3. Axel
—Axel, ¿has visto a Lucille? —me pregunta mi madre, cruzando el salón.
—Creo que estaba arreglando la habitación de Danielle —le contesto, y vuelvo mi atención al periódico que estoy leyendo.
Guerras, grupos que quieren atentar contra el sistema, atentados, muertes... ¿Qué está pasando en este mundo? No hay más que malas noticias.
Llaman al timbre y me levanto del sofá tras haber cerrado, doblado y dejado en la mesilla el periódico. Dado que Lucille probablemente esté ocupada con mi madre o en la habitación de Danielle, voy yo a abrir.
Tras la puerta me espera Beatrice, con su largo cabello pelirrojo recogido en un moño perfecto del que no se escapa ni un solo pelo, y llevando un vestido rosa hasta las rodillas que probablemente sea nuevo, porque nunca se lo he visto puesto.
—Hola, cariño —me saluda con una sonrisa y contesto besando su mejilla—. ¿Está tu madre? Le he traído un regalo de parte de mis padres.
—Debe de estar en el piso de arriba, buscando a Lucille —respondo, y ella asiente con la cabeza antes de entrar en la casa con su caminar perfecto.
Echo un vistazo a la calle, más por sentir un poco de aire fresco que por ninguna otra cosa, antes de cerrar la puerta y pasar al salón con Beatrice. Llevo prácticamente dos semanas sin salir de casa, estudiando. La única vez que salí fue cuando a Jude se le ocurrió la locura de ir a hacerse un tatuaje y me arrastró con él. Fue una mala idea. No me siento seguro en lugares como ese, y además la tatuadora era muy antipática.
—Oh, Beatrice, qué alegría verte —dice mi madre, bajando las escaleras.
—Eleanor —Beatrice la saluda educadamente—. Mis padres volvieron ayer de Suiza y trajeron este presente para ti y para Leonard.
Le tiende a mi madre un paquete rectangular, no demasiado grande, con un lazo perfecto en la parte superior, y mi madre lo coge con una gran sonrisa.
—Es todo un detalle —contesta—. Ya que han vuelto, los llamaré para ir a cenar mañana, han abierto un restaurante nuevo y dicen que las ostras son maravillosas. Axel, ¿te importaría pausar tu sesión de estudio unas horas para mañana por la tarde?
—Claro, madre —respondo, y ella sonríe con satisfacción.
Mamá abre el regalo y se encuentra con una caja de bombones suizos de la mejor calidad.
—¡Qué delicia! Tienen muy buena pinta. Muchas gracias, Beatrice, voy a llamar a tu madre ahora mismo. Podéis subir a la habitación de Axel, si queréis.
Miro a Beatrice y ella asiente.
Dejamos a mi madre hablando por teléfono con la de Beatrice y subimos al primer piso, donde se encuentra mi habitación. En el pasillo nos encontramos a Lucille y Beatrice la saluda con una cálida sonrisa. Entramos en mi cuarto, y ella deja el bolso encima de mi cama.
—Vaya, sí que estás estudiando —comenta al ver la mesa que hay en el centro de mi habitación llena de libros y apuntes.
—Queda poco para los exámenes finales. —Suspiro— ¿Tú cuándo los tienes?
—En dos meses, pero de momento lo llevo bien, no es tan duro como Medicina.
—Tu carrera tampoco debe ser fácil —le recuerdo.
Beatrice está estudiando Derecho. Está en su último año, al igual que yo, pero mi carrera es de cinco años mientras que la suya es de cuatro. De todos modos, sumando la especialización en cirugía, internado y demás, todavía me queda mucho para acabar. Ser cirujano es algo que siempre he querido, y mis padres están muy orgullosos de mí por ello. No he sacado ninguna nota por debajo de la matrícula de honor, y pienso seguir así.
—No lo es, pero merece la pena. —Sonríe con expresión soñadora— Me encantaría trabajar de ello, aunque cuando tengamos hijos vaya a tener que dejarlo.
—¿No te molestaría tener que dejar tu trabajo por tus hijos? —pregunto.
—Claro que no —niega—. Tener hijos y dedicarme a ellos siempre ha sido mi sueño y, además, mi marido será el mejor cirujano de todo Londres, no necesitaré trabajar.
Rodea mis hombros con sus brazos, sin dejar de sonreír.
—Parece que lo tienes todo planeado —digo, acariciando su cara.
—Pues claro —contesta—. En cuanto te gradúes nos casaremos, hay que empezar a pensar en todo.
Mientras lo dice, se toca el anillo de compromiso que puse en su dedo el verano pasado tras una cena en el Dorchester, uno de los mejores restaurantes del mundo.
—No puedo esperar a que llegue el día —digo.
Dejo un beso en su frente, y luego otro en su boca.
La beso varias veces antes de introducir mi lengua en su boca. Ella gime y, aunque no la vea, sé que está completamente sonrojada. Llevo mis manos a su pelo y lo acaricio mientras me pierdo en el beso, pero de repente ella se separa.
—Axel, vas a despeinarme —me reprocha, poniéndose bien el pelo—. ¿Qué pensaría tú madre si me viera salir de tu habitación toda despeinada?
—Mi madre confía en nosotros, sabe que no haríamos nada —la tranquilizo.
—Lo sé, pero no quiero que se quede con una mala imagen de mí.
Sonrío y asiento. Beatrice se arregla el pelo delante del espejo de cuerpo entero que hay al lado de mi armario y, al terminar, coge mi libro de Teoría del Sistema Nervioso.
—Bien, futuro cirujano, es hora de ponerse a estudiar.
