Ball gown night

Antes de comenzar a leer, tengo que advertir que, sobre la mitad del one shot, hay una escena delicada que puede afectar a las personas sensibles. Sentíos libres de dejar de leer cuando lo necesitéis.

Espero que os guste❤

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-Ahora pásale un brazo por la cintura.- Pide la madre de Nerea. Raoul, sin dejar de reírse, obedece para que la mujer pueda seguir sacándoles fotos.

Nerea saca la lengua, pone morritos, arruga la nariz... A veces, también sonríe para tener en un futuro fotos normales que le recuerden este día. Se abraza a Raoul para la penúltima foto, ya que cuando se estira para darle un beso en la mejilla, su madre inmortaliza ese momento también.

-Bueno, nos vamos, que al final llegamos tarde.- Avisa la adolescente metiendo su móvil en el pequeño bolso de mano.

-Pasáoslo bien, no bebáis mucho y conduce con cuidado, Raoul.

-Sí, Merce, no te preocupes.- Responde el chico con una sonrisa.

-Papá, ¿estás llorando?- El hombre niega con la cabeza y mira hacia otro lado.- ¡Estás llorando!- Exclama divertida yendo a abrazarlo.

-Es que estás muy guapa, cariño. Y os veo tan felices que...- Resopla y mira hacia el techo, dando golpecitos torpes en la espalda de su hija.

-Anda, anda, que no es para tanto.- Contesta Nerea sin poder dejar de sonreír.- Nos vamos, ¿vale?- Se despide de ambos con un beso en la mejilla.

-Vale. Pasadlo muy bien.

-Y tened cuidado.

-Que sí...- Nerea alarga la última vocal al mismo tiempo que abre la puerta de casa. El todoterreno de Raoul les espera delante de su casa y ella no puede evitar pensar en las películas de adolescentes americanos que tantas veces ha visto.

-¡Avísame si te quedas a dormir con él!- La rubia aprovecha que está de espaldas a su madre para rodar los ojos.

-¡Vale!- Cambia su expresión para girarse y sonreírles a sus padres una última vez.- ¡Hasta luego!

-¡Adiós!- Se despide también Raoul antes de meterse en el vehículo. Una vez ambos están dentro, Nerea se plisa con cuidado el vestido y se pone el cinturón.

-Arranca, por Dios.- El rubio se ríe con ganas y obedece.

-¿Cuándo les vas a decir que nunca hemos estado juntos?- Nerea suspira y apoya la cabeza en la ventanilla.

-Cuando haya algo por lo que merezca la pena contarlo.

-Creo que el hecho de que eres lesbiana ya es algo por lo que merece la pena contarlo.

-Ya...

-Nerea, tus padres son las personas más encantadoras que he conocido. Nunca te dirían nada malo p-.

-¿Podemos no hablar de eso hoy?- Interrumpe.

-Está bien...- Responde dubitativo. Para acallar ese silencio incómodo en el que sabe que se van a sumir, estira una mano y pone la música.

Nerea le agradece en silencio ese acto, pues lo último que quiere esta noche es pensar en cómo salir del armario. Lleva esperando este día demasiados meses y no va a dejar que nada se lo estropee. Ha terminado bachillerato con las calificaciones más altas de su instituto y en tres meses estará en la universidad estudiando lo que más le gusta.

El baile supondrá un antes y un después: adiós a todas las asignaturas que le amargaron tantos años, hola a la vida universitaria de la que tan bien hablan. Tiene muchas ganas, pero a la vez le da pena terminar con el buen rollo que tiene con sus compañeros. No sabe cómo, pero juntos consiguieron convertirla en una de las candidatas para ser la reina del baile. Raoul está convencido de que ganarán ambos por la supuesta pareja que hacen. Nerea... no lo tiene tan claro. Una cosa es ser candidata y otra muy distinta ganar a las otras dos favoritas. No es tan fácil conseguir votos...

Pero sí hay alguien que, desde el primer momento, tuvo claro quién quería que fuera su reina. A un par de kilómetros del todoterreno, Aitana sale de su piso despidiéndose de sus padres.

-¡Disfruta muchísimo! Y aprovecha este día todo lo que puedas.- La del flequillo asiente.

-Sobre todo, ve con cuidado.- Pide Cosme.- Y pásatelo muy bien, ¿vale?- Aitana sonríe, abrazando con fuerza a su padre.

-Claro, papi. Va a ser increíble.- Asegura antes de ir a abrazar a su madre.

-Vamos a quedarnos despiertos, si necesitas cualquier cosa, mándanos un WhatsApp.- Aitana asiente con una sonrisa ante las palabras de su padre y llama al ascensor.

-Pásalo bien, cariño. Mañana nos cuentas.- La morena asiente entrando en el cubículo.

-Sí, mami. ¡Adiós!

-¡Adiós!

-Ay, Cosme, que se nos hace mayor...- Es lo último que escucha Aitana antes de que las puertas se cierren.

