Capítulo 10
No podían pedir más, Jon y Damian se regocijaban juntos en el baño. Damian en la tina y Jon afuera, sentado, bañando al ojiverde travieso que no se inmutaba en mojar todo a su alrededor. Las burbujas y el aroma a jabón se esparcían como diamantina con el viento. Ambos reían dejando pasar minutos cortos que completaban horas largas.
Su entretenimiento era tal que no se dejaban distraer por las peleas en el resto de la casa. Los demás gastaban las últimas horas del día en limpiar cada rincón del hogar Wayne y ajustar los desperfectos que habían nacido con el embrollo de Damian. Luego del almuerzo, el ambiente se volvió tenso y nada amigable. Roy y Jason se ocuparon del auto mientras Dick y Timothy fregaban pisos, ventanas y muebles. Y como el trato había sido firmado, Jon se dedicó a cuidar al Robin menor. Ahora se deleitaban con un tranquilizante baño de burbujas antes de cenar.
Damian chapoteaba jugando con unos muñequitos de plástico que Jason le había conseguido al tiempo de dejar enjabonarse la espalda bronceada y su hermoso cabello negro.
-¿Te gusta el baño, Damian? –Jon inquirió sonriéndole de par a par-.
-Chi...
-¿Y tus juguetes, te gustan?
-Chi, Jay me los dio.
-Jason es un buen hermano.
-Chi. Timmy también y Dick también...
-¿Los quieres?
-¡Chi! ¡Y a ti también! ¡Te quiedo, Jonny!
Su sinceridad provocó un sonrojo inocente en las mejillas de Jon. Éste sonrió tratando de ocultar su vergüenza. Sacudió su cabeza y se concentró en su misión. Desvió el rostro tomando la regadera manual para enjuagar al mayor. El movimiento lo obligó a atravesar su cuerpo por arriba de la tina. Damian lo miró riéndose por lo ridículo que lucía. Fue tal su diversión que tiró de su playera provocando una caída monumental al agua burbujeante. Jon sacó la cabeza para respirar mientras Damian se partía de la risa.
-¡Damian! –Jon exclamó escupiendo el agua que había tragado-.
-Te mojaste un poquito... -El ojiverde confesó palmeando la cabeza de Jon-.
-No es gracioso... -Jon habló intentando salir de la tina-.
Pero Damian tomó su ropa y le impidió moverse y no conforme con eso, se acercó para regalarle el beso más tierno que la historia haya conocido. Sus labios empapados aumentaron la sensación. Jon volvió a sonrojarse descontroladamente. En cuanto se percató de lo que estaba haciendo, empujó al muchacho ocasionándole se resbalara y se sumergiera completamente bajo el agua. Jon salió apresurado de la tina tomando una toalla. Damian sacó su cabeza para respirar, pero inmediatamente reventó en risas.
-Jon está dojo como un tomate... -Damian señaló hilarante-.
-¡Es tu culpa! –El ojiazul respondió avergonzado-.
-¡Sedás mi novia, Jon! –Damian exclamó extendiéndole el pequeño barco de juguete-. ¡Chi! ¡Eso es lo que quiedo! ¡Mi novia Jon!
El nombrado se detuvo en el acto. Incluso tiró la toalla que sostenía. Se preguntó seriamente si Damian empezaba a recuperarse, pero al mirarlo ofreciéndole el pequeño juguete, todo lo adjudicó a su comportamiento infantil. Le recibió el regalo que estaba escurriendo. Volvió a intentar enjuagar al menor, pero lo hizo con todas las precauciones del mundo. Quitó el tapón y el agua comenzó a irse por el drenaje. Con su mirada siempre dirigida a un punto en el espacio, Jon ayudó al ojiverde a salir del baño. Inmediatamente le pasó la bata para que cubriera su intimidad. El rubor en la cara del menor lo iba a hacer estallar. En todo momento evitó mirarlo de frente. Así, y con todos los cuidados posibles, ambos se dirigieron a la habitación del mayor.
Jon buscaba la pijama para vestir al ojiverde cuando este se despojó de la bata mostrándose desinhibidamente frente al ojiazul. Luego se abalanzó fuertemente hasta derribarlo y terminar encima del menor. Jon se transformó en una estatua que respiraba. Se petrificó alejando las manos de aquel cuerpo bastante desarrollