13. Axel
Estoy encerrado en el cuarto de baño como un niño pequeño asustado. Miro hacia arriba y respiro hondo, llenando poco a poco mis pulmones para intentar calmarme. Expulso todo el aire por mis fosas nasales y mi agobio crece cuando veo que no me ha servido de nada.
Miro hacia abajo, y sigue ahí. Tengo una erección que no se va de ninguna manera y que es más que notable. Tengo la sensación de que si me toco, aunque sea solo un poco, sentiré mucho placer, pero me rehuso a hacerlo. Es vergonzoso, y no me han educado para hacer este tipo de cosas. Ya tendré sexo cuando me case con Beatrice, ¿por qué mi cuerpo me lo pide tan pronto? ¿Por qué siento que lo necesito?
Vuelvo a respirar hondo y me paso una mano por la cara, frustrado.
¿Cómo diablos he acabado en esta situación?
***
3 horas antes
Camino hacia casa de Jude mientras reviso unos asuntos en mi teléfono móvil. Sus padres siguen estando fuera y me ha invitado a tomar el té, aunque probablemente tenga intenciones mucho más perversas. Es lo que tiene Jude, nunca conoces del todo sus intenciones, pero si piensas mal normalmente aciertas.
Paso por al lado de la casa de la señora Atherton, una de las vecinas de la familia Fitzroy quien, como siempre que riega las plantas, tiene las ventanas que dan a la calle abiertas y la música de Beethoven sonando a través de ellas. Cierro los ojos brevemente y disfruto de la Novena Sinfonía, pero entonces algo interrumpe esta obra maestra. Un ruido que se va a acentuando conforme me voy acercando a casa de Jude, y que está destrozando la música de la señora Atherton.
Y tiene toda la pinta de ser punk rock.
Los Ramones, concretamente.
Maldigo para mí mismo al darme cuenta de que ya soy capaz de reconocer esta aberración en cuanto la escucho. Pasar tanto tiempo con Jude me está mal influenciando.
Niego con la cabeza y llego a la puerta principal de la casa de Jude. Voy a llamar al timbre cuando me doy cuenta de que la puerta está ligeramente abierta. Qué feliz es este hombre, ¿y si llega a entrar alguien con malas intenciones?
Entrar en la casa es como recibir un fuerte golpe en la cabeza. La música está increíblemente alta, se nota que sus padres no están. La casa está hecha un asco: ropa tirada por el suelo, toallas, un bote de no sé qué, varias botellas de cerveza y... ¿eso son unas bragas?
—¡¿Jude?! —grito, intentando que me escuche, pero empiezo a escuchar golpes en el suelo del piso de arriba, y la risa de mi amigo.
Aún estará con un chico... Aunque, ¿y estas bragas? A lo mejor ahora le gustan las chicas... o ambas cosas... o quizás está con uno de esos hombres a los que les gusta vestirse de mujeres.
Hago una mueca ante este último pensamiento, y entonces escucho una voz femenina cantando a coro con una canción de los Ramones cuyo nombre no sé pero que es muy famosa. Y es una voz que conozco.
Subo por las escaleras, y el espectáculo que me encuentro no tiene precio. Jude sale por la puerta de su habitación todo sudado, bailando con solo sus calzoncillos puestos. Me ve y sonríe ampliamente. Empieza a venir hacia mí, y entonces sale Alex de la habitación. Y solo lleva unas bragas. Nada más.
Abro los ojos de par en par y aparto la mirada, rojo como un tomate. ¿En qué está pensando esta chica? ¿A quién se le ocurre desnudarse en una casa ajena? ¿Es que no tiene vergüenza? Jesús, le he visto... Bueno, le he visto eso.
—¡Únete a la fiesta, Axel! —me grita Jude, abrazándose a mi cuerpo.
—Quita —le digo cuando noto su sudor en mi piel—. Y haced el favor de taparos.
Jude baja el volumen de la música desde su móvil. Me mira detenidamente, viendo mi sonrojo y mi evidente vergüenza, y se echa a reír para luego dirigirse a Alex.
—¡Es la primera vez que ve unas tetas! —le grita a la que al parecer debe ser su nueva mejor amiga, y mi sonrojo aumenta.
—No digas estupideces —le pido, intentando conservar la paciencia.
—Las de tu madre y tu hermana no cuentan, Axy —dice, y me enfado.
