Capítulo 20
Jason comenzaba a cerrar sus ojos cuando el beso se terminó. Ambos se miraron un par de segundos antes de sonreírse mutuamente.
-¿Ti-Tim...? –Expresó Jason curioso y deseoso-.
-Me gustas... -Interrumpió Timothy justo antes de besarlo nuevamente-.
Los dos se entregaron reiteradamente muy a pesar de la incredibilidad en Jason y la falta de sentido de la realidad en Timothy. Se adentraron tanto en su momento que no atendieron a los que recién llegaban ante sus presencias.
-¡TIMMY! –Exclamó Damian gustoso-.
Aquella voz estremeció a Jason provocándole un sobresalto que lo hizo girar su cara, concluyendo el beso que dejó sin aliento a Timothy, quien ciertamente terminó la velada desmayándose en el momento preciso.
-¡Por todos los santos del cielo! –Expresó Alfred cubriendo los ojos de Damian-. ¡¿Qué se supone que hacen?! –Les reclamó contrariado-.
-¿Qué, qué pasa? ¿Descubriste algo? –Preguntó Dick al llegar junto a Alfred-. ¡POR EL DEMONIO, ¿QUÉ RAYOS ESTABAN HACIENDO?! –Les gritó casi arrancándose los cabellos, descubriendo a los dos más jóvenes en semejante posición-. ¡RAYOS, JASON, TIM... ¿QUÉ LES HE DICHO SOBRE LAS RELACIONES SEXUALES EN ESTA CASA?!
-Amo Jason, amo Timothy, están en serios problemas... -Señaló el abuelito dando media vuelta-.
-¡¿Alfred?! –Preguntó Jason atónito, palideciendo en menos de un parpadeo-. ¡¿De-de-de-de... de verdad eres tú?!
-Así es. Y de verdad que ustedes dos están en gravísimos problemas. –Respondió Dick burlonamente-.
-¡Maldita sea! ¡¿Pues cuánto tiempo estuve dormido?! –Inquirió Jason fuertemente incomodado y asustado-.
-Soy yo quien hará las preguntas. –Aclaró el honorable anciano emprendiendo su marcha-. Y si no le importa, me gustaría hablar con ustedes en cuanto se digne a subirse los pantalones. –Agregó abrazando al ojiverde, preparándose para partir e internarse en la estancia-.
-¡¿Qué?! ¡¿Mis pantalones?! –Repitió Jason recordando su triste situación-. ¡Maldición! –Exclamó sentándose, empujando sin querer a Timothy, poniéndose de pie lo más rápido posible para vestirse-. ¡No es lo que parece! –Explicó apresurado-. ¡¿Qué pasó, Dick, dónde estaban?! ¡¿Y por qué está Alfred aquí?!
-¡Cállate, pervertido...! -Ordenó Richard teniendo sus propios problemas para levantar a Timothy del suelo-. ¿Y a éste qué le pasa?
-¿Qué? –Preguntó Jason ignorando que Timothy se había desmayado-. ¡No soy un pervertido!
-Jason, mira cómo lo dejaste... Se supone que estaba recuperándose, ¿no pudieron esperar? –Añadió el mayor abofeteando al ojiazul para hacerlo despertar-. ¡Espera, ¿desde cuándo están saliendo?! ¡No, espera, ¿desde cuándo tienen relaciones?!
-¡¿Qué?! ¡¿Qué estás diciendo, tú, torpe?! –Refutó Jason agachándose, también palpando el rostro de Timothy para despertarlo-.
-¡No me digas "torpe"! ¡Tú eres el torpe! ¡¿A quién se le ocurre desarreglar toda la casa sólo por tener sexo?! ¡Si no querían que nadie se enterara, pues creo que fracasaron!
-¡¿Qué?! ¡Dick, no digas tonterías! ¡Fue Slade! –Exclamó Jason-.
-¿Slade tuvo relaciones con ustedes?
