Capítulo 5
Un grito aterrador levantó a todos en la casa. Dick salió inmediatamente de la cama y Jason cayó del sofá. Ambos emprendieron el recorrido hacia el origen del escándalo. No tardaron mucho en llegar a la habitación de Tim. Dick abrió estrepitosamente la puerta con una patada, la cual quedó parcialmente colgada.
-¿Están bien? –Dick exclamó confundido, esperando una tragedia o a alguien herido-.
-¿Tim? –Jasón preguntó en cuanto vio a Damian solo sobre la cama-. ¿Dónde estás Tim? –Le preguntó a la habitación-.
-¡Odio esto! –Tim respondió desde el baño-.
-¿Qué pasó? –Jason demandó al pequeño Damian, quien se tallaba los ojos intentando despabilarse-. ¿Estás bien? –Le inquirió sentándose a un lado-.
-¡Se orinó en la cama! ¡Eso pasó! –Tim contestó saliendo del baño con solo una toalla rodeando su cintura-.
Jason se levantó enseguida. Palpó su pantalón que se había también humedecido. Dick soltó una carcajada, siendo no muy bien visto por los otros hermanos mayores.
-¡Todo es tu culpa, Dick! ¡Tú lo dejaste aquí! –Tim acusó lanzándole un cojín tirado-.
-¡No es para tanto! ¡No exageres! –Dick alegó recibiendo el golpe en la cara-. Sólo lava lo que se mojó.
-¡Los odio! –Tim exclamó regresando al baño-.
Se oyó la regadera abrirse y a Tim maldecir.
-No aguanta nada... -Dick habló caminando hacia la puerta-.
-¿Qué haces, a dónde vas? –Jason preguntó siendo detenido por la mano de Damian-.
Jason volteó y enfocó su mirada en su cara sonrojada y su bostezo inminente.
-Tengo hambre... Voy a desayunar algo... –Dick respondió sonriendo-.
-¿Qué? ¿Y luego? ¿Qué va a pasar con Damian? ¡No se puede quedar solo! –Jason aclaró tomando la mano del menor-.
-Tú y Tim están con él, ¿no? –Contestó deteniéndose-. Además, sólo voy a comer algo...
-No, yo hablo de ¡esto! –Jason exclamó señalando a Damian quien tocaba la cama húmeda-.
-¿Qué tiene?
-¿Estás ciego? ¡Damian necesita un baño!
-¿Bromeas, cierto? –Dick habló cruzándose de brazos-. Ni aunque me pagaras voy a ver a Damian desnudo. Eso es muy raro y ya tuve suficiente con llevarlo al baño.
-¿Y eso qué? Se supone que tú estás a cargo, así que tú deberías cuidarlo.
-¡Tienes razón, estoy a cargo, así que te ordeno que tú lo bañes!
-¡¿Qué?! ¡Olvídalo!
-¡Sólo hazlo!
Damian apretó más fuerte la mano del renegado.
-Hola, Jay... -Damian saludó sonriéndole-.
Jason sonrió devolviéndole el gesto.
-¡Ni loco! –Tim exclamó saliendo del baño completamente desnudo y mojando la alfombra con jabón-. ¡Yo baño a Damian!
"¡Debo estar estúpido si dejo que Jason lo vea desnudo!" Tim concluyó en sus pensamientos. Tomó al ojiverde de la mano y lo arrastró con él a la ducha. Los otros dos permanecieron estáticos ante la acción inexplicable del menor.
-¿Lo ves? Todo arreglado... -Dick completó palmando al renegado en la espalda-. Ahora, ¿qué te parece si nos haces algo para desayunar, Jason?
El nombrado frunció el ceño.
-¿Qué, me viste cara de "mamá" o qué? –Expresó ofendido-.
-Nos lo debes... Todo por tu borrachera, nadie comió ayer...
-¡Cállate! –Jason refunfuñó saliendo de la habitación-.
Dick fue detrás de él.
Pasaron algunos minutos antes de verlos a todos aseados y reunidos en la cocina. Dick miraba atento su celular mientras Jason revisaba las alacenas y buscaba los ingredientes necesarios para un desayuno bien provisto. Los siguientes en llegar fueron los dos menores; Tim más molesto que de costumbre y Damian sonriente y desinhibido como nunca. El tercer petirrojo guio al más pequeño a la mesa, lo sentó acompañándolo a un lado.
-¿Todo está bien? –Dick le preguntó al malhumorado-.
