40. Alex
Suspiro por enésima vez, intentando aliviar la ansiedad que se ha formado en mi pecho.
No sé cómo reaccionar, qué hacer, con quién hablar. La única persona con la que me he comunicado en los últimos dos días ha sido Matt, pero él no puede hacer nada para ayudarme. De hecho, nadie puede, y dudo mucho que necesite algún tipo de ayuda. Solo tengo que asimilar toda la información que recibí ayer.
Yo nunca he tenido un padre. Sí, evidentemente alguien más a parte de mi madre participó en mi creación, pero nunca nadie ha estado ahí para hacerme de padre, y nunca lo he necesitado. Cuando era pequeña estaba demasiado preocupada por mi madre como para que me importara en lo más mínimo que la mayoría de gente de mi clase tuviera a alguien en su vida que yo no tenía.
Nunca intenté descubrir quién era mi padre. Incluso cuando no soportaba más vivir en Texas, no se me ocurrió investigar quién fue mi progenitor para poder ir a vivir con él, ni nada de eso. No me interesaba, porque supuse que o estaba muerto o yo no le importaba lo más mínimo, así que ¿por qué iba a importarme él a mí?
Ahora me doy cuenta de que estaba muchísimo mejor sin saberlo. No entiendo qué necesidad tenía Alice de venir y contarme eso. Nada de la conversación del otro día tuvo sentido en absoluto.
Estoy dividida. Por un lado siento que no quiero tener nada que ver con esto, que quiero olvidar lo que me dijo Alice y seguir con mi vida como si nada. Ni siquiera sé si es verdad lo que me ha dicho, aunque ¿qué motivos tendría para mentirme? Nada de esto tiene sentido.
Pero, por otro lado, quiero ir más lejos. Quiero descubrir si es cierto, si Ian Smeed es mi padre.
Suena el timbre. No tengo ganas de abrir, no sé quién será pero ahora mismo no tengo demasiadas ganas de hacer como que todo va bien. Mi cabeza está hecha un lío, llevo tres días sin ducharme y mi ropa ya debe oler mal, porque apenas me la he cambiado.
Matt me mira y asiento con la cabeza, diciéndole sin palabras que está bien que abra. Él va hacia la puerta y yo me levanto, proponiéndome hacer algo con mi vida, y estaría bien empezar por una ducha.
La puerta se abre y no puedo evitar mirar a ver quién es, para anticiparme y prepararme. Me habría dado mucho palo que fuera Alice o algún otro Smeed, no tengo ganas de hablar más de ese tema, no hasta que decida qué hacer. Por suerte, a través de la puerta veo a Axel y Jude.
—¡Alexandra! —dice Jude con un tono dramático exagerado, que muestra perfectamente con su personalidad—. Pareces una indigente.
—Voy a ducharme —le digo, mostrándole la toalla de mi mano, bajo la mirada de Axel, que me mira sin decir nada, seguramente presintiendo que algo va mal—. Ahora vengo.
Me refugio en el cuarto de baño rápidamente mientras escucho a los tres chicos hablar. Me quito la ropa, arrugando la nariz cuando lo hago por el mal olor. Doy asco.
Cuando me quedo desnuda, me quedo unos instantes mirando mi cuerpo. No me reconozco a mí misma. Es curioso cómo el descubrir algo —aunque todavía necesite pruebas y evidencia para creérmelo— puede hacer que cambie la concepción de mí misma. Si lo que dice Alice es cierto, soy lo que se definiría como una hija ilegítima o, hace siglos, una bastarda. Mi madre, una prostituta, tuvo relaciones con un millonario y ¡puf! aparecí yo. Y el tipo, que no quería hacerse cargo de mí, mandaba dinero como si eso fuese a solucionarlo todo. Como si mi madre no se hubiera gastado todo ese dinero en drogas —ahora sé de dónde sacaba la capacidad económica para comprarlas— y se hubiera olvidado de mí, también. Como si yo no hubiera pasado toda mi infancia bajo el cuidado de Mac, el anciano que se ocupaba de mí cuando mi madre no estaba en casa, que era casi siempre.
