25. Axel

Camino apresuradamente por las calles de Londres. Al menos esta vez estoy en un lugar más cercano al centro, un lugar al que estoy más acostumbrado. Veo que aumenta el ritmo aún más, así que hago lo mismo.

—¿Adónde me llevas? —pregunto, aunque sé que es inútil.

Alex ni siquiera se molesta en contestarme, para variar. Suspiro y la sigo a dondequiera que vaya, hasta que se para delante de un cine.

Me quedo quieto y ruedo los ojos. No me lo puedo creer.

—¿Va en serio?

—Pues claro —contesta—. No me puedo creer que no te guste el cine, tiene que ser porque no has visto buenas películas.

—No he dicho que no me guste el cine —aclaro—, he dicho que no me gusta el cine de ahora.

—Define "de ahora".

—Mmm... —Pienso unos instantes— Me gustan las películas de los setenta para abajo.

—¿Y crees que no han hecho nada bueno desde los setenta hasta ahora? Madre mía, qué perdido estás. —Niega con la cabeza— Suerte que me has conocido, de verdad.

Siento el impulso de reír, pero sé que no lo dice en broma.

—Entonces, ¿qué obra maestra voy a tener el placer de ver hoy? —pregunto sarcásticamente, levantando una ceja.

—Qué obras maestras, querrás decir —me corrige—. Vamos a ver una maratón de películas del espacio.

—¿Películas del espacio? —Hago una mueca de disgusto— ¿De invasiones alienígenas y todo eso?

—Pero, ¿qué dices? —cuestiona, negando con la cabeza—. Vamos, anda, que llegamos tarde.

Decido no hacer más preguntas —ni a ella ni a mí mismo, porque sino empezaría a hacerme las preguntas de siempre: que por qué tuve que aceptar este trato, por qué me dejo arrastrar de esta manera...— y me dirijo a las taquillas junto con ella. Es un cine grande pero no parece de los típicos, ya que en la cartelera hay películas que no parecen demasiado comerciales, algunas de ellas son antiguas y además hacen maratones.

—¿Cuánto tiempo estaremos aquí? —le pregunto.

—Bastantes horas —contesta,.

—No tengo todo el tiempo del mundo —le recuerdo.

—Pero si es verano. —Rueda los ojos— Además, nadie te obliga a estar aquí, puedes irte cuando quieras.

Me doy cuenta de que tiene razón y que estoy aquí por voluntad propia, así que voy a intentar relajarme y pasarlo bien. No será tan malo. La verdad es que siempre he pensado que el cine es un entretenimiento fácil y que no invita demasiado a pensar, pero últimamente esto de no pensar se me está dando muy bien, así que puede que incluso lo disfrute.

Compramos los tickets y, cuando me dan la entrada, aprovecho para leer en ella las películas que vamos a ver esta tarde. 2001: Una odisea del espacio, Gravity, e Interstellar. Distingo algunos de los títulos, pero la verdad es que no he visto ninguna.

—Esta de la odisea del espacio me suena —le comento a Alex mientras el chico de la puerta rompe nuestras entradas.

—Es que como no te suene es para matarte —contesta—. Es un clásico de Kubrick. Es del 68, lo cual es de los setenta para abajo así que puede que entre en las películas que te gustan.

—Puede, quién sabe —murmuro, concentrándome en las escaleras que estamos subiendo.

—¿Interstellar tampoco te suena? —me pregunta.

—Mmm... ¿Es de hace poco?

—Sí —asiente—. Es muy buena, de las mejores de Nolan, y eso ya es decir mucho.

—¿Nolan?

—¿Christopher Nolan? —Me mira y niego con la cabeza— ¿El caballero oscuro? ¿Origen?

—Claro que conozco Origen, es una muy buena película —contesto—. De las pocas películas nuevas que se salvan.

—Bueno, si te gusta Origen es que aún hay esperanza —murmura en voz algo alta para que la escuche, y sonrío casi sin querer.

Entramos en la sala de cine y, al poder sentarnos donde queramos, decidimos ir a una de las filas laterales. Al menos por una vez nos hemos puesto de acuerdo sin ningún tipo de discusión por en medio.