-¡¿Qué?! ¡No digas babosadas! ¡Vino y nos atacó! ¡Estaba buscando a Damian!
-¡Sí, seguro! ¡Y luego dicen que el pervertido soy yo!
-¡Ya deja de hablar! ¡Y no es lo que parece!
-¡¿No?! ¡Tus pantalones a mitad de las piernas dicen lo contrario!
-¡Pero fue Slade! ¡Estuvo aquí y me amarró a la mesa!
-¡Pero dijiste que Slade sólo estaba buscando a Damian!
-¡Pues sí, pero no lo encontró; así que intentó hacerme hablar!
-¡¿Hacerte hablar?! ¿Cómo?
-¡Pues... pues... pues...! ¡Sólo cállate y deja de hacer conjeturas estúpidas! ¡Todo es culpa de Slade! –Reclamó sonrojado-.
-¡Sí, échale la culpa sobre tus fetiches raros, Jason!
-¡Que no fui yo! ¡No lo hice a propósito!
-¡Sí, claro!
-¡Espero no estén discutiendo! –Jason y Dick atendieron una voz internada en los pasillos-. ¡Por su bien espero que ya estén empezando a arreglar este desorden! –Era Alfred quien ordenaba-. ¡Porque les juro que nadie se irá a dormir hasta que esta casa no esté brillando como el Sol! –Añadió con su firme y demandante voz-. ¡Y no hagan ruido, el amo Damian necesita descansar y si lo despiertan con su escándalo, les aseguro que no tendrán ni un solo día libre sin acordarse de la disciplina de esta familia! –Agregó finalmente para dejar oír un tórrido portazo-.
Ambos mayores se silenciaron enseguida. Se miraron mutuamente y tragaron saliva reflexionando en sus instrucciones. Mejor se calmaron y se dispusieron a ejecutar un plan de salvamento para el aseo de esa mansión.
Así transcurrió el resto de la noche y la pesada madrugada. En la primera parte de su castigo, Los dos primeros hijos se esforzaron a regañadientes a devolver la fastuosidad a cada rincón de la casa. Entre jabón, recipientes de agua y escobas, los dos muchachos dejaron el resto de su glamur en aquella limpieza.
Mientras se encargaban de fregar los pisos y de regresar a su lugar los objetos lanzados al suelo, ambos platicaron de lo sucedido en tanto no se vieron. En ese tema, lo más urgente para Jason era aclarar lo que observaron al entrar y demostrar su inocencia, Para ello, el renegado se valió de sus heridas para evidenciar la intrusión de Slade. Y no conforme con eso, se dio a la tarea de hallar a Roy para que corroborara la historia. Con él encontrado, el pelirrojo le secundó su testimonio muy a pesar del adormecimiento que todavía llevaba encima; estado que evidenció sus palabras. Mismo caso con Timothy, quien al despertar, inmediatamente fue interrogado y completó los hechos con su alegato.
Durante la segunda etapa de su limpieza, ni Roy ni Tim fueron salvados de la reprimenda del aseo. Los dos se anexaron a las actividades, aunque el joven baleado no se integró en su totalidad debido a su condición. Mientras los tres mayores se encargaron de las misiones más demandantes, Tim se ocupó de las tareas básicas en menor medida y magnitud. Aun así, los cuatro trabajaron arduamente para reconstruir el orden en la mansión.
Richard, por su parte, también relató lo sucedido con Damian y Jonathan. Los puso al tanto de todo lo que le dijo a Alfred y la verdadera y tensa situación frente a ellos. Con ese tópico, los tres Wayne discutieron las causas del accidente de Damian, que sin mucho adentrarse, decidieron crearse un par de cuartadas que los salvaran de la ira del dulce abuelito.