En cuanto lo hacen, su sonrisa desaparece. Esa noche va a ser horrible y extremadamente larga. No se lo pasará bien, ni disfrutará. Mucho menos va a ser increíble, como afirmó hace unos segundos.

Inconscientemente, busca su reflejo en el espejo. Está preciosa y lo sabe. Ese vestido le queda especialmente bien y su madre la ha maquillado de tal forma que sus ojos resaltan aún más de lo que lo hacen normalmente. Pero nunca es suficiente.

Cuando el ascensor llega a la planta baja, Aitana sale del portal y comienza a caminar hacia el instituto. Ni siquiera tiene motivos para ir al baile. No tiene amigos, sino todo lo contrario. La mitad del instituto se mete con ella desde el día que llegó a él por motivos que desconoce. La otra mitad simplemente se calla para no convertirse también en un objetivo.

Sus padres no saben nada del tema, porque ella misma se ha encargado se que no se le note nada. Se ve que se le da de puta madre disimular. Como ahora, que va a la fiesta de final de bachillerato solo porque no querer ir levantaría sospechas. Siempre llega con una sonrisa a casa. Sonrisa que mantiene durante todo el día hasta que se encierra en su habitación y muestra cómo está realmente. Hasta la fecha, ni Cosme ni Belén han dudado de las entretenidas anécdotas que su hija les cuenta cada día al volver de clase.

Aitana esboza una sonrisa amarga mientras mira al suelo. Quizás debería dedicarse a la actuación, porque el papel que está haciendo se merece varios Oscars. Levanta la cabeza cuando vislumbra el instituto a lo lejos. Hora de ponerse la coraza y fingir que nada le hace daño. De su bolsito saca las dos papeletas con sus votos para rey y reina del baile. Solo una de ellas está escrita, pues le da bastante igual quién gane en la categoría masculina.

Escucha aplausos y vítores detrás de ella y se gira con curiosidad. De un todoterreno negro y con la ayuda de Raoul se baja la chica cuyo nombre está escrito en su papeleta. Un suspiro sale de sus labios al tiempo que le hace un repaso de arriba a abajo.

Justo cuando creía que no podía gustarle más, aparece con ese vestido morado y su pelo liso, como más le gusta a Aitana. Parece una princesa, se dice. Rápido, niega con la cabeza para ahuyentar esos pensamientos. Deja cada papeleta en su urna correspondiente y, aprovechando que la atención no está puesta en ella, se escabulle en el interior del polideportivo.

Para la destinataria de los elogios, sin embargo, Aitana no pasa desapercibida. Se ríe y da las gracias por tantos gestos bonitos, pero su vista se desvía hacia la morena con frecuencia. Su respiración se corta al ver el escote que lleva, por no hablar de cómo se le seca la garganta cuando Aitana se da la vuelta y su mirada baja inconscientemente.

-¿La has visto?- Le pregunta a Raoul, que sigue recibiendo halagos por parte de sus amigos.

-¿Qué?- Devuelve la pregunta prestándole más atención que antes.

-Que si la has visto.- Repite con la mirada fija en el punto por donde Aitana se fue.

-¿A quién?

-A... Ya sabes...- Lo mira. Raoul niega con la cabeza.

-No...

-Va guapísima, Ra...- Su mirada se ensombrece al pronunciar esas palabras.

-Eh...- Comienza Raoul con dulzura pasándole un brazo por el hombro. Ambos ignoran los sonidos significativos que hacen sus amigos y caminan hacia la entrada.- No puedes estar así hoy y menos si no tienes pensado declararte, porque no vas a solucionar nada.

-Sabes que no soy tan confiada como todo el mundo cree que soy.- Explica metiendo sus sobres y los del rubio, todos con votos muy predecibles, en las urnas. Cuando entran en el polideportivo, Raoul la frena antes de que camine al photocall consiguiendo que una chica vaya antes que ellos.

-Precisamente por eso, no dejes que lo de Aitana te amargue hoy, ¿vale? Disfruta de la noche, de tu noche.- Dice remarcando el posesivo. Nerea se ríe, negando con la cabeza.

-Que no voy a ganar...

-Ya veremos.- Responde sonriendo.- Por el momento, te he hecho volver a sonreír. Es un paso.

-Muchas gracias por hacerlo siempre.- Contesta abrazándolo con fuerza.- Y por aguantar que todos insinúen que somos pareja.

-Ellos solos se lo inventaron y ellos solos acabarán dándose cuenta de que solo somos mejores amigos.

-Es que incluso mis padres lo piensan...- Alza las cejas negando.

-Lo sé, chiquitina, lo sé.- Deja un beso en su cabeza justo cuando el photocall se queda libre.

-¡Parejita, sois los siguientes!- Avisa el fotógrafo. Nerea aprieta la mandíbula.

-Hasta el coño.- Susurra. Raoul se limita a soltar una risita.

Caminan juntos hasta el decorado que algunos alumnos estuvieron preparando las últimas semanas y se colocan en el centro. Posan normal, sonriendo uno al lado del otro. No hay rastro de las carantoñas que todo el mundo espera, incluido el cámara.

-Dadme algo más de contenido, nen.- Raoul le saca un corte de manga con una sonrisa divertida, de la que se contagia la rubia.

-¿Esto te vale, Alf?- El nombrado inmortaliza el momento, aunque sabe que esa foto no la subirá al blog del instituto.

-Perfecto, pero, joder, pegaos más o algo, que sois los futuros reyes del baile.

-Mira, solo para que te calles.- Nerea abraza a Raoul por la cintura y apoya la cabeza en su pecho, mirando hacia Alfred.

Aitana traga saliva pesadamente al ver la escena unos metros más atrás. Pronto aparta la mirada, ya que comprende que no tiene derecho a observarla tan detenidamente. Es una candidata a ser reina del baile y ella la apestada del instituto. Se da la vuelta y camina hacia la mesa del ponche, donde se encuentra su profesora de lengua.

-¿Ponche, Aitana?

-No, gracias. En realidad, venía a preguntarte si necesitas ayuda aquí.

-¡No, no! Esta es vuestra noche y tenéis que disfrutarla. Corre, ve a bailar con tus compañeros.- Anima Mamen con la amabilidad incansable de siempre.

-Está bien. Muchas gracias, Mamen.- Agradece con una sonrisa que solo ella sabe que es falsa.

-De nada, mujer. ¿Estás segura de que no quieres un vasito?- Aitana asiente y, tras despedirse, se aleja hacia la pista de baile.

No beberá nada esa noche. No por ausencia de ganas, sino porque sabe que todos sus vasos acabarían derramados en su vestido y no accidentalmente. Cuando está entre varias parejas que bailan, mira hacia atrás. Mamen vuelve a estar a lo suyo.

Cambia de dirección para sentarse en uno de los bancos que rodean la pista de baile. Se quedará ahí toda la noche intentando pasar desapercibida. Como mucho se levantará para comer algo e ir al baño. Desde luego, no es la fiesta apasionante que todo el mundo se cree que está viviendo.

Suspira deseando que estas horas pasen rápido para poder volver a casa temprano, pero sin que sea una hora por la que sus padres puedan sospechar que pasa algo. Mira alrededor, buscando algo que le permita distraerse.

Ese algo rubio entra en la pista unos minutos después con un par de vasos en la mano.

-Toma.- Le dice a su acompañante.

-Gracias, Nere.- Responde antes de dar un trago a la bebida.

-Mamen me ha mirado con mucha intención cuando le dije que me diera dos.- Raoul bufa, apartándose el pelo de la frente.

-¿En qué momento nos shippean también los profesores?

-Buena pregunta.- Beben a la vez, cada uno con la vista fija en un punto distinto del lugar.

-Ostia puta.

-¿Qué?- Frunce el ceño confundida por la reacción de su mejor amigo.

-Que ya la he visto. ¿El vestidazo que lleva?

-Está preciosa.- Dice mordiéndose el labio para evitar darse la vuelta y mirarla.

-Lleváis tacones parecidos.- Apunta.

-¿Ah, sí?

-S-mierda. Me ha pillado mirándola.- Dice volviendo a mirar a Nerea.

-Te mato. Te juro que al final te m...- Se calla en cuanto suenan las primeras notas de Fiebre. Ambos abren los ojos progresivamente hasta que sueltan un chillido conjunto. No pasan ni cinco segundos cuando ya se están perreando mutuamente olvidándose de Aitana, de la vergüenza y de que todo el mundo cree que son pareja.

Es la primera canción que bailan, pero, desde luego, no la última. Tras esa vienen una, dos, tres y hasta diez canciones que están pensadas claramente para llevar a la gente a la pista. Raoul y Nerea bailan como si estuvieran solos y precisamente es eso lo que más miradas atrae. Se les ve felices, disfrutando, ajenos a cualquier crítica que les puedan hacer.

Tiene que pasar hasta una hora más de baile, rozando las diez y media de la noche, para que suene You're the one that I want. A Nerea se le ilumina la mirada y no es para menos, siendo Grease una de sus películas favoritas.

-¡RAOUL!- Chilla emocionada. El rubio, entendiendo al instante lo que quiere, se pone a cantar la canción. Nerea se mete inmediatamente en el personaje, fingiendo que fuma un cigarro invisible.

En el mismo banco que antes, Aitana esboza la primera sonrisa verdadera del día. No tenía ni idea de que le iba a hacer tanta ilusión. Ella solo pidió la canción por el grupo de Telegram del DJ por el significado del título y por ser su favorita de la película. Esta vez sí, se niega a disimular que está mirando a Nerea. Total, la mayoría de gente también lo está haciendo... Y digo la mayoría porque el grupo que siempre se fija en Aitana para hundirla no va a descansar de su rutina por ser un día especial.

-¡Eh!- Al reconocer la voz, la chica se tensa. Sin embargo, no aparta la mirada de la rubia.- Te estoy llamando.- Insiste Rubén. Como Aitana sigue haciendo caso omiso, es él quien se mueve hacia su campo de visión.- Bonitas vistas, ¿no?

