19. Axel
Lo primero que noto al recobrar mis sentidos es un dolor punzante en la cabeza. Mi cuerpo entero se siente pesado, con la fatiga haciéndose presente pese a que acabo de despertar.
Teniendo en cuenta los síntomas, yo diría que se trata de una resaca.
Abro los ojos y veo que, afortunadamente, no es mucha la luz que entra por la ventana. La persiana está bajada y... espera, ¿dónde estoy?
Me incorporo rápidamente, arrepintiéndome al instante cuando noto mi barriga hacer un sonido. Diablos, me duele. Miro a mi lado y mis ojos se abren de par en par.
Una chica está echada boca abajo, llevando solo unas bragas. Es Alex. He dormido sin camiseta al lado de una casi desnuda Alex.
Me aparto un poco de ella, intentando salir de la cama para no entrar en pánico, y mi mano toca un cuerpo. Otro cuerpo. Me giro y veo a Jude durmiendo en calzoncillos. Creo que estoy empezando a hiperventilar. ¿Qué pasó anoche?
Me siento en el borde de la cama y me masajeo las sienes mientras todos los recuerdos van volviendo a mí.
De acuerdo, me besé con Alex y las cosas se pusieron algo calientes en el sofá del club. Me sonrojo con vergüenza, ¿cómo pude hacer eso delante de toda esa gente? Besarla y tocarla de esa forma... Tengo que dejar de beber.
No voy a ponerme como un loco porque técnicamente Bea me dejó —aunque no hemos hablado de ello aún— y no lo habría hecho si no quisiera, pero debería haber sido más discreto. Suerte que no llegó a más; no siento que esté listo para ello.
De todos modos, siento que actué demasiado impulsivamente. Debería haber hablado con Bea antes de dejar que se me fuera tanto de las manos.
Miro a Alex, que sigue dormida, y admiro el trozo de su espalda que se deja ver bien gracias al rayo de luz que entra por la ventana. Algunas pecas salpican su pálida piel, y me siento tentado a acariciarlas con un dedo, pero en vez de eso me levanto de la cama.
Salgo de la oscura habitación tras darles una última mirada a los dos cuerpos en la cama, y cuando vuelvo a girarme el sol me deslumbra. El salón está completamente iluminado, y la televisión está encendida. Escucho un ruido en la cocina y, segundos más tarde, Matt sale de ella con una taza y un plato en las manos.
—Buenos días —me saluda casualmente, y es entonces cuando soy consicente de que estoy semidesnudo.
—Buenos días —le devuelvo el saludo y entro rápidamente en la habitación de nuevo para buscar mi camisa y volver a ponérmela.
Paso al salón otra vez y Matt me ofrece café y tostadas. Declino su oferta amablemente y le pido que le diga a Jude que me he ido porque tenía algunos asuntos de los que encargarme. Él solo asiente con la cabeza y se despide de mí.
Salgo por la puerta y, al llegar a la calle, me doy cuenta de que no tengo ni idea de dónde estoy. No he estado nunca en esta zona, y no tiene nada que ver con Belgravia. En la calle hay gente de todo tipo, gente que no parece muy fiable, así que discretamente saco mi teléfono móvil y busco mi ubicación.
Brixton. Estoy en Brixton. Genial, cada día me meto en un distrito peor.
Y no estoy en la zona moderna y turística de Brixton, no, estoy en una zona mucho menos comercial, en la que apenas hay puntos de referencia.
¿Cómo pueden Alex y Matt vivir aquí? Es un distrito que, aunque se haya puesto bastante de moda con los años, sigue siendo muy conflictivo.
Dado que no me fío de los taxis de esta zona, decido llamar un Uber. Afortunadamente, llega en pocos minutos y me subo, respirando hondo. Le doy la dirección de mi casa y me relajo mientras veo cómo nos alejamos del lugar.
Le mando un mensaje a Beatrice diciéndole de vernos, y disculpándome con ella por mi comportamiento de ayer. No creo que sobreactuara, pero no debería haberla echado. Beatrice siempre ha sido buena y honesta conmigo, y creo que deberíamos hablar, ambos lo merecemos. Además, hay mucho de lo que hablar, y ella esta tarde se va a la casa de verano con sus padres por un par de semanas, así que hora es el momento.
Contesta a mi mensaje citándome en una cafetería cerca de mi casa, y respondo afirmativamente. Le digo al chófer que me lleve allí, y en unos veinte minutos me deja en la calle de delante.
Distingo la cabellera pelirroja de Beatrice a través del cristal de la cafetería, y respiro hondo antes de cruzar la calle y entrar en el local.
En cuanto me ve, la expresión nerviosa de Beatrice se relaja e intenta camuflarla con una sonrisa, removiéndose en el asiento para colocarse bien. Está tomando un café, y yo también pediría algo si no fuera porque entre la resaca y los nervios probablemente termine vomitándolo.
Me siento en la silla que queda justo delante de la suya y le doy una pequeña sonrisa.