Con sus charlas entretenidas, el Sol inició su avance con el alba. Para esas horas, la casa ya relucía como Alfred siempre la mantenía. Su hermoso estilo clásico muy pronto fue devuelto. Nada fuera de su lugar o sucio. La estancia, la biblioteca, la cocina, los pasillos, las habitaciones, todo lo que una vez fue desordenado, había sido recompuesto. Con ese exitoso resultado, los cuatro muchachos se desmoronaban al pie de la escalera. Con sus rostros cansados y llenos de polvo, aguardaban tambaleándose a que Alfred bajara y les diera el visto bueno.
Aún con sus delantales puestos y cargando escobas y trapeadores, bostezaban advirtiendo su cansancio. Sus patrullajes no eran para nada cansados a comparación de la limpieza profunda de su hogar, que no era una casita cualquiera, sino una mansión de más de veinticinco habitaciones. Con todo ese trabajo encima, cada uno de ellos se sostenía en pie muy a pesar de las secuelas que les dejó la titánica tarea. Exceptuando a Timothy, quien usaba uno de los trapeadores para impedir caer dormido.
Balbuceaba entre sueños y se reía de tonterías que seguramente veía a medio despertar. Cuando tambaleó violentamente a punto de estrellarse contra el muro, Jason lo sostuvo del brazo evitándole un golpe seguro.
-No te duermas, Alfred ya va a bajar... -Le musitó el renegado, pasándole la mano por la frente, recorriéndole el rostro para despabilarlo-.
-Muero de sueño... -Respondió Timothy con sus ojos cerrados-.
-Lo sé, pero aguanta un poco más...
-No es justo... ¿Por qué tengo que limpiar? ¡Me dispararon, debería estar en camita y...!
-¡Nadie se irá a la cama si esta casa no está tan limpia como la dejé! –Objetó Alfred en la cima de la escalinata asustando a los cuatro muchachos, quienes al escuchar la réplica, tres de ellos se cuadraron en una línea, mientras Timothy permanecía en sus vaivenes a punto de quedarse dormido de pie-.
-¡Buenos días, Alfred! –Saludó Dick nervioso-.
-Buenos días. –Habló Alfred extendiendo su mano, esperando que su pequeño acompañante lo alcanzara-.
Entonces, Damian arribó a su lado tomándole la mano. El menor le sonrió al honorable apegándose a su cuerpo, alistándose para bajar las escaleras. Cuando Alfred se aseguró de sostenerlo bien, comenzaron a descender tranquilamente.
En cuanto los tres mayores vieron al ojiverde, extrañamente sus ceños se fruncieron. Lo observaron caminar sobre los peldaños como si de un pequeño príncipe se tratara, todo sonriente y despreocupado. Eso de verdad les molestó de alguna forma. Y más cuando Damian los saludó como si todo en su vida fuera perfecto. Para ellos tres, les fue inevitable no hacer la comparación con ellos mismos. Se miraron entre sí detectando manchas de tierra, su cabello desarreglado, sudando y oliendo a trapo mojado. Luego regresaron sus ojos sobre Damian, quien incluso brillaba entre destellos armoniosos y dejaba una estela olor a rosas en su camino. Eso de verdad los contrarió.
Al llegar junto a ellos, Alfred torció su boca mientras analizaba sus fachadas. Observó a Roy desviarle la mirada en tanto suspiraba fastidiado.
-Joven Harper, pensé que se había ido... -Habló Alfred sorprendido-.
-Pues, me dijo que me quedara a ayudar y eso hice... -Respondió el pelirrojo algo intimidado-.
-Me alegra que se haya quedado, así podrá ilustrarme sobre lo sucedido en mi ausencia. –Mencionó inquisitivamente-.
-Con mucho gusto. –Anunció Roy dudoso y un poco temeroso de las miradas de odio que Jason y Dick le dedicaban a su comentario tan complaciente-.
Alfred suspiró dando un paso, ahora posando sus ojos sobre Dick, quien sonreía a pesar de sus ojeras y su expresión cansada.
-¿Limpiaron la cocina? –Le inquirió secamente al mayor de los hermanos-.
