46. Alex

Cuando me dijo que era una persona ocupada no me imaginaba hasta qué punto.

Ha pasado casi un mes desde que contacté con él, y hoy por fin ha venido a Londres para una gala benéfica y tiene tiempo para quedar y hablar. Me ha puesto la primera en su lista de prioridades, así que ahora estoy esperando a que llegue, sentada en un bar cerca de la City.

Me dedico a mirar mis redes sociales distraídamente mientras espero, casi olvidando el café que me he pedido hace ya un buen rato y que va a terminar por enfriarse. Escucho la puerta abrirse y desvío la mirada hacia el origen del sonido, pero no es él. Otra vez.

Suspiro, y cuando estoy a punto de volver a intentar distraerme con el móvil, veo a Nate Smeed entrando por la puerta de la cafetería.

—Lo siento —es lo primero que dice, haciendo un gesto de disculpa exagerado con sus manos que me hace reír—. Desde que empecé a trabajar en la empresa me siento acosado constantemente, siempre hay problemas y cosas que hacer.

—No tiene pinta de ser un trabajo muy divertido, no —contesto con honestidad, y él niega con la cabeza.

Se sienta en la silla que hay delante de mí y se quita el abrigo.

La verdad es que Nate Smeed es un hombre muy guapo... Y resulta que es mi hermano. Se me hace raro considerarlo así, pero lo es. Me gustaría que eso no cambiara las cosas pero es algo inevitable: él, Louis, Alice y Noah son mis hermanos. Menuda locura.

—Así que, ¿una gala benéfica? Eso suena muy de clase alta —digo, impidiendo que el silencio tenso se apodere de la situación.

—Sí —asiente con la cabeza—. Yo pensaba que estas cosas solo las hacían para quedar bien, en plan "tenemos dinero, pero pensamos en los demás, eh", pero resulta que sí se dona a la caridad. Sorprendente.

Suelto una carcajada.

—Creo que Axel y Jude también iban a una, puede que sea la misma —digo.

—¿Jude Fitzroy? —me pregunta.

—El mismo —asiento.

—Sí, él sí que va —me confirma—. Ahora somos socios.

—¿Con Jude? —Levanto las cejas, incrédula.— Pues buena suerte.

—Es un tipo peculiar —concuerda conmigo.

La conversación muere aquí, más que nada porque ninguno de los dos sabemos qué más decir. En realidad hemos quedado para hablar de una cosa en concreto, pero sacar el tema resulta difícil.

—Tenemos que hablar —es Nate quien decide romper el silencio, y agradezco que lo haga—. Es importante, he hablado con los demás y todos queremos que tú también tengas una parte.

—Alice me comentó que era... bastante dinero —digo, aunque estoy segura de que para él cuatro millones de libras no son para tanto.

—Sí, lo es —asiente—. Y tienes derecho a tenerlo, Alex. Incluso más que nosotros. Joder, él ni siquiera estuvo ahí para ti.

—Solo quiero un cinco por ciento —digo, y él me mira con sorpresa—. Lo demás dalo a la caridad.

—¿Estás segura? —me pregunta.

—Sí. —Asiento, sin el menor atisbo de duda.

No quiero tanto dinero, sé que ellos insistirán si no me quedo una parte así que solo pediré poca cosa —que, aún así, es más dinero del que podría llegar a imaginar tener—, y no todo será para mí. Tampoco quiero que piensen que digo que no porque sigo en negación ni nada de eso, simplemente es que no quiero volverme rica de la noche a la mañana, porque el dinero hace enloquecer a las personas.

Aún así, este dinero me da algo, me da una promesa. Es una oportunidad de cambiar. Llevo tiempo sintiéndome estancada con mi vida aquí, siento que no estoy progresando en nada y que, aunque adore mi trabajo, podría estar haciendo más.

Es una promesa latente, por eso, porque sigo sintiendo que me quedan cosas en Londres. Me quedan Jude, Chino, George... y Axel. Innegablemente, una de las razones de peso es Axel.

—Ah, y otra cosa —le digo—. Ya se lo dije a Alice, pero lo repito: no quiero que se sepa. No me interesa ser famosa ni que mi vida se convierta en el entretenimiento de la tarde de la gente aburrida que lee revistas de corazón.

