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-Así que es tu hermano -dice Deena mirando a Noah, quien está sentado en el sillón delante de nosotras, jugando con un pingüino de peluche que ha encontrado en mi habitación-. Y acabas de enterarte de que existe.

Deena ha venido en cuanto le he dicho que tenía una emergencia -porque que aparezca un niño de la nada con intención de quedarse a vivir en tu casa es una emergencia-, y ahora es de noche y está "evaluando la situación".

-Sí -afirmo.

-No se puede negar que es hijo de tu padre, se parece incluso a ti -comenta.

-Lo sé -suspiro-. ¿Qué se supone que tengo que hacer con él? ¡Yo no sé cuidar a un niño!

De repente se oye un ruido estomacal y Noah se frota la barriga.

-Tego hambre -dice, haciendo un puchero.

-¿Por qué habla así? -pregunto, exasperada.

-Alice, tiene tres años -Deena rueda los ojos-. Hazle algo de comer al niño, y ya que estás a mí también, anda.

-¿Qué comen los niños pequeños?

-Yo qué sé, hazle unos macarrones o algo, eso le gusta a todo el mundo.

Afortunadamente, los macarrones están dentro de la lista de las pocas cosas que sé cocinar -no suelo comer demasiado, y cuando tengo hambre simplemente me pido una pizza o hago pasta o arroz-, así que me pongo a ello dejando a Deena y a Noah en el salón.

Tras quince minutos, consigo tener unos macarrones con tomate hechos sin haber quemado la cocina ni haber hecho ningún tipo de desastre -algo bastante inusual en mí-, y llevo tres platos al comedor, encontrándome a Noah cantando al unísono con la televisión la canción de Hora de Aventuras, y a Deena grabándolo con su móvil.

-¿Qué haces? -le pregunto a la morena, levantando una ceja.

-Es graciosísimo, es un amor -ríe, mirando a Noah.

Genial, ahora Deena se piensa que Noah es su nuevo perro o algo así.

Ruedo los ojos y pongo los platos en la mesa del comedor. Noah se sienta en una de las sillas pero apenas llega a la mesa, así que tengo que ponerle dos cojines debajo para que pueda cenar sin romperse el cuello.

-Noah, ¿cuantos años tienes? -le pregunta Deena.

-Tiene tres años, ya lo sabes -ruedo los ojos.

-Cállate, quiero que me lo diga él, es adorable.

-Tes -dice Noah, levantando cuatro dedos.

-Noah, eso son cuatro -le corrijo.

-¿Tego cuatro años? -me pregunta, confundido. Este niño es tonto.

-No, Noah, tienes tres jödidos años, pero has levantado cuatro dedos -digo.

-¡Alice! -exclama Deena.

Palablota! -grita Noah, mirándome con cara de enfado.

No me jödas. Ahora el niño me va a dar lecciones de cómo tengo que hablar.

Decido dejarlo correr y sigo comiendo hasta que todos hemos terminado. Friego los platos mientras Deena juega con Noah y mi pingüino de peluche, y al terminar Deena se va, ya que tiene que ayudar a su madre, o algo así.

Así que me quedo sola con Noah, y la verdad es que no sé qué hacer con él. Él bosteza, así que supongo que tendrá sueño.

-¿Quieres ir a dormir? -le pregunto, y él asiente.

Lo llevo hasta mi habitación y él solito se quita la ropa hasta quedar en sus calzoncillos de patitos. Abro mi cama para que él pueda echarse, pero él murmura "pipi" y se va hacia el baño.

No pasan ni dos minutos hasta que oigo un quejido de frustración, y Noah me llama.

-¡Ali! -grita. Al parecer Alice no le gusta o algo, porque siempre me llama así.

Voy hacia el baño y me lo encuentro con los calzoncillos bajados y su cosa al aire, saltando delante del váter.

No llega para hacer pis.

Suspiro y lo levanto lo justo para que pueda hacer pis tranquilamente y sin manchar nada. Cuando termina y lo dejo en el suelo, se sube los calzoncillos y me dedica una sonrisa para luego irse a mi habitación de nuevo. Le sigo, y veo cómo se sube a mi cama como puede, y se tapa con la sábana.

En cuanto se queda dormido, unos cinco minutos más tarde, me voy al sofá pensando en que debería comprarle una cama a Noah, si va a quedarse cuatro meses. A lo mejor podría instalarlo en la antigua habitación de Frank, pero ahí ya no quedan muebles ya que él se los llevó cuando se fue a vivir con su novia, Bianca. Así que tendré que comprar muebles nuevos, y cuanto antes mejor. Cojo mi móvil y decido enviarle un mensaje a Frank.

Alice: ven a mi casa mañana por la mañana, tienes que ayudarme en algo.

No tarda en contestar.

Frank: ¿en qué?

Alice: tú ven.

Frank: ah, tú siempre tan comunicativa. está bien, hasta mañana.

Bloqueo el móvil y lo dejo sobre la mesilla. Me tapo con una manta y me acomodo en el sofá, donde no tardo en quedarme dormida.

---- o ----

Me despierto con el sonido del timbre. Abro los ojos lentamente, y noto un ligero dolor en la espalda, seguramente de haber dormido en el sofá. Me levanto y abro la puerta, encontrándome a Frank.