-¡Por supuesto, Alfie! –Le contestó alegre y optimista-. ¡La limpié y desinfecté meticulosamente! ¡Está lista para usarse!
-Más les vale, porque el amo Damian debe tomar su desayuno. –Acuñó regresando su mirada sobre el ojiverde, cuya resplandeciente sonrisa se incrustó en su rostro para gusto del abuelito-.
-¡Manzana! –Expresó Damian jovialmente, agitando sus manos traviesa y dulcemente-.
-Sí, así es, comeremos manzanas. –Expresó Alfred devolviéndole la sonrisa-.
-¡CHIIIII! –Exclamó el ojiverde inundando la mañana con sus risas-.
El rostro de Dick repentinamente se transformó. Apretó sus labios y arrugó el entrecejo. "Así que ya te sientes bien..." Pensó mientras observaba la despreocupación y el desenvolvimiento de su hermano menor. "Pequeño demonio... si supieras cómo me regañaron por tu culpa..." Acotó en sus pensamientos antes de ver avanzar a Alfred. Se sacudió entonces para disimular su mal humor y fingir una sonrisa. Lo vio caminar y posarse frente a Jason, quien no alzaba propiamente su mirada.
Al pararse frente al renegado, éste apareció una tímida sonrisa sincera en su rostro ruborizado. No dejaba de pensar en la reprimenda que el abuelo de todos ellos le iba a dar por encontrarlo en semejante posición, aunque era totalmente inocente de causa.
-Me alegra ver que ya tiene los pantalones bien acomodados. –Musitó Alfred lanzando una mirada por encima del hombro-.
Jason atinó a sólo reiterar su mirada avergonzada. En ningún momento la levantó y ni siquiera pensar en refutar los comentarios de Alfred, no al menos que el amable anciano estuviera dispuesto a escuchar. Por lo que no tuvo más opción que asentir tímidamente.
Junto a él, yacía Timothy, quien terminó recargado en el muro, cruzado de brazos, dormitando y sin prestar atención a su alrededor. Alfred lo miró condescendientemente, perfilando su boca en clara señal de desaprobación.
-Supongo que el amo Timothy terminó con sus deberes. –Infirió Alfred mientras posaba su acusadora mirada sobre el ojiazul menor durmiente-.
Al percatarse, Jason codeó al pobre de Tim sacándolo de balance, tirándolo en el proceso. Dick y Roy se palmearon el rostro cuando remarcaron la falta de disposición del más joven.
-¡Perdón, perdón, perdón! –Se disculpaba Jason mientras ayudaba a Timothy a levantarse-. Te dije que no te durmieras... -Le musitó llevando el brazo del ojiazul a través de su propio cuello para ayudarlo a levantarse-.
-Sí, terminó con cada uno de ellos. Lo hizo a pesar de la herida que Slade le provocó. -Respondió Dick desviando la atención de aquellos dos-.
-¿Entonces acabaron con el aseo de toda la casa? –Cuestionó Alfred respingando su nariz-.
-¡Por supuesto! –Declaró Dick ofreciendo una sonrisa-.
-Eso yo lo diré... -Habló Alfred dando media vuelta, jalando dulcemente a Damian para que lo siguiera-.
-¿Vamos a comed manzanas? –Inquirió el ojiverde mientras brincaba al caminar-.
-Así es, amo Damian, pero antes comerá un poco de avena caliente con algo de canela y miel, ¿le parece? –Sugirió Alfred encaminándose a la cocina-.
Los cuatro muchachos permanecieron quietos mientras observaban la espalda de Alfred alejarse. Todos se afligieron al notarse ignorados por el abuelito. Roy suspiró desganadamente al tiempo de ver cómo Dick y Jason apretaban sus labios en una especie de representación a un puchero. El pelirrojo torció su expresión sintiendo un poco de pena ajena por su estado.
-Saben, creo que yo ya me voy... -Enunció Roy dando un par de pasos hacia atrás-.
