2.
Jesús Oviedo.
Doy varios puñetazos seguidos consiguiendo que todos mis nervios acaben por calmarse y me quito con el brazo todo el sudor que resbala por mi frente.
-¿Enserio no quieres competir este verano?-me pregunta mi entrenador, lleno de confianza.-Ganarías.
-Ya te lo dije, Luca.-doy otro puñetazo al saco.-Este verano lo tengo reservado.
-¿Una chica?-levanta las cejas con una sonrisa y niego con la cabeza dudoso.
-Reencuentro con viejos amigos, ya sabes.-susurro dándole esta vez una patada.
-Bueno, te echaremos de menos por aquí.-sonríe de lado, aguantando muy fuerte el saco.-¿Cuándo te vas?
-Dentro de dos horas.-sonrío divertido haciendo que levante las cejas.
-¿Y qué haces aquí?-se pone delante del saco impidiendo que de otro puñetazo.-Lárgate.
-¿Me tiras de mi propio gimnasio?-le hago reír alzando una ceja divertido.
-Lo siento, Oviedo.-se ríe desabrochándome un guante.-Tus amigos te esperan.
-Eres un capullo.-le digo riendo mientras camino hacia la puerta de los vestuarios.-¿Ducharme puedo o tampoco?
-Solo si te das prisa.-me tira una toalla a la cara con una sonrisa sarcástica.
Ruedo los ojos mientras entro a las grandes y modernas instalaciones y me desvisto para luego meterme en las duchas. Abro el agua fría para que caiga sobre mi fibroso cuerpo y me revuelvo el pelo ante el frío contacto.
Me quedo unos cuantos minutos quieto bajo los fuertes chorros planteándome si de verdad voy a poder controlarme al volver a ver a Ann. Su nombre y preguntas sobre qué habrá sido de ella rondan mi mente durante los siguientes minutos de ducha y acabo saliendo para enrollarme una toalla en la cintura y sentarme en uno de los bancos.
Me agacho para alcanzar mi bolsa y suspiro sacando el pequeño libro que intercambiemos años atrás. Siempre lo llevo conmigo, nunca he tenido la suficiente fuerza de voluntad para apartarlo de mi vida.
Comienzo a leer las primeras páginas, las cuales ya me sé de memoria, y no puedo evitar sonreír débilmente ante aquellas palabras. Jamás me habría imaginado que podría querer tanto a alguien como la he querido a ella y eso me ha estado matando todo este tiempo. No sé qué voy a hacer si se le olvida venir.
-Jesús.-aparece Luca con mi móvil en la mano.-Tu hermano te reclama.
-Trae.-suspiro levantándome y cogiendo el teléfono.-Dime huevón.
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Dani.
Sonrío de lado mientras le guiño un ojo a mi guapa secretaria y entro en mi despacho para poder hablar más tranquilo.
-¿Te pasas a recogerme?-le pido a mi hermano mientras enciendo el portátil.-Salgo dentro de nada.
-Me visto y voy.-habla con la voz entrecortada.
-¿Te he interrumpido?-hago una mueca divertida y lo oigo reírse débilmente.-Dile a la chica que lo siento.
-No, solo estaba boxeando.-informa y me peino descuidadamente el tupé que aún mantengo.-¿Llevas las maletas o tenemos que pasar por tu casa?
-Aquí están.-tecleo mi contraseña con rapidez.-Date prisa que me muero de ganas de llegar.
-Ahora es cuando nadie se ha acordado y te mueres.-se ríe sarcástico.
-Calum me ha escrito diciéndome que no tardaría en ir para allá, y he oído también por ahí que Paula había cogido vacaciones todo el verano.
-Si, oído.-se burla de nuevo.-Te mueres por verla, no hay duda.
-No me hagas hablar, hermanito.-le pido sonriente viendo entrar a la secretaria por la puerta.-Te tengo que dejar, no tardes.
Y sin oír contestación le cuelgo, sabiendo lo mucho que odia que le dejen con la palabra en la boca. Que se joda.
