26. Alex
—¡Delecha! —me grita Noah—. ¡A la delecha!
Cojo el mando de la Wii con más fuerza e intento dirigir mi personaje hacia la derecha, pero nos cae una bomba encima, matando a nuestros personajes y terminando así la partida.
—¡Nooooo! —exclama el pequeño, y se tira al suelo de forma dramática.
Me giro hacia Alice con una ceja levantada, y ella se encoge de hombros.
—¿Qué le pasa a este niño? —pregunto.
—Pues ni idea, pero todos los hombres de mi familia están igual de locos —contesta ella.
Miro hacia el suelo y veo que Noah está retorciéndose como un gusano, abrazado al mando de la Wii. Sonrío al verlo tan metido en su papel y me siento en el sofá, al lado de Alice, pudiendo descansar por fin tras casi una hora jugando a la consola.
El olor a salsa de queso llega al salón y cierro los ojos. Entonces mi estómago ruge, y Alice sonríe.
—¡Liam, tengo hambre! —grito en dirección a la cocina.
Este hombre... Me invita a cenar a su casa después del trabajo y me hace esperar una hora. Seré físicamente pequeña, pero mi estómago debe ocupar el ochenta por ciento de mi cuerpo porque como cual dinosaurio.
—¡Si tanta hambre tienes ven y prepáratelo tú! —grita Liam de vuelta.
Ruedo los ojos y me froto la barriga, sin ninguna intención de ir a la cocina. Saco mi móvil y me pongo a mirar algunas cosas mientras Alice sigue inmersa en su libro.
—Ali, yo quelo tener uno de esos —dice Noah, aún tumbado en el suelo, señalando mi móvil.
—Tienes cuatro años —le recuerda su hermana.
—Pero ya soy mayor, pedo tener uno —se queja.
—Tienes libros, pinturas, peluches, una Wii, e incluso un cuaderno de dibujo —le dice Alice—. ¿Qué hay mejor que eso?
—Jo... —el pequeño vuelve a quejarse, dándose cuenta de que es una batalla perdida, y se levanta para irse a su habitación, golpeando el suelo con fuerza con sus pies a cada paso que da, hasta que llega a su cuarto y se encierra en él.
—¿Se ha enfadado? —le pregunto a Alice, guardando mi móvil.
—Sí, pero le suele durar unos cinco minutos —contesta ella, sin ningún tipo de preocupación aparente—. Al poco rato se aburre de estar enfadado.
—Vaya. —Asiento con una sonrisa—. Oye, y ¿qué le pasa con las erres? Me he fijado que a veces las pronuncia bien y otras no.
—Depende de qué palabras —responde—. Está aprendiendo a pronunciarla, pero hay palabras que todavía le cuestan. Luego hay palabras que pronuncia mal y que no llevan erre, pero yo creo que eso ya es por vicio.
—¿Como lo de decir pedo en vez de puedo?
—Por ejemplo. —Sonríe.
En ese momento se escuchan unos pasos y el olor a queso se intensifica. Me giro, mirando hacia la puerta de la cocina, y veo a Liam saliendo de ella con una bandeja llena de macarrones.
—¡Hora de cenar! —exclamo, y salto del sofá para ir hacia la mesa, donde Liam deja los macarrones.
La puerta de la habitación de Noah se abre y el pequeño sale corriendo de ella para sentarse en su silla y esperar a los macarrones. Lo que hace el hambre.
—¿Macarrones con queso? —Levanto una ceja, mirando a Liam—. No serán precalentados, ¿no?
—No estamos en Estados Unidos. —Rueda los ojos.
—Ah, sí, porque ahí solo comemos hamburguesas de McDonald's y comida precocinada —digo sarcásticamente.
—¡Yo he ido a Estados Unidos! —exclama Noah, al ver que hablamos de algo que él conoce—. Pero no sé quién es ese Madonal.
—Mejor para ti. —Le acaricio la cabeza.
—¿Quién es el Madonal? —me pregunta, insistiendo.
—Es una cadena de comida rápida.
—¿Comida rápida? —Levanta una ceja.
—Es comida como hamburguesas o patatas fritas que está hecha para prepararse rápidamente —explico.
Noah pone cara de admiración y mira a su hermana.
—Ali, quelo ir al Madonal —le dice, y ella niega con la cabeza.
—Es comida muy mala —intento disuadirlo, pero él ya ha sido atrapado por la magia de la comida rápida.
—¿Alguien va a comer macarrones? Que si no me los como yo —dice Liam con impaciencia, empezando a servirse.
Después de él, sirve a Alice, y yo nos sirvo a Noah y a mí, que quedamos más lejos.
Para mi sorpresa, no muero envenenada con la comida que Liam ha preparado, de hecho le ha quedado bastante bueno. Seguro que ha sido su madre la que le ha enseñado a prepararlo, esa mujer cocina genial, y su marido tampoco se queda atrás.
