CAPITULO 10
SARELI
- ¡Sano y salvo! - Suelto conforme del paseíto a Luka, ya bajando y dejando la bici contra un lateral de SugarCream, cuando llegamos. - ¿Sucede algo? - Vuelvo repetir, por verlo mirar demasiado atento el camino que dejamos atrás y sin soltar, las correas de su mochila ñoña.
Niega, bajando más su gorra.
- Fue rápido... - Murmura poco convencido, haciendo que sonría y que infle mi pecho de orgullo, tomando mejor mi cartera acercándome a él.
- Nunca dudes de mis facultades biciclísticas... - Golpeo con suficiencia su espalda, haciendo que tambalee, cuando paso por su lado y abriendo la puerta del negocio por ambos.
Guau, me sorprendo.
Este chico sí, que es débil por apenas un golpecito, pese a su contextura física y comparación mía.
C-AM
¿Bici...qué?
¿Esa palabra, existe?
No tengo idea, pero permito que abra la puerta y pase primero fingiendo poca estabilidad, mientras miro poco convencido y antes de entrar con la pajarito a la cafetería.
Rápido.
Sí.
Eso fue lo que trasmitió, quién sea que nos seguía sin dejarse ver, pero sintiendo su presencia tras nuestro, inclusive ahora, maldita sea.
Presto y sabiendo, lo que hace.
Ya voy averiguar, quién eres...
Y una música pastelera, alegre y rosa, nos recibe una vez dentro con Karla terminando de atender un cliente muy sonriente.
Sonrisita por demás en sus ojos azules a juego con sus labios, al vernos llegar juntos.
Y viene como tal, rodeando el mostrador e interrumpiendo que termine de rascarme el cuello, por el abrazo que nos da a ambos efusiva y alegremente.
- ¡Qué linda vista! - ¿De qué, habla? - ¿No es cierto, Roger? - Alegre le dice a su marido, cual saludamos desde nuestro lugar y por estar acomodando unos frascos de mermeladas caseras en un aparador muy rosa.
Y su marido de fisonomía como porte alemán, pero lejos de una fría mirada.
Más bien diría yo, cálida como amigable y dejando un último frasco, murmura.
- Sí, querida... - Negando divertido.
- ...es un hermoso día, en mi hermosa cafetería... - Poniéndose entre la chica pollo y yo, tomando nuestros brazos y caminemos en dirección al mostrador de pedidos, esquivando las mesas con clientes. - ...para que mis hermosos empleados... - Como si hablara con ella misma. Que mujer rara y alegre. - ...comiencen su jornada... - Suelta a la pajarito que también motivada por su alegría, se prepara dejando su cartera bajo la mesada, pero sacando su cuaderno mientras Karla y como si nada en su mundo, me ayuda con mi mochila del hombre araña como mi gorra, seguido de acomodar mi pelo con gesto cariñoso, para despejar mi frente de él.
¿Tengo acaso, 5 años?
- ...se ayuden mutuamente... - Continúa conforme y viendo que al fin mi rostro está despejado, dejando ella misma mis cosas, donde la pajarito puso su bolsa.
Mierda.
Me suelta de sus brazos para sacar prolijamente doblado y hasta juraría lavado por el aroma a enjuague de ropa que copa mi nariz.
Mierda, otra vez.
El jodido delantal de conejitos con volados para que me ponga.
- ¿Ayudar? - La pollo dice, con su disfraz en manos y Karla aplaude feliz.
- Seguirás como guía de Luka en su entrenamiento, cariño. - Palmea mi hombro. - En la confección de los café especiales y atención al público... - Prosigue, ayudando que me ponga el jodido delantal como si fuera un crío y con un gran moño atrás por sus lazos. - ...Roger no tiene que ayudar a mi padre en la ferretería hoy y estando delante, podrías encargarte en la preparación de los pedidos de cupcakes más tarde...
- ¡Sí! ¡Tengo diseños nuevos! - Exclama feliz y abrazando más contra ella ese cuaderno y disfraz de pájaro.
- ¡Perfecto! - Karla, añade con golpes de manos muy entusiasmada.
Y eso, es este rosado y glucoso lugar cafetero.
Entusiasmo y debo reconocerlo a medida que trascurre el turno de trabajo.
Bastante agradable como el resto del personal.
Todos e inclusive yo, trabajando sin contratiempo y atendiendo clientes que se retiran como dando la bienvenida a los que ingresan.
Y como era de esperarse, no solo siendo para mí, un completo éxito y tenerla por mi entrenamiento siempre a mi lado y con las primeras horas transcurriendo con la colecta de información de ella, como persona sin que se de cuenta.
Sino, también.
En mi participación, como empleado novato en este rubro.
Descubriendo la diversidad en este mundo.
- Y este, es un hermoso osito panda... - Me dice, mostrando sonriente lo que logró dibujar en la tazas de café y la espuma cremosa de leche encima para un cliente.
Lo observo mientras deposita la taza junto a su platito y cuchara como la otra, en mi bandeja apoyada contra el mostrador.
Sí, realmente son los rostros de uno, flotando en su superficie.
Unos sonrientes, como la misma que dibuja en sus labios la chica pollo.
- ¿Te gusta, esto? - Pregunto como si nada y fingiendo que lo acomodo.
- ¿Hacer dibujos pandas en las tazas? - Me pregunta, cortando dos grandes porciones de tortas multicolor y depositarlos junto a mis tazas de café para terminar el pedido.
- Esto... - Específico, caminando a mi lado llevando el pedido a la mesa.
Se entretiene con el niño que acompaña a la madre, haciendo que el pequeño ría por sus gestos disfrazada, mientras dejo las tazas como los pasteles.
- Es mi sueño... - Responde, ya volviendo al mostrador y tomando un delantal.
Rosa.
Mientras me hace un gesto que la siga tras una puerta que da a la cocina industrial.
- ...algún día quiero tener mi propio local de dulces sabores.
- ¿Cómo SugarCream? - Sigo con mi información mientras se lo ata, seguido a ver sobre un inmenso horno, cual por su vidrio nos muestra poco más de una docena de esas cosas dulces e iguales que me regaló a mí, pero solo su masa que parece estar lista con su dorado, ya que tomando una especie de guante cocinero.
También rosa.
Lo saca con sumo cuidado.
Ríe, mientras me rasco un brazo.
- Sería genial... - Suspira y dejando la fuente en una larga mesada, donde me apoyé. - ...pero, me conformaría... - La junta con otras y toma una, ya fría. - ...con algo pequeño, acogedor y con cosas hechas por mí, en algún bonito lugar que como Siniestra a sus clientes, regalé dulzura con una buena taza de café frente a un día arduo y dejándote el gusto que por ti, cada persona que los saboreó... - Y abriendo varias consolas de plástico con golosinas para decorar y tomando una especie de manga con crema de color dentro, comienza con habilidad y precisión a decorar una por una.