***
Mi madre tenía razón: las ostras del nuevo restaurante Emperor son deliciosas. Tienen una textura suave, un sabor fuerte pero en el punto perfecto, y la cantidad necesaria de salsa.
—Entonces, Axel, ¿cómo van los estudios? —me pregunta Marcus, el padre de Beatrice.
—Muy bien. Sigo estudiando duro, pero estoy seguro de que todas esas horas de estudio darán su resultado —contesto.
—Nunca saca menos que matrículas de honor —dice mi padre, orgulloso.
—Eso es maravilloso —esta vez es Josephine, mi suegra, la que habla.
Le doy una sonrisa de agradecimiento y, tras comprobar que ni Marcus ni Josephine tienen nada más que decirme, sigo comiendo. Mientras mastico me fijo en Jude, sentado justo delante de mí. Se nota que no quiere estar aquí.
—Julian, ¿tus estudios cómo van? —le pregunta mi madre.
—Bien, como siempre. —Se encoge de hombros, y tengo que controlarme para no rodar los ojos ante su mala educación.
En realidad a Jude lo educaron perfectamente, fue a la misma escuela que yo y sus padres son gente respetable, pero decidió tirar todos esos buenos modales a la basura sin motivo aparente.
—Y, ¿aún no has encontrado una buena mujer con la que casarte? —mi madre insiste.
Se crea un silencio tenso en la mesa porque todos sabemos que acaba de despertar la polémica, y seguramente lo ha hecho expresamente.
Jude la mira, forzando una sonrisa expresamente para que se note que es falsa.
—No, no la he encontrado. —Mi amigo rubio opta por calmar las cosas, y creo que todos en la mesa se lo agradecemos. Entonces intenta cambiar de tema— Beatrice, ¿qué tal Derecho? Ya que hablábamos de estudios...
—En realidad hablábamos de tu futuro con una mujer, Julian —dice su padre, Roger, insistiendo en el tema.
—No quiero casarme —contesta, jugando con la cáscara de una de sus ostras despreocupadamente.
—¿Por qué no ibas a casarte? —pregunta mi madre y cierro los ojos, esperando la ola de problemas que va a venir ahora—. ¿No quieres formar una familia, tener hijos y darles una buena vida?
—No. —Noto cómo se forma una sonrisa de malicia en el rostro de Jude y le doy una mirada de súplica, pero la ignora— No voy a casarme ni a formar una familia, y menos con una mujer.
—Oh, ¿y eso por qué? —mi madre hace la pregunta con fingida inocencia, pero sabe perfectamente el motivo.
Sí, mi madre no traga a Jude, y como Jude tampoco traga a mi madre pero tienen que soportarse, esto es como una guerra interminable.
—Porque me encantan las pollas —contesta el rubio, y me atraganto con el agua que estoy bebiendo.
Se escucha un pequeño grito de indignación que proviene de la madre de Beatrice, y cuando miro a mi madre veo sus ojos abiertos como platos porque ni siquiera ella se esperaba esa respuesta.
—¡Julian Claude Fitzroy! —exclama su padre, golpeando la mesa—. ¡Estoy harto! Siempre con esos comentarios maleducados, ¿así desperdicias la educación que te hemos dado? Pídele perdón a Eleanor ahora mismo.
—Lo siento, señora Albarn —le dice Jude a mi madre, sonriendo con satisfacción al ver la cara que se le ha quedado.
—Perdona, Eleanor, él no suele ser así —la madre de Jude también se disculpa por su hijo.
En realidad Jude es así normalmente, solo que suele comportarse en presencia de los amigos de su padre, pero hoy ha pasado el límite.
***
—Jude, te has pasado —le digo, entrando en los servicios del restaurante tras él.
—Ella me atacó primero —contesta, lavándose las manos sin ni siquiera mirarme, como si le diera igual.
—¡Esto no es el patio del colegio, Jude! —Pierdo los nervios— El único motivo por el que mi madre me deja seguir viéndome contigo es porque nuestros padres son socios, pero ¿no puedes ser más... más normal?
—Tío, me pusieron Claude de segundo nombre como si fuera el jodido Monet, ¿cómo se supone que iba a salir normal? Deberían haberlo supuesto —bromea, y consigo reprimir una sonrisa. Ahora toca estar serio.
—Ahora de verdad, deberías... No lo sé, solo intenta ser más discreto, ¿sí? Sabes que ni a mis padres ni a los tuyos les hace gracia ese tema, y si dices cosas como lo de antes nunca te aceptarán.
—¿Y por qué tienen que aceptarme? —Frunce el ceño— No voy a ir a suplicarles "oh, seres heterosexuales poderosos, aceptad a este pobre niño gay entre vuestros brazos". No me jodas, no lo necesito ni lo quiero, es una idiotez.
Hace cosa de un año un socio del padre de Jude y del mío vio a Jude besando a un chico. Se lo contó a su padre, y se armó un lío enorme. Jude ni siquiera lo negó, dice que no tiene que ocultarle a nadie cómo es, pero eso sumado a su personalidad rebelde hicieron que su relación con sus padres terminara de romperse. Su padre suele atacarle de la forma en la que lo ha hecho antes, pero Jude se lo toma a broma, como todo.
—Lo sé, no quería decir eso, solo... solo intenta comportarte, Jude.
—Eres tan aburrido. —Rueda los ojos, secándose las manos, y tras tirar la toalla al suelo solo para molestarme, sale del baño.
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Con este capítulo doy por inaugurados los Domingos de Alex #DomingoDeAlex
Subiré capítulo los domingos hasta que termine Esperando a Louis y See you at six. A partir de entonces subiré dos por semana, ya diré días.
Estoy pensando en hacer un character ask inaugural pronto, ¿qué os parece? Hace como mil años que no hago uno.
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