-¿Qué?- La voz se le entrecorta cuando lo mira a la cara. Ya está, lo han descubierto. Si antes ya se metían con ella sin tener motivos, no se imagina cómo será ahora que saben que le gusta una de las chicas más populares del instituto.

-Que dejes de mirar a Raoul.- Aitana se extraña, pero decide no decir nada al respecto. Le viene muy bien que sigan asumiendo su heterosexualidad.- Ni se te ocurra meterte en medio.

-No tenía pensado hacerlo.- Responde con sinceridad. Puede gustarle mucho Nerea, pero jamás interferiría en una pareja.

-Genial. Ahora, ¿por qué no te piras y le quitas los ojos de encima?- Pregunta acercándose a su cara.

Con tal de no verle más, Aitana obedece. Se levanta y sale a la entrada del instituto, de donde ya se han llevado las urnas con los votos. Desbloquea su móvil mientras camina hacia el banco más cercano. Falta media hora para que coronen al rey y la reina. Se quedará media hora más después de eso y volverá a su casa. Sí, casi las doce es una buena hora para llegar. Sus padres no sospecharán nada.

Dentro, la canción acaba y Nerea se abraza a Raoul riendo. Se lo está pasando genial y la escena que acaba de vivir solo ha aumentado su felicidad. Lleva su mirada hacia el banco donde ha estado Aitana todo el baile, pero no la ve. Su sonrisa se borra al tiempo que comienza a buscarla entre la multitud.

-¿Qué pasa?

-Que ya se ha ido.- Esboza una sonrisa triste. Raoul mira en la dirección en la que estaba Aitana anteriormente y comprueba que su amiga tiene razón.

-Iría a por ponche o al baño.- Opina encogiéndose de hombros. Nerea asiente.

-Seguramente.- Le quita importancia con una mano y continúa bailando. Raoul no tarda en imitarla.

Vuelven a su juego particular de baile, pero la cabeza de Nerea se encuentra en otra parte. Y es que, aunque Aitana haya ido solo a por ponche, cuando vuelva verá que alguien más ha ocupado su sitio y la rubia ya no la tendrá en su campo de visión.

Lo mismo piensa la morena al haberse visto obligada a salir del polideportivo. Estaba tan feliz viéndola disfrutar... Suspira al comprobar, por cuarta vez, que no han pasado ni diez minutos desde que salió. Para matar el tiempo, decide subir un selfie a Instagram aprovechando que está sola. Ninguno de los que están dentro le sigue, pero su madre sí y querrá ver lo bien que le va la noche.

Cuando termina, pone una pierna sobre la otra y se echa hacia detrás para apoyar la cabeza en el respaldo del banco. La noche está preciosa: principios de verano, el cielo estrellado, la temperatura perfecta... Si al menos no estuviera sola, disfrutaría más de esa estampa tan bonita.

Ya que no tiene nada mejor que hacer, se permite fantasear un poco. Se imagina a Nerea a su lado, inventándose constelaciones y riendo con cualquier tontería, como siempre. Imagina lo que sentiría al coger su mano y entrelazar sus dedos. La imagina fingiendo que tiene frío solo para que Aitana la abrace.

Se permite ir un poco más allá y comienza a imaginar momentos ajenos a esa noche, como ir juntas a la playa, al cine o a cenar. Puede ver perfectamente a Nerea sonriendo mientras se come un helado sentada en su toalla. O sus ojos brillando en la oscuridad de la sala antes de que empiece a proyectarse la película. Aitana también sonríe, pero no es consciente de ello hasta que unos gritos y aplausos la sacan de sus ensoñaciones.

Mira hacia la puerta que lleva al baile y a continuación mira la hora en su teléfono: 23:03. Ya deben de haber dicho los ganadores y a Aitana le queda menos de media hora para poder irse. Comprobando que en su mente pasa más rápido el tiempo, vuelve a recostarse y sigue mirando las estrellas. Sin embargo, esta vez la interrumpen antes de lo que le gustaría.

-Pero bueno, Aitana, ¿qué haces aquí solita?- Esta vez, la voz no pertenece a Rubén, sino a un chico de su clase al cual le tiene más miedo aún. Se yergue poniendo las manos sobre sus rodillas para tener su cuerpo alerta. De poco le sirve cuando el chico se sienta a su lado.- Ya me ha contado Rubén tus intenciones con Raoulín.- La morena pone todo su empeño en no rodar los ojos.

-No tengo ningún tipo de intención con Raoul.- Contesta con calma.

-Ya, claro. Me vas a decir que ese escote es casual, ¿no?- Cuando se gira a mirar a Pedro, lo encuentra con la vista fija en su pecho y al miedo se le suma una incomodidad que nunca había experimentado. Traga saliva con fuerza y se mueve unos centímetros hacia la izquierda.- Ahora entiendo por qué a clase siempre traes ropa ancha...- Pedro lleva su mano al collar que decora su cuello y delinea su recorrido. ¿El problema? Que las pequeñas piedritas abarcan tanto como su escote, es decir, hasta la mitad de su tripa. Por suerte, Aitana consigue apartarle la mano antes de que le toque algo que no debe.