Magistralmente e intercambiando por otra en otro color, como las decoraciones sea con chocolate y sus abanico de formas o dulces miniatura.
- ....lleva una sonrisa, por ello... - Finaliza.
Me quedo pensando.
¿Sonrisa?
Pienso en eso.
¿Mis clientes sonreirán después de entregar mis trabajos, también?
- ¿Tú, no tienes un sueño, Luka? - Deja de decorar un momento y ante esa pregunta, para mirarme.
Y me toma desprevenido esa simple duda.
¿Sueño?
¿Yo, un sueño?
Y mierda, ya que nunca lo pensé siempre en profundidad a eso.
Me gusta mi trabajo.
Me agrada la soledad, por tal.
Rasco algo, mi pierna mientras lo pienso.
Jodida urticaria.
Pero y pese a eso, también como mencioné una vez, descansar y disfrutar de un lugar público, observando la gente sin ellos a mí.
¿Eso, es un sueño?
SARELI
Y apoyo la manga con cobertura de crema azucarada y color lavanda en la mesada, para verlo interrogante y asombrada.
¿Acaso?
¿No tiene un sueño?
- ¿No tienes uno? - Le digo.
- ¿Sueño? - Vuelve a pensar, encogiéndose de hombros.
Guau.
Este chico lindo, pero friki.
Que se viste muy feo, pero que viene de una familia de bien por la cierta educación que emana y diciendo que es estudiante.
¿No tiene uno a seguir y cual, cumplir?
Vuelvo a mi dulce decoración, pensativa.
Ok.
Parece que, no solo tengo que ser esa especie de tía o hermana mayor sobreprotectora por lo debilucho que parece ser, aparte de guía en la cafetería de Karla.
Más bien, también.
Ayudarlo a encontrar su proyecto y deseo de vida.
Y lo miro fijo volviendo a dejar mis hermosas decoraciones, mientras voltea algo su rostro dejándose llevar distraídamente, por un compañero que pasa por nuestro lado con tortas listas para hornear.
También, enseñarle a sonreír.
¿Me pregunto si sus padres, serán tan serio como él?
Ya que, desde que lo conozco nunca vi ni siquiera una efímera de ella y una verdadera lástima ello, porque el ñoñito es bonito.
C-AM
Deja de hacer esa cosa de seguir decorando los cupcakes y me mira raro.
Mucho más raro que antes y de forma directa de golpe.
Incómodo.
Nunca nadie lo hizo y lo evito, disimulando en un personal que pasa tras nuestro, llevando biscochuelos para ser horneados.
Sensación extraña por eso.
Y dice algo alegre que no llega a mis oídos por estar concentrado y analizando esa actitud, alertando todos mis sentidos.
SARELI
- ¿Quieres ser mi amigo? - Le vuelvo a repetir, porque Luka me mira pero no me contesta.
Estamos de pie y nos miramos.
Yo aún, con la manga de crema para decorar, expectante a su respuesta.
Y él, inspeccionándome unos segundos.
Creo.
Pero, pese a su postura asombrada, cavilando ello.
C-AM
¿Amigos?
Eso fue lo que mencionó antes y me lo vuelve a repetir.
- ¿Amigos? - También lo reitero yo y ella, asiente feliz.
Y a mi cerebro, solo llega su definición, ya que yo, nunca tuve uno y a Fiorella no la cuento, porque somos hermanos y aunque nuestra relación es estrecha y con apego como cariño.
Yo, nunca tuve uno.
Uno, con quien mantener una amistad.
¿Una relación afectiva con alguien desconocido al padrino y mi hermana a base reciprocidad y lindo trato asiduo, valorando ello dentro de un amor, solidaridad, sinceridad e incondicionalidad?
SARELI
Y Luka, tuerce su boca con un gesto de pensarlo.
Pero en vez de ofenderme, me da risa.
Realmente, este chico necesita urgente dosis de ella.
Y no lo dudo, sacando mi celular de un bolsillo ante su cara de nada, pero con mi dedo frente a él, en señal que espere mientras busco el número para hacer una llamada rápida.
- Lucian... - Saludo, cuando me atiende. - ...no hace falta que vengas por mí, para la conferencia de esta noche de papá. - Y ante su duda perpleja del otro lado, respondo rápidamente. - Llevo compañía... - Miro a Luka que pestañea. - ...un amigo... - Finalizo, decidida y convencida.
C-AM
¿Qué?
¿Ella no solo decidió que somos amigos, ahora resulta que también acompaño a mi objetivo, en algo esta noche?
¿Y sonriendo tras colgar la llamada de esa forma tan suya que empiezo a descubrir?
- ¿Tienes coche o prefieres que te busque yo? - Me pregunta.
- ¿Qué?
Y me blanquea los ojos, retomando como si nada la decoración de los dulces.
- ¡Para esta noche, Luka! - Exclama alegre. - Eso hacen los amigos. - Me explica terminando el último, para seguir a la siguiente bandeja con los cupcake ya fríos. - Salir y divertirse en ocasiones en lugares públicos... - Resopla y me mira suplicante. - ...y de verdad, hoy siendo una linda oportunidad te lo agradecería mucho, porque mi padre tiene una por su campaña política... - Presto más atención. - ...y aunque lo amo y apoyo, son eternas de aburridas obligando mi presencia... - Me mira más. - ...pero estando con un amigo, lo sentiría amena...
Amigo.
Solo eso repite mi cerebro.
Ella, ya me dice amigo.
Rasco algo mi pecho, mientras proceso esta buena oportunidad.
Sí, una muy buena.
Una gran oportunidad de ver en primera persona el entorno y no solo de ella, si no también el de esta familia que adoptó mi objetivo y que tanta énfasis, el padrino me puso en el encargo.
Y concluir mi trabajo, para luego desaparecer, es mi prioridad.
Asiento y chilla como siempre alegre.
- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Ya verás que nos divertiremos! - Me dice feliz y reanudando sus confecciones. - Hay buena comida, algo de música tras su parlamento y casi siempre... - Ya no la escucho en su verborragia de entusiasmo, intentando detallarme lo agradable que puede ser.
Porque, comienzo a analizar este potencial encuentro con sus padres y entorno.
Mucho para procesar en esta previa, cual lo hago mientras regreso al frente de la cafetería, para cumplir mi obligación en atención al público.
Ya que, tengo esa sensación que por sobre mi objetivo con adoración a las pantys con estampas y colores más feo del mundo, saber con más claridad de sus padres adoptivos, me iluminará en este caso.
Y una duda me colma, mientras levanto y limpio una mesa desocupada, provocando que involuntariamente mire tras el mostrador y la puerta cerrada, que lleva a la cocina industrial donde sigue la chica pollo haciendo sus cupcakes.
¿Ella, sabrá que es adoptada?
SARELI
- ¡Dios! ¿Qué, me pongo? - Frustrada y recién duchada, miro todo lo desparramado que tengo en mi cama y saqué como posibles opciones para esta noche.