-¡Cállate! –Tim suspiró lanzando una mirada furiosa-.
-¿Qué se supone que pasó aquí? –Jason preguntó confundido-. La mitad de la comida desapareció...
Tim se encogió de hombros al escuchar la pregunta.
-Se-seguramente Titus se comió lo que pudo alcanzar de la mesa... -Tim alegó nerviosamente-.
-¿Tú crees? –Jason exclamó rascándose la cabeza-.
-¿Qué pasa con el desayuno, Jason? ¡Tengo hambre! –Dick reclamó chocando su cabeza en la mesa-.
-Jay, tengo hambe... -Damian habló mirando a Jason-. Hambe...
El renegado sonrió mirándolo ser tan tierno.
-No lo molestes, Damian... -Tim ordenó tallándose la cara-.
-Tengo hambe, Timmy...
Tim volvió a suspirar. También chocó su cabeza contra la mesa.
-¿Qué quieres comer? –Jason le preguntó acariciando su cabello-.
-Manzanas... -Respondió luego de mucho pensar-.
El renegado echó su cabeza hacia atrás. Torció la boca lamentando el pedido del menor.
-¿No quieres cereal, Damian? –Le preguntó tomando una de las cajas y mostrándosela-. No hay manzanas... De hecho, no hay casi nada...
-¿Qué? Pero Alfie dijo que las alacenas estaban bien provistas. – Dick mencionó levantando la cara-.
-Pues, creo que Titus se dio el gran festín de su vida... Falta mucha comida... Y el pan que hice ayer desapareció...
-¡No molestes a Jason, Dick! ¡Si él dice que no hay nada, es que no lo hay! –Tim intervino antes de que se presentaran más conjeturas-.
-Creo que debemos ir de compras... -Jason sugirió sirviendo un poco de cereal para el ojiverde-. Además, pienso que Damian necesitará unos biberones y chupones... Entre otras cosas...
-¿Estás bromeando? ¡Es ridículo! –Tim exclamó arrebatando la caja de cereal y sirviéndose él también-. ¡Es un tipo de quince años!
-¡Pero él cree que es un niñito! –Jason argumentó sirviendo leche en el plato del ojiverde-.
Se sentó junto a él y le dio una cuchara.
-¡¿Y qué?! –Tim exclamó vaciando también un poco de leche en su plato-.
-¡Si Damian necesita un biberón, iremos a comprarle uno! –Dick ordenó cogiendo el cereal y la leche-.
-¡¿QUÉ?! ¡ES RIDÍCULO!
-¡Y todos iremos de compras! ¡Estamos en esto juntos y juntos lo resolveremos!
-¡Cállate, Dick! ¡No quieras parecer el líder! –Tim exclamó más molesto que cuando llegó a la cocina-. ¡No quieras calmar tu culpa!
-No vamos a empezar el juego de la culpa, así que termina tu cereal e iremos al súper mercado enseguida. –Dick comentó retomando su desayuno-.
Los cuatro comieron en silencio. Recogieron sus chaquetas y prepararon una de las camionetas para salir de compras. No hubo necesidad de escoger un conductor, pues Dick quedó descartado por el incidente de anoche y a Tim no le volverían a soltar el volante mientras ellos estuvieran juntos. Así que fue Jason quien se ocupó de la conducción. Timothy se afilió el papel del copiloto mientras Dick se encargaba de Damian en el asiento trasero.
-¿A dónde vamos, Dick? –Damian preguntó acomodándose en el asiento-.
-Iremos de compras. –Respondió ajustando el cinturón de su hermano menor-.
-Iremos a comprar manzanas... -Jason completó encendiendo el auto-.
Tim frunció el ceño y se cruzó de brazos.
"¿Por qué tiene que ser tan maternal con él?" Tim se preguntó molesto.
No pasó mucho tiempo hasta verlos bajarse en el estacionamiento del supermercado. Arribaron a su destino sin ningún contratiempo y sin más plática que las burlas hacia Dick por su jocosa historia con el agente de tránsito.
Sin embargo, justo en las puertas del establecimiento, Dick soltó a Damian y se lo encargó a Jason. Se guardó el teléfono que sostenía en la mano y se peinó el cabello.
-Adelántense, vuelvo en seguida. –Aclaró sonriendo y despidiéndose-.
-¡¿Qué?! ¡¿A dónde demonios vas, Dick?! –Tim preguntó bloqueándole el camino-.