-No me toques.

-¿Sabes la cantidad de cosas que nos habríamos ahorrado si vinieras vestida así de sugerente todos los días?- Aitana se esfuerza por mantener la compostura, pero ve por el rabillo del ojo cómo él se muerde el labio de forma lasciva. En ese instante, decide huir. Sin embargo, cuando hace el amago de levantarse, Pedro la sujeta por el brazo y la arrastra al banco de nuevo.

-Suéltame, por favor.- Pide con voz tranquila, pero con el interior lleno de lágrimas.

-¿O si no qué?- Con fuerza, Pedro agarra sus dos muñecas y se inclina sobre su cuello aspirando su olor. Aitana se encoge sobre sí misma, apretando los ojos con aversión.- Nunca me había parado a pensar en lo bien que huele tu perfume.

-Suéltame.- Pide removiéndose, pero sin conseguir moverse.

Mientras esa horrible situación tiene lugar, Nerea sale del polideportivo con una sonrisa en la cara y una corona en la cabeza. Asiente con efusividad mientras sujeta el teléfono contra su oreja.

-¡Sí y además con mucha diferencia!- Se ríe levemente con las palabras de su madre,- Muchas gr...- pero entonces unos murmullos le hacen levantar la mirada.- Mamá, luego te llamo.- Cuelga con brusquedad y camina de igual forma hacia el chico que incomoda a la muchacha.- ¡Eh!- Grita con el ceño fruncido. La chica forcejea, pero él parece no darse por aludido. Cuando llega a su altura, lo empuja lejos de ella.- ¡Que la dejes! ¿Pedro?- Pregunta confundida. Solo entonces se gira para mirar quién es la chica y su pecho se encoge cuando reconoce a Aitana al borde de las lágrimas.

-¡Nere! ¡Enhorabuena!- Halaga señalando su corona con una sonrisa como si no hubiera estado a punto de destrozarle la vida a Aitana.

Las aletas de la nariz de Nerea se hinchan y su mandíbula se aprieta. Nunca se ha atrevido a contestarle mal a ninguno por miedo a perder esa posición de protección que tenía siendo su amiga. Ahora ya le da igual. Ha estado a punto de abusar de una chica, que sea Aitana es lo de menos, aunque eso la desgarre por dentro. Además, esta noche iba a ser un antes y un después, ¿no?

-Pírate.- Pedro la mira confundido.

-¿Qué dices, Nere?

-¡Que te largues, ostia!

-Pero, ¿por qué te pones así?

-¿Que por qué me pongo así? ¿Tú eres consciente de lo que ibas a hacer?- Aitana, desde su posición, respira tranquila al haberse quitado a Pedro de encima, pero permite que una única lágrima resbale por su mejilla.

-Esta zorra se quiere tirar a tu novio.

-No es verdad...- Murmura Aitana en voz baja.

-¡Que me la pela!- Grita fuera de sí y lo empuja con la poca fuerza que tiene.- ¡Que te pires!- Pedro alza las manos en señal de rendición y se va caminando fuera del recinto educativo. Nerea aún se queda un rato mirando cómo desaparece por la calle antes de girarse para mirar a Aitana.- ¿Estás bien?- Pregunta con dulzura. Aitana asiente.- Si quieres denunciar o...

-No.- La corta, mirándola a los ojos.- Gracias.- Nerea niega con la cabeza, quitándole importancia, y se sienta a su lado. Deja el móvil en el banco, para que haya una mínima distancia entre las dos. Se mantienen en silencio, sin saber qué decir. Nerea sigue enfadada y Aitana con miedo, pero por encima de eso están los nervios por estar hablando por primera vez con la chica que les gusta.

-No sé qué decir...- Confiesa Nerea unos minutos más tarde. Aitana baja la vista hacia su regazo y se encoge de hombros. La rubia, por el contrario, mantiene su vista fija en el perfil de la otra.

-No tienes por qué decir nada.

-¿Estás segura de que estás bien? Si quieres hablar del tema o algo...

-No, no. Estoy bien.- Contesta Aitana haciendo acopio de toda la tranquilidad con la que ha aprendido a actuar estos años.

-¿Puedo decirte algo?- La morena levanta la cabeza, confundida, y la mira frunciendo el ceño. Nerea no espera una respuesta y, con el corazón bombeando fuerte contra su pecho, continúa.- Estás preciosa.- Tras esas palabras, el color rojo se instaura en las mejillas de ambas, aunque el maquillaje no lo deje ver. Aitana no tiene ni idea de qué se responde en esos casos. Menos aún si su cabeza está hecha un lío por todo lo que acaba de pasar.

-Gracias...- Le sale en un susurro.- Tú también. Siempre lo estás y...- Al darse cuenta de lo que está a punto de decir, cierra la boca de inmediato y busca otra cosa que no la delate para acabar su intervención.- ...enhorabuena por ganar.- Nerea mira hacia arriba, sin ver la corona, y sonríe.

