La luna bajo

Pasaron meses y no supimos nada de los demonios, pero sabía que no se quedaría así. Buscamos por todo el territorio, pero no hayamos ningún rastro. Sin embargo, todo estaba desecho, necesitaba hacer un cambio, debo enfocarme más allá pues ahora estás también eran mis tierras.

Para el tiempo que había pasado los rumores de lo que había sucedido en mi viaje de poder se habían esparcido con rapidez, pero de igual forma pasó a ser un misterio para los del pueblo.

En cuanto a mis sueños solo veía camelias, pero ella dejó de hacerse presente, es ahí cuando supuse que todo fue imaginación mía.
Ya no me acordaba de su rostro, ni siquiera de aquel color tan característico y si soy sincero...dejo de importarme. Fue ahí cuando empezaron aquellos sueños donde veía a mi pueblo ser destruido, había fuego por doquier, eran tan constante que la meditación dejó de importarme. No quería que el miedo se apoderara de mí.

—Si usted desposa a Karin, la región...el linage, tendrán cantidades enormes de chakra, su poder será temido por todo el pueblo—. Linage, un ejercito...un imperio—. Mi señor—. Me sacan de mis pensamientos—se acerca el día de la luna, tenemos que hacer ofrenda y que mejor, si usted desposa a Karin ese día.

—Encárgate de eso. Iré a dar un paseo—. Mencionó mientras camino hasta aquella arboleda.

Al salir en los arbustos habían florecido camelias. Las observé un momento y alzo la vista un poco. Una ráfaga de viento soplaba con fuerza. Alce mi vista para ver el cielo y vi pétalos rosados, me sorprendí bastante, hace mucho no veía unos, ni siquiera en aquellas tierras lejanas que recorrí en búsqueda de los demonios que liberé.

Corrí rápidamente hasta el lago, subí el puente y había alguien, una mujer de cabello negro, estaba herida, saque mi katana listo para el combate, pero en eso  alza su cabeza y me mira. Sus ojos blancos como la luna, su cabello negro como la noche, piel blanca como la luz de las estrellas. Escurría sangre de la cabeza. Corrí hasta ella, la tomé entre mis brazos. Ella alza su mano y toca mi mejilla.

—reposez-vous bien...—. Susurro. Abrí mis ojos. Esas palabras sonaban una y otra vez en mi cabeza. No había duda, era ella. Corrí hasta mi castillo y los guardias me ayudaron a llevarla a mi habitación para que la atendieran. Ella había desvanecido del cansancio. Mientras la ayudaban esperaba afuera.

—Que bueno que estabas ahí—. Menciona Madara—. Las enfermeras dicen que es una señal divina que traerá abundancia al pueblo. La luna a bajado a este reino.

—¿Acaso piensas que es una deidad?—. Mencione y volteo a verlo.

—Sus ojos contienen la Luna, mi señor, fuente de tu poder y la energía de tu pueblo—. Sonrió levemente—. Es hermosa—. Concluye. Antes de contestar sale una enfermera y volteo a verla, me hace una seña para que pasara.

Entro y ella se encontraba ahí acostada, vi las bandejas de gasas y de agua llena de sangre. Me acerqué a ella y efectivamente, era preciosa.

—¿Cuál es tu nombre?—. Preguntó—¿por qué estás tan herida?—. Ella me miraba fijamente a los ojos pero no respondía.

—No...lo recuerdo—. Una de las enfermeras se acerca.

—Creemos que lo que haya pasado, le generó un trauma, borrando los eventos de su vida.

—¿en cuánto tiempo cree que tarde en recuperarlo?

—Es incierto, pueden ser días, semanas, meses, años o incluso en el peor de los casos...nunca.

Por el momento lo que le había pasado era incierto, pero ahora está en este reino y bajo mi protección. Su mirada recorría el lugar con tanta tranquilidad. Me acerqué a ella y vi sus manos. Las tome y eran tan suaves, pero al observar mejor, tenia varios golpes en sus palmas. Ella me mira seriamente.

—Su reino, es muy obscuro...muy triste—. Sale una lágrima—. Su pueblo, sufre.

Su voz era tan delicada, y tan relajante, me daba mucha tranquilidad. Solté su mano y miré a la enfermera para que cuidara de ella.

—Consíganle todo lo que necesita, ropa nueva...mándenlos hacer a su medida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top