Mastico mi labio inferior, saboreando mi brillo a fresa por estar maquillada como mi pelo con un medio recogido gracias a María que me ayudó con ello, pero aún en ropa interior y totalmente desinflada, mirando fijo la percha que tiene un trajecito claro deliberando si es lo apropiado.
Pero lo vuelvo a lanzar sobre mi cama y me siento con bronca y todo mi peso, desganada por no saber que jodida cosa elegir.
Y otro gemido se me escapa mirando la hora de mi bonito reloj despertador rosita, porque en nada vendrá por mí.
Me apoyo con mis codos.
Pensé que tendría que ir a buscar yo a Luka en el coche de mamá, pero el insistió sin dudar que él lo hacía.
Lástima, porque quería conocer dónde vive.
¿Y eso, por qué?
Me encojo de hombros, mientras elevo otra percha con un vestido en tonos pasteles y liviano.
Supongo, que de pura curiosidad.
Lo observo mejor, poniéndome de pie y frente mío, lo chequeo como me queda frente al gran espejo que tengo.
Alegre con sus colores, marcando donde lo tiene que hacer y mostrando lo justo como necesario con su escote y sin mangas.
Protocolar para la ocasión y juvenil para mi edad.
Ok, este será me digo, bajando su cierre para ponérmelo.
C-AM
- ¿Así que, esta noche es la gran cita? - La voz del padrino, tirado en mi cama y pese a ojear aburrido una revista de artes marciales, me dice con entusiasmo y agitando sus cejas.
Frente a mi espejo y sin siquiera molestarme en mirarlo, prosigo terminando de anudar mi corbata.
En una ocasión así, vestir tal vez con algunos de mis smoking o un buen traje sastre de corte italiano, sería lo correcto.
Pero manteniendo mi bajo perfil y optando por seguir la personalidad del Luka que presenté a la pajarito como resto de SugarCream, lo ideal es la camisa como un pantalón de vestir, pero una corbata con el coyote y el correcaminos, haciendo su acto de presencia.
- No es una cita... - Si ni siquiera, saber que es eso. - ...es trabajo. - Le digo sin mencionar eso de la amistad que ella me dijo, abriendo mi cajón donde una docena de relojes de colección y para cada oportunidad tengo.
Desde vestir muy caros y elegantes, como deportivos y hasta el que elijo.
Uno flexible por su plástico, friki y con la pantalla verde por ser el rostro del increíble Hulk.
No me odies chica pollo, pienso, mientras me lo pongo y mirando que casi es la hora, caminando fuera de mi habitación con los pasos del padrino atrás mío.
Casi, puedo sentir su mirada taladrándome en un lado de mi cabeza.
Por el rabillo del ojo, también como parado y sin moverse, pero con aire alegre observándome.
Y lo que percibo, aunque él lo quiere disimular.
Su cuerpo tenso por algo y queriendo camuflarlo con las hojas de la revista que sigue en sus manos.
Volteo, tomando el saco de vestir del sofá mientras compruebo si tengo lo necesario en sus bolsillos y tomando de la baja mesa, las llaves de mi coche.
- ¿Estás preocupado? - Le digo serio, poniéndome el saco.
- No. - Sincero.
- ¿Crees que es incorrecto esto, por más exposición a mi identidad? - Camina conmigo, dejando la revista a la puerta de entrada mientras pongo la clave de seguridad.
Niega otra vez.
- ¿Y por qué, esa intranquilidad? - Inclino mi cabeza. - ¿Ya estás viejo para estas cosas y quieres retirarte?
Se sonríe chasqueando su lengua divertido y señalándose, vestido con unas de sus espantosas camisas estilo hawaianas pero hoy, de tablas de surf y su siempre bermudas hasta las rodillas con sandalias de abrojo.
Me eleva una ceja y chocando uno de sus hombros con los míos, ya afuera y caminando por el largo corredor.
- Pendejo, aún puedo darte la zurra de tu vida con dos movimientos... - Hace los gestos, mientras descendemos por unas escaleras al subsuelo haciendo que sonría, pero me detiene una vez ahí. - ...saca toda la información que puedas con esta oportunidad. - Me ordena. - El cliente está pagando mucho por este trabajo... - Me aclara. - ...y anexó profundidad, en Andrés Leída. - ¿El padre de mi objetivo? - Y su presunta candidatura futura. - Agrega.
Solo afirmo, sin preguntar el motivo y bajo la alarma de mi coche como el suyo desactivándose, para subirnos cada uno en el nuestro.
Porque, yo solo cumplo mi trabajo.
Nunca se pregunta.
Jamás.
Solo un mercader, cumple con su cometido.
- ¿C-am? - Su coche se pone paralelo al mío y freno por eso.
- Cuídate por favor, hijo... - Me pide ante tanta exposición.
Sonrío y solo me limito nuevamente a asentir, mientras soy el primero en irme.
EN ESE MOMENTO, EN LA MANSIÓN DE LA COLINA
- ¿Lista? - Julio le pregunta a Ana entrando a la habitación.
Y queda estático sobre el umbral de esta, al ver girar a su esposa en un último toque acomodando el elegante aro de una de sus orejas, caminando a él.
Por la belleza de ella en su vestido elegante como de noche y unas joyas discretas, pero delicadas que parecen acariciar su cuello y manos.
- ¿Estás segura? - Le consulta todavía indeciso, mientras ayuda a poner su abrigo por sobre sus hombros.
Y Ana sonríe, dejándose cubrir.
- Me siento mucho mejor, no te preocupes, Julio... - Responde, tomando de la cama matrimonial un fino sobre como toda cartera. - ...un nuevo aire, siento que me hará bien. - Lo mira agradeciendo el brazo que su esposo le ofrece para caminar. - Si llego a agotarme, te lo diré.
Julio no está convencido, pero viendo la ferviente afirmación de Ana, asiente y muy dentro suyo feliz.
No solo, porque es una excelente ocasión para salir ambos de la rutina y despejarse como disfrutar de su mujer a solas, ya que no necesitan la presencia de Miel.
Además.
Porque muy en el fondo le agradece a Ana esa buena predisposición en esta gala electoral.
Gruñe para sus adentros.
De acompañarlo amainando sus pocas ganas, pero obligado por Andrés a asistir.
SARELI
- ¡Voy! - Grito bajando las escaleras y sentir el timbre de la puerta.
Mierda, me digo, mirando la hora sin un minuto más u otro menos y haciendo seña a María que yo atiendo.
Luka, realmente es puntual.
Solo nos encontramos nosotras dos solas, ya que mis padres por razones obvias se fueron antes.
Y mi boca queda como la puerta.
Abierta.
Y demás decir, que mis ojos igual.
Al ver a Luka frente a mí, con aire de nada esperando que reaccione.