Para mí, Mac fue como mi abuelo, aunque nunca tuve uno de sangre, y cuando murió me dolió muchísimo más de lo que me dolió la muerte de mi madre.
Y no, nunca necesité un padre, pero siempre me pregunté cómo se sentiría tener una familia normal, con una casa, con cenas familiares, juegos en el jardín, cuentos para ir a dormir...
El agua de la ducha me relaja y me ayuda a despejar la cabeza, pero sigo sin saber qué hacer: vivir con la incertidumbre pero sin que nada cambie en mi vida, o pedir pruebas que corroboren lo que Alice ha dicho y aceptar las consecuencias cuando vengan.
El champú se lleva toda la suciedad en mi pelo, y cuando le llega el turno al gel de cuerpo, masajeo todas las partes de mi anatomía con tranquilidad, sintiendo como si cada vez que froto me quitara un peso de encima.
Salgo del cuarto de baño con la toalla enrollada en mi cuerpo. Paso por delante de mis amigos y Axel, en el salón, y Jude se tapa los ojos de forma cómica.
—¡Una exhibicionista! —exclama, riendo, lo que me confirma que Matt no les ha contado nada.
Axel sonríe, mirándome, y murmura un "hola" que le contesto con una pequeña sonrisa.
Entro en mi habitación y me pongo unas bragas, un jersey y unos pantalones de chándal para volver a irme al salón.
—Por fin estás disponible —dice Jude—. ¿Qué te cuentas? Estábamos aburridos, y Axel estaba todo preocupado porque dice que hace días que no contestas a los mensajes.
—¡Jude! —le dice Axel en tono de reproche, seguramente porque no quería que dijera eso.
—Lo siento —le digo a Axel—. Se me acabó la batería y ni pensé en volver a cargarlo.
En realidad lo tengo apagado por voluntad propia, pero no quiero dar explicaciones ahora mismo.
—No pasa nada —me contesta, acariciando mi mano de repente en un acto cariñoso que no es muy habitual en él—. Solo me parecía extraño, eso es todo.
Nos pasamos un rato más hablando, riendo y bromeando, algo que me hacía falta porque me permite olvidarme, aunque sea un poco, de todo este asunto de la familia Smeed. Pero entonces Jude dice algo que me devuelve a esa realidad.
—Mañana tengo una reunión —dice—. Con Smeed Industries, ¿los conocéis, no? Creo que es la familia de la que trabaja contigo, Alice.
Matt me mira y me quedo callada unos segundos, algo incómoda de repente, ya que han vuelto a sacar el tema, aunque Jude no sepa nada de ello... Pero por algún estúpido motivo, cuando lo dice siento que él lo sabe todo, y no es algo que quiero que ni él ni Axel sepan, no ahora, no hasta que esté demostrado —y, si decido no demostrarlo, nunca—.
Trago saliva, intentando que no se note mi incomodidad.
—Sí, creo que la empresa la fundó su padre —contesto.
—Sí, pero él ya está muerto —explica—. No se lo digas a Alice, pero mi padre dice que Ian Smeed era un prepotente, suerte que su hijo mayor es quien ahora ocupa el puesto de presidente.
—¿Nate es el presidente? —pregunto, ya que no lo sabía—. Y dudo que a Alice le moleste que hables mal de su padre, probablemente ella opine lo mismo.
—Nate —repite el nombre para sus adentros, levantando una ceja.
—¿No estuvimos en su casa? Cuando Alice desapareció —dice Axel.
—Uy, ¡es verdad! —contesta Jude—. Ni me acordaba.
—Sí —asiento, queriendo zanjar este tema y no hablar más de esa familia.
—Diablos, tengo que irme —dice Axel de repente, mirando a su reloj—. He quedado con mis padres para cenar.
—Buena suerte —contesta Jude, y Axel rueda los ojos.
