Escrito por: Nan | jelly_jilli

JunMyeon caminaba oliendo el ramo de flores que había comprado. Revisó su reloj percatándose de que aún faltaban 15 minutos para verla, pero estaba bien, a él le gustaba ser puntual y no podía dejarla esperando mucho tiempo.

El invierno había llegado a la ciudad y la primera nevada no tardaba en caer y dejar su manto blanco encima de todo. Acomodó su bufanda y continúo caminando hasta llegar al acuario donde ella ya lo esperaba con una sonrisa.

Aquel lugar le traía recuerdos preciosos, porque justo enfrente de la pecera de las medusas se dieron su primer beso electrizante. Y no había sido algo de aquellos animales marinos. Más bien, fue por la estática que generaba el suéter que él traía, que cuando se tomaron las manos sintieron unos pequeños toques eléctricos.

JunMyeon lo recordó y una sonrisa nostálgica se formó en sus labios, bajó su mirada y vio la mano de la chica. ¿Sería bueno tomarla y sentir de nuevo aquel sentimiento?

Se dio cuenta de que le tomó mucho tiempo pensarlo cuando ella lo llamó para que siguieran mirando. Lástima.

Después del acuario, fueron al café donde sucedió su segunda cita. JunMyeon ahora sabía que ella era alérgica a las fresas y toma cuidado en elegir un pastel para los dos; no quería arruinarlo como esa vez e ir a parar a Urgencias.

La tarde casi llegaba a su fin cuando los dos disfrutaban de un paseo en el parque, ella lo detuvo y le abotonó el abrigo. Él era bastante despistado con algunas cosas pequeñas, como traer abotonado el abrigo para evitar un resfriado; no obstante, ella siempre estaba ahí para recordárselo.

Se sentaron en la banca, observando el lago artificial; los rayos del sol iban y venían por las nubes, tapándolo.

JunMyeon la miró, ella se encontraba pérdida en la fuente en medio del lago. Hace unos años atrás, también se encontraban sentados ahí mismo, llegando al fin de su primera cita siendo novios oficiales.

En ese entonces, apenas habían pasados dos meses de haberse conocido en la fiesta de su amigo JongDae, pero se sentía seguro de que quería algo serio con ella.

Justo como ahora, un silencio incómodo rodeaba al ambiente.

—Deberíamos irnos, el pronóstico marcaba que hoy nevaría —habló mirando al cielo, repitiendo las palabras de aquella vez.

JunMyeon sintió un nudo en el corazón.

—¿Será igual si lo volvemos a intentar? —Preguntó sin esperanza, pues ya sabía la respuesta.

Ella se había hecho una persona ocupada con su trabajo, ya no pasaban tiempo juntos. JunMyeon se sentía solo y ella dijo que separarse sería lo mejor. Él estuvo de acuerdo.

—JunMyeon... —lo miró y lo abrazó—. JunMyeon, gracias, me voy a casa. —Se separó de él y sonrió tomando el ramo de flores—. Adiós.

Hoy no sería un «Nos vemos luego» o un «Hasta pronto», hoy era un «Adiós», uno frío y amargo.

La miró alejarse. La primera vez que estuvieron ahí, él corrió tras ella y la acompañó hasta su casa con la excusa de que, si ese día nevaba, quería pasarlo con su novia (aunque nevó tres días después). Esta vez ya no podía hacer lo mismo.

Había sido su idea despedirse yendo a los lugares que más recuerdos les traían. Él escogió el acuario y ella el café que frecuentaban siempre; el parque era el lugar en que indiscutiblemente tenía que estar.

—Adiós.

Se levantó de la banca y tomó el camino contrario a ella, dándole un último vistazo a su espalda. Los copos de nieve comenzaron a caer, la primera nevada había llegado.

JunMyeon se sentía solo, pero podía soportarlo con el simple hecho de saber que ella lo quería.

Ahora no.