-Muchas gracias. Creo que... Nunca hemos hablado, ¿verdad?- Pregunta por seguir con la conversación, pues es demasiado consciente de que nunca ha hablado con ella. Aitana niega.- Es una pena que lo hayamos hecho por algo así.

-Ya.- Contesta la morena sin más. Seguramente haya quedado borde a ojos de Nerea, pero no puede decirle que prefiere eso a seguir siendo invisible para ella.

-¿Estás más tranquila?

Aitana se encoge de hombros. ¿Respecto a lo que pasó con Pedro? Sí, mucho más tranquila. ¿Eso de estar hablando con su crush? Lo lleva regular. Nerea interpreta este gesto como que sigue dándole vueltas a lo que pasó, así que decide hacerle pensar en otras cosas.

-¿Terminaste con buenas notas?- Aitana vuelve a fruncir el ceño.

-Qué cambio de tema...- Nerea se ríe, llevándose una mano a la boca para cubrirla. La morena eleva una de sus comisuras en una media sonrisa que significa muchísimo para cómo es ella realmente.

-Solo intento que pienses en otras cosas.- Se justifica tras apartar la mano.

-Ah, pues sí. No fueron tan buenas como las tuyas, pero...- Nerea aparta la mirada con vergüenza un par de segundos. Vuelve a mirarla cuando sigue hablando.- al menos me da de sobra para estudiar lo que quiero.

-¿Y qué es?

-Bellas artes.- Nerea sonríe ampliamente.

-¿En la UB?- Aitana asiente y el corazón de la rubia se desboca aún más. Pensaba que después del instituto nunca sabría nada más de ella, pero la tendrá cerquita. No coincidirán en la misma facultad, pero siempre pueden quedar por ahí para tomar algo.

-¿Y tú? ¿Qué vas a estudiar?

-Comunicación audiovisual.- Esta vez, el corazón que se desboca es el de la morena, porque ha hecho los mismos cálculos que Nerea hace unos segundos.- Estaremos a un par de kilómetros.- Verbaliza los pensamientos de ambas.

-Sí.- Responde esbozando una pequeña sonrisa.

-¿Tienes ganas de empezar?- Nerea se muerde el interior de la mejilla. Está haciendo demasiadas preguntas, mientras que Aitana casi no habla. Es demasiado transparente y la morena acabará descubriendo el interés que tiene por ella.

-¿Estás de coña? Estoy deseándolo.- Bufa y vuelve a recostarse como estaba antes de que llegara Pedro. Nerea la recorre con la mirada por segunda vez en el día, pero pronto devuelve la vista a su cara.- Solo espero que la gente no sea como la de aquí.

-Ya...- Suspira y apoya su codo en el respaldo del banco, adoptando una posición más relajada.

Cuando Aitana gira la cabeza extrañada porque Nerea no le haya hecho otra pregunta después de diez segundos de silencio, se da cuenta de que estaba absorta en su perfil. Lejos de avergonzarse, sonríen a la vez. Es el turno de la morena de analizar las facciones de la mayor. Mientras lo hace, se da cuenta de que una parte de sus pensamientos se cumplió: Nerea está ahí ahora, junto a ella bajo las estrellas y sonriendo.

Abre la boca para preguntarle si le gustaría inventarse constelaciones con ella, pero un taconeo firme las hace mirar hacia la entrada del instituto. Nerea sonríe al ver a una de sus amigas caminando tan decidida que no repara en su presencia. Así me vio solo cuando me coronaron reina, piensa, si esta va a lo suyo...

-¡Mire!- Exclama. La malagueña reconoce la voz y sonríe incluso antes de girarse a mirarla.

-¡Adiós Nere!- Sus ojos se abren con sorpresa al ver quién es la que está a su lado.- ¡Adiós!- Se despide de ella también, aunque duda que Aitana sepa quién es.

-Buenas noches.- Responde esta con un hilo de voz. Cuando el sonido de los tacones desaparece, Nerea vuelve a mirar a su acompañante con la misma sonrisa que antes.

-¿Ibas a decir algo?

-Era una tontería...

-Venga ya.

-Que sí...

-Dime.- Pide Nerea alargando la última vocal. La morena suspira y juega con sus dedos sobre su regazo antes de decirlo.

-Que si querrías...- Pero no termina la frase, porque el móvil de Nerea se ilumina entre las dos y, sin poder evitarlo, ambas bajan la mirada hacia la notificación emergente.

Mire❤: Tia no sabia k al final habias apostao eso con raoul

La luz se apaga, pero la situación no es la misma ni de casualidad.

-No me lo puedo creer...- Murmura Aitana más para sí misma que para la rubia.

-Aitana, no...

-¡No me digas que no es lo que parece!- Grita levantándose del banco.

-¡Es que no lo es!- Contesta imitándola y abriendo mucho los ojos.

-¡¿Ah, no?! ¡¿Qué has apostado?! ¡¿A que no te atreves a hablar con la asquerosa de Aitana?!- Añade lo último con una voz mucho más aguda. Se cuelga el bolso en el hombro y echa a caminar hacia el mismo sitio por donde se fue Mireya.