—Te mando un mensaje luego, ¿de acuerdo? Quiero hablar algo contigo —me dice Axel.
No más problemas, por favor.
—Está bien —contesto, y él hace ademán de ir a darme un beso pero se retira, cohibido.
Me quedo unos segundos dudando qué debería hacer. Nunca he tenido problemas con mostrar afecto en público, y por algún motivo ahora me está costando más. Pero quiero que todo vaya como siempre. No quiero que este asunto me consuma, así que me levanto, acaricio la cara de Axel con mis manos, y junto nuestros labios.
Él sonríe en el beso y se separa para dejar un par de besos más. Jude suelta un "oooh" alargado para molestarnos.
Axel se despide de Matt y lo acompaño a la puerta mientras Jude canta algo como "Axel y Alex se van a casar y tendrán mil hijos", en tono de canción infantil, y niego con la cabeza sin poder evitar sonreír.
—¿Está todo bien? —me pregunta Axel cuando le abro la puerta.
—Claro —digo, intentando creérmelo—. ¿Qué iba a ir mal?
—Hace un par de días le conté lo nuestro a mi madre —me explica—. Quería decírtelo.
Vaya, eso no me lo esperaba. De repente noto un calor dentro, una especie de alegría a pesar del desastre que es mi cabeza ahora mismo. Al menos él ya no me esconde.
—Y, ¿cómo reaccionó? —pregunto—. ¿No te han castigado sin salir hasta que cumplas los cuarenta?
—No, no se lo tomó en serio. —Suspira.— Cree que es una fase.
—¿Una fase?
—No lo sé —contesta—. Intentaré volver a hablarlo con ella, no quiero volver a esconderme más.
Me besa otra vez, finalizando la conversación, y se va dejándome con una sonrisa tonta en la cara.
Hace meses Axel me dijo que me quería. Me lo ha dicho un par de veces más, pero yo nunca he conseguido responder. Necesito poner mi cabeza en orden para poder identificar qué es lo que siento por él. Es mucho más que atracción, o que el hecho de que me guste, pero por tonto que parezca nunca he sabido qué es lo que define el amor, cómo se sabe cuando lo sientes. Mucha gente dice que simplemente lo sabes, pero yo no creo que sea tan fácil. Con Michelle me costó, y ahora me está costando con Axel.
A veces me siento tan perdida...
Cierro la puerta y vuelvo al salón. Jude sigue cantando hasta que me siento, que su expresión se ensombrece de golpe.
—Muy bien, Alexandra Sullivan, hora de contarme lo que está pasando —dice.
Miro a Matt y él niega con la cabeza, tan sorprendido por la intuición de Jude como yo, asegurándome que no ha dicho nada, y vuelvo mi atención al rubio.
—¿Qué está pasando de qué? —pregunto.
—No te hagas la tonta, que te conozco bien —contesta—. Algo va mal, muy mal. Te has puesto nerviosa cuando he mencionado Smeed Industries.
—Este tío lee mentes —dice Matt, asombrado.
—Joder. —Suspiro.— ¿Tan transparente soy?
—No, pero se me da bien leer a las personas —contesta—. ¿Qué ocurre?
—No le cuentes esto a nadie —le pido.
—Joder, parece grave —dice, cada vez más interesado—. Tranquila, mi boca está sellada.
Así que se lo cuento todo. Se lo explico de cabo a rabo, y me sienta genial poder desahogarme y contarle esto a alguien que no sea Matt. Sé que Jude es de confianza y que sus consejos me van a ayudar, pero no quiero que Axel lo sepa. Por estúpido que parezca, me da vergüenza tener problemas, necesitar ayuda, y ser una fruto del error de un hombre podrido de dinero y una mujer que siempre me consideró un estorbo. Esto no es propio de mí, yo nunca había tenido ningún problema de vergüenza hasta ahora. Es por eso que digo que no me reconozco.
—Qué fuerte —dice Jude, con los ojos como platos, cuando termino de explicárselo todo—. ¿Esto va en serio?
