Capítulo 16
Otra alarma taladraba los oídos de Timothy. El aturdido muchacho abría los ojos contra su voluntad y aquella de los sedantes. El traqueteo a su alrededor lo despertó ocasionándole el humor más pesado y lúgubre que jamás hubiese podido ver en su persona. Gruñó devolviéndose poco a poco a la realidad, esforzándose por ubicarse en el espacio y el tiempo. Quiso mandar todo al diablo, darle la espalda al resto del recinto, cubrirse con la manta y volver a dormir, pero el escándalo estaba lastimando sus tímpanos y su poca paciencia. “¿Por qué hay tanto ruido?” Se preguntó reaccionando lastimosamente. Abrió los ojos sintiéndolos calientes y adoloridos. Viró en ambos sentidos. Se halló solo en la enfermería de la cueva.
“¿Qué demonios pasó? Es la cueva. Entonces Dick sí llegó a tiempo. ¿O ya estoy muerto?” Se inquirió retomando su concentración en el chillante sonido que penetraba su frágil estabilidad. “¿Qué es eso? Parece una alarma. ¿Una alarma? ¿Pero de qué? ¿Y por qué? ¡Maldición, no logro pensar correctamente! ¿Qué me pasa? ¿Drogas? Debo estar drogado. Sí. Eso debe ser. Me siento confundido y adormilado. Supongo que Dick me curó. Debo agradecérselo después. ¡NO! ¡¿En que estoy pensando?! ¡De seguro ese inútil se fue con alguno de sus novios y para que no despertara y me diera cuenta de su estupidez, se sobrepasó con el analgésico! ¡Sí! ¡Eso debe ser! ¡No, espera…! Pensándolo mejor, realmente, me siento bien. Creo que de verdad hizo un buen trabajo.” Se dijo mientras con sus dedos palpaba torpe y temblorosamente el vendaje. “Sí. Todo parece en orden. No tengo fiebre y ya no me duele y… ¡NO! ¡¿Qué estoy diciendo?! ¡Dick nunca hace bien las cosas!” Exclamó apretando los ojos, sacudiendo un poco la cabeza para reiterarse en la entorno, intentando alejar la sensación narcótica. “¡Demonios, estoy divagando mucho! ¡De verdad estoy muy drogado! ¡Maldito Richard, de seguro no leíste bien las etiquetas y ahora mismo mi corazón se está paralizando! ¡Apuesto que ya estoy muerto, por eso no me duele!” Concluyó irguiendo la cabeza, visualizando el campo a su disponibilidad. Remarcó su borrosa visión y el mareo en sus sentidos. “Sí. Definitivamente estoy hasta el cuello de sedantes y analgésicos. ¡Torpe Dick! Aunque debo reconocer que esos medicamentos hicieron muy bien su trabajo. No siento ninguna molestia. Supongo que en lo que cabe, Dick se preocupó por mí… No es tan mal hermano después de todo… ¡NO! ¡Otra vez estoy diciendo tonterías!” Se dijo volteándose, arrimándose hasta la orilla para dejarse caer de la camilla.
Ni siquiera sintió el golpe de la caída. Intentó levantarse entre desequilibrios y bamboleos graciosos. Se apoyó en el lecho para ponerse torpemente de pie. Alzó la mirada revisando entre mareos a su alrededor. “Y sí, estoy en la cueva, pero ¿dónde están todos? ¿Me dejaron solito? ¿Cómo se atreven? Puede pasarme algo.”
-Ho… la… -Habló flojamente-.
“Todos están en mi contra.” Pensó en cuanto advirtió que nadie le respondía. “No hay nadie aquí. ¿Estarán arriba? Sí, es lo más evidente. Ciertamente, están en la sala comiendo pastel mientras le cantan al pequeño demonio. ¿Y yo? ¡Yo aquí abajo pudriéndome! ¡Todo solito a mi suerte, drogado, herido, mal curado! ¡Estos vendajes se me van a caer! ¡Están horriblemente puestos!” Exclamó gruñendo, tocándose la cintura por donde pasaban las vendas.
Empezó a hurgarse, a tratar de descifrar cómo se las habían puesto para retirárselas. “¿Qué es esto? ¿Quién me puso esto? ¡Necesito revisarme yo mismo! ¡A nadie le importo!” Reflexionaba entre ideas vagas y alucinadas.
