierno.

Lan Qiren peleaba con la elegancia de un Lan, blandiendo su espada con fuerza y destreza mientras intentaba mantener la calma y no gritar a los cuatro vientos por su sobrino más joven, y decirle que dejara de poner resistencia y se entregara porque lo que ya hacía era "aliarse con el mal".

Podía ser su sobrino, pero las reglas que regían al mundo no debían ser violadas y Wangji había olvidado todo eso.

Por otro lado, Lan Xichen peleaba con la determinación de poder llegar a su hermano menor. Con cada movimiento, con cada esquive, con cada paso un poco más cerca de su hermano, podía sentir la tensión de no poder llegar a tiempo. La energía alrededor de su Didi era abrumadora, una nubulosa que tan solo lo rodeaba dandole un aspecto tétrico, sus túnicas negras con azul vibrante destellando en la oscuridad al igual que sus ojos que se habían tornado del mismo color y una mirada depredadora con intenciones de no perdonar a nadie que se le acerque.

Ya no quedaba ese pequeño Didi que se mantenía recto a toda regla, ya no era ese pequeño niño que solo obedecía lo que le ordenaban y guardaba todos sus pensamientos en lo más profundo de su corazón. Ahora era un hombre dispuesto a enfrentar al mundo para proteger a gente inconciente, un hombre que no estaba dispuesto a doblegar sus principio y estaba listo para enfrentar las cosas, aún si su mente y cuerpo se quebrajaban con cada paso, con cada enfrentamiento, con cada discusión, con cada despedida, con cada perdida. Wangji cumpliría su palabra.

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"Yo, Lan Wangji deseo siempre estar del lado de la justicia y vivir sin arrepentimientos."

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Que tarde se había dado cuenta de la verdad y ahora, si no hacía algo, perdería a su pequeño hermano menor para siempre.

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La batalla era sin duda un escenario sumamente atróz donde la codicia, el miedo y el odio reinaban en cada uno de los presentes.

Lan Wangji observó todo con una mirada difícil de decifrar, los gritos de "¡detenganlo!" "¡Asesinenlo!" "¡El Sello del Tigre Estigio, tómenlo!" Sonaban tan llenos de codicia y odio que incluso si intentara ignorar la opresión en su pecho, sería imposible, tan imposible como poder remendar sus errores en esta vida.

Con cada acorde de su Guqing, con cada feroz más bajo su poder, con cada Cultivador cediendo a la energía resentida, con cada risa sínicia de las voces en su cabeza, con cada gritó pidiendo su muerte, con cada vida perdida por sus manos, con cada vida arrebatada injustamente quebraban un poco más su frágil mente, sumergiendolo en una penumbra que cruzaría en total soledad.

Estaba solo, totalmente solo.

— ¡Lan Wangji! — gritó su tío desde la lejanía. — ¡Detén todo esto!

Detener, ¿Detener?

— ¡Lan Wangji! ¡Ya no hagas más complicado esto! — secundó el líder Nie.

¿Por qué debía detenerse? Ellos habían iniciado, ¿Por qué debía ceder? Ellos lo tacharon como el malo. ¿Por qué debería rendirse y entregarse? Ellos fueron quienes no le dieron elección al momento de lanzar la primera flecha. ¿Por qué debía someterse? Ellos lo encerrarían y lo condenarían de por vida sin poder aclamar por su inocencia. ¿Por qué? ¿Por qué le pedían algo como eso?. . . Por supuesto, lo querían muerto y si detenía todo esto, si no daba batalla, el sacrificio de los hermanos Wen junto a su familia no hubiera servido de nada, sería. . . Sería como entregarse a su muerte y no honrrar el sacrificio de la gente que lo apoyó y lo recibió con los brazos abiertos.

«Mátalos, hazlos pagar por lo que hicieron»

Las voces susurraron con una sugerencia enfermiza.

«Ellos te los arrebataron, te arrebataron a tú familia, ¿Los dejarás libres de castigo?»

Rieron con diversión.

Lan Zhan cerró los ojos con fuerza, llevando su mano libre a su cabeza.

‹Cállense, cállense›

Exigió con los dientes apretados.

«Vamos, vamos. Solo tienes que ceder, nosotros te ayudaremos Lan Wangji»

— Alejense, ¡Alejense! — gritó con total locura, jalando con su mano el cuero cabelludo en un intento de arrancar las voces en su cabeza y esparciendo la energía oscura a su alrededor, obligando que todo aquel Cultivador que estuviese cerca de su persona se alejara de la pesada energía Yin.

Respiro agitadamente, cerrando los ojos con fuerza en un intento de acallar las voces, pero era imposible; la energía lo estaba consumiendo, se estaba alimentando de él tan solo para dejar un cascarón vacío, estaba cayendo en su juego, estába cediendo a ellos. Totalmente catatónico ante las sensaciones vicerales que se arremolinaban en su ser.

Pero, no fue que recobró la conciencia y la noción de dónde estaba cuando escuchó una voz gritando su nombre en la tempestad de la batalla.

— ¡Lan Zhan! ¡Jiang Cheng!

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[Diccionario]

Guqin¹: instrumento tradicional chino de 7 cuerdas.

Yin²: esta palabra representa la muerte, lo femenino y se asocia como el mal.

Yang³: representa la vida, lo masculino y el bien.

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Y aquí con un nuevo capítulo.

Quería publicarlo desde ayer, pero por falta de tiempo y aún no haber finalizado lo que tenía pensado para el capítulo de hoy, decidí esperar un poco más.

Cómo verán, ya nos estamos adentrando más a la cruel realidad del siguiente apartado, así que les recomiendo que vayan preparando pañuelos.

Sé que los capítulos no son muy largo, peeero tampoco quiero hacerlo tan tedioso y a parte me gusta dejar un poco de suspenso.

Esta vez jugamos un poco más en los pensamientos de Lan Xichen y Lan Wangji, así como del viejo Chivo quien estará cegado y no verá el sacrificio de su sobrino más joven.

En el próximo capítulo, creo que seguiremos con la misma dinámica de los hermanos Lan, no lo sé.

¡Oh! Y algo que quería mencionar en el capítulo anterior y se me olvidó. En las ceremonias de defunción en China, suelen poner un Gong en el umbral de la puerta, si el gong está del lado izquierdo, es que un hombre falleció y si es del lado derecho, la mujer fue quien falleció.

Favor de avisar cualquier falta de ortografía o definición errónea y ¡Una disculpa!. Se tomará en cuenta cualquier sugerencia.

Agradecería mucho que me ofrezcan un voto, ya que esta es una forma de apoyarla para que se vaya conociendo y más personas pueden disfrutar de estas rarezas.

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