-Ahora vuelvo... No tardo... -Respondió dando otro paso-.
Pero el pie del menor fue más rápido al patear su espinilla y provocarle un tropiezo.
-¡Eres un mentiroso! ¡En realidad viniste a ver a alguno de tus novios! ¡¿Se quedaron de ver aquí, no es cierto?! –Tim inquirió molesto-. ¡Por eso nos convenciste de venir!
-¡¿Y eso tiene algo de malo?! Soy joven y tengo necesidades... -Dick comentó desde el suelo-.
-¡¿Es en serio, Dick?! ¿Sólo por eso vinimos hasta aquí? –Jason preguntó interviniendo-. ¡No creí que fueras tan egoísta!
-¡Tienes "necesidades" todos los días! –Tim regañó cruzándose de brazos-. ¡Siempre estás de "cita"! ¡Si ayer hubieras estado, nada de esto habría pasado!
-¡¿Me van a culpar?! ¡Ustedes no son tan inocentes! ¿Ustedes dónde estaban? ¿Por qué estabas bebiendo, Jason?
-¡No estaba bebiendo! ¡No sé lo que pasó! ¡No fue mi intención! ¡Y esos no son tus asun... –Jason se trabó sintiendo la mano del ojiverde apretándolo-.
-¡Como sea! ¡Ahora no vamos a discutir eso! ¡Cuiden a Damian en lo que vuelvo! –Habló levantándose y sacudiéndose-. ¡Iré a posponer mis otros compromisos, juro que no tardo! –Agregó abandonando a sus hermanos-.
-¡Dick! ¡¿En serio te vas a ir?! –Tim exclamó gritándole al cada vez más alejado ex Robin-.
-¡No me tardo! -Dick explicó despidiéndose con un ademán-.
Los dos petirrojos mayores torcieron su cara molestos. Damian ladeó su cabeza tratando de comprender lo que estaba pasando. Jaló a Jason señalando el interior del establecimiento.
-Vamos, Tim... Acabemos con esto y abandonemos a Dick aquí. A ver como vuelve a casa... -Jason ordenó dirigiéndose al interior-.
Tim buscó uno de los carritos del supermercado y atrajo uno. Apenas se acercó a Jason y Damian y éste último pidió que lo subieran al interior del pequeño transporte.
-No... -Tim señaló alejando el carrito-.
-Timmy... quiedo id en el cadito... -Damian demandó jalando de la chaqueta al ojiazul-.
-Dije que no...
-Ya déjalo, Tim... Súbelo al carro... -Jason insistió sonriendo y sacudiendo el cabello de Tim-.
-¡¿Y cómo voy a hacer eso?! ¡Ni siquiera cabe dentro! –Tim refutó tomando la mano de Damian-. ¡Olvídalo, lo llevaré a la sección de dulces y juguetes...! Llámame en cuanto termines de encontrar lo que necesitamos...
-¿Estás seguro? –Jason inquirió, pero Tim ya no lo escuchó-.
Los dos menores se perdieron al dar la vuelta en uno de los pasillos. Tim lo condujo silenciosamente entre los estantes repletos de productos.
-¿Pod qué estás enojado, Timmy? –Damian le demandó mirándolo con los ojos más enormes del mundo-.
-No estoy enojado...
-Chi, chi estás enojado...
-No, no lo estoy...
-¿Hice algo malo, Timmy?
Tim se detuvo en seco al escuchar su vocecita preguntando algo tan serio. Giró su cabeza para mirarlo fijamente. Nuevamente, su mirada esmeralda inundada en aquellas centellas repletas de hadas y unicornios lo cautivó tranquilizándolo al instante.
-¿Por qué me preguntas eso? –Le inquirió al menor colocándose frente a él-.
-¿Te duele algo, Timmy?
-¿Qué? ¿Por qué preguntas eso?
-¿Es podque Jay no te abaza?
-¡¿Quéééé?! ¡¿De dónde sacaste eso?!
-Yo chi te quiedo, Timmy... -Damian agregó dándole un pequeño, efímero y cariñoso beso en la mejilla-.
Tim se sonrojó y alzó los ojos distrayendo su atención. Optó por adjudicar ese extraño comportamiento y comentario al estado convaleciente de su hermano. Lo volvió a tomar de la mano y continuaron su viaje al ala de dulces y juguetes.