-¿Qu-qué… ra…yos…? –Inquirió apenas audiblemente, entre dientes y pausadamente-.
“¡No puedo quitarme esto! ¡¿A quién se le ocurren estos amarres?! ¡Alfred sí que es estricto con esto! ¡Rayos! ¡No, espera! ¡¿Alfred?!
-¿Al… Al…. Alfred? –Se interrogó Tim impresionado, como si la revelación más grande e importante de la humanidad se hubiera descubierto en una explosión de sensaciones fortísimas al unísono-.
El petirrojo se paralizó quedándose tieso. Sintió su respiración irse, su corazón detenerse, su alma salir del cuerpo e irónicamente, sus sentidos recobrarse paulatinamente. Su razón volvía como si un rompecabezas tomara forma en su cabeza. El penetrante sonido torturándolo comenzaba a devenir grave y menos aturdidor. Su visión, aunque todavía borrosa e inherente al mareo, se recobraba más centrada y fina. Todo a su alrededor se reivindicaba con un significado.
Volvió a llevar sus manos al vendaje. Lo repasó de arriba abajo, de izquierda a derecha. Notó su textura, su firmeza, su suavidad y la delicadeza de los pliegues.
-N-no… no puede ser… -Musitó mientras caminaba y se alejaba de las camillas-.
Todavía con pasos torpes y trastabillando, arribó al centro de la cueva. En ese instante, la alarma se identificó inmediatamente en su memoria.
-Intruso. –Dijo yendo entre tropezones hasta el computador principal-.
“¡¿Qué demonios sucede?! ¿Dónde están todos? ¡Y que por favor alguien me diga que no me dormí tantos días como para perderme la llegada de Alfred! ¡Dios santo! ¡Alfred ya está aquí! ¡¿Qué vamos a hacer?! ¡No entiendo nada!” Pensó mientras llegaba a las faldas del pedestal central.
-¿Qué pasa? –Se interrogó tecleando lentamente algunos códigos en la computadora, logrando así detener la alarma-. Algo… algo la activó, pero… -Declaró revisando las grabaciones inmediatas de la periferia donde se originó la alerta-. N-no… no hay nada…
“No comprendo. ¿Qué rayos sucede?” Se preguntó en su cabeza recargándose en los controles. “¿Cuántos días dormí? ¿Damian ya se curó? ¿Y dónde están? ¿Por qué me dejaron solo? ¿Incluso Alfred? Pero no entiendo. Si ya llegó, ¿Dick le habrá contado todo? No, espera…” Recapacitó observando la fecha en el monitor. “¡Demonios, aún no termina este día! ¡¿Entonces?! ¡Alfred todavía no llega! ¡Pero ¿y estos vendajes?! ¡A mí no me pueden engañar, este tratamiento lleva el sello de Alfred! ¡Sólo él venda de esta manera, sólo él oculta el final de la línea para que no intentemos quitárnoslo, sólo sus vendajes quedan firmes para que volvamos al trabajo, pero delicados para que no nos lastimen! ¡Y sólo él usaría la cantidad necesaria de medicamentos para que descansemos sin preocupaciones! ¡Rayos, estoy de verdad confundido! ¡¿Pero entonces?! ¡¿Entonces?!
-¡¿Qué sucede?! –Se preguntó agachando preocupadamente el rostro-.
“¿Fue Alfred? ¡¿Pero cómo?! ¡Su seminario no acababa tan pronto! ¡Un momento! ¡Ya sé cómo saber!” Expresó tecleando algunos instrucciones.
-¡Benditas cámaras! –Exclamó tapeando un par de números-. Veamos qué sucedió. –Habló mientras esperaba que se reprodujera un video en la pantalla-.
Frunció el ceño en tanto veía algo que definitivamente no esperaba y es que era fastidioso toparse al pequeño demonillo en el primer plano de la secuencia. Lo observó con desagrado atravesar la cámara general de la cueva.
-Ya veo… ¡Sí, ponte a jugar mientras tu hermano se muere desangrado! –Expresó atendiendo el video y su continuación-. ¡Un momento, ¿qué no tenías fiebre? ¡Puros dramas contigo, Damian! ¡Escuincle mimado! –Dijo sulfurándose con las imágenes que veía, pues se mostraba a un Damian libre en sus movimientos y en sus acciones-. ¡Cómo sea! ¡Adelantemos esto! ¡Cómo si me importara ver tus tontos juegos, enano! –Anunció y estuvo a punto de manipular los controles cuando escuchó al ojiverde hablar-.