Y no puedo, no evitar mirarlo de abajo arriba llevando una mano a mi boca para cerrarla y tapar mi grito.
Exclamación que ahogo divertida por un lado, notando esa corbata muy él, friki y de caricatura a juego con su reloj pulsera, por más prolijito que está vestido.
Y porque.
La mierda.
Como hoy temprano y a la luz del día en la coincidencia de encontrarlo saliendo de casa, pero con la diferencia ahora de la farola de entrada a toda potencia iluminándolo y sin estar distraída por el trabajo, en esta especie de salida de amigos por primera vez.
Lo observo.
Lejos, su pelo castaño está de siempre cubrir su frente con gorras de super héroes, ya que ahora lo lleva bien peinado y para un lado con todo su cara libre de él.
Mostrando lo que siempre afirmé, pese a esa adicción friki y carácter tímido e introvertido.
Que es un chico guapo.
Que nunca sonríe.
Pero muy atractivo en ese corte de rostro anguloso y bonitos ojos castaños como perfil.
Guau.
- ¿Verdes? - Solo sale como saludo en sus labios y no entiendo.
Hasta que veo como su mirada resbala en mí y suelto una risa.
Y no puedo evitar, hacer una pose con mis piernas a medio cubrir por mi vestido.
Ya que lo dice, por las pantys que elegí.
Verdes claras y con pequeñas flores diminutas, cual me enamoré de ellas en una tienda y hasta el punto de comprar dos más, pero en diferente color.
- Combina con los tonos rosas y rojos de mi vestido. - Suelto alegre y provoco, no sé, si un suspiro de su parte, pero sí, que Luka con esa exhalación haga un gesto.
Guau, otra vez.
Porque esa expresión la siento amistosa.
Y maldición.
Enfocar en sus labios y tensa mi pecho, por un recuerdo que no viene a mi mente.
¿Pero, de dónde?
Y no puedo echar otro vistazo a su boca, intentando encontrar donde me fueron familiares, porque tengo sus ojos en mí y me sonrojo avergonzada, pues sería descortés en mi nuevo amigo.
C-AM
Se remueve sobre sus pies algo incómoda y no comprendo, mientras yo pienso sin poder creer y hasta con ganas de reír, cual lo reprimo, por semejante combinación de colores como un lindo arbolito de navidad.
Y digo lindo, porque a la chica pollo, realmente le queda bien ello con su bonito peinado medio recogido, un sencillo maquillaje y comprendiendo, que no sería ella y su propia esencia.
De no vestir así, esta supuesta y primer amiga que tengo.
- ¡Mierda! ¿Este coche es tuyo? - Exclama, abriendo el portón de entrada y adelantándose.
Diablos, olvidé ese pequeño detalle.
- Lo alquilé con ayuda de mi padre. - Justifico mientras lo rodeo, abriendo mi lado y ella el suyo, sin dejar de admirar su gama.
- Debe costar una fortuna ¿son ricos? - Curiosa, una vez dentro.
Y pienso significativamente en ello, ya que a ciencia cierta no lo sé, porque como ella soy adoptado.
Pienso en el padrino.
- Algo... - Solo contesto.
- ¿De qué, trabajan? - Insiste.
SARELI
- Logística y entrega. - Me responde, tras unos segundos de pensar.
Oh, algo así como una empresa de paquetería privada.
- ¿Y tu madre, también? - Prosigo.
- Yo, no tengo madre... - Suelta con su mirada totalmente en frente por conducir.
Y mi garganta se cierra con la buena conversación que quería que tengamos para estrechar amistad y no puedo siquiera tragar saliva, por mi metida de pata.
- Lo siento... - Hasta me cuesta respirar correctamente. - ...yo...
- ...no te preocupes... - Sigue manejando como si nada y sin dejo de afectarle eso. - ...no lo sabías y la realidad, es que soy adoptado. - Me confiesa.
Carajo y re mierda.
Y tengo ganas de agarrarme a cachetazos mentales, porque es mucho peor de lo que imaginé y en silencio como él y hasta creo, que yo solo sufriendo por eso con mi mirada a mi ventanilla, pero echando un ligero vistazo a Luka, medito todo esto.
- ¿Sabes, qué? - Al fin hablo y casi llegando al lugar dónde le dije la dirección. - Yo no sé como debe ser eso, pero creo... - Continúo, mientras busca un lugar para estacionar. - ...que tu padre debe ser una linda persona, por haberte elegido y cuidar de ti... - Finalizo y sin dudar antes de descender de su auto con mi puerta abierta e inclinada a Luka, beso su mejilla amistosamente y tomándolo por sorpresa.
Me pareció extraño, que se estremeciera por ese amistoso contacto.
Pero por su forma introvertida y tímida, que ahora comprendo más por ser criado por un hombre, no me asombra mientras salgo del coche.
C-AM
Me demoro un poco en bajar, para ponerme más cómodo conmigo mismo.
Contacto.
Estoy desconcertado y con mi mano en donde lo hizo.
Por ese toque.
¿Ella besó mi mejilla?
La miro como ya afuera, acomoda su vestido en la acera y a mi espera.
Y sintiendo que fue lo que me ofreció y era desconocido para mí, con ese beso.
Amistad.
Mi primera vez.
Y mi corazón late por demás saliendo también, pero supongo por la extrañeza de no estar acostumbrado a ello.
Veo como la pajarito me sonríe cálida, mientras camino hasta ella.
Rasco mi cuello, seguido de acomodar mejor mi saco de vestir.
Sí, eso debe ser.
EN PLENA GALA ELECTORAL DEL SALÓN, MIENTRAS TANTO...
Andrés sin dejar de estrechar manos a invitado que cruza sonriente y llevando del brazo a Rose elegantemente vestida como él, mira todo el lugar satisfecho de sí, mismo como complacido, por el éxito de lo que la noche anuncia.
Aprovechando que un grupo de mujeres reclaman la atención de su querida esposa, con un gesto de su mano libre mientras acepta una copa de fino vino que un mesero le ofrece, llama a su mano derecha Lucian metro atrás suyo.
- ¿Averiguaste algo? - Formula con disimulo y solo para ambos, sin dejar de sonreír elevando su copa a colegas en el ramo político, cual lo imitan desde sus lugares.
- Todo en la oficina para que lo chequee señor, el genoma humano que se encontró en el chicle, pero... - Murmura más bajo. - ...su ADN no se encuentra en el banco de datos, el que lo hizo está limpio...
- Maldición... - Andrés gruñe, disimulando su frustración con otra sonrisa a más invitados y agradeciendo su participación mientras recorren el atestado lugar. - ...necesito saber quién es, Lucian... - Le reprocha la poca eficiencia volteando a él. - ...estamos a nada de las elecciones y no puedo permitir un paso en falso ante eso y lo sabes, necesitamos encontrar a ese ladrón... - Amenaza, pero su reclamo queda a medias al ver a su hija ingresar del brazo de un chico.