Casi siete horas más tarde, cerca de las once de la noche, salimos del cine. La verdad es que algunas de las películas eran muy largas, pero no lo he pasado mal. Está bien, debo admitir que me han gustado mucho, las tres.

—¿Qué tal? —me pregunta Alex, expectante.

—No ha estado mal. —Me encojo de hombros.

—¿No ha estado mal? —Levanta una ceja— Has estado siete horas sin quejarte, admite que te han gustado, y mucho.

—Gravity no estaba tan bien.

—Gravity era la menos buena de las tres, pero también era buena —apunta.

—Es probable —le doy una sonrisa burlona y me la devuelve.

—Está bien saber que te han gustado —dice, y mantengo mi sonrisa.

Ella mira algo en su móvil, y entonces sonríe ampliamente.

—¿Qué tramas ya? —le pregunto, deduciendo que me toca otro reto.

—Tengo unas muy buenas noticias, y llegan de Jude.

Oh, no. Jude y buenas noticias no suelen ir juntos.

—¿Qué ocurre?

—Tiene entradas para el concierto de Sum 41 de la semana que viene, eso ocurre —dice, emocionada—. Y tiene tres, este chico sí que sabe. ¡Tenemos que ir!

—¿El concierto de quién? —pregunto, porque eso de Sum 41 me suena a chino.

—Mira, no me voy a sorprender de que no lo conozcas, pero es uno de los grandes del punk rock, y tienes que venir sí o sí —digo.

—¿Punk rock? —Hago una mueca de disgusto— Me parece a mí que no.

—Va, no seas aburrido. —Hace un puchero— Será uno de tus retos.

—Oye, que no soy un perro, el modelo estímulo-respuesta no funciona tan fácilmente conmigo.

—Pero funciona, aunque no sea fácilmente —se burla.

—Que no —insisto.

—Va, y te dejo hacer la pregunta de ese reto ahora —me ofrece.

—Ya me debes una respuesta de todos modos —le recuerdo.

Sí, me debe una respuesta por haber estado siete horas en el cine —aunque haya terminado gustándome—, y la verdad es que hay una pregunta que siento que necesito hacerle, pero que puede acabar algo mal.

—Te terminaré convenciendo —me advierte, rindiéndose aunque sé que es solo por ahora—. Vamos a por algo de cenar, anda.

—No voy a decir que no a eso —contesto, y ella me mira con la boca abierta.

—¡No me lo ha discutido! —exclama—. ¡No me lo puedo creer!

—Deja de gritar, que se van a pensar que eres una demente.

—¡Aaaay, dios mío! —sigue gritando aún más fuerte solo para molestarme, y luego se echa a reír.

Se me escapa una sonrisa mientras niego con la cabeza, y la sigo mientras empieza a caminar entre risas.

—He pensado que podríamos hacer algo más mío algún día —le digo mientras buscamos algún local de comida rápida, porque a estas horas es el único lugar en el que sirven la cena.

—¿Algo más tuyo? —me pregunta, sin entender a qué me refiero.

—Algo más de mi mundo, por decirlo de alguna manera —explico.

—¿Como qué?

—No sé, ¿un buen restaurante? —propongo.

—Me dirás que las hamburguesas de Jim's no estaban buenas —dice—. Eso sí que es un buen restaurante.

Asiento, recordando esa vez en que comí una grasienta hamburguesa que debo admitir que estaba muy buena.

—Sí, pero ya entiendes a qué me refiero.

—Yo no tengo dinero para pagar ese tipo de cosas, Axel.

—Puedo invitarte —le digo, y ella me mira levantando ambas cejas.

—Ni de broma —contesta sin cortarse un pelo.

—¿Por qué?

—No me gusta que me inviten.

—Pero si no es ninguna molestia —explico.

—He dicho que no. —Niega con la cabeza— Podemos hacer lo que quieras, pero que sea gratis.

—Está bien. —Ruedo los ojos— Eres muy obstinada.

No contesta, y pronto llegamos a un Burger King. Suelto un gruñido antes de entrar y ella ríe. Nos pedimos un menú cada uno y nos sentamos a comer.

—Voy a ganar unos cuantos kilos de tanto salir contigo —digo, mirando mi pobre excusa de hamburguesa.