—Al cien por cien —contesto. Ya me gustaría a mí que no fuera en serio.
—¿Y dices que lo supieron rastreando cuentas bancarias? —pregunta, y asiento con la cabeza—. Pero, ¿hay alguna prueba concluyente? Un análisis, algo.
—A no ser que me hayan robado un cabello sin que me entere, no —digo.
—Y, ¿vas a hacerte una prueba de ADN? —pregunta.
—No lo sé. —Suspiro.
—¿No lo sabes?
—No sé qué hacer —admito.
—Es fácil. Qué prefieres: ¿vivir siempre con la duda, o comprobar si es verdad? —me propone.
—No es en absoluto más fácil —contesto—. Si es cierto, mi vida cambiará, y mucho.
—Siempre puedes hacer que siga como siempre. Saber algo que siempre ha sido así no tiene por qué cambiar las cosas —dice.
—Las cosas con los Smeed, incluyendo a Alice, decididamente cambiarán.
—Eso sí —asiente—. Pero no puedes estar toda la vida
En ese momento suena el timbre. Miro por el sofá, por si es Axel que se ha dejado algo, pero no encuentro nada a primera vista. Jude se levanta y se dirige a la puerta.
—Ahora soy tu representante, yo voy —bromea, y cuando abre la puerta se encuentra con alguien que decididamente no esperaba: Nate Smeed.
Giro la cabeza en un acto muy estúpido para que no me vea, y los escucho hablar, aunque no entiendo bien qué dicen, solo algo de que me deje espacio y tiempo. Pronto Nate se ha ido, y Jude vuelve a donde estoy.
—¿Qué quería? —pregunto, algo avergonzada porque yo nunca he sido de las que se esconden de los problemas, pero esto es demasiado.
—Hablar contigo —contesta—. Pero le he dicho que respeten tu espacio y te den tiempo para asimilarlo y todas esas cosas. Siento haber hablado por ti, pero he asumido que no querías hablar con él. A lo mejor me he equivocado... ¿Lo persigo y le digo que vuelva?
—Ya querrías tú perseguirlo para otra cosa —contesto, levantando una ceja, y él sonríe con malicia.
—Nada de eso. —Niega con la cabeza.— Yo no persigo a nadie, mis métodos son más sutiles. Entonces, ¿qué harás?
—Tengo que pensarlo... ¿Vosotros qué haríais? —pregunto a los que son mis dos mejores amigos, y se miran.
—Yo me haría las pruebas —dice Jude—. Quedarme con una verdad a medias, sin comprobar, me comería por dentro. A mí, al menos.
—Yo... —dice Matt, mirándome—. Haría lo mismo.
Suspiro y me echo hacia atrás. Hoy estoy que no me reconozco. ¿Dónde está la Alex segura de sí misma, impulsiva, que no le teme a nada?
Esto no puede seguir así.
Cojo mi móvil, lo enciendo y busco el número de Alice en la agenda de contactos. Presiono a llamar, y a los pocos tonos me contesta.
—¿Alex? —pregunta, con algo de agobio en su voz.
—Quiero hacerme pruebas de ADN.
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¡Hola! Vengo a informaros de que hay un sorteo de marcapáginas en mi Instagram (sirendreams) que se cierra mañana, domingo 17 de junio, a las 23:59 (hora española). Ya avisé por mi tablón de mensajes pero no sé si lo habréis visto demasiadas personas.
También avisar que hemos cambiado el nombre del grupo de Facebook a Lunitas de Claire, y que me han creado una cuenta fan (:D) en Instagram (lunitasdeclaire).
Otra cosa: estoy subiendo un par de novelas nuevas a la plataforma Litnet, y además también subo allí la versión editada de Porn Actor, llamada Detrás de las cámaras. Pasaos si os apetece (aunque aviso de que hay restricción de edad en las novelas +18, por lo que recomiendo cambiar la edad en la inscripción), mi user es sirendreams como siempre.
¡Eso es todo! Nos leemos pronto,
Claire
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