Capítulo 12

No me percaté de lo rápido que transcurrió el camino hacia la oficina, estaba distraída pensando en esa voz que escuché a través del teléfono cuando llamé a Joel, estaba muy intrigada y necesitaba saber quién era esa mujer y estaba dispuesta a averiguarlo.
—Señorita, hemos llegado —dijo bajándose del coche para abrirme la puerta.
Bajé en silencio para adentrarme en mi oficina donde me informaron de la ausencia de Leonardo por una junta repentina, por mi parte, no tenía mucho trabajo, ya que tenía todo muy adelantado.
Mi estómago soltó un rugido como de león y para no escucharlo más llamé para pedir una pizza, mientras llegaba verifiqué la agenda del día siguiente y confirmé las citas pendientes.
Minutos más tarde...
—Señorita Fabiola, aquí le acaban de dejar esta pizza —dijo la rubia de recepción colocándola en mi escritorio.
No había terminado de abrir la caja cuando olor ya estaba inundando mis fosas nasales haciéndome sentir en el paraíso. Dejé lo que hacía para apoderarme de una porción y me deleité con ese delicioso sabor en mi boca, definitivamente, es un genio el creador de esta comida, devoré mi pizza encantada y me olvidé de todo, a menos, por ese instante. De pronto el bombillito de ideas se encendió en mi cerebro; si yo quería averiguar sobre Joel, tendría que ir a la casa de mi madre, quizás ella sabía algo, así que no lo pensé mucho y le marqué a su móvil.
—Hola, mami, ¿cómo estás? Te echo de menos —dije para sonar un poco dramática, realmente, si me hacía falta, mas no me gustaba admitirlo, pero en este momento era sumamente necesario.
—¡Hija, qué bueno escucharte! Mi niña, me siento muy sola sin ti, vuelve a casa, ¡por favor!
Precisamente por esa razón era que no la llamaba, porque siempre que tenía oportunidad intentaba convencerme de que regresara a su casa, aun cuando estaba consciente de que no conseguiría mi regreso por nada en este planeta, lo que sí lograba conseguir era fastidiarme y mucho.
—Mamá, si quieres puedo ir a visitarte en cuanto salga de la oficina.
—Te estaré esperando, hija, aquí puedes venir siempre que quieras y lo sabes.
Me despedí de ella pensando que haría para sacarle alguna información, estaba segura de que si Joel estaba con alguien ella lo sabría, debido a que todos en la residencia eran conocedores hasta del color de las sabanas de sus vecinos. Terminé mi pizza y ordené a la joven de recepción que retirara la caja y comencé a dejar todo en orden porque se acercaba mi hora de salida.
Estaba recogiendo mis cosas para irme a casa de mi madre cuando llegó Leonardo. Él caminó directo hacia mí y me besó con efusividad, luego se alejó un poco y con su antebrazo deslizó todo del escritorio al piso.
—¿Leonardo, que sucede? —pregunté extrañada ante su actitud.
—Fabiola, silencio —sentenció.
Sin decir más, me giró y me dejó caer sobre el escritorio boca abajo, no le importó el ruido, no le importó los documentos que pudiese estar estropeando, simplemente no le importó nada. Se deshizo de mi pequeña falda y, también de mi ropa íntima; sentí como su erección crecía en mis glúteos, mientras hacía de mi cabello un nudo con su mano derecha, con la izquierda, me sujetó de las caderas y se hundió en mi interior fuerte y rápido. Con sus movimientos me obligaba a aferrarme del escritorio con las manos y tuve que tragarme el chillido que quiso salir de mi boca por la excitación que me proporcionaba.
Leonardo me estaba dejando sin aliento, me hizo suya con potencia, nunca antes me había poseído de esa manera, fue extraño, distinto, me hizo sentir ardiente y deseada. ¡Fue magnífico!
Salió de mí con suavidad, me volteó y me dio un dulce beso en la frente.
—¿Leo, que fue todo esto? —dije con picardía colocándome bien mi falda.
—Nena, he estado muy estresado y no te vi en toda la tarde, estaba loco por tenerte.
Escucharlo decir cada palabra me ocasionó un orgasmo mental, porque la manera tan sexy en la que pronunció cada frase y la forma en la que me miró, fue alucinante.
—Mmm... Deberías tener esas ganas siempre, mi amor.
Me abracé a él y lo besé enredando mis manos en su hermoso cabello, luego salimos de la oficina y Leo me acompañó a casa de mi madre, no sin antes dejarme saber que no le agradaba mucho la idea de que fuera a verla allí, no mencionó el motivo, pero no le gustaba en lo más mínimo.
—Hola, mamá —dije en cuanto la vi frente a la puerta.
—¡Cariño, cuanta falta me has hecho! —Me abrazó con ternura y rápidamente sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
También me hacía falta mi madre, pero ella no quería apoyarme en mi relación y yo no podía perder mi futuro, mi vida, solo por su oposición, me hubiera encantado compartirlo todo con ella, lástima que no había poder humano que la hiciera comprender.
—Mami, tú también a mí, aunque sé que no lo crees. —Limpié sus mejillas con mis pulgares—, todo resultaría tan fácil si me entendieras un poco.
—No puedo apoyarte cuando sé que te equivocas, hija. Te amo y quiero lo mejor para ti.
—Espero que pronto puedas comprender que esto es lo mejor para mí y no Joel que sabrá Dios en que estará metido, mami, juzgando por la última vez que lo vi.
Le solté esas palabras rogando al cielo que si supiera algo de él me lo contara, debido a que no aguantaba más la curiosidad, me estaba consumiendo la intriga.
—¡Ay, hija! Si yo te contara como ha estado ese muchacho. Joel se perdió completamente en el alcohol, Fabiola, es una lástima, está todo el tiempo borracho y me han comentado que la chica del bar de la esquina es quien lo acompaña a casa cada noche.
Golfa de quinta, es evidente que fue ella la persona que me contestó la otra noche, siendo así, no tengo que preocuparme, esta noche podré dormir tranquila.
—Él se está acabando porque quiere, mamá, yo te dije que terminaría como mi padre y no me creíste —comenté sin darle importancia y cambié de tema.
Al cabo de una hora me despedí de mi madre y salí a tomar un taxi justo en frente del fulano bar y no quería ni mirar allí.
—Cálmate, no puedes seguir tomando de esa manera, arruinas tu vida, ¿no lo ves? ella no te ama...
Giré la mirada al escuchar aquello y me encontré con una joven uniformada gritándole a Joel, quien estaba saliendo del bar calléndose de la borrachera. Me impresionó tanto verlo en estado, que si mis ojos no lo hubiesen visto yo no lo creería del todo. Él siempre fue un joven tranquilo y centrado, me parecía increíble que estuviera de esa manera, ¿era mi culpa? Supongo que sí, pero no quería martirizarme, así que paré un taxi que venía y me fui de inmediato.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top