-Yo también ya me quiero ir... -Habló Timothy casi colgándose de Jason, pues sus rodillas se doblaban balanceándolo de un lado al otro-.
-¡Alfred nos odia! –Exclamó Jason apretadamente-.
-¿Y viste a Damian, tan quitado de la pena? –Reclamó Dick entre remilgos-.
-¿Y ahora? –Preguntó el renegado tristemente-.
-No podemos hacer nada. Estamos condenados. –Afirmó Richard quitándose le mandil-. No importa lo que digamos o hagamos, Alfred le dirá a Bruce cómo fue que encontró a Damian a su regreso. Y cuando lo haga, Bruce nos expulsará de su vida... Eso si no nos asesina antes...
-Todo se acabó... -Señaló Jason cabizbajo-.
-Si ya todo acabó, vámonos a dormir... -Murmuró Timothy desfalleciendo-.
Todos en ese lugar bajaron sus hombros rendidos. Estuvieron a punto de dejar la sala cuando una orden fue expuesta deteniéndolos.
-¡¿Qué esperan que no vienen?! –Preguntó Alfred desde el pasillo-. ¡Vengan a desayunar! –Les dijo en tanto avanzaba y se perdía en el marco de la puerta-.
Sus rostros incrédulos súbitamente contemplaron unas sonrisas entre sus mejillas. Dick y Jason cambiaron sus deprimentes semblantes a unos más esperanzados e ilusionados.
-Quizá si hablamos con Alfred, podamos llegar a un acuerdo... -Habló Richard entusiasta-.
-¡No importa, mientras me alimente, soy feliz! –Exclamó Jason emprendiendo la marcha con Timothy a cuestas-.
Dick los siguió proclamando su dicha. Roy volvió a suspirar volteando sus ojos en blanco. Se disponía a huir finalmente, pero una orden fue dictada.
-¡Por supuesto que usted está invitado, joven Harper! –Anunció Alfred desde la lejanía de la cocina-.
El pelirrojo entonces, sonrió contrariadamente. Ya quería irse, pero ni él se atrevería a desobedecer al amable viejito. Optó mejor por desayunar y luego desaparecerse de aquella mansión demencial.
El único sonido permitido en la cocina era la jocosa risa de Damian, quien jugaba desinhibidamente con Roy mientras éste le hacía muecas para divertirlo. El resto de los asistentes se contentaron con mirarlo irasciblemente, al menos en el caso de Jason y Dick, pues Timothy se recostó en la mesa para ya no levantarse.
-¿Por qué parece que Damian no rompe ni un plato? –Murmuró Jason con el ceño fruncido-.
-Es porque está Alfred. Lo hubieras visto ayer. En cuanto Damian comenzaba a llorar, Alfie se las arreglaba inmediatamente para calmarlo. Alfred es todo un experto cuidando bebés. –Respondió Richard susurrando-.
-¿Hay algo que quieran compartir? –Inquirió Alfred posándose junto a la mesa con algunos platos servidos en sus manos-.
-¡No, nada! –Al unísono, respondieron nerviosos los dos mayores-.
El amable anciano bufó colocando los platillos frente a ellos.
-Eso creí. –Habló Alfred retrocediendo para buscar más platos-. ¡Amo Timothy, despierte que esto no es una cama, es la mesa! –Ordenó sirviendo más comida-.
Pero el ojiazul se hizo de oídos sordos. No atendió las palabras muy a pesar de la clara insistencia del mayor peli plateado.
-Amo Timothy... -Le exigió colocando agresivamente un tarro de café humeante sobre la mesa-.
-¡Tim...! –Llamó Jason codeando nuevamente al aludido, queriendo evitar que Alfred alzara la voz o empeorara su humor, pero lo único que logró fue derribar al muchacho, quien se resbaló del banco cayendo precipitosamente al suelo-.