“-¡¿Por qué son así?!” –Escuchó Tim la voz del menor en el video-.
El tercer hijo se pausó asombrado por la dicción y el vocabulario usado en el comentario de Damian, como si el muchacho protagonista quisiera iniciar un debate. Incluso, Tim sonrió pensando que imitaba a Jon o a Richard, sin embargo, todas sus teorías se fueron al desagüe al escucharlo pronunciar ciertas palabras altisonantes mientras pateaba una de las sillas.
-¿Qué? ¿Qué es esto? –Se preguntó Timothy impresionado por aquella palabrería-.
“-Voy a hacer la cena… Voy a ayudar a Jason… Tengo una cita… ¡Bola de estúpidos! ¡Sólo son excusas, no quieren pasar tiempo conmigo!” –Escuchó a Damian expresarse con soltura y algo de aprensión en su voz-.
-¡¿Qué rayos?! ¡¿Damian ya se recuperó?! –Se preguntó Timothy realmente confundido-.
-“¡¿Y Jon?! ¡Ese niño ni sus luces!” –Exclamó Damian entre dientes mientras en la pantalla mostraba que buscaba una pequeña maleta en uno de los estantes-.
-¡¿Qué?! ¡¿Jon?! ¡Pero si él llegó con nosotros! ¿O nó?
“-¡No les costaba nada! ¡Sólo pedí que me ayudaran a colgarlos!” –Refunfuñó el ojiverde-.
-¿Colgarlos? ¿De qué… habla…?
“Necesito colgar unos alimentadores para aves en el jardín, si quieres, puedes ayudarme…” Recordó la petición de Damian aquella tarde.
-¡Un momento! –Tim recapitulando sus ideas acerca de la grabación que analizaba-. Esto no es de hoy… -Concluyó al tiempo de revisar la fecha y la hora del archivo-. ¡Demonios, me equivoqué! –Reconoció tecleando su nueva búsqueda-.
“-¡Y ese Drake!” –Expresó Damian casi susurrando, hecho que detuvo a Timothy y su indagación-.
-De seguro está maldiciéndome. –Sugirió el ojiazul aumentando el volumen de aquel registro audiovisual-.
“-¡Maldito Drake!” –Exclamó Damian entre otras cosas-.
El aludido volteó los ojos sintiendo la ofensa. A su curiosidad no le quedó de otra que seguir mirando el video.
-¿Y ahora qué le hice? ¿Que no sabe que hay cámaras en la cueva? ¡Qué grosero! –Musitó Tim bufando el agravio-.
“-¡No lo entiendo! ¡¿Por qué no quieren pasar tiempo conmigo?! ¡¿Por qué no me quieren?!” –Damian se decía mientras sacaba algo de la pequeña maleta que resultó ser un botiquín-.
Tim lo vio enredarse los dedos en algunos trozos de algodón.
-¿Qué le pasó? –Se preguntó fijando su mirada-.
“-Sí sé usar un martillo, pero hubiera sido más fácil si alguien me ayudara. ¡Maldición!” –Damian anunció cortando su voz-.
-¡¿Qué rayos?! ¿Qué le pasa al enano? –Inquirió Tim más curioso que nunca-.
“-¡¿Por qué me odian?!” –Terminó el ojiverde por decir en el instante en que liberó su inesperado llanto-. “¡Sólo quería que me ayudaran a colgar unos alimentadores y de paso estar con ellos!” –Expresó ya con lágrimas en sus mejillas-.
Timothy abrió la boca impresionado, incluso aterrado. Sus pestañas se levantaron hasta no poder más. Su rostro mostró la incredulidad de la escena. Por nada en el mundo imaginó a Damian llorando mientras estuviera en sus cinco sentidos.
-¡¿Qué demonios?! –Se preguntó estupefacto, inclusive un poco inapetente-.
“-¡No me importa, no los necesito! –Agregó Damian pasándose la manga de su playera por el rostro-. ¡Mejor me doy prisa que ya va empezar a llover…! –Fue lo último que el muchacho dijo antes de salir de escena-.
Un sentimiento sobrecogedor le invadió el pecho. Tim retrocedió bajando su mirada. Ni siquiera visualizó el teclado cuando presionó la tecla que detuvo la grabación.
