»Capítulo 4

Un poema fue el inicio de dos bocas que anhelaban conocerse.

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—¿Hoy jugamos videojuegos en tu casa? —pregunta James a mi lado.

Sus padres nunca están en casa, el trabajo les quita mucho tiempo, así que él ha sido muy independiente para la edad que tiene es muy maduro en torno a su vida privada.

James se la vive más en mi casa que en la suya.

—No, hoy quedé con Jhandra, es su día de permiso para estar afuera y vamos a comer helado y antes que te autoinvites... Olvídalo —zanjo y lo observo serio.

—Eres un mal amigo, Aryek Dorell —Lleva su mano al corazón y hace un gesto dramático como si lo hubiese herido.

Ridículo.

—Mira, ahí está Brave —menciona tocando mi hombro de manera insistente, la llama así desde que vimos esa película donde la chica es pelirroja, valerosa, libre e independiente. Llegamos a la conclusión de que Jhandra es esa princesa de Disney.

Enfoco mi mirada donde me señala y la veo riéndose con sus mejillas sonrosadas junto a Arthur.

Resoplo.

¡Ese idiota siempre la hace reír con sus estupideces!

—Vamos, amargado. —Hala de mi brazo y nos encaminamos a donde están.

Al llegar veo como sus mejillas se encienden aún más al mirarnos. Le regalo una sonrisa. Sea lo que sea ella es y será siempre mi mejor amiga y no de ese idiota.

—Hey bro hoy jugamos en mi casa, quiero volver a ganarte como la última vez que te hice trizas. —James saluda y hacen una especie de juego de manos que aprendió hace poco, yo solo le saludo con un gesto de cabeza y él hace lo mismo.

—¡Ja! Desearas tú, ya verás que te voy a dar una paliza —réplica Arthur, ambos comienzan a manotearse, desde que se conocieron se tratan así, bueno desde que ella nos lo presento hace dos años.

—¿Estas lista Jhandra? —pregunto, suavizando mi mirada y dándole una media sonrisa.

—Sí, teníamos un rato aquí esperándote, mi hermana se fue desde temprano a una de esas fiestas a las que va con Zinedy los fines de semanas.

—Entonces, vamos —digo tomándola de la mano.

—Hasta luego chicos. —Ella se suelta y se despide con un abrazo de Arthur y de James, al instante algo dentro de mí se revuelve.

¿Me estaré enfermando?

Hoy no quiero estar con malestar, es nuestro día fuera de esa cárcel llamada colegio.

Sacudo la cabeza comienzo a caminar, me sigue y se coloca a mi lado.

—¿Por qué te cae mal Arthur? —La observo confundido—. Es que no sé...

Siento como si no se llevaran bien, ¿Te molesta o no lo soportas?

No, no es eso.

Solo... siento que quiere estar muy cerca de ti y tú eres mi mejor amiga y de más nadie.

—No, no me cae mal, solo es que no tengo suficiente confianza con él. — menciono, ella asiente satisfecha y me sonríe mostrando esos hoyuelos tan tiernos. Le toco la nariz con mi dedo índice y esconde su cara entre la maraña de cabello que tiene.

—Tienes el cabello más largo, recuerdo cuando te conocí estaba corto y al verte dije se parece a una fresa, eras fea. —Me burlo y le guiño un ojo, al instante da un golpe con su palma abierta en mi brazo.

—Mira quién fue hablar, tú no tenías ni dientes delanteros —dice indignada, se ríe y se tapa la boca para no soltar la carcajada, pero es imposible.

Su risa hace que mi corazón se acelere.

Quedo satisfecho... Yo también la puedo hacer reír.

Afianzo mi agarre y entramos en la heladería, menos mal que esta queda cerca de la institución, nos sentamos al lado de un gran ventanal.

—¿Qué desean los jóvenes? —pregunta una señora mayor, tiene una sonrisa cálida y amable.

—Buenas tardes, quiero un helado de pistacho, por favor —pide con una sonrisa y la señora se la devuelve y luego enfoca su mirada en mí.

—Quiero el de limón sin azúcar, por favor. —Toma los pedidos y se aleja.

Observo a Jhandra y sus ojos jades dan con los míos y siento mi corazón palpitar muy fuerte.

—¿Qué tienes?, ¿estás bien Aryek? ─cuestiona preocupada y me desconcierto por un momento.

—¿Qué...

—Tienes tu mano en el pecho, ¿estás seguro de que estás bien? —Confundido asiento y bajo mi mano.

 ¿Cómo decirle que fue por ella que latió tan fuerte al momento de verla a los ojos?

Por primera vez sentí una emoción desconocida que mi corazón literalmente saltó.