—¡No hables así de ellas! —exclamo, furioso—. Con lo bien que te ha tratado siempre Danielle.
—Axel, el único reprimido sexualmente entre tu hermana y tú eres tú —dice—. Dani me cuenta cosas, guapo, y ella no se embarazó gracias al Espíritu Santo, precisamente.
—Cállate —le pido, sin querer escuchar más.
—Me callo si te unes a la fiesta —ofrece el rubio.
—¿Qué?
—Desnúdate. Oh, espera, espera, ¡doble reto! —exclama, emocionado—. ¡Alex, toca doble reto!
—¡Genial! —grita ella, pero me niego a mirarla.
—¿Doble reto? —pregunto, sintiendo una mezcla entre miedo y curiosidad.
—Tienes que mirarle las tetas a Alex —dice Jude, y Alex se echa a reír. ¿De verdad le importa tan poco que alguien vea sus pechos desnudos? —, y tienes que unirte a nuestra fiesta punk en ropa interior.
—De ninguna de las maneras —me niego directamente, y Jude levanta una ceja.
—Va, Axel, ahorrémonos la pérdida de tiempo que me va a suponer estar convenciéndote cuando todos sabemos que terminarás haciéndolo —me pide—. Será divertido, y Alex te contará cosas.
—Déjalo, es un cagado —dice Alex—. No se atreve porque es un amargado.
—Prefiero ser un amargado que un exhibicionista —digo, mirándola, pero mi mirada se desvía y mis ojos se encuentran con dos pechos pequeños pero perfectamente redondos, con dos núcleos rosados...
—Primera parte del reto cumplida —dice Jude, y siento que me voy a morir de la vergüenza.
¿Cómo he podido dejarme llevar de esta manera?
—Ahora me toca contarte algo. —Alex sonríe triunfalmente— ¿Qué quieres saber?
—Nada —espeto, enfadado conmigo mismo.
—Como quieras. —La rubia se encoge de hombros y Jude se ríe.
—Pero aprovecha, tonto —me presiona Jude, y suspiro.
Intento pensar alguna pregunta. Ni siquiera sé por qué les sigo el juego, por algún motivo no puedo evitarlo. Estoy un poco alterado, así que le pregunto lo primero que me pasa por la cabeza.
—¿Por qué elegiste trabajar como tatuadora?
La miro a la cara cuando se lo pregunto, luchando por no bajar la vista hacia ese lugar, y ella sonríe. La verdad es que sí me da curiosidad saber eso porque, honestamente, no entiendo cómo alguien puede elegir esa profesión —si es que se le puede llamar así a desgraciar los cuerpos de la gente—.
—Porque me gusta —contesta, y levanto una ceja. No voy a aceptar una respuesta tan corta—. A mi primera novia le encantaban los tatuajes. Sabía que yo dibujaba bien, así que un día cogimos una aguja que había en su casa y le hice un tatuaje pequeño con ella.
—Eso es tan punk —dice Jude, emocionado, mientras yo la miro con horror.
¿Un tatuaje con una aguja? Eso suena antihigiénico e increíblemente doloroso. Cada vez entiendo menos esto de los tatuajes. Y, espera, ¿ha dicho novia? ¿Es lesbiana? Pero si casi me besó...
—Supongo. —Alex ríe— Fue un poco bestia, pero ahí me di cuenta de que quería dedicarme a ello, así que cuando me mudé a San Diego y pude conseguir dinero, me apunté a un curso para aprender a hacerlo de forma profesional.
—¿Eres lesbiana? —le pregunto.
—Eso suena como otra pregunta —contesta.
—No me fastidies. —Ruedo los ojos, y ella ríe.
—No me gusta meterme en una categoría, pero supongo que si tuviera que definirme sería bisexual —dice—. Me gustan mujeres y hombres.
Asiento con la cabeza, aunque no termina de cuadrarme. Evidentemente sé lo que es la bisexualidad, no soy estúpido, pero no termina de encajarme. Yo creo que o te gusta una cosa o te gusta otra, pero ¿ambas? No suena posible.
—Toca la segunda parte del reto —dice Jude con una sonrisa malévola—. No creas que lo había olvidado, Axy.
—Deja de ponerme motes estúpidos —le pido—. Y no voy a desnudarme, no soy un exhibicionista.