—Hola —la saludo, sin saber muy bien cómo empezar.
Es curioso: la he conocido toda mi vida, ha sido mi novia por unos seis años, y ahora no sé ni cómo saludarla sin que sea incómodo.
—Hola, ¿cómo estás? —me pregunta, dándome una sonrisa algo tensa.
—Bien, algo cansado —contesto—. ¿Y tú?
—Cansada, también —dice.
La verdad es que se le ve en la cara. El rostro de Beatrice siempre derrocha vitalidad y alegría, y hoy se nota que no ha pasado una buena noche. Tiene unas marcadas ojeras y sus ojos en sí se ven cansados.
—Eh... Creo que deberíamos hablar de lo de ayer —digo tras unos segundos de silencio tenso, y ella asiente con la cabeza—. Quiero pedirte disculpas por haberte prácticamente echado de mi casa ayer, debería haber sabido afrontar la situación y no fui capaz, por lo que me disculpo.
—Axel, a veces las situaciones se escapan de tu control, y es normal que reacciones así —contesta—. Entiendo lo de ayer, no debes disculparte.
—Y sobre lo que me dijiste... —Suspiro, intentando encontrar las palabras correctas— Creo que llevabas razón. Puede que esto... Lo nuestro, no fuera del todo decisión nuestra. Puede que confundiéramos cariño con amor.
Ella asiente con una pequeña sonrisa al ver que nos estamos entendiendo, pero luego hace una mueca de preocupación.
—Lo que pasa es... ¿Cómo se lo diremos a nuestros padres? —pregunta.
—No creo que haya problema; simplemente diles que has conocido a alguien más. Estas cosas pasan —contesto—. Yo estaré contigo si lo necesitas.
—Me temo... Me temo que no es tan fácil —dice—. Ellos enloquecerán si les digo eso, que rompo un compromiso, y mucho más si es por otra persona. Además, querrán saber quién es él, y... Oh, es tan difícil.
—Ya, seguramente no se lo tomarán nada bien... —Paso una de mis manos por mi cabello, nervioso. No quiero ni pensar en cómo reaccionarán mis padres, y más si terminan descubriendo algo sobre Alex— Y, ¿por qué no pueden saber quién es?
—Él simplemente no está en nuestro... En nuestro mundo, por decirlo de alguna forma —explica—. No es alguien con quien mis padres querrían que esté. Me encerrarían en casa hasta que me convencieran de volver contigo o me encontraran a alguien que ells consideren mejor.
Pues ya somos dos. A ver, entre Alex y yo no hay nada romántico, no la quiero ni nada de eso, pero me gusta, y hemos empezado algo que... Bueno, que estaría bien seguir... Si es que ella quiere, cosa que no sé, aunque ayer me diera pie a pensar que sí.
—Te entiendo —contesto, y ella me mira con ambas cejas levantadas—. Eh, bien, verás... Puede que... Me interese una chica... Y ella tampoco es alguien con quien mis padres querrían verme.
—Vaya, eso no me lo esperaba —contesta, y sonríe—. Pero me alegro mucho por ti.
—Gracias.
—Entonces... ¿Qué haremos?
Me quedo pensando unos segundos. Hay una idea que lleva un rato rondando mi cabeza, pero es una locura... Al diablo, mi vida desde hace unas semanas se ha vuelto una locura, así que un poco más no hará daño a nadie.
—Creo que tengo una idea —contesto, y ella me mira con curiosidad—. Puede que suene a locura, pero allá va: ¿y si no rompemos el compromiso?
Su ceño se frunce, y hace una mueca de confusión.
—¿Qué?
—Que no lo rompamos por ahora. Eso mantendrá calmados a nuestros padres, y al menos podremos disfrutar de lo que queda de verano con las personas que nos gustan sin tener que dar explicaciones... Y cuando haya que volver a la rutina, ya pensamos qué hacer.
Bea me mira unos segundos, sorprendida, y luego se echa a reír.
—Si alguien me hubiera dicho que tú propondrías algo como esto, le habría dicho que está loco —dice—. Axel, ¡es una locura! Una idea loca, arriesgada y brillante. Es una buena idea.
—¿Lo es? —Levanto una ceja.
—A mí me lo parece —contesta—. ¿Tenemos un acuerdo?
Me tiende la mano como si fuera un trato profesional, y sonrío antes de estrechársela.
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¡Y ya llegó el Martes de Alex!
Siento el retraso (en España hace una hora que es miércoles jajaja) pero mis padres están enfadados con el mundo y eso significa que apagan el wifi por la noche, por lo que tengo que terminar el capítulo desde el móvil y es un rollo xd en fin, que espero que se les pase pronto.
Capítulo dedicado a @zahori18 , que fue su cumpleaños el lunes. ¡Felicidades!
Pregunta de hoy:
¿Qué os parece la idea de Axel?
PD: sé que muchas querías más salseo, os prometo que lo habrá muy, muy pronto ;)
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