Al terminar de cenar, Noah va a lavarse los dientes y, cuando acaba, lo voy a acostar mientras Alice recoge la mesa y Liam saca unas cervezas. El pequeño se pone su pijama con un estampado de planetas, naves espaciales y estrellas, mostrándose orgulloso de haber aprendido a vestirse —al parecer antes solo sabía desvestirse—, y me explica que mañana vendrán Sophie y Gustave a dormir, algo que le hace mucha ilusión. También me cuenta que su madre vendrá a verlo en una semana, al parecer está en Malasia trabajando como modelo. Este niño tiene una vida tan interesante que me da hasta lástima lo aburrida que parece la mía al compararla.
—Alex, ¿me cuentas un cuento? —me pide, cuando ya está metido en la cama, y asiento con la cabeza.
No me sé ningún buen cuento de memoria, así que recurro a las estanterías de su habitación. Realmente es genial el buen trabajo que hacen Alice y Liam al regalarle libros a la mínima que pueden, yo no leí demasiado de pequeña y nunca cogí la costumbre, lo cual es una lástima.
Reviso los libros y veo uno que parece curioso, lo saco y se lo muestro a Noah.
—¿Quieres que leamos este? —le pregunto, mostrándole el libro que lleva como título Donde viven los monstruos.
El pequeño niega con la cabeza.
—Este ya me lo sé —dice.
Asiento antes de guardar el libro donde estaba, y sigo mirando hasta que veo algo que me llama la atención: Cuentos de Andersen. Lo cojo, y lo hojeo. Veo el nombre de un cuento que conozco muy bien, y sonrío.
—¿Te han contado alguna vez El ruiseñor?
—No —contesta él, intentando mirar el libro con curiosidad.
—Es muy bonito —le aseguro, y me siento en su cama—. Me lo contaron cuando era pequeña y me gustó mucho.
—¿Te lo contó tu mamá? —me pregunta.
—No. —Niego con la cabeza. Mi madre no era de contar cuentos— Me lo contó un hombre que era un buen amigo. Era como si fuera mi abuelo.
—Yo no tengo abuelo —dice él con tristeza.
—Yo tampoco tenía —le explico—. Pero tú tienes una familia muy grande y que te quiere mucho.
—¿Y tú no tienes familia? —me pregunta, apenado.
—Mis amigos son mi familia —le explico—. Para mí, lo son. Y ahora cierra los ojos, voy a contarte el cuento.
El pequeño sonríe, deja un rápido beso en mi mejilla y se apoya la cabeza en su almohada, cerrando los ojos. Entonces abro el libro por la página correspondiente y empiezo a leer.
—En China, como sabes muy bien, el Emperador es chino, y chinos son todos los que lo rodean. Hace ya muchos años de lo que voy a contar, mas por eso precisamente vale la pena que lo oigan, antes de que la historia se haya olvidado...
***
Noah consigue aguantar despierto hasta que termino de contar el cuento, pero en cuanto termino prácticamente cae inconsciente. Guardo el libro en su sitio y salgo de su habitación, cerrando la puerta con cuidado de no despertarlo.
—De tatuadora a cuentacuentos; Alexandra Sullivan, la historia de una persona polivalente —dice Liam, sentado en el sofá con una cerveza en la mano.
Le muestro mi dedo corazón, acompañando el gesto de una sonrisa falsa y forzada, y él se echa a reír.
Me siento entre Als y Liam, cojo una cerveza y la abro con el abrebotellas que hay en la mesa. Doy un largo trago y le paso una a Alice.
—¿No quieres? —le pregunto.
—Ahora mismo no —contesta con una pequeña sonrisa—. Luego.
Asiento con la cabeza y doy otro trago a la cerveza. Alice parece algo metida en su mundo, así que me pongo a hablar con Liam sobre lo que hice el otro día en casa de George —es decir, nada—.
Al poco rato, Alice empieza a beber un poco también, y la cosa se va animando.
—¿Cómo lo hacéis para aguantar tanto juntos? —les pregunto, echándome en el sofá con la cabeza encima del regazo de Alice y las piernas en el de Liam—. Yo no lo entiendo.
—Tampoco llevamos tanto —contesta Alice—. Ni siquiera hace un año que nos conocemos.
—¡Y ya vivís juntos! Sois los mejores —digo—. Me gusta que vayáis a por todas.
—Se intenta. —Alice sonríe— Y, ¿cómo te va con ese chico? ¿Axel?
—¿Te he hablado alguna vez de él? —Levanto una ceja, mirándola.
—Matt se lo contó a Liam, Liam me lo contó a mí. —Se encoge de hombros.
—Este Mateo no sabe callarse. —Niego con la cabeza, bromeando, y miro a Liam— Menudos cotillas estáis hechos el taco y tú. Mmm... A ti te llamaré pescado con patatas*.
—Vete a la mierda —contesta Liam, pero sonríe cuando escucha a Alice reír. Qué adorable—. Pero ahora nos contestas, que te veo intentando evitar la pregunta.