El estruendo que hizo su cuerpo al tocar el piso desembocó una serie de carcajadas en Damian. Dick y Roy se palmearon de nueva cuenta la frente y Alfred bufó de verdad molesto.
Jason se levantó apresurado para ayudar a Timothy, quien apenas despertaba. El renegado lo devolvió a la mesa e inmediatamente le sirvió un café.
-Quiero ir a dormir... -Anunció Timothy quejumbrosamente sin darse cuenta propiamente que había sufrido una caída-.
-Lo hará cuando encontremos una solución a este pequeño inconveniente, amo Timothy. –Intervino Alfred posando un tazón con panqués sobre el mantel-.
-¡No, tu dijiste que dormiríamos cuando limpiáramos la casa! –Habló infantilmente, sumergido en su berrinche-.
-Tim, cállate... -Musitó Jason entre dientes-. No hagas enojar a Alfred...
-¡No, no me callaré! ¡No fue mi culpa el desorden de la casa, tampoco pedí que Slade me disparara todo por cuidar a Damian!
-Tiiiiiiim, ya no hableeeeees... -Insistió Jason preocupado-.
-¡No me voy a callar! ¡No es mi culpa que ese mocoso se haya lastimado, yo sólo quería pasar la noche contigo, Jason, pero este babymon tenía que golpearse la cabeza! ¡No es mi culpa!
-¡Tim! –Reclamó Jason sonrojado ante las miradas incrédulas de Dick, Roy y el propio Alfred-.
-¿Pasar la noche con el amo Jason? –Inquirió Alfred levantando sus cejas-.
-¡Sí! ¡Y no pueden culparme por eso! ¡No merezco esto! ¡Soy inocente! ¡Deberían de culpar a Dick, que se salió para meterse a un hotel con Conn...!
-¡Cállate! –Ordenó Dick gritando, lanzando uno de los panqués servidos contra la cara de Timothy-.
-¡Amo Richard! –Exclamó Alfred sorprendido por la afrenta-.
-¡Tú eres el culpable! –Refutó Dick abandonando su banquillo-. ¡Tú no eres tan inocente! ¡Dinos qué estabas haciendo mientras Damian se congelaba bajo la lluvia!
-¡¿Qué te pasa?, no me arrojes comida! ¡Y lo acabo de decir, maldito sordo; estaba teniendo intimidad con Jas...!
-¡Cállate! –Reclamó el renegado entre gritos, empujando a Timothy de su asiento, proyectándolo contra el suelo para que no completara esa frase-.
-¡Amo Jason! –Habló Alfred un poco molesto-. ¡Deje de tirar al amo Timothy!
-¡¿Lo ven, lo ven?! ¡Ustedes tampoco son tan inocentes! ¡Menos tú! –Expresó Dick señalando al menor en el suelo-.
-¡Cállate, Dick! –Exclamó Jason ruborizado hasta la nuca-. ¡¿Y tú por qué dices esas cosas, Tim?! ¡Eso nunca pasó!
-¡¿Por qué demonios me empujas, Jason?! –Preguntó Timothy levantándose a duras penas del piso-. ¡¿Qué no ves que estoy herido?! ¡Y SÍ pasó eso! ¡Y tú no lo niegues, Dick-trasero-de todos-Grayson, fuiste a esa cita con el objetivo de cog...!
-¡Cállate! –Volvió a reclamar el primer petirrojo arrojándole el resto de los panqués-.
-¡Amo Richard, deje de lanzar la comida! –Ordenó Alfred ya con el ceño fruncido-.
-¡No, no pasó eso! ¡Tú y yo no hicimos nada, ni siquiera somos algo! –Refutó Jason avergonzado-. ¡Yo estaba haciendo la cena y de pronto me quedé dormido, pero fue porque estaba resfriado!
-¡No es cierto! ¡Te pusiste a beber! ¡Estabas alcoholizado, por eso no cuidaste a Damian! –Acusó Dick en completa seguridad de sus palabras-.