-Laya, preciosa.-le piropeo.-¿Qué ocurre?
-Me han dicho que te vas de vacaciones todo el verano.-pone una nueva triste.
-Si, estoy deseando irme.-me levanto consiguiendo que me mire mal.-No por ti, si no que es un reencuentro.
-¿Me vas a echar de menos?-se acerca sensualmente hacia mi.
-Claro, nena.-le aparto una greña rubia de la cara.
-Nos podríamos despedir...-susurra en mi oído mordiéndose el labio.-Ya sabes, bien.
La veo con intenciones de besarme y colocar su mano en mis partes genitales pero doy un paso para atrás casi por inercia.
-Mi hermano va a estar aquí en cinco minutos.-informo.-No quiero que me pille de nuevo dándole al tema.
-A mí me sobran cuatro.-me guiña el ojo arrodillándose ante mí y bajándome con cuidado la cremallera.
-No, Laya.-hablo con la voz un poco ronca mientras me la subo rápidamente.-Aún tengo cosas que hacer antes de irme.
-Estas más soso que ayer.-pone una voz dulce.-¿No te gustaba ser un salvaje?
-Laya, le tengo que pedir que se marche.
-Esta bien.-me mira sería mientras camina hacia la puerta.-Pero que sepa que cuando usted quiera, ya no podrá.
-Hasta pronto.-le sonrío falsamente sentándome de nuevo ante el ordenador.-O hasta nunca.-susurro más para mí, abriendo una página nueva y buscando el disco completo de mi querida Paula.-Que ganas tengo de verte, joder.
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Calum.
-Venga Noa, no puedes venirte.-le digo a la pequeña de cinco años.-No es para pequeños.
-Pero quiero ir.-insiste sin soltarse de mi pierna.-Quiero conocer a tu novia.
-¿Qué novia?-le digo alzándola a mis brazos.-Yo no tengo novias.
-La foto de tu móvil.-susurra y trago saliva dudoso mientras saco mi iPhone y lo desbloqueo.-¿Eso es un beso, no?
-Es la foto que venía con el móvil.-le digo y me mira obvia. Siempre me ha sorprendido lo lista que es para tan poca edad.
-¿Cómo se llama?-se interesa con una ilusionada sonrisa.-¿Dónde vive?-me hace reír.-¿Cuándo la voy a conocer?
-Hace mucho que no la veo.-le digo dejándola en el suelo de nuevo, para coger las maletas.-Pero no le digas nada a nadie, eh.
-¿Otra vez el juego de los secretos, tete?-me mira y asiento con una sonrisa.-Vale, pero me tienes que traer algún regalo.
-Si, tranquila.
-Te voy a echar de menos.-se acerca de nuevo a mí para abrázame.
-Noa, deja que el tete se valla.-dice mi madre apareciendo por la puerta con una maleta.
-Solo nos estábamos despidiendo.-le sonrío acercándome a ella para darle un beso.-Además, son tres meses, nada más.-le tiendo a la pequeña, para meter mis maletas en el descapotable.-No os dará tiempo a echarme de menos.
-Algo me dice que no volverás en tres meses.-me sonríe mi madre.-Pero bueno, disfruta lo máximo que puedas.
-¡Si!-grita de nuevo la pequeña.-¡Y tráeme un regalo!
Me quedo mirándola con una sonrisa.
Definitivamente, es la niña a la que más quiero en este mundo, no sé qué haría ahora sin este terremoto en mi vida.
Hago el amago de meterme al coche pero de nuevo esta la pequeña rubia a mi lado.
-Espera.-me mira con cara de cachorrillo.-¿Ahora quién me cantará para que pueda dormir?
-Mamá puede hacerlo.-me agacho para acariciarle la cara.-Venga, que tú también tienes que disfrutar del verano.
-Vale.-accede al fin sin dejar de mirarme.-Pero cuando vuelvas quiero conocer a esa chica.-me hace sonreír de lado.-Y no me vale un no por respuesta.
-Lo intentaré.
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