—Solo la camiseta —insiste—. Te la quitas y bailas un poco, va.
—No voy a bailar —niego.
—A ver, técnicamente tampoco es bailar —explica—. Es punk, con que saltes un poco ya está. Creo que necesitas una cerveza.
—Sí, es justamente lo que me faltaba.
—¡Cerveza se ha dicho! —contesta, y no sé si es que no ha entendido mi sarcasmo o ha decidido aprovecharse de ello. Sabiendo cómo es Jude, yo voto por lo segundo.
Cuando Jude baja a la cocina, me quedo solo con Alex. Ella entra en el cuarto y la sigo para poder sentarme en algún lado, aunque sigo sin estar cómodo con su desnudez. No voy a mirar. Al entrar, veo que ella se está poniendo una camiseta de tirantes, y lo agradezco.
Alex se pone a escribir algo en su móvil y saco el mío al sentirme un poco incómodo, encontrándome con un mensaje de Bea, que dice que ya ha reservado mesa en el lugar donde iremos a cenar esta noche, en unas pocas horas. Contesto rápidamente, y me dedico a leer las noticias hasta que Jude vuelve.
—No quedaba cerveza, pero había esta botella de vino, nos servirá —dice, mostrando el oscuro recipiente.
Veo que es un Château Pontet-Canet y mis ojos se abren de par en par.
—Jude, esta botella vale más de trescientas libras —le digo.
Él la mira, como si le costara creer que pueda valer tanto, y se encoge de hombros.
—Sigue sirviendo. —Empieza a abrir la botella con el sacacorchos que lleva en la otra mano, y niego con la cabeza. Sus padres van a matarle, aunque dudo que le importe.
En algo menos de dos horas esos dos han acabado con el Château Pontet-Canet y están a punto de terminarse una botella de champán Dom Pérignon la cual, según mis cálculos, le suma cuatrocientas libras más a las trescientas que ya han derrochado con el vino. Están completamente locos, aunque debo reconocer que el vino estaba delicioso. Es la única bebida con alcohol que tomo de vez en cuando, en las cenas de empresa de mi padre o con los padres de Beatrice.
—Alguien nos debe un reto —dice Jude, echado en la cama y con Alex encima, ambos semidesnudos, y la rubia ríe.
—Queremos verte desnudo, Axel —dice ella, y me sonrojo patéticamente.
Esta mujer no tiene vergüenza. ¿De verdad es necesario que me diga estas cosas como si nada?
—Sois unos pesados —contesto, apartando la mirada.
—Vaaa, Axel, queremos ver esos músculos —insiste Jude.
Doy un trago al vaso de vino que me queda —de ninguna manera iba a beber directamente de la botella— y, sin venir a cuento, decido quitarme la camiseta.
Tanto Jude como Alex se quedan boquiabiertos y sonrío para mis adentros. Por una vez que los cojo por sorpresa, habrá que disfrutarlo.
—Pero si tiene músculos y todo —dice Alex, mirando mi torso sin ningún pudor.
—Pues claro —contesto—, salgo a correr todos los días. Ahora me toca preguntar.
Alex sonríe y me mira, expectante. Por una vez desde que la conozco siento que tengo el control de la situación, y puede que el alcohol me haya ayudado un poco. Menudo médico mediocre voy a ser.
—¿Qué es de tu familia? —le pregunto algo que llevo cuestionándome desde que dijo que lo único que le importaba eran sus amigos.
—No hay mucho que decir. —Se encoge de hombros— Nunca conocí a mi padre, y mi madre está muerta. Y no tenía abuelos ni tíos ni nada de eso.
—Lo siento —digo, sintiéndome mal por haberla hecho pensar en eso—. No... Me sabe mal que hayas tenido que pasar por eso.
Perder a una madre debe ser lo más doloroso del mundo.
—Ni te preocupes, tampoco era como si hubiera hecho de madre alguna vez —contesta, tan pancha.
—¿No os llevábais bien? —pregunto.
—No —es su única respuesta, y me aventuro a preguntar más.
—Cómo... ¿De qué murió?
—Eso te costará otro reto. —Sonríe, y Jude la imita.
Suspiro.
—¿Cuál?
—Tienes que besarme —responde, sin abandonar esa sonrisa de niña que se está saliendo con la suya.