-¡Aitana, espera!- Coge su móvil para caminar tras ella.- ¡Escúchame!- La morena se gira, con los ojos echando fuego. Nunca había reaccionado así ante las ofensas, pero esto ha sido demasiado. No solo se ha sentido realmente en peligro, sino que todo ha sido un puto teatro orquestado por la chica a quien creía con un corazón de oro.

-¡Que pensé que me iba a hacer algo de verdad, joder! ¡¿Tú sabes el mal rato que he pasado para que ahora haya sido todo cosa tuya?!- Nerea niega rápidamente con la cabeza desde que termina la primera frase.

-Que no, Aitana, que yo no he hecho nada.- La morena bufa y continúa caminando.- ¡Escúchame!- Pide de nuevo.- ¡Por favor, no cometas el error de todas las películas previsibles!

-¿Qué películas? ¿Qué coño dices ahora?- Pregunta volteándose una vez más. Nerea, con el corazón en un puño y la cara compungida, procede a explicarse.

-En el clímax de una película, cuando a los protagonistas les va todo bien y parece que van a ser felices y comer perdices, siempre hay un malentendido.- Suspira.- Uno intenta explicarse, pero el otro no lo escucha y, cuando por fin se dignan a hablar, se dan cuenta de que se podrían haber ahorrado todo el drama.

-Ya, pero resulta que tú y yo no somos las protagonistas de una película.- Escupe con rabia. A Nerea se le acelera la respiración. ¿Acaso no ha entendido que tiene que escucharla antes de tomar la decisión de irse? Cuando Aitana hace el amago de continuar su camino, la rubia se pone tan nerviosa que suelta lo primero que se le pasa por la cabeza.

-Tú siempre eres la protagonista de las mías.

-¿Qué?- Pregunta más confusa que cabreada.

-Nunca te haría algo así. Ni se me pasaría por la cabeza jugar con ese tipo de situaciones...- Camina hacia ella y le coge la mano.- Escúchame, por favor.- Aitana, haciéndose más daño a ella que a la rubia, le suelta la mano y se cruza de brazos.

-Está bien... Habla.

-Gracias.- Suspira quitándose un peso de encima.- No hay ninguna apuesta, porque no llegué a aceptarla. Raoul estaba convencido de que los dos íbamos a ser los reyes del baile, pero yo creía que la reina iba a ser Carlota. Me dijo lo típico de: "¿qué te apuestas?" y al final no me hizo ninguna gracia lo que me propuso.- Llegadas a este punto, Nerea comienza a temblar. Sabe que tiene que contárselo todo si quiere que le crea, pero es desnudarse sentimentalmente.

-¿Y qué era?- Pregunta Aitana retomando su tono de voz suave, aunque consciente de que ahora llega la parte que la incumbe a ella.

-Hablarte, pero no porque seas una "asquerosa"- explica haciendo las comillas con los dedos.- ni mucho menos, sino porque...- Traga saliva pesadamente. En la cabeza de Aitana algo encaja y se pone en tensión.- porque me...- ¿Será posible que, después de todas las veces que se lo ha imaginado, esté pasando de verdad?- porque... uf.- Nerea resopla y se echa el pelo hacia un lado.- Porque me gustas, joder. Me gustas mucho, muchísimo.

La rubia se espera un grito, una risa que se burle de ella o incluso que el repiqueteo de sus tacones vuelva a sonar alejándose de ella. Sin embargo, Aitana se limita a quedarse frente a ella, sonriendo cada vez más. Es la morena quien da un paso hacia delante para coger las manos de Nerea, que siguen temblando.

-Pero, ¿entonces no estás con Raoul?- Nerea ya no lo aguanta más y rueda los ojos.

-Que soy bollera, coño. Que ni estamos juntos, ni lo estuvimos, ni lo vamos a estar.

-Me alegro.- Expresa con sinceridad. Ambos corazones se aceleran cuando Aitana se echa hacia delante para dejar un beso en la mejilla de Nerea.- Entonces... ¿La apuesta era declararte?- La rubia asiente bajando la mirada al suelo.- Y no la aceptaste.

-No.

-Pero te has declarado.- Nerea la vuelve a mirar.

-No podía dejar que te fueras creyendo que había hecho algo tan horrible.

-Siento mucho haber dudado de ti.- La suelta con delicadeza para posar las manos en sus hombros desnudos.

-Es comprensible, pero deberías haberme escuchado antes.- Sonríe levemente. Aprovecha que Aitana ha dado el primer paso para posar las manos en su cintura.- Lo que te dije antes de que estabas preciosa era verdad.- Esta vez, es la morena quien sonríe.

-Yo tampoco mentí. Ese vestido te queda genial y pareces una princesa con él.- Confiesa bajando la voz.- Estuve a punto de decirte que me encantabas, pero me frené a tiempo.- Aitana traga saliva, temerosa por haber dicho en alto su mayor secreto.

-¿Te encanto?- Pregunta burlona para ocultar las ganas que tiene de que la respuesta sea afirmativa.