-¿Quién es ese payaso mal vestido? - Pregunta, sin sacar la mirada de ellos juntos y en ese momento, la risita alegre de Rose aparece, envolviendo uno de sus brazos risueña.
- Un amigo de nuestra hija. - Responde feliz, también mirando.
-¿Amigo?
Rose asiente.
- Sareli llamó, para decirme que vendría con su nuevo compañero de trabajo en vez de Lucian. - Señala a este, cual con un gesto se aleja de la charla de ellos.
-¿Nuevo? - Repite Andrés.
- Sí, parece que congeniaron y se llevan muy bien... - Agrega su esposa y con otra risa, golpea con cariño el hombro de su marido que los mira tan fijo como ella, pero receloso. - ¡Cariño, son solo muchachos! ¡Deja que se diviertan! ¿O acaso no recuerdas, cómo éramos a esa edad? - Dice feliz, viendo como si hija sin dejar de sonreír en la mesa de comidas, le ofrece un bocadillo al chico serio que se rehúsa, mirando todo y a todos.
Y Andrés a regañadientes, deja a un lado al tema.
No solo, porque lo llaman desde el lugar de conferencia por ser la hora de su discurso.
También, porque ya tendrá tiempo pedir a Lucian que investigue algo del acompañante de su hija que lejos de celos de padre, algo no le sienta bien.
C-AM
Mientras la pajarito ataca la mesa de comidas, yo con disimulo escaneo el lugar.
Gran salón con varios pisos en este edificio y con algo más de cien invitados.
Bonita vista desde una considerable terraza con vista frontal, para disfrutar a placer de la noche con su fiesta y decorado por donde mires, fuera del elegante mobiliario y catering, con pancartas y banderas de su partido político y color, demás decir, con la foto su padre a la cabeza.
Aplausos motivados por un hombre al frente y espalda nuestra, hace que nos giremos muchos y yo los imite obligado, cuando aparece el padre de la chica pollo saludando con su mano en alto a todos nosotros y agradeciendo nuestra presencia con una sonrisa, bajo una gigante pantalla tras él mostrando su campaña visitando zonas como hospitales y sobre una lluvia de papeles con los colores de su partido recibiéndolo y salidos por máquinas estratégicamente a los lados.
Ruedo mis ojos con disimulo.
Muy de político.
Seguido de tomar un micrófono y dar comienzo a un discurso de campaña electoral.
Y todos aumentan sus aplausos, al escuchar su voz conciliadora y comprometida, mientras habla del pueblo, promesas y otras mierdas.
Inclusive la pajarito que saboreando un canapé, se adelanta unos pasos para hacerlo mejor.
Y tenerla paso delante mío, me da más libertad de seguir observando entre el gentío, llamando algo mi atención.
¿Jodida coincidencia?
No lo sé.
Pero putamente y aprovechando la muchedumbre para ocultarme mientras veo mejor, me encuentro a distancia y lado contrario donde estoy.
A esa pareja.
El matrimonio que atendí día atrás en la cafetería.
No recuerdo sus nombres si lo dijeron, pero sí, que la mujer me llamó hijo envuelta de una conmoción de llanto y conmovida, al verme para tomar su pedido.
Que ahora y lejos de esas lágrimas de tristeza, su apariencia no solo es más sana o coherente.
Sino, además.
Debo admitir, que muy linda bajo su vestido elegante y llevada del brazo de su marido.
Su pelo de un color igual al mío, cae de forma delicada en su peinado suelto y lacio, como la sonrisa suave que dibuja sus labios, mientras percibo que ajena como yo a lo que sucede acá, mira todo lo que la rodea con disimulo, pero volteo cubierto con la espalda de un invitado, por si logra reconocerme.
Y exhalo aire por eso y arrugando mi ceño, ya que estoy seguro que ni siquiera debe recordarme, por su estado ese día.
No tengo tiempo, de pensar en eso.
Y esta charla comprometedora del político, prometiendo que va a durar sus buenos minutos, aprovechando que todos tienen la atención plena a lo que su boca dice como la pajarito, para y con disimulo alejarme de ella y donde estoy, agradeciendo a uno de muchos meseros ofreciendo bebidas, para tomar uno en mi camino y bebiendo algo de la copa de jugo frutada que elegí, como tumulto de unos invitados agolpados entre ellos haciendo de escudo para la vista de muchos, abrir con cuidado una puerta lateral de un rincón, ayudándome la gigantografía electoral del partido en frente para no ser visto y entrar.
El padrino dice que ahora el cliente, solicitó data e información de este viejo.
Y en esta sede ubicada en un cuarto piso debe tener buena de ella supongo, en lo que parece y veo una vez dentro.
Está parcialmente iluminada y me recibe lo que parece el despacho con su escritorio principal, juego de sillones en tapiz oscuro y una considerable biblioteca, copada de tomos y buenos libros.
Una mesa lateral con media docena de sillas, su superficie está llena de folletería de publicidad como planillas de estadística bimestrales de popularidad, acusando un excelente promedio de censo.
Pero apenas me fijo en ello y voy directo sacando de uno de mis bolsillos de mi saco de vestir mis guantes negros para ponérmelos a donde creo encontrar una buena base de información.
El escritorio, del padre de la chica pollo.
Muchas carpetas en un desorden prolijo, como anotaciones políticas.
Nada del otro mundo y mi curiosidad aumenta por eso, inclinado y echando una rápida mirada a la puerta sobre todavía la intermitente voz del viejo, que sigue con su discurso mientras abro los cajones.
Más papeles inútiles y del gremio en él, como otro que abro.
Pero una tercero, llama mi atención.
No abre, porque está con llave y me lo reafirma por más forcejeo cuidadoso que insisto.
- Carajo... - Murmuro para mí, buscando de un bolsillo de mi pantalón una ganzúa, que jugando con la cerradura, logro a los pocos segundos mi objetivo.
Deslizar el jodido cajón hacia mí, ya abierto.
Y entre asombrado y meditando, miro su contenido sacando con mis manos.
Me apoyo mejor, agazapado tras el escritorio.
Informes.
Mierda.
Y fotos capturadas por CCTV de seguridad del registro civil mías, el día que ingresé a robar.
No muestran mi rostro, pero sí, mi persona desde el hall principal del establecimiento, como en el ascensor oculto por la planta.
Cavilo unos segundos.
Y mi curiosidad aumenta con vista ahora en los papeles, descubriendo que Leída solicitó y tengo entre mis dedos, un análisis de ADN del chicle que dejé como evidencia, seguido a unos escritos con data de testigos en el piso ingresado, detallando mi inexistente identidad, pero afirmativamente mi fisonomía y donde un bolígrafo resalta dos palabras rodeándolo en diferentes oraciones.
Mi vestimenta estudiantil en un principio como salida, continuo al traje de vestir en el atraco.
Los fervientes aplausos dando fin a su discurso, me sacan de mis reflexiones y guardo rápido todo, volviendo a poner llave con discreción.