—Pero lo haces a gusto —asume, aunque es completamente cierto.

La verdad es que, aunque la mayoría de las veces no lo admita, me lo paso bien con ella. Y eso me asusta, me asusta bastante.

—¿Cuál es tu película favorita? —se me ocurre preguntarle para distraerme de mis propios pensamientos.

—Mi película favorita... —repite, levantando una ceja y mirando hacia arriba, adoptando esa pose de pensadora tan graciosa que pone a veces—. Yo diría que es Kill Bill.

—¿Kill Bill? —cuestiono—. Bueno, la verdad es que te pega bastante.

—¿Por qué? —pregunta con una sonrisa.

—Mmm... —pienso unos instantes, eligiendo las palabras— Eres una mujer fuerte, podrías perfectamente coger una katana y dedicarte a matar a todos aquellos que te han hecho daño.

—Uy, sería una gran masacre entonces —bromea, aunque no sé hasta qué punto es broma.

—¿Lo sería?

—No realmente. —Niega con la cabeza— No le guardo rencor a nadie. Hay personas que no merecen estar vivas, eso es cierto, pero me gusta creer que el mundo se encargará de ellas.

—Vaya, esa es una forma de pensar bastante curiosa.

—Supongo —contesta, y vuelve a su hamburguesa.

Terminamos de cenar en silencio, y cuando ya estamos recogemos las bandejas para luego salir del local.

—Qué bien, ya estaba cansándome del olor a frito de este lugar —comento.

—Si es que no puedes estar ni una hora sin hacer comentarios de repipi.

—Tú misma has dicho que antes he estado siete horas sin hacerlos. —Le doy una sonrisa triunfal.

—Eso es cierto, debo admitirlo. —Asiente con la cabeza, y también sonríe.

Entonces, sin que ni siquiera me lo espere, se pone de puntillas, pone sus manos en mis mejillas y me besa. Miles de cosas pasan por mi cabeza, como si alguien podrá vernos, si es lo más correcto besarme así con alguien en medio de la calle, pero en cuanto ella profundiza el beso todo eso se me olvida y me concentro solo en disfrutar.

Sigo su beso y suelto un pequeño gemido que la hace sonreír cuando me muerde suavemente el labio. Sonrío yo también, sin poder evitarlo, y ella besa esa sonrisa. Mis manos van a sus caderas y nos besamos por un largo rato ahí mismo, en medio de la noche londinense, sin que nos importe nada.

Cuando me aparto en busca de aire, la pregunta que quería a cambio de mi reto, la pregunta que llevo rato, horas, días guardándome, se escapa de mis labios sin permiso.

—Alex, ¿qué somos? —pregunto abruptamente, y por la cara que pone inmediatamente después puedo deducir que no ha sido una buena idea, pero necesito saberlo.

—Yo soy Alex y tú Axel. Y, de hecho, es bastante gracioso porque nuestros nombres se parecen un montón —intenta hacerse la loca, pero yo necesito respuestas, no puedo seguir viviendo algo que ella ni siquiera se toma en serio.

—No intentes esquivar mi pregunta —le digo, y ella suspira.

—Axel, yo no quiero nada serio ahora mismo —me dice—. ¿Por qué tenemos que ponerle nombre? Nos lo pasamos bien.

—Ya, pero pasárselo bien a veces no es suficiente.

—Pues debería serlo —contesta, sin querer ceder.

—Yo necesito algo estable, Alex, no he arriesgado tanto para nada —le explico.

—Mira... —Suspira— Esto es algo que creo que deberíamos reflexionar bien. Propongo que lo pensemos cada uno en casa, y cuando nos veamos ya lo hablaremos.

—Estás intentando huir —deduzco.

—Necesito pensar —contesta, adoptando una expresión seria que nunca antes había visto en ella.

—Está bien —digo, y ella asiente antes de darme un rápido e incómodo abrazo y despedirse para irse.

Ya decía yo que estaban tardando en aparecer los problemas.


___________

Baia baia, las cosas se han puesto serias. ¿Qué pasará en el próximo capítulo? Chan chaaan, el miércoles que viene lo sabremos.

¿Cuál es vuestra película favorita? :)


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top