Una vez adentrados en los pasillos decorados en tonos pastel y figurines publicitarios, Tim le indicó al ojiverde que podía tomar lo que quisiera; lo que el menor aprovechó para brincar alegremente por todas partes. Se dio vuelo con los caramelos y los chocolates; pieza que cogía, pieza que le daba a Tim para que la sostuviera. Así pronto, los brazos del mayor se vieron repletos de golosinas coloridas.
Aunque se tomaron su tiempo para escoger los dulces, Damian no se olvidó de ir al área de juguetes, por lo que cambiaron el ambiente a uno más ruidoso, con otros niños alrededor y sus padres. Tim frunció el ceño al mirar el desorden que se propagaba por todas partes.
-Escoge un juguete, Damian, ya debemos irnos... -Tim le indicó sonriendo-.
El ojiverde asintió escudriñando todo el lugar. Revisó las pelotas, las figuras de acción, los juegos de mesa, pero nada más llamó su atención como un muñeco de felpa con la forma de un perro blanco.
-¡Quiero éste! –Exclamó tirando de él, extrayéndolo del estante-.
-¿Seguro? –Tim preguntó mirando algunos pequeños muñequitos-.
Pero en lugar de obtener una respuesta, recibió los lloriqueos de Damian. Giró alarmado, pues pensó que se había golpeado con algo o incluso que estaba haciendo un berrinche. Sin embargo, se encontró con otro niño que le había arrebatado el muñeco y ahora huía cobardemente.
Tim frunció el ceño, pero en un inició lo ignoró. Se acercó a Damian para calmarlo, pero en cuanto lo vio, el ojiverde se le lanzó encima para abrazarlo, tirando la pequeña montaña de dulces que cargaba.
-¡Mi peddito! ¡Se llevó mi peddito! –Le dijo llorando sentimentalmente-.
-No llores, Damian... la gente nos está mirando. ¡Y no exageres, busquemos otro muñeco!
-¡Quiedo mi peddito! ¡Timmy, quiedo mi peddito!
-Ya, cálmate...- Tim decía mientras buscaba otro muñeco-.
Pero debió hurgar en lo más profundo de los estantes para no encontrar absolutamente nada. Encontró gatos, pájaros, unicornios, jirafas, pero ningún otro perro blanco. Le ofreció decenas de otros muñecos, pero Damian no disminuía su llanto rechazando las opciones. La gente ya no sólo miraba, sino que murmuraba y comenzaba a reírse.
Tim se lamentó negando con la cabeza. Abrazó al menor mientras una de sus manos palmeaba su espalda y la otra acariciaba su cabeza.
-Ya..., ya..., ya..., Ya no llores, te conseguiré otro, ¿sí? Ya no llores...
-¡Mi peddito!
-Ya... ya no llo... -Tim interrumpió sus palabras en cuanto miró al niño culpable cargando al muñeco que había hurtado-.
Soltó a Damian y corrió disparado hacia el infante. Le bloqueó el paso y le quitó de las manos el dichoso perro.
-¡Oye! ¡Eso es mío! ¡Dámelo! –El niño, como de diez años, alegó al mirarse despojado de su juguete-.
-¡Escuincle mentiroso! ¡Mi hermano lo vio primero! ¡Así que fuera de mi vista! –Tim aclaró dando media vuelta y regresando donde Damian-.
Pero el chiquillo arremetió contra Tim pateándolo y recuperando el peluche. Se echó a correr en cuanto tuvo entre sus manos el objeto de la discordia.
-¡¿Cómo te atreves?! –Tim gruñó furioso-.
Salió en persecución. Lo siguió a lo largo de algunos pasillos tirando un par de productos a su paso. Sus habilidades le valieron bien para esquivar cajas, personas y evitar más desorden, así también el alcanzar al escurridizo niñato. En cuanto lo tuvo cerca, lo asió de la ropa. Le arrancó el peluche y lo liberó inmediatamente.
-Vete de una vez, niño... ¡Y ya no molestes! –Tim habló regresando por donde vino-.
Encontró a Damian en el lugar exacto donde lo dejó, seguía llorando, pero en cuanto vio al perrito blanco de felpa, se alegró repentinamente. Abrazó el muñeco como si de su vida se tratara. Tim también se contagió irremediablemente.
-¿Ya estás mejor, Damian? –Le inquirió acariciando la cabeza-.
-¡Chi! –Damian respondió volviendo a besar a Tim-.