Y me encamino a la puerta como vine, sacándome los guantes y volviendo a guardarlos.
Con cuidado y sigilo, abriendo esta.
- ¿Qué haces? - La voz de la pajarito, topa con mi salida afuera.
Maldición.
- El baño... - Titubeo tímido y mis manos, van para todos lados. - ...yo, tanta gente...no sé... - Avergonzado.
Ríe, tomando mi brazo para que camine hacia delante y con ella.
- Entiendo, te confundiste. - Conciliadora. - Te estaba buscando, Luka ¿Te agobia todo esto? - Ni me deja protestar, porque sigue hablando por los dos. - Te indico, dónde es, porque también muero por ir...
Y lo hace con la promesa que nos encontremos fuera.
Lavo mi mano una vez dentro y algo mi rostro, seguido a buscar un par de toallas descartables de papel para secarme, mirando pensativo lo que el espejo refleja.
Mi rostro, analizando todo.
Es de suponer que Andrés Leída, se sienta identificado con lo sucedido en el registro y por haber robado información de su hija adoptada.
Suspiro.
Pesquisa que jodidamente no está al tanto su hija.
¿Por eso, tanta insistencia en mí?
Mis manos, se apoyan en el lavado de granito.
¿O hay más, detrás de todo esto?
Y cierro mis ojos, intentando recordar todo el día que el padrino con las actas de adopción, dividió para Fiorella y a mí, comenzáramos con los encargos.
Ella, los hombres y yo, las mujeres.
Sin abrir los ojos, me obligo a memorizar más el recuerdo, aparte de sus siempre palabras cuando encarga algo del cliente de turno.
Mierda, porque nada viene a mi mente.
Y los abro poco conforme.
Ya que tiene que haber algo más, pero jodidamente no sé, que puede ser.
Por ahora...
MIENTRAS TANTO, EN LA TERRAZA DE LA FIESTA ELECTORAL
- ¿No me vas a felicitar? - Andrés se acerca a Julio, tras un choque de copas dentro por todos y a modo felicitación por su discurso con los invitados.
- Felicitaciones... - El aludido responde con su vista nocturna a la gran ciudad en lo que ofrece el cuarto piso y sin siquiera mirarlo.
- El ADN dio negativo en cuanto a la búsqueda del ladrón... - Andrés haciendo caso omiso a la indiferencia de Julio, prosigue acercándose más y para también, deleitarse de tan magnífico paisaje citadino. - ¿Entiendes que con ello y sin encontrar esos registros, en la situación que no encontramos? - Pregunta bajo y captando ahora sí, su atención y Julio voltea al salón.
Donde Ana descansando en una silla, mantiene sonriente y pese a su debilidad, una charla alegre con otras elegantes mujeres.
- Ve al grano, Andrés. - Es directo, porque realmente no quiere seguir manteniendo contacto con él.
Solo quiere ir con su esposa e integrarse también a esa alegre charla que parecen tener y Andrés lo capta y se sonríe, para sí.
- Necesito que encuentres a la gente que ese día fue partícipe. - Al fin, voltea a Julio. - De mi lado...
- Explícate...
Andrés acomoda su traje, seguido con una mano en alto, llamar un mesero que pasa por las grandes puertas de vidrio abiertas de par en par en ese momento, que al igual de muchos llevan bandejas de bocados finos y más copas de vino, cual al sentirse llamado acude presto.
Un hombre de edad, pero elegantemente ataviado con su uniforme y sonrisa servicial.
- Callarlos... - Susurra complaciente, tomando una copa que le ofrece con educación a Julio primero y acepta sin ganas, seguido a otra él. - ...tú, no brindaste por mis logros. - Le reprocha sin dejar de sonreír ante él y el mesero, que se aleja tras cumplir muy tranquilo.
Julio apenas choca su copa con la de Andrés, por un temor que lo colma ante sus últimas palabras procesando.
¿Él quiere a caso...
Sacude su cabeza y bebe otro trago de su copa de vino púrpura, porque lo necesita para asimilar todo.
- Y que lo hagas, ahora... - Andrés dictamina su pedido, serio y borrando su sonrisa con esto último y sin beber de su copa, para dejarlo sobre el alfeizar de la baranda de la terraza e irse, dejando a Julio solo y con sus propios pensamientos, casi vaciando el contenido de la suya con otro trago.
Unos que lo marean llenos de pavor por la constantes palabras que Andrés le dijo y retumban en su cerebro una y otra vez asustándolo, teniendo que apoyar con fuerza una mano en la baranda y la otra, masajear sus ojos como sien.
Provocando que su copa al ser dejada por él como lo hizo Andrés, tambalee con su equilibrio y caiga al suelo, tiñendo de rojo por el contenido que quedó el piso, estallando en pedazos su cristal como el fuerte sonido que se acopla del interior y toma desprevenido a todos los invitados asustándolos.
Y quiere correr en dirección a Ana, pero sus piernas fallan sin saber por qué, como la molestia engorrosa que se apropia de cabeza obligado a sostenerse del balcón.
- ¿Qué sucede? - Gime, mareado.
C-AM
Un estallido saliendo del baño de hombres y encontrarme con la pajarito nos sobresalta, bajo el grito de horror del poco más de ciento de invitados.
Un humo blanco ahora cubre el salón, obstaculizando la visión y causando que muchos se agolpen con tos ahogada, mientras la pantalla que momentos antes mostraba escenas de la campaña política, ahora muestra a la vista de todos.
Carajo.
Una imagen como escrita con aerosol un mural chorreando cada letra y diciendo su leyenda con su rostro a un lado.
"Genocida perpetrador."
Todo es confusión y temor, desatándose un caos.
-Luka... - La voz asfixiada por el humo incitado por este golpe, ahoga a pajarito.
Sus ojos apenas puede mantenerlo abiertos por las lágrimas del gas y tose violentamente, obligándose a acurrucarse contra el piso y sobre sus rodillas.
- ¡Qué es...esto! ¡Mi...mis...padres! - Intenta decir, sin dejar de toser. - ¡Luka! ¡Dónde estás!
- Acá estoy... - Le respondo. - ...debemos protegernos... - Murmuro, tomando sus hombros y obligando pese a que se rehúsa, gritando por sus padres a un rincón alejado y contra unas mesas por la posibilidad de la gente descontrolada que la lleven puesta.
Gritos.
Una alarma contra incendios, sonando.
Y detectando por la poca visibilidad al levantarme y con mi brazo cubriendo parte de mi rostro para no inhalar entre exclamaciones de auxilio por todos, que los de seguridad fracasando en ello.
- ¡Luka!¡Luk...a! - Sareli me sigue llamando ahogada y procurando a gachas moverse, pero el gas atacando su garganta y visión, se lo impide.