—Lo entiendo y lo respeto —contesta—. Esa parte de mi vida da algo de asco.

—Tiene pinta —asiento—, así que mejor llevarlo en secreto.

—Por mí, genial —dice—. Lo último que nos falta es otra excusa para volver a convertir nuestras vidas en un circo. Pero recuerda, si quieres decirlo puedes, tampoco quiero que te sientas obligada a seguir manteniéndote en secreto.

—No tengo intenciones de decirlo —contesto con convicción.

Nate se queda callado unos minutos, y cuando parece que va a decir algo es interrumpido por el camarero.

—¿Desea tomar algo? —le pregunta un chico bastante joven, y cuando Nate lo mira, se sonroja.

—Un café solo está bien. —Nate le da una sonrisa y el chico asiente con rapidez antes de ir a buscar lo que ha pedido.

—Le has gustado —señalo, divertida, cuando el camarero está lo suficientemente lejos para no oírme.

—No es la primera vez que me pasa —comenta, y puedo ver que, aunque lo dice con tono de broma, va en serio—. Pero, ¿qué te esperas? Es lo que tiene ser un bombón.

Me echo a reír y él me imita con más suavidad. La verdad es que Nate es atractivo, carismático y muy buen tío —al menos por lo poco que lo conozco—. En la prensa de vez en cuando se rompen la cabeza intentando descubrir si tiene pareja —sí, estuve investigando; al fin y al cabo son mi familia ahora—, como si el hecho de que alguien así esté solo fuera una locura absoluta. No entiendo esta incapacidad general de entender que alguien no quiera tener pareja, como si eso fuera una cosa completamente esencial. Las cosas pasan cuando tienen que pasar, o incluso nunca, e intentar forzar lo contrario no es una buena idea.

—Oye —dice de repente, mientras observo al camarero volver con su café—. Ya sabes que si quieres venir a celebraciones en familia estás más que invitada. Que no vaya a ser algo público no significa que no seas parte de la familia.

Asiento con la cabeza, con una pequeña sonrisa, y el camarero le da el café. Nate le da las gracias y él se va a la misma velocidad a la que se ha ido antes, avergonzado. Nate parece divertido por la situación, pero no tiene pinta de querer ir más allá.

—Escucha —le digo, llamando su atención—. Hay algo más. Quiero que una parte del dinero vaya a otra cuenta bancaria que no es la mía. ¿Lo haces tú directamente para ser más efectivos?

—¿Otra cuenta? —Levanta una ceja.

—Sí. —Acompaño mi respuesta con un asentimiento de cabeza.

—Necesitaré el número de cuenta y el nombre —dice, accediendo a mi petición—. Ah, y la cantidad, claro está.

—El número de cuenta y la cantidad están aquí apuntados. —Saco un papel doblado de mi mochila, en el que están los dígitos escritos, y se lo doy.— El nombre es Matthew Fernando Bradley.

—¿Matt? —Levanta una ceja.— ¿Tu amigo?

—Sí —contesto.

Él sigue mirándome con la ceja levantada, incitándome a explicarle más.

—Quiere volver a Estados Unidos, y yo quiero ayudarle —explico, simplificando mucho la historia y evitando hablar del tema de Beatrice, porque no quiero ir contando sus vidas por ahí.

Querer a una persona y no poder estar con ella por culpa de terceros debe ser horrible. Matt adora a Beatrice, se lo veo cuando habla de ella y las pocas veces que los he visto juntos. Además, él merece tener su historia feliz, y más después de todo lo que ha pasado.

—Joder, yo quiero amigas como tú —contesta, y me echo a reír.

—Pero si te sobra el dinero —apunto.

—No es el dinero, es la intención —me dice, y realmente tiene toda la razón.

Salimos de la cafetería juntos tras haber terminado de hablar todo el tema de la herencia. Parece que se puede hacer todo de forma legal, así que no me preocupa.