—Estoy bien, mi Jazba —Sonríe de forma tímida y al instante se sonroja.

—¿Por qué te gusta llamarme así? —Su rizado cabello pelirrojo hace de cortina en su cara cuando termina de preguntar.

Sonrío.

—¿Recuerdas la vez que te hice spoiler sobre el libro de romance que comenzabas a leer? —Ella asiente —. Bueno... A los días comencé a leer unos poemas escritos por un autor anónimo y tú ya lo habías leído, así que aprovechaste y mencionaste un spoiler de uno de esos poemas que estaba apartando para analizarlo con más detalle.

—Pero... Aun no entiendo, ¿qué tiene que ver eso con el apodo?

La señora amable llega con los helados, los deja en la mesa y se va, Jhandra sujeta el suyo y al instante comienza a deleitarse con el sabor, sus gestos me hacen sonreír.

—Pareces una niña pequeña —La molesto un poco comiendo de mi helado.

—Claro que aún soy una niña, tengo doce años, ¡viejo estas tú que tienes catorce! —exclama, me saca la lengua y vuelve a enfocarse en su helado, el cual se desliza por el vestido blanco de verano que lleva puesto.

—Eres una patosa. —Me burlo, ella se enfada agarrando una servilleta y limpiando los restos del helado, los envuelve en su puño y me los lanza a la cara.

—Tú... No te burles de mí, lo vas a lamentar Aryek. —riñe señalándome con su dedo índice para luego hacer un puchero.

Le guiño un ojo y se sonroja.

No decimos más nada y comemos en silencio nuestros helados, cuando terminamos comenzamos a hacer chistes de la gente que pasa y su risa es tan melodiosa que no me canso de escucharla. En un momento ella se levanta y se dirige al lavabo.

Fijo mi mirada al ventanal, observando el entorno, veo como dos chicos se pasan un paquete cuadrado corriendo por la acera, perdiéndose por las calles de los Ángeles mientras los policías hacen el mismo recorrido con perros adiestrados.

Cada día me reafirmó en mis sueños.

Quiero aportar mi granito de arena para hacer de este país el mejor.

Mi padre ahora se halla con un cargo en el gabinete del estado, eso ha causado que lo vea menos, pero sé que está haciendo un buen trabajo para los ciudadanos y su familia.

Suspiro.

Busco con mi mirada a Jhandra en la heladería y la veo venir a mí.

—¿Caminamos un rato? —pregunto agarrando mi mochila, no quiero que aún se acabe el día.

Afirma sonriendo y me sujeta de la mano. Pagamos y nos vamos a un parque que queda cerca, llegamos y frente a nosotros hay un lago lleno de patos, nos sentamos en el césped y ella recuesta su cabeza en mi hombro.

La escucho suspirar, la observo desde mi ángulo y tiene la mirada fija al frente.

—Estoy un poco preocupada... Mi hermana desde hace un tiempo para acá está más extraña, creo que está enamorada, la veo llegar con una sonrisa radiante y toda la noche habla por el móvil, menos mal que no han hecho revisión porque no me imagino que podría pasar si la pillan, se ha vuelto más atrevida que antes.

Acaricio sus manos y ella termina de enlazarla, mi corazón sufre un vuelco por esa acción.

—Tiene dieciséis años Jhan, creo que es normal a esa edad todas esas cosas —informo y me siento nervioso—, imagínate a nosotros cuando tengamos esa edad —expreso de manera directa y la observo.

Su reacción es la esperada.

—Sí, puede ser que estemos igual—susurra, suelta nuestro agarre y se cubre su rostro con ambas manos.

Me río y la atraigo más hacia mí y le doy un beso la coronilla.

«Dulce venganza...

¡Cuán dulce como un beso robado!

¡Cuán tierno como un abrazo inesperado!

De ti... pueden venir una y mil hazañas para vengarte.

Pero siempre serás: Jazba.

Esa que, pese a todo, siempre encontrará

La manera de liberarse».

—Este poema fue justo el que iba a leer cuando me hiciste spoiler, Jazba significa venganza, eso me hizo acordar todas las veces en que James te hizo bromas y tú se las devolviste de la peor forma, creo que desde la última vez que casi los dejas calvo no te ha hecho ni una más. Jazba: La que siempre buscará la forma de devolverla —cito esto último y ella me observa con sus ojos verdes brillando.

Su cara denota diversión, pero otra emoción que hace que nuestras miradas se conecten.

Mi respiración se acelera y solo soy consciente como mis labios presionan a los suyos.

El ruido dejó de existir.

El mundo se paralizó.

Solo quedamos ella y yo en medio de ese beso lento, suave y dulce.

Mi Jazba... Por siempre quedó ese beso impregnado en mi corazón. 

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