-¡Es mentira! –Respondió Jason alterado-. ¡Sólo fueron los medicamentos! ¡Y deja de culpar a otros, aquí el único responsable eres tú, quien no aguantó y fue a buscar un poco de diversión pervertida con alguno de tus novios!
-¡CÁLLATEEEEEEEE! –Gritó el hijo mayor lanzándose contra Jason-.
-¡Amo Richard, ya basta! –Pidió Alfred yendo junto a ellos-.
-¡Suéltame, Dick! –Reclamó Jason quien trataba de defenderse de los embistes del mayor ojiazul-.
-¡Deja de decir mentiras!
-¡No son mentiras! ¡Te largaste a tu cita y nos dejaste solos!
-¡Amo Richard, amo Jason, ya basta!
Alfred se acercó para separarlos en tanto Roy y Damian observaban atentos el espectáculo. El ojiverde no hacía más que aumentar su jolgorio con más risas y aplausos. Todo devino una comedia en cuestión de minutos.
-¿N-no... no somos nada...? –Repitió Timothy a punto de llorar puerilmente-. Pero... pero... nos besamos y... -Musitó para sí mismo mientras los otros dos no dejaban de pelear-.
-¡Quítate, Dick! –Exclamó Jason devolviendo algunos golpes, utilizando los panqués del suelo para arremeter contra su hermano-.
-¡No, tú quítate! –Dijo también ocupando los panqués como arma-.
-¡Tú eres el que está molestándome!
-¡Pues deja de decir mentiras!
-¡Es la verdad!
-¡Amo Grayson, amo Todd, dije que ya basta! –Regañó Alfred inclinándose para tomar a cada uno por la oreja, deteniéndolos en el acto-. ¡¿Creen que me importa saber quién tuvo la culpa?! –Habló solemnemente el mayor, levantándose en tanto no soltaba a los dos hijos-. ¡En lo que a mí respecta, todos por igual fueron responsables y recibirán sus castigos por no vigilar al amo Damian correctamente, pero eso lo decidiré sólo después de ver que se recupere! ¡Así que lo que prioriza en estos instantes es su recuperación y nada más! ¡¿Entendieron?!
-¡Duele, Alfred! –Sollozó Dick infantilmente-.
-¡Dije que si entendieron! –Repitió el mayor estrujando las orejas de los regañados-.
-¡Sí, sí, sí, sí...! –Ambos muchachos respondieron-.
-¡Bien! –Exclamó Alfred soltándolos-. ¡Y es lo mismo para usted, amo Timothy! –Habló dirigiéndose al menor, quien se ponía de pie tomándose su tiempo-.
-¡¿Esto no va a dejar de empeorar, o sí?! –Habló Timothy afligiéndose, mirando con sus ojos irritados a Jason-.
-Depende de ustedes y su disposición, amo Timothy.
-Está bien... -Musitó el ojiazul menor desganadamente-.
-Ahora, mientras acordamos un plan que devuelva la armonía a esta casa antes de que el amo Bruce regrese, ¿por qué no desayunamos en paz? –Propuso Alfred dando media vuelta-. Traeré más panqués y pobre de aquel que los use de proyectiles. –Acotó mientras pasaba junto a Titus, quien no desaprovechó aquella pequeña querella de pan dulce-.
-¡Peddito! –Exclamó Damian para sorpresa de todos, llamando considerablemente la atención de todo el mundo-.
Su feliz y despreocupada expresión sólo causó algo de lobreguez en sus hermanos, quienes fruncieron el ceño y se devolvieron a la mesa con ganas de desquitar todo su malestar.
-¡Qué bueno que no me fui! ¡Esto es mejor que las telenovelas que veo! –Expresó socarronamente le pelirrojo-.
Continúa capítulo 21...
Nota:
En lo personal, este capítulo me hizo reír mucho. Me carcajeaba mientras lo escribía. ¿Qué les pareció a ustedes? Los leo.
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