-Damian… -Murmuró apretando sus labios-.
Se dio algunos segundos para asimilar lo que vio. Agitó su confundida cabeza y retomó su labor.
-¿Por qué dijo eso? Por supuesto que no lo odiamos… -Confesó nervioso-. Bueno, yo no… -Murmuró a la par de su nuevo tapeo sobre el panel, suspirando pesadamente-.
Esta vez se aseguró de teclear el día y la hora correcta. Alzó tímidamente la mirada en cuanto el video correcto se desplegó.
-Claro que no lo odio… -Musitó frunciendo su entrecejo-. ¡Qué tonto! –Expresó al tiempo que rebobinaba la grabación hasta encontrar personas en la escena-. Bien, ahí está Dick y yo… -Dijo cambiando de tema, concentrándose cada vez más, incluso exasperándose por alguna razón-. Y ahí está Roy… ¡Maldito entrometido! –Exclamó ajeno a su tarea-. ¡Qué inútil, no pudo traer a Jason con él…! ¡Ni para eso sirve! –Añadió adelantando la escena-.
Sin embargo, a los pocos segundos, congeló la escena asustándose abismalmente, tanto que retrocedió tropezando con una silla, cayendo de sentón para su mala fortuna.
-¡Rayos! ¡Sí es Alfred! ¡Alfred volvió! –Exclamó anunciando su naciente estado de pánico-. ¡No, no, no, no! ¡Esto está mal! ¡¿Qué hace aquí?! ¡Demonios! ¡Debe estar furioso! –Expresó mientras examinaba la imagen, viendo como el venerable ingresaba a la cueva con Jason a cuestas-. ¡No, demonios, no! ¡Le va a decir a Bruce y Bruce nos dará una paliza! ¡No, no, no, no, no, no, no, no! –Vociferó levantándose, acercándose al panel y adelantando la emisión-. ¡¿Qué fue lo qué pasó?! ¡¿Qué le dijo ese torpe de Dick?! ¡Seguramente nos echó la culpa y se zafó de esto! ¡Sí, cómo si no lo conociera! –Dijo investigando más a fondo-.
No tardó mucho en ver las horas que Alfred pasó curándolo y regañando a Richard. Que contra toda apuesta, no salió indemne del juego de las culpas. Incluso Tim respiró aliviado al enterarse que Alfred lo responsabilizaba de todo.
-Ojalá nadie descubra que la cocina se incendió por mi culpa… Bueno, no por mi culpa, culpa… Más bien por evitar que Jason continuara su tarea… y… -Habló dándose cuenta del detalle-. Por cierto, ¿dónde está? Estaba inconsciente cuando llegó… pero…
Tim infirió un par de cosas que pronto se vislumbraron al indagar más en el video. Observó que Alfred y el mayor de los petirrojos abandonaban la cueva, luego el pelirrojo se iba también dejando a ambos convalecientes sin cuidado.
-¡Claro! ¡¿Qué se puede esperar de él?! –Expresó Tim sagaz y maliciosamente-. ¡Cómo sea!
Siguió averiguando hasta toparse con un momento un tanto bochornoso, pues no se sintió capaz de evitar sonrojarse sobremanera al atestiguar como Jason despertaba y se acercaba a su camilla besándolo después. Todo bajo un estandarte de tranquilidad y arrebato que lo hicieron casi derretirse.
Tim azotó su mano en el teclado provocando el cierre de la imagen. Se ruborizó a tal grado que ocultó su rostro en ambas manos.
-¡¿Qué significó eso?! ¡¿Por qué Jason me besó?! ¡Obvio no me molesta en lo absoluto, pero…! ¡PERO…! ¡Por Dios! ¡No, no puedo más! ¡De esta noche no pasa! ¡Jason será mío y nada cambiará eso! –Exclamó rechinando sus dientes, casi a punto de gritar mientras se regresaba torpemente a la camilla-. ¡Dios, Dios, Dios, muchas gracias! ¡GRACIAS! –Enunciaba al tiempo de destronar su ansiedad por una gigantesca sonrisa-.
“¡Cálmate, cálmate, cálmate! ¡No lo vayas a arruinar!” Se decía mientras intentaba tranquilizar su agitado corazón, bombardeándolo con respiraciones profundas e imágenes más suaves en sus pensamientos.