Al salir, escucho un clic cerca de nosotros. Nate gruñe en voz alta, aunque suena más como un suspiro enfadado, y se gira hacia lo que veo que es una persona tomando fotos. Por un segundo siento pánico de que nos hayan descubierto, pero luego reflexiono y veo que realmente nadie va a saber lo que realmente está pasando solo con vernos juntos, y la actitud calmada de Nate me lo confirma.

—¿Preparada para ser mi nueva novia según las revistas? —me pregunta, resignado pero sin perder el humor.

—Si ellos supieran... —Suelto una carcajada.

Nos despedimos delante de la cafetería y cada uno se va para su lado: Nate hacia el edificio de la City donde tiene una reunión, y yo hacia la parada de autobús más cercana para volver al trabajo.

—Hey, hola —me saluda Liam cuando entro en el estudio—. ¿Ya eres millonaria?

—¿Qué pasa, que con una novia millonaria no te conformas? —bromeo.

—Necesito rodearme de millonarias para sentirme seguro —contesta—. Por cierto, ¿has visto a Als? Se ha teñido de rubia. Te tenía envidia, dice.

—Seguro. —Suelto una carcajada y Liam se va hacia una de las salas.

Yo lo sigo por el pasillo pero me voy a la máquina de café que tenemos para tomarme uno, ya que hoy no he dormido demasiado bien. Mientras estoy en ello, Alice sale de donde estaba tatuando a alguien y puedo ver que se ha cortado y arreglado un poco el pelo y que, efectivamente, está teñido de rubio.

—Mírala, la rubia —digo, llamando su atención y haciendo que me vea en este rincón de la cafetera.

Sonríe por lo que he dicho, pero pronto su expresión se vuelve seria otra vez.

—¿Has hablado con Nate? —me pregunta en voz baja, seguramente para que ningún cliente pueda escucharlo.

Aquí todos sabemos que soy una Smeed, incluido el Sensei, al que se lo contamos hace un par de semanas. Él es como un padre para mí y quería que lo supiera.

—Acabo de hacerlo. —Asiento con la cabeza.

—¿Todo aclarado? —cuestiona, y vuelvo a repetir el mismo gesto.

—Me quedo yo toda la herencia y vosotros nada —bromeo, y Alice sonríe.

Se sienta a mi lado y suelta un suspiro de cansancio. El cliente con el que estaba sale de la habitación y le da las gracias a Alice. Normalmente los pagos se hacen por adelantado, así que no tiene que ir a recepción a cobrarle.

—¿Cuándo es tu cumpleaños? —me pregunta repentinamente.

—En abrill —contesto—. El veinte.

Se queda pensando unos segundos, y me mira.

—Podríamos hacer algo —me propone, y realmente no sé si se refiere a algo con amigos o a un plan familiar.

—Yo, si hay fiesta, me apunto —digo—. ¿Qué tienes pensado?

Ella se encoge de hombros, como si no estuviera segura, y le doy una pequeña sonrisa. Alice, cuando quiere, puede llegar a ser muy rara.

—Este fin de semana vamos a Hastings —me dice, cambiando de tema, pero sé que realmente son hechos relacionados—. Will hace tres meses y Deena es muy fan de las celebraciones. ¿Quieres venir?

Me la quedo mirando unos segundos.

—Qué mona, invitándome a eventos familiares —me burlo un poco y ella rueda los ojos—. ¿Habrá pastel?

—Seguro —contesta con una carcajada.

—Pues allí estaré. —Le doy una sonrisa.

Puede que tener familia no esté tan mal, aunque me siga sintiendo como una extraña, pero presiento que eso irá mejorando con el tiempo.

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*La City es la zona financiera de Londres. Técnicamente es la zona histórica (la parte antigua de la ciudad), pero ahora se ha reconvertido en una zona de negocios.

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¡Holaaaa! ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estáis?

Este capítulo ha sido cortito, pero el próximo creo que os va a gustar mucho (yo me lo pasé genial escribiéndolo jajajaja). ¿Qué creéis que pasará?

Por cierto, mucha gente ha estado preguntándome cuándo volveré a subir Desarmando a Nate: la retomaré en cuanto termine de publicar esta para evitar spoilers.

Capítulo dedicado a starofdreamss , ¡feliz cumpleaños! 💖

¡Nos leemos en unos días!

Claire

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