-Desde que llegué en primero.- Nerea abre la boca con sorpresa. Dos años. Se empezaron a gustar en el mismo momento.- Creí que me habías pillado muchas veces mirándote.

-¡No!- Exclama riéndose.- ¡Yo creía que me pillabas tú a mí!

-No puede ser...- Murmura en bajo antes de reírse. Hacía cuánto que no se reía de una forma tan sincera...

Se quedan mirando en silencio, ambas con una sonrisa plasmada en la cara. Aitana sigue con sus manos en los hombros de Nerea. Esta continúa sujetando la cintura de la menor. No se sabe cuál de las dos es la que se acerca primero, pero se besan. Es un pico tímido e inocente que las deja con ganas de más.

Es Aitana la que, subiendo una mano a la nuca de la rubia, junta sus bocas de nuevo en un beso más profundo. Nerea abraza por completo la cintura de la morena y pega sus cuerpos. Cuando Aitana hace el amago de separarse, Nerea succiona su labio inferior haciéndola suspirar.

-Madre mía, Nerea.- Susurra.

-¿Todo bien?- Pregunta sonriendo de lado. Aitana no responde verbalmente, sino que coge las mejillas de Nerea y vuelve a besarla. Piensan entregarse a una batalla de besos otra vez, pero una voz las interrumpe.

-¡Nerea! ¡Nere- ostia puta!- Exclama Raoul cuando ve la situación. La rubia entierra la cabeza en el hombro de Aitana muerta de vergüenza. Esta, por su parte, se limita a reír.- Madre mía, lo siento muchísimo. De haber sabido esto me hubiera ido a otro sitio. Dios mío, qué fuerte.

-Raoul, ¿qué pasa?- Corta su verborrea.

-Que quieren que los reyes bailemos una canción, pero es que ahora me parece muy absurdo.- Explica con una sonrisa. Nerea coge la mano de Aitana y esboza una sonrisa tímida.

-¿Me disculpas los cuatro minutos que dura la canción?

-Claro, pero ahora que puedo mirarte sin disimular yo no me quiero perder esto.

Caminan los tres juntos al interior del polideportivo. El ambiente está mucho más cargado de lo que Aitana recuerda y arruga la nariz involuntariamente. Nerea suelta su mano y va a colocarse en el centro de la pista. Sin embargo, Raoul no la sigue.

-Ve tú.

-¿Qué?- La voz le sale estrangulada.

-Yo no soy quien tiene que bailar una canción romántica con ella.

-Pero yo no... No puedo...

-Que sí. Ve.- Le da un pequeño empujón, suficiente para que todo el público mire hacia ella.

Aitana traga saliva pesadamente mientras camina hacia Nerea. La rubia sonríe ampliamente cuando la ve, pero ella se siente extremadamente expuesta. Empieza a agobiarse cuando un murmullo va creciendo por todo el lugar, pero cuando llega a ella y le pasa las manos por la cintura, todo lo de alrededor desaparece. Al menos hasta que...

-¡Vamos, hombre, no me jodas!

-¡Cállate, Rubén!- Espeta una de las profesoras.

-¡Vamos, tío!- Le dice a Raoul ignorando las palabras de Laura.- ¡Eres tú quien tiene la corona!- El rubio sopesa sus palabras, hasta que acaba asintiendo. Camina hasta el centro de la pista y, ante la atenta mirada de las dos chicas, se quita la corona y se la coloca a Aitana.

-Cuídamela.- Nerea piensa que se refiere a la corona y está a punto de insultar a su mejor amigo por pijo, pero entonces la morena responde.

-Siempre.- Y Nerea se da cuenta de que se refieren a ella.

La música empieza a sonar y el chico abandona la pista para dejar que la verdadera pareja disfrute de su momento. Nerea pasa sus brazos por los hombros de Aitana, entrelazando sus dedos por detrás de su cuello. Ve y escucha flashes a su alrededor, pero solo puede concentrarse en los ojos pardos que están frente a ella.

Aitana, por su parte, se pierde en el marrón de los de Nerea. Cuántas veces habrá deseado estar así con ella y ahora que lo tiene se da cuenta de que sus fantasías no tienen ni punto de comparación con la realidad. En ellas no tiene el tacto de su vestido, ni el olor que desprende, la música no es la misma y lo que hay alrededor siempre se difumina.

En la realidad, los flashes y el murmullo entorpecen su ecuación perfecta, pero no les importa. Ambas saben que al día siguiente se subirán las fotos. Fotos que tacharán a Nerea de infiel, a Raoul de cornudo y a ambas de bolleras. ¿Lo mejor? Que no puede importarles menos. Es el último día que van a pisar el instituto y, como lleva diciendo Nerea toda la noche, después de esta noche comienza una nueva vida.

Por eso, ignorando todo lo que puedan decir de ellas después, coge las mejillas de Aitana y le planta un beso en los labios delante de todo el mundo. Y sonríen. Porque sí, porque en ese momento son las personas más felices del recinto y porque, desde luego, el baile marca un antes y un después en sus vidas.

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