-Bueno… y en todo caso, ¿dónde está? –Se preguntó virando en todas direcciones-. Quizá fue a ver al Babymon…, digo…, a Damian… -Musitó retomando su mirada cabizbaja-. Bueno, lo que sea… Es mejor si me acuesto y descanso en mi cuarto… O en el de Jason… El que esté más cerca… -Agregó dibujándose una sonrisa un poco forzada-.
Se irguió sosteniéndose la herida. Comenzó a caminar hacia las escaleras. Aún no llegaba cuando una nueva alarma se disparó llamando inequívocamente su atención.
-¡¿Qué rayos?! ¡¿Qué está pasando?! –Expresó molesto-.
El ruido ya no le era tan aturdidor, su cuerpo empezaba a procesar los medicamentos y su raciocinio recuperaba estabilidad. Aún se sentía débil y adormecido, pero al menos era capaz de mantenerse en pie, tambaleándose, pero de pie. Así que no le fue tan difícil regresar a la computadora central y hacerse cargo del improvisto.
-¿Ahora qué? –Pronunció con el ceño fruncido-. Tecleó un par de veces hasta apagar el sonido chillante y tratar de descubrir qué la había activado-.
Analizó las entradas de programación y las grabaciones donde se suponía los agravios se habían llevado acabo, pero Tim no encontró nada reiteradamente.
-¿Qué sucede? –Se interrogó exhalando un poco de fastidio-. ¿De dónde vienen las seña…? –Detuvo su discurso percatándose de la respuesta-.
Se adueñó del tablero deseando validar su teoría. Tapeó lo más rápido que pudo, debiendo regresar en algunos comandos a causa de múltiples errores en su redacción informática. Frunció el ceño dándose cuenta de lo atrapado que lo tenían los analgésicos. Suspiró entonces llevando un ritmo más lento. Abrió un par de ventanas extra arribando paulatinamente a la respuesta correcta. Leyó algunas secuencias sistemáticas y no tardó mucho en tragar saliva en el instante de asegurar la causa.
-Slade… -Musitó agitándose, retirándose del monitor, yendo hacia las escaleras para abandonar la cueva-.
“¡Por supuesto!” Expresó Tim pisando los escalafones. “La alarma advertía sobre un intruso, pero no uno físico, sino uno digital. Ese mercenario de cuarta ya lo había intentado, pero esta vez no contó con que mejoré el sistema y nada pasaría sin ser visto por mis defensas. ¡Maldición! ¡Él muy imbécil creyó que podría burlarnos otra vez, ¿no?! ¡Creyó que podría venir aquí con sus virus anticuados! ¡Que ni lo sueñe! ¡No volverá a piratearnos! ¡¿Cómo no lo vi?! ¡¿Y qué rayos hace aquí?! ¡Jon está con Damian, se va a llevar la paliza de su vida! ¡Quizá por eso Jason y ese torpe de Roy no aparecen, pero eso no lo va a librar del escarmiento que le voy a dar! ¡Nadie se burla de mí ni de mis esfuerzos!” Pensaba Tim gruñendo y protestando, avanzando chapuceramente y saliendo de la cueva.
-Estúpido Slade… -Murmuró sesgando sus pasos, deteniendo abruptamente su andar-.
Pues su vista no creía lo que frente a él aparecía.
-¡Pero ¿qué?!
Todo en la habitación yacía desordenado y tirado. Ningún libro, adorno o cuadro estaba intacto. Parecía que un tornado había arrasado con la casa. Tim se extrañó albergando un mal presentimiento. Decidió entonces seguir caminando. Sin embargo, al cambiar de pieza, descubría el mismo fenómeno. En la estancia, en el salón, en los pasillos, cada rincón de la enorme casa yacía subyugada en un estado de caos.
-¿Qué demonios paso aquí? –Se inquirió balbuceando algunas expresiones que denotaban incertidumbre-. Jason… -Llamó débilmente-.
La incertidumbre lo estaba comiendo vivo y ciertamente no estaba seguro si la situación ameritaba un estado de urgencia o de alerta.
-Jason… -Siguió llamando-. ¡Jon! ¡Roy! ¡Damiaaaaaaan! –Gritó sucumbiendo a un muy mal presentimiento-.
