~ Quince ~
Octava Jugada.
Un delicado pero fuerte llanto se percibía justo en la entrada de la cafetería "Milk and Cookies".
El jadeo provocado por la falta de aire en los pulmones de él rubio fue escuchado por él dueño de dicha cafetería.
—¡Dios! —Levanto la voz y se inclinó a la altura de él felino, quien se encontraba en el suelo abrazando con fuerza sus largas piernas hacia su tembloroso pecho. —¿Qué fue lo que sucedió?
Él mayor había salido por unos minutos, abandonando la cafetería en busca de ciertas frutas para una receta nueva que le había llegado a la cabeza.
—Me odia. —Logró responder entre jadeos e hipidos. —Él de verdad me odia. —Afirmó incluso sin ser realmente conocedor de dicha información.
Se lanzó a los brazos de su supuesto primo, quien no dudó en recibirlo con un cálido y reconfortante abrazo, dejando rápidamente las bolsas de las compras en el suelo para así poder sostener el pequeño cuerpo con más comodidad.
Seokjin lo dejo llorar, permitiendo que se desahogase de el pequeño episodio que había compartido con él chico que quería.
A lo largo de quince minutos él pequeño comenzó a detener su llanto, aferrándose a su mayor y estando a punto de quedar dormido.
—¿Podrías contarme que fue lo qué sucedió?
Era tarde, por lo cual simples luces alumbraban las calles y las pocas personas que circulaban por ahí no prestaban atención a las escena de la que se encontraban siendo partícipes él chico y él felino.
—Piensa que me perdí.
Jimin comenzó a relatar lo sucedido, desde el momento en que él mayor interrumpió su plática con Jungkook hasta el momento en el que decidió hablarle con la ira recorriéndolo.
En un conteo de aproximadamente dos minutos Seokjin reaccionó, recordando que fue él quien había dejado la puerta abierta al subir por dinero para sus ingredientes.
Se sintió culpable.
Se disculpó, sonando realmente arrepentido y sosteniendo con más firmeza el cuerpo de Jimin. Quien le dijo que no tenía la culpa. Específicamente porque ya había mentido lo suficiente por él.
—Tengo una idea. —Pensó él mayor de los dos, quien sostuvo las bolsas y la pequeña y regordeta mano, jalando a Jimin hacia el fondo de el primer piso de la cafetería, el cual se encontraba vacío. Ya que tanto Yoongi como Jeon había salido a buscar al pequeño minino.
Al llegar al fondo del lugar Seokjin comenzó a por colocar las bolsas en una pequeña mesa, prosiguió a quitar la pequeña gorra que portaba él menor, la cual ocultaba sus orejas.
Un lejano sonido fue percibido por ambos, indicando que ambos chicos habían vuelto de la búsqueda.
—Cambia, cambia ahora.
Sin entender mucho y con los ojos aún llorosos él pequeño decidió dejar su apariencia humana, para retomar su ya muy conocida forma gatuna.
Él chico de cabellos oscuros se acomodó a su altura, acariciando una de sus acolchonadas patas y observando su triste mirada.
—Solo piensa que llegaste a su vida de esta forma. Él te ama. Eres su familia. Sé que ahora estás muy triste pero debes ver el vaso medio lleno. Él se preocupa por ti.
Seokjin lo sostuvo entre sus brazos con delicadeza, pegándolo a su pecho y brindándole la calidez que consideraba necesaria para el minino.
Comenzó su recorrido hasta el último piso, donde claramente se encontraban dos de los trabajadores de la cafetería.
—¡He vuelto! ¿Quien murió de dolor por extrañarme? —Pregunto muy animado, fingiendo que desconocía la situación presente.
—Ahora no. —Soltó Yoongi con molestia, sintiendo ese doloroso miedo en la garganta. Quería llorar. De verdad necesitaba a su gato.
—Creo que Hyung no está de...- Callo de repente él pequeño Jeon, comenzando a picar el brazo de él chico de cabellos azabache.
—Que genio. —Sonrío, sabía que Yoongi no le observaba. —Minnie hermoso, ¿porque no vas y dejas un par de besos en la cara de él amagado dueño que tienes?
Un fuerte y veloz giró fue realizado por el chico que se encontraba experimentando una fuerte cantidad de emociones.
¡Seokjin tenía a su gato!
—¡Maldición Jin! —Se apresuró a caminar hacia su amigo, exigiendo en su pequeño compañero le fuese devuelto.
Sujeto a la pequeña bola de pelos entre sus manos, pegándolo a su pecho y llenándolo de pequeños besos por toda su pequeña cabeza.
Si, Min Yoongi podía llegar a ser un chico frío e indiferente, pero cuando se trataba de ese pequeño minino; su mente se dedicaba a brindarle todo su amor.
—Bien. Ahora, ¿podrías explicarme porque estás tan molesto?
—Pensé que Minnie se había perdido. ¿Por qué no me dijiste que lo sacarías? ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba?
—Puedo darme una idea Justo ahora. —Hablo despreocupadamente. —Minnie no es un bebé, puede cuidarse solo. Sobretodo porque estoy seguro de que jamás te abandonaría.
Yoongi estaba apunto de contestar.
—No quiero interrumpir pero... ¿alguien sabe donde está Jimin? —Pregunto con vergüenza él castaño.
Jin lo observó, contemplando el inmediato cambio de exagerado cambio de expresión en el rostro de Yoongi.
—Oh mierda.
Yui-Chan. ❤️
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