Y no lo pienso, mientras no le respondo y me quito mi saco de vestir, pero antes sacando de su bolsillo nuevamente, mis guantes negros para ponérmelos como una gorra negra y estilo pasamontañas para cubrir mi rostro, seguido a aflojar mi corbata y tirarla, mirando a mi alrededor en esta vorágine que se desata.
Y encontrando en el respaldar de una silla otro saco pero negro, me lo pongo mientras al mío lo lanzo y deslizando un mantel de una mesa, que las copas como algunos platos, caen y estallan contra el piso, la cubro con él a ella.
SARELI
Quiero ir hasta mis padres, pero la neblina y la suspensión de esta especie de humo blanco, me lo impide.
Intento copar de oxígeno mis pulmones, pero solo logro toser más violentamente y con mis ojos ahogados e irritados por el gas que hay.
No entiendo nada.
¿Luka, dónde te fuiste?
¿Por qué, sucedió esto?
Miedo.
¿Enemigos de mi padre?
¿Una conspiración?
Mi pecho arde por seguir inhalando el aire y desde el rincón que me encuentro sin poder abrir en totalidad mis ojos, solo escucho el terror de la gente y una alarma que no deja de sonar.
Pero algo me cubre de golpe, envolviéndome.
- No te lo saques... - Una voz me ordena.
- ¿Luk...a? - Apenas mis labios, formulan por temblor y aterrada.
Pero su tono es seguro diciéndome que no es él, ya que sabe lo que hace y sin miedo, mientras lo escucho cubierta y no responde, por más que siento como sus fuertes manos me aferran por sobre lo que me tapó.
Procuro parpadear bajo ella y distingo que no es un abrigo, más bien la textura me indica que es uno de los manteles con mi corazón latiendo desbocado, porque locamente e irracionalmente, quiero acurrucarme más en este desconocido.
Ya que puedo sentirlo sin verlo, al igual que su presencia.
¿Qué me protege?
- No hay incendio. - Su profunda voz me quiere calmar. - No te muevas, hasta que vengan por ti... - Finaliza y con ello, el abandono de sus brazos en mí.
¿Se fue?
¿Quién era?
¿Y Luka?
Pero despejando apenas y algo el mantel con un dedo para que mi nublosa vista pueda ver, noto como entre el denso humo blanco y mezclándose con la gente, su espalda como su cabeza cubierta con algo negro se va.
Y mi pecho golpea fuertemente.
¿Esa voz y todo de negro, podrá ser...
Y niego sacudiendo mi cabeza, por otra cosa en mi mente.
- Oh...Dios... - Exclamo con tos, recordando a Luka.
¿Dónde se fue?
¿Estará bien?
Y gimo para mis adentros intentando divisarlo, pero solo notando en el suelo su corbata como saco desparramado y lo atraigo conmigo sin dejar de toser más violentamente y dudosa en ir como pueda hasta el salón y buscar a mis padres.
Pero, miro también en dirección a la puerta que lleva a las escaleras contra incendios, donde percibo gente escapando sobre el sonido de alarma de la misma.
O buscarlo ahí a Luka, que seguro huyó.
El extraño me dijo que no hay riesgo de incendio y eso, hace que como pueda y mis pulmones me lo permitan, decida encaramándome a ellas ayudada por la pared.
Porque Luka debe necesitarme, por estar muerto de miedo y muy asustado.
C-AM
Me hago camino entre le gentío y el jodido gas lacrimógeno.
Procuro esquivar algunos invitados, pero muchos se encuentran conmigo por obstaculizar su escape y al notarme cubierto con el pasamontañas, muchos exclaman de horror calculando que soy el precursor de este atentado.
No me interesa.
Mi finalidad en este momento, es otro.
Intentar encontrar mientras eludo con golpes un par de hombres de seguridad viniendo contra mí, por mi vestimenta sospechosa y alertados por mi presencia, acusando a gritos algo delictivo, si en este condenado caos encontrar el verdadero culpable de todo esto, poniendo en riesgo tanta gente inocente.
Como la chica pollo.
Un tercer hombre, trata detenerme también lanzándose a mí, pero con otro movimiento seguido a mi pie empujando su voluminoso cuerpo contra una mesa junto a una pared cercana a la terraza, es suficiente para caiga bruces contra ella y sus sillas, inconsciente por el impacto.
Y un grito femenino de pánico por sobre muchos entre la neblina blanca, me sobresalta alertando mis sentidos, haciendo que gire a ella.
La mujer que momentos antes vi y fue la que me llamó hijo, en su confusión mental en la cafetería.
Su rostro sin dejar de toser y a duras penas contra el suelo procurando arrastrarse, quiere llegar a la terraza donde sus puertas totalmente abiertas, muestran.
Mierda, no.
A su marido tambaleante y totalmente inseguro por su inestable equilibrio adormecido, vacila de forma amenazante contra el alfeizar de la cornisa y apretando parte de su cabeza.
La mujer gime envuelta de terror y por una décima de segundo, nuestras miradas se conectan.
Los de ella, sin miedo a mi persona oscura por más pasamontañas que me cubre y llena de súplica, siempre pretendiendo a duras penas por debilidad y con su arrastre en suelo, llegar a él.
Y los míos.
Sintiendo en mi pecho y sin saber el por qué, su dolor y agotamiento ante lo que se avecina en el hombre.
Su esposo.
Y sin dudar tomando una silla, la estrello contra la caja de vidrio de la pared que momentos antes, la mesa contigua se partió ante el cuerpo aún del hombre desmayado, por mi ataque impidiendo el suyo.
Rompiendo en pedazos su cristal y teniendo acceso a la manguera de incendios, que sin dudar y ante un último vistazo como el hombre ya perdiendo el equilibrio por un desmayo anunciado, noto como su cuerpo cae en su mayoría al otro extremo y fuera de la baranda de contención.
Y corro hasta él atando contra mi cintura esta y rogando que su firmeza, jodidamente soporte el peso de ambos en lo que es el destino como con su último esfuerzo, la gravedad de su cuerpo haga el resto, en el momento que me lanzo contra él y al vacío de estos cuatro pisos de altura y bajo el grito de pánico de los invitados y esa mujer con espanto viendo.
Mis brazos retienen hasta el punto del dolor su cuerpo que no abandono con mis piernas asegurando las suyas, mientras la manguera lucha por sostenernos con su duro impacto repercutiendo en mi sistema, ante la caída y que luego como péndulo, va y viene con su arrastre tirante.
Mi jadeo bajo mi gorra se entrecorta con mi respiración agitada por el esfuerzo, mientras busco y con una fuerza sobrehumana sosteniendo el peso muerto del hombre, mi navaja en un bolsillo.
- Un poco más... - Murmuro, intentando cortar con su filo parte de ella y envuelve mi cintura, para que afloje su agarre, lo suficiente para soltarme.
Y lo hace a considerable altura, gracias a los pocos pisos de altura el salón al cortarlo y amortiguando nuestra caída algunos arbustos decorativos en su frente.