“¿Dónde están? ¿Qué sucede? ¿Acaso no fue Slade? ¿Fue alguien más? Pero el sistema detectó el mismo virus que usó la primera vez. ¿O no vino solo? ¡Por favor, que alguien me diga!” Se decía a sí mismo sin detener el ritmo de sus pasos. Rincón de la casa que pisaba, mismo lugar que desprendía un aire de destrucción e irresolución. Por más que apelaba a sus hermanos o a los amigos, ninguno respondía para apaciguar su ansiedad.
Continuó su trayecto hasta casi arribar al comedor. La sensación adormecedora aún se adueñaba de la mayoría de sus reflejos, aun así, Tim se permitía el bajar la guardia. Se arrepintió un poco de no traer un arma consigo, inclusive pensó en regresar a la cueva y pedir ayuda a los que habían partido, pero ya estaba tan adentrado en esa pesquisa que no podía retirarse sin una explicación veraz.
Llegó a la entrada de la pieza. Quiso empuñar el pomo de la puerta, pero se vio obligado a cortar su paso al atender una voz ronca que inundaba aquella sección de la casa.
“Ése es…” Temió conocer la respuesta al recordar al aberrante portador de aquel timbre vocal. “¡Demonios!” Expresó pasando saliva a través de su apretada garganta.
-De todos modos, no pierdo nada con tu silencio… -Escuchó Tim al otro lado-. Nos vamos a divertir…
“¡No, maldición! ¡Slade!”
-¡No me toques! –Oyó el ojiazul la voz de un usuario diferente, paralizándose al instante en cuanto su pecho acuñó la identidad del dueño-.
-Jason… -Murmuró Tim reaccionando a la súplica que aquella petición llevaba-. ¡JASON! –Gritó chocando contra la puerta, perdiendo el control de sus movimientos al intentar abrirla-.
Se apresuró, aún con el malestar en su cuerpo y el tenue dolor de su herida, a lanzarse a la entrada y casi arrancar las bisagras de las colosales puertas que no cedían. Giró las chapas, pero no obedecían sus órdenes.
-¡JASON! –Llamó desgañotándose, buscando aceleradamente como librarse del obstáculo-. ¡Abran! ¡Slade, abre esta maldita puerta! –Exigió mientras sus puños arremetían contra la madera-. ¡JASON, JASON!
El estruendo puso sobre aviso a los únicos dos ocupantes de aquella enorme habitación. Deteniendo la intrusión del asesino y dándole un respiro al ojiturquesa.
-¿Tim? –Se inquirió Jason temeroso-. ¡Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiim! –Llamó respondiendo la alusión-.
-Entonces sí había alguien más… -Murmuró Slade burlonamente-.
-Jason… -Musitó atendiendo la contestación-. ¡JASOOOOOOOOOO! ¡JASON!
Escucharlo responderle, le cedió un poco de impulso. Uno que Tim concentró en una patada directo a la cerradura. El violento arranque lo liberó del estorbo dándole paso al comedor. No obstante, mejor hubiera sido tomarse las cosas con calma, pues su aliento agitado no le resistió mucho al ver cómo el ojiturquesa era acosado por aquel mercenario monstruoso. Y no conforme con eso, la crueldad con la que Jason yacía atado a la mesa principal, le hizo sucumbir a una rabia incontrolable. Una que le tiñó de rojo la vista y lo atosigó con sólo una idea en la mente.
-Estás muerto, Slade… -Anunció Tim acompañando su amenaza con un gritó furioso-.
La irrupción distrajo a Slade de su maldad, pero le otorgó una nueva meta al notar al agregado. Por su parte, Jason se angustió viendo la presencia que recién había entrado, pues se avergonzó profundamente por ser visto en semejante escenario y en humillante vulnerabilidad. Sin embargo, en cuanto remarcó el tambaleo en el tercer petirrojo, recordó su precario estado y lo peligroso de su situación. “¡No, Tim! ¡Vete! ¡Slade te va a lastimar…!” Concluyó aspirando fuertemente, liberando su voz en sólo una orden.
-¡Sal de aquí! ¡Corre! –Fue lo último que Jason dijo antes de recibir el puño del despiadado mercenario en su cara-.
Continúa capítulo 17…
Nota:
Bueno, retomemos esta historia. Gracias a todos por aguantar mi descanso y espero seguir contando con su apoyo. Saludos y espero leer sus bellos comentarios. 🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡🧡
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