El mayor se sonrojó nuevamente. Mejor enfocó su atención en recoger los dulces regados en el suelo. Sin embargo, preferible hubiera sido que se concentrara alrededor, pues un adulto de grandes tallas, acompañado por el chiquillo de hace unos momentos, empujó a Damian arrojándolo contra uno de los estantes. Una vez en el suelo, le arrebató el peluche dándoselo al más chico.
-¡Fue él, papá! –El niño acusó señalando a Tim-.
El tercer petirrojo estuvo más preocupado por ver a Damian en el suelo que por el puñetazo que recibió en la cara y lo lanzó también al suelo.
-¡No se le vuelva a acercar a mi hijo, ¿entendido?! –El señor gritó enardecido, dándose la vuelta e invitando a su niño a abandonar el lugar-.
A Tim lo cegó la ira y no escatimó en su impulso para saltarle al hombre encima y golpearlo hasta que el personal de seguridad llegó a separarlos. Por supuesto, Tim no se fue limpio del todo. Los llevaron a las oficinas del supermercado, separándolos en distintas habitaciones. Damian no dejaba de llorar mientras Tim lo abrazaba para consolarlo. El mayor bufaba iracundo sosteniendo un pañuelo en su nariz.
Jason trataba de seleccionar algunas manzanas cuando en el altavoz del lugar escuchó su nombre.
-"Se solicita la presencia del señor Jason Todd en las oficinas administrativas, favor de presentarse a la brevedad." –Se escuchó en cada rincón de la tienda-.
El renegado creyó escuchar mal, pero fue una repetición lo que lo hizo suspirar molesto.
-¿Ahora qué hicieron? –Se inquirió abandonando el carrito de las compras-.
Los chicos esperaron cerca de una hora mientras Jason llegaba y arreglaba el problema. Pues los destrozos en la tienda no iban a solucionarse solos, así como el inconveniente con el muñeco de felpa.
El padre del niño no iba a presentar cargos, pues él también había incurrido en un delito al golpear a Damian, un menor que no tenía mucho que ver en el embrollo. Así que en cuanto Jason pagó los daños, pudo encontrarse con Tim y Damian.
El ojiturquesa entró a la habitación y se cruzó de brazos en cuanto vio el fachoso estado en el que Tim se encontraba. El menor alzó la vista y gruñó ofendido.
-Antes de que me culpes, debes saber que ese sujeto y su mocoso diabólico me golpearon primero. –Tim comenzó a justificarse en cuanto se puso de pie-. ¡Y ese sujeto enorme empujó a Damian! ¡¿Qué tal si lo volvía a herir?! ¡Además el escuincle le quitó su juguete a Damian y no iba a permitírselo! ¡Y... y... y...
-¿Todo por un muñeco? –Jason inquirió estoicamente-.
-¡No pasó como seguramente los encargados de la tienda te dijeron!
-Me mostraron el video de seguridad...
-¡Pues entonces debes darme la razón! ¡No fue mi culpa!
-¿En serio, Tim? ¿Todo eso por un triste juguete?
-¡Pero hicieron llorar a Damian y...!
Jason sonrió en el instante de interrumpir al menor con un beso. Tim abrió los ojos sorprendido en cuanto percibió la humedad de los labios del renegado sobre los suyos. El momento apenas fue apreciable, pues así como comenzó, se terminó inevitablemente.
Tim permaneció mudo y sonrojado mientras Jason se dirigía al lacrimoso Damian.
-No te preocupes, Damian, mañana te traeré muchos muñecos... -Jason le dijo tomando su mano y dirigiéndose a la puerta-.
Tim los siguió silencioso y estupefacto.
Los tres recuperaron sus compras y pagaron en la caja. Damian redimió su sonrisa en cuanto vio los dulces que había escogido. Los dos mayores no emitieron comentario alguno de lo sucedido en las oficinas. Dedicaron todo su tiempo en llevar sus compras al auto, sobre el cual, Dick esperaba sonriente y con algunas bolsas de comida rápida.
-Miren quién se dignó a aparecer... -Jason exclamó brindándole una mirada desdeñosa-.
-Sólo fui a cancelar todas mis citas y a comprar el almuerzo... No se enojen...
-¡Si, claro! ¡Y el motel cruzando la avenida no tiene nada que ver! –Tim aclaró abriendo la cajuela de la camioneta-.
-Obviamente, tuve que llenarme de energía de reserva, pero ya estoy aquí...
-Como sea, te toca cuidar a Damian mientras Tim y yo nos encargamos de la cena y la casa, ¿entendido, líder? –Jason inquirió subiendo las bolsas a bordo-.