El hombre lucha con su desvanecimiento y respirando fuertemente por el golpe del aterrizaje.
- Mi brazo... - Gime de dolor, aún tendido entre las ramas y hojas, entreabriendo apenas sus ojos.
Miro tal, ya algo de pie y golpeando uno de mis hombros, también por mucho dolor.
Carajo, otra vez bolsa de hielo.
- A lo mejor una quebradura de hueso, pero no expuesta... -Le digo. - ...es mejor que morir por caer al vacío. - Consuelo y como toda despedida, pero su brazo sano retiene mi baja pierna impidiendo que lo haga.
Intenta focalizar desde abajo, mirándome.
- Me envene...naron... - Sus palabras apenas salen audibles, pero lo suficiente para que yo entienda y escuche, sobre la intermitente ambulancia como móviles policiales, agolpándose en la calle del edificio.
Y quiero seguir preguntando.
Porque, mierda.
¿Qué es todo esto, que está pasando?
Pero ya mucha gente, sea cuerpo policial como propios del edificio copando el lugar frente a su pánico, como órdenes y organizando el vallado del lugar con las respectivas cintas amarillas para impedir las miradas curiosas de gente asomándose, me frenan a eso.
Necesito huir de acá y lo hago, sabiendo que lo encontrarán y la dosis que tomó si es así, no fue mucha, entre las sombras y costeando el jodido edificio.
Si llego al vecino trepando tal y utilizando su azotea como el contiguo aprovechando la noche, será fácil conseguir una calle alejada y terminar de escapar, llamando a Fiorella que recoja el coche y haciéndose pasar por alguien del seguro.
Y eso hago, mirando continuamente lo que me rodea y evitando personas a distancia que noto sin que tales me vean, contra una pared medianera.
Pero algo choca contra mí, por venir a toda carrera de un lado oscuro del edificio y sin dejar de toser.
- ¡Tú! - Logra decir, rebotando por el impacto contra dicha pared.
No puede ser.
Puta mala suerte.
La chica pollo, jadeante y todavía envuelta en el mantel que le puse, pero con medio rostro a la vista.
Rostro que asombrada me mira fija, mezcla de miedo y por encontrarme, acusando sus nudillos tensos y blancos por la fuerza apretando los lados de la tela.
Bajo mi rostro por más pasamontañas que me cubre e ignorándola, continúo mi camino pasando por ella sin temor a que grite por auxilio y de un movimiento, salto al muro lindero para seguir con mi fuga.
- Tú, eres... - Jadea, procurando recuperar su aliento e incorporándose. - ...tú, estabas en el salón y me...me ayudaste... - Titubea nerviosa. - ...me protegiste. - Logra decir y no respondo.
Me limito a mirarla desde mi altura, sosteniendo mis cosas y sobre la oscuridad desafiando que sea descubierto y ante el aumento, que siento de pasos sea bomberos o policías rodeando el lugar.
- ...tú... - Suspira largamente por ser toda dudas, sintiéndolo en mi pecho. - ...eres el mismo que me salvó en la tienda? - Logra decir llena de esperanza incierta, sobre la incongruencia de su conjetura.
Y sonrío bajo mi máscara.
Y la tomo desprevenida como asustándola, golpeando su espalda con la pared por volver a saltar donde está ella muy cerca, pero manteniendo mi rostro bajo.
- Te dije, que no dejes de cubrirte con esto... - Mi brazo extendido tomando el borde del mantel, lo bajo completamente para nuevamente, volver a cubrir su rostro sobre su jadeo de sorpresa por hacer eso.
Pero esta vez por mí, solo parcialmente y dejando al descubierto sus labios, mientras yo hago con mi pasamontañas lo mismo al subirlo un poco.
Y sin darle tiempo a nada y acunando su rostro con los guantes que llevo puesto, acariciándola e inclinándome algo por su altura.
Y tras una última orden que le digo, que no se mueva.
La beso.
SARELI
Nunca responde a mi nerviosa pregunta que le hago mientras me toma de sorpresa, saltando de ese muro vecino que trepó, para llegar hasta mí y con un ademán, bajar el mantel que seguía envolviéndome, para volver a bajarlo y como respuesta a mi duda si era la misma persona.
-Mantén tus manos a tus lados y no las muevas... - Me dijo el extraño, serio y sin dudar.
Y estoy tan atrapada en el momento que ni siquiera y aunque está latente en la situación, cuando el calor de su boca, toma la mía.
Porque, me besa.
Es suave y delicado mientras lo hace, por más que siento que con una de sus manos dejando mi rostro, la apoya con rudeza en la pared cual estoy, para calmar con ella la lucha interna que todo él emana por poseerme, como su cuerpo pegado al mío lo dice.
No puedo verlo por taparme los ojos, pero sí, que él despejó algo el suyo por el contacto de la piel de su rostro acariciando el mío parcial, mientras su lengua reclama la mía.
Y eso intensifica la necesidad de sentirlo, siendo una batalla que mis brazos a mis lados lo retenga por su orden mientras aprietan mis dedos el saco y corbata de Luka, por ganas de envolverlo con ellos.
Y suspiró, al soltar sus labios los míos.
- Gracias, pajarito... - Y su cálido aliento juega en mi oreja, antes de soltarme.
Y me desmorono contra el piso y deslizándome contra la pared que me sostiene, haciendo a un lado el jodido mantel colgando de mis hombros y mirando al muro vecino, donde lo veo como bajando su pasamontañas, salta para trepar el techo, seguido al contiguo alejándose.
Pestañeo con fuerza y tomo mi cara con ambas manos, porque no lo puedo creer.
- ¡Mi Dios querido! - Exclamo aún, asombrada y derrumbada contra el piso.
Ya que, pajarito me dijo ese hombre que me salvó del ratero que robó la bicicleta de Siniestra ese día en el espacio verde.
Y mis dedos ahora se entremezclan con mi pelo desordenado tirando de ellos.
Mierda.
Porque entonces y con sus últimas frases, también resulta ser el extraño que me salvó del robo de la tienda con mis adoradas pantys naranja chillón y ahora, acá también.
- ¡Y me dejé besar totalmente, entregada a él! - Chillo con mis piernas moviéndolas por festejo absurdamente y muy a lo pendeja, sin importarme que se corran mis amadas pantys verdes que llevo puesta.
Respiro hondo, procurando calmar mi alegría.
- Guau... - Exhalo feliz, pero mi sonrisa boba se cae al recordar lo que era mi preocupación, poniéndome de golpe.
- ¡Luka! - Grito preocupada por él y lo mal que la debe estar pasando, por ser tan miedoso y tímido. - ¡Luka! - Exclamo su nombre, corriendo a la gente agolpada frente al edificio siendo asistida por la policía y entre los paramédicos.
Miro para todos lados, abrazando sus prendas contra mí.
¿Dónde mierda, te metiste?
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