-Por fin abres, pensaba que iba a morir esperando -dice, entrando en mi piso.

-Seguro que no llevas tanto -contesto, cerrando la puerta.

-Um, Alice... -dice, frunciendo el ceño.

-¿Qué?

-¿Por qué hay un niño desnudo saltando en tu cocina?

Miro a la cocina, que está dentro del salón, y veo que, efectivamente, Noah está completamente desnudo, saltando para coger algo de la nevera.

-Larga historia -suspiro, yendo hacia la cocina-. Ahora vengo, quédate por aquí.

En cuanto entro en la cocina, veo que Noah está intentando coger los helados de la nevera, que están en la estantería más alta.

-Noah, ¿qué haces? -pregunto.

-Quelo helado -dice, sin parar de saltar.

-No, si eso ya lo veo, digo que qué haces desnudo -digo, pero él me ignora y sigue saltando-. Joder, ¿quieres estarte quieto?

-Palablotas no, Ali -dice, cruzándose de brazos. Al menos ha parado de saltar.

-¿Por qué estas desnudo?

-No sé poneme ropa -se encoje de hombros.

-Entonces, ¿sabes quitártela pero no ponértela? -pregunto, y él vuelve a encogerse de hombros.

Así que al poco rato me encuentro vistiendo a Noah, para luego darle un helado y contarle a Frank quién es Noah y qué hace aquí mientras se lo come.

-Joder con tu padre, qué hijo de perra -ríe Frank-. Pero, ¿para qué me necesitabas?

-Porque tendremos que ir al IKEA a comprar muebles para la habitación donde dormirá Noah.

---- o ----

-Muuuu -dice Noah, cogiendo una vaca de peluche que hay en uno de esos contenedores grandes de IKEA.

-Míralo, si puede hablar con las vacas y todo, ¡es un niño prodigio! -ríe Frank, aplaudiendo.

-Idiota -ruedo los ojos-. Vamos Noah, tenemos que ir a buscarte una cama.

El pequeño asiente y vuelve corriendo a donde estamos nosotros, con la vaca entre las manos.

-¿Puedo coged la vaca? -me pregunta, esperanzado.

-Sí, claro hombre, paga tu padre así que compra lo que te dé la gana -le contesto.

En la maleta de Noah venía una targeta de crédito de esas con un saldo ilimitado para cubrir los gastos del pequeño, y pienso gastar mucho, mucho de ese dinero, sólo por joder.

Llegamos a la sección donde hay camas y habitaciones para niños y empiezo a buscar las que tienen las medidas de la habitación donde dormirá Noah. Frank y yo las vamos mirando, hasta que encontramos una con las medidas adecuadas, y que además es bastante guay para un niño pequeño.

-Mira Noah, ¿qué te parece... -empieza Frank-. Alice, Noah no está.

-¿Qué? -me giro, frunciendo el ceño, y veo que no hay rastro del pequeño.

---- o ----

No sé qué co.ño significa IKEA en sueco, pero seguro que es algo parecido a "laberinto traganiños". Frank y yo llevamos casi una hora dando vueltas poot este lugar y Noah aún no aparece.

-¿No podrían poner una pūta zona de niños perdidos? -pregunto, exasperada-. No creo que Noah sea el primero que desaparece en este infierno de pasillos.

Justo cuando pasamos -otra vez- por la sección de camas infantiles, oímos risas y nos giramos para ver un grupo de gente alrededor de una cama. Nos acercamos y vemos que en una de las camas hay un niño durmiendo. Noah.

-Joder con el niño -ríe Frank.

-Vaya tela tiene -ruedo los ojos, y entonces veo a una mujer haciendo fotos-. ¡Eh! Esto no es un pûto zoo, no le hagas fotos.

-Vale, cálmate -dice, levantando las manos, y voy a contestarle cuando Noah despierta.

-¿Ali? -pregunta, frotándose los ojos.

-Noah, va, tenemos que irnos -le digo, ayudándole a bajar de la cama.

-Tan jóvenes y ya teniendo niños, estos jóvenes de hoy en día son una verguenza -murmura una anciana, y Frank se echa a reír.

-Bueno, al menos ya sabemos qué cama comprarle -me dice Frank, mirando la cama donde Noah ha dormido.

-Eso parece.

Al final terminamos comprando la cama -que nos la llevarán hoy a casa-,  una mesita de esas de plástico con sillas de colores para la habitación del niño, la vaca de peluche y un taburete para que pueda llegar a hacer pis en el váter.

Volvemos a mi piso y, cuando llega la cama, pasamos toda la tarde montando la habitación de Noah donde solía dormir Frank, hasta que la novia de éste le llama y tiene que irse.

-Bueno Noah, parece que ya tienes habitación -le digo en cuanto todo está terminado, y él sólo sonríe.

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Yup! Segundo capítulo subido! :3 Frank y Alice en la foto.

¿Qué os parece la historia hasta ahora?

He subido este antes porque lo más probable es que tenga mucho lío este fin de semana y no pueda escribir, pero intentaré subir otro el domingo, y también subiré otro de SYA6.

Besos!
Claire

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