—Es que no hay demasiado que contar. Nos lo pasamos bien, me divierte molestarlo e intento hacerle salir de su zona de confort.
—Y te lo tiras —dice Liam.
—Más o menos. —Me encojo de hombros.
—Entonces, ¿no es nada serio? —pregunta Alice.
—No realmente. A mí no me hace falta que lo sea, aunque parece que a él sí —contesto, y doy otro trago a la cerveza.
La verdad es que me está subiendo bastante, llevo ya tres cervezas y noto mi lengua algo más suelta. Eso no es bueno, no.
—Y, ¿por qué no te hace falta que lo sea? —me pregunta Alice, sacando su faceta de psicoanalista.
—Porque no es serio —contesto—. Él necesita creer que lo es porque lo han educado así, y cree que no puede relacionarse con una mujer sin ponerle un anillo, pero en el fondo él tampoco se lo toma en serio. Solo está haciendo esto porque le supone un reto, y porque está experimentando fuera de su zona de confort. En cuanto las cosas se pongan demasiado serias se asustará y volverá a su sitio seguro.
Termino mi discurso con un suspiro afligido y se hacen unos segundos de silencio.
—Eso ha sido duro —dice Liam, sorprendido.
—Es la verdad. —Me encojo de hombros.
—Entonces, ¿qué harás? —pregunta Alice, abriendo otra botella de cerveza.
—Seguir jugando.
—Puede que las cosas salgan mal —me recuerda Liam.
—Si te tomas las cosas como un juego luego no importa tanto que salgan mal —explico.
—Eso tiene sentido —dice Alice.
—Eso lo hacía Als al principio —dice Liam—. Bueno, y yo también.
—Pero vosotros os queréis, es diferente —les recuerdo.
—No nos queríamos al principio —contesta Liam—. También era un juego, nada serio.
—No sé. —Niego con la cabeza, sintiendo cómo duele— Solo sé que no quiero que las cosas se vuelvan serias y aburridas, él necesita etiquetas y yo no las quiero, no me hacen falta, las aborrezco. ¿Por qué todo el mundo las necesita? Es como con las orientaciones sexuales: que si eres hetero, gay, lesbiana, bisexual, pansexual... ¿Para qué todo eso? En el fondo no importa, cada uno debería vivir su sexualidad como le dé la gana, sin poner nombres ni justificarnos delante de nadie. Siento que cada vez que le pongo nombre a algo es porque necesito justificarlo ante los demás, y eso es pura mierda. No va conmigo, no quiero. Vosotros tampoco os vais etiquetando y joder, sois muy felices. Sois geniales porque demostráis que no hace falta tener un título tonto para poder querer a alguien plenamente.
—Ay, nos ha llamado geniales —dice Liam en tono de burla.
—Pues porque lo somos. —Alice nos da una media sonrisa, algo que últimamente rara vez se ve.
—La cosa es que necesito que, aunque al final cada uno termine yendo por su camino, ahora Axel entienda esto. Porque sino no podremos estar bien, no quiero que nadie esté conmigo sintiéndose incómodo o sintiendo que hace algo que no quiere hacer, pero tampoco voy a cambiar mis ideales por nadie —digo.
—Pues déjaselo claro —me aconseja Alice—. Déjale claro lo que quieres, y si va a quedarse en su zona de confort o simplemente no comparte estas ideas, pues cada uno por su lado. A veces las cosas no funcionan.
—Tú das buenos consejos cuando bebes —le digo, señalándola con mi botella de cerveza.
—Y tú te abres un poco más, lo cual está bastante bien —dice, y sonrío.
___________
*pescado con patatas (fish and chips) es el plato típico del Reino Unido.
¡FELIZ AÑO A TODAS!
Espero que hayáis pasado unas fiestas geniales con vuestra familia y amigos, y que este año sea bueno para todas (y todos).
News sobre mi vida: en un mes exacto me voy a vivir a Birmingham (Reino Unido), y estoy estresadísima. Hay que hacer mucho papeleo (más bien dicho emaileo), y es una locura. Además tengo que aprobar las asignaturas de este semestre de la uni y voy así como un poco de culo xd pero no pasa nada, sobreviviré (espero).
Más news: este 2018 sacaré la saga Smeed en versión ebook en Amazon (Conociendo a Noah ya está disponible allí), y en cuanto esté toda terminada la publicaré en papel. Además, también estoy trabajando en la publicación de Detrás de las cámaras (Porn Actor en Wattpad) en formato ebook (y puede que más tarde en papel).
Así que sí, este 2018 será una auténtica locura, pero bueno, al menos no me aburriré.
Si queréis saber cosas random de mi vida, ver edits y fotos relacionadas con mis novelas, tener información más inmediata sobre el tema publicación de la saga (tanto en Amazon como en Wattpad) y ver cosas guays, podéis seguirme en mi Instagram (¡es gratis! :D): sirendreams.
¡Hasta pronto!
Claire
P.D.: Que alguien lleve a Noah al Madonal por favor, que se pondrá muy pesado, pero le queremos igual.
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