Mi pulso se acelera, y me siento confuso. ¿Un beso? Pero, ¿está loca? Sabe que estoy prometido, conoce a Beatrice y, ¿sigue queriendo besarme? Y lo peor no es eso, lo peor es que estoy nervioso, nervioso y con ganas de hacerlo. La besaría, pero es la peor idea del mundo.
—No quiero saberlo, entonces —contesto, fingiendo serenidad.
Alex chasquea la lengua.
—Una lástima —dice—. Pareces un buen besador.
Me sonrojo ante sus palabras, y me levanto de la silla del escritorio de Jude. Me excuso para ir al baño y poder relajarme un poco. Me lavo la cara con un poco de agua, y decido volver a la habitación a por mi camiseta, porque ya toca irse. He quedado con Bea en una hora.
Me encuentro con que Jude está completamente dormido, y Alex tambien lo está. Ha vuelto a quitarse la camiseta, seguramente por el calor, y su boca está ligeramente abierta. Mis ojos van directamente a sus pechos, de forma casi involuntaria, y cuando vuelven a sus labios empiezo a notar algo. Algo ahí abajo. Maldigo para mis adentros e intento frenar todas las escenas imaginarias que están invadiendo mi mente, todas muy sucias y con Alex de protagonista en todas ellas, pero no lo consigo. Y me estoy excitando demasiado. Vuelvo a entrar en el baño y me encierro.
Miro hacia arriba y respiro hondo, llenando poco a poco mis pulmones para intentar calmarme. Expulso todo el aire por mis fosas nasales y mi agobio crece cuando veo que no me ha servido de nada.
Miro hacia abajo, y sigue ahí. Tengo una erección que no se va de ninguna manera y que es más que notable. Tengo la sensación de que si me toco, aunque sea solo un poco, sentiré mucho placer, pero me rehuso a hacerlo. Es vergonzoso, y no me han educado para hacer este tipo de cosas. Ya tendré sexo cuando me case con Beatrice, ¿por qué mi cuerpo me lo pide tan pronto? ¿Por qué siento que lo necesito?
Vuelvo a respirar hondo y me paso una mano por la cara, frustrado.
Llevo media hora en el baño y no se va. Estoy al borde de la desesperación porque en media hora he quedado con Bea y tengo que pasar por casa para arreglarme. No debo hacerlo, pero es necesario. Sí, exacto, es necesario. Necesito hacerlo para poder ser puntual, solo voy a hacerlo por eso.
Me bajo los pantalones y los calzoncillos con vergüenza, aunque esté solo en el baño, y la veo. Dura y erecta, suplicándome que la toque. Lo hago, y suelto un gemido. ¡Demonios! Debo controlarme. Empiezo a mover mi mano por mi longitud, sintiendo que este dolor que he estado aguantando se convierte en puro placer.
Ya basta Axel, no haces esto por placer.
Pero cada vez me lo creo menos. Empiezo a ir más rápido, buscando esa liberación. Me muerdo el labio de forma inconsciente, notando cómo me acerco cada vez más, hasta que de repente me inunda un placer enorme, breve pero más intenso de lo que nunca he sentido, y no puedo evitar liberar un gemido alto. El líquido blanco sale de mi miembro, manchando la pared de baldosas.
Suelto mi sexo e intento recuperar la respiración. He sentido mucho placer, pero ahora todo lo que queda es culpa. Yo no soy así, esto no es lo que alguien como yo hace. Maldición.
Limpio toda evidencia de lo que acaba de pasar y me visto rápidamente. Debo llegar a tiempo, o ni para eso habrá servido lo que acabo de hacer.
Abro la puerta del baño y me encuentro con Alex. Sus labios están curvados en una sonrisa, y se muerde una parte de ellos, como si estuviera excitada.
Mierda.
—Esto ha sido pero que muy interesante.
________
Alooohaaa
Sed bienvenidas a la primera experiencia sexual de Axel JAJAJA pobre
Pregunta de hoy:
¿Quién es vuestro personaje favorito de esta novela? (No de la saga, sino de esta en concreto)
Nos leemos muy, muy pronto! Por cierto, pronto subiré capítulo de Cosas de rubios, y otro día de esta semana caerá el final de Sarah y Jean (del libro Diciembre | Historias cortas). Y también caerá una sorpresita hehe ;)
Claire
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