-Por cierto, ¿qué te pasó Tim? Traes morada la cara.
-Luché contra un tipo de tres metros por rescatar un perro blanco de peluche... -Respondió estoico-.
-¡Sí, claro! –Dick expresó burlonamente-.
Los tres terminaron de subir las compras. Dick se ocupó de Damian para subirlo al asiento, mientras los otros dos irrumpían en el frente. Regresaron a casa tranquilamente. Comieron en el auto compartiendo la anécdota del supermercado. Arribaron sin más a la cochera. Dick se dirigió a la habitación de Damian para acostarlo dejando la tarea del descargo de los suministros a los otros dos.
-Jason... -Tim llamó llevando las cosas a la cocina-.
-¿Qué sucede? –Respondió el renegado depositando las compras sobre la mesa-.
-¿Qué fue eso?
-¿Qué cosa?
-Ya sabes de qué hablo...
-No, no sé...
-Jason, ¿por qué me besaste?
Ambos se sonrojaron al oír la pregunta.
-Porque quise... -Respondió volviendo al garaje por más bolsas-.
-Jason, hablo en serio...
-¿Quieres ver una película en la noche? –Jason preguntó ignorando el tema-.
-¡Jason! –Tim llamó deteniendo el avance del mayor-.
Jason levantó la cara evitando ver a Tim de frente.
-Dime... -Tim insistió posando las manos en sus brazos-.
-Es que... Bueno... Es que... me dio ternura ver cómo reaccionabas por Damian... -Jason respondió ruborizándose y desviando la mirada-. Fuiste muy noble al actuar así...
Tim observó su creciente vergüenza.
-Creo que serías una linda mamá... -El mayor completó riendo nerviosamente-.
El corazón del ojiazul latía lo suficientemente veloz como para comenzar a quitarle el aliento. Se debatió en una batalla interna, en la cual mandó todos sus miedos y dudas al infierno para decidirse a besar al chico frente a él. Hacía poco más de un año que se sentía así, pero no halló jamás el valor para revelarse. Estúpidamente ayer cometió un gravísimo error que bien pudo transformarse en una tragedia. Y de saber que debió ser sincero con él desde el inicio, sólo lo hace sentir muy tonto al respecto. De todos modos, aun temblando, atrajo a Jason hacia él e impregnó sus labios de los suyos.
Su momento les perteneció escasamente unos segundos, pues Dick entró corriendo al garaje, tropezando con las bolsas que aún permanecían en el suelo, derribando a Tim y haciéndolo estrellarse de cara contra la camioneta.
-¡Demonios, Dick! –Tim expresó tallándose el rostro, intentando disminuir el dolor que sentía-.
-¿Qué pasa? –Jason demandó recogiendo las bolsas del suelo-. ¡Mira lo que hiciste, destrozaste las galletas que comp...
-¡Damian desapareció! –Dick exclamó interrumpiendo a los otros dos-.
-¿Qué? –Tim preguntó poniéndose de pie-.
-¡Damian no está en su habitación!
-Te lo acabas de llevar, ¿no?
-¿De qué hablas, Dick? –Jason interrogó recogiendo más bolsas-.
-¡Damian desapareció! ¡No está! ¡No lo encuentro!
-¿Hablas del pequeño lisiado que cree que es un niñito indefenso? –Tim inquirió confundido-.
-¿Acaso tenemos otro?
-Pero te lo llevaste a su habitación para que siguiera durmiendo...
-¡Y eso hice! Lo dejé acostado en su cama, fui a mi habitación a dejar mi chaqueta y cuando volví ya no estaba.
-¿Es una broma? –Tim preguntó nervioso-.
-¡Noooo! ¡Damian no está!
-¿Lo buscaste bien? Quizá se cayó de la cama.
-Revisé toda la habitación y no tardé mucho en volver de la mía... Quizás unos treinta segundos...
El segundo y tercer petirrojos se miraron incrédulos.
-¡Da-mi-an de-sa-pa-re-ci-ó... ! –Dick afirmó sujetando a los otros dos de la ropa-. ¡Vamos a buscarlo! ¡¿Qué esperan?!
Los tres arribaron a la habitación que, efectivamente, se hallaba completamente vacía. Jason se acercó a la ventana, la cual sólo fingía estar cerrada, pues junto al seguro interior, un hoyo en el vidrio se erguía evidenciando a un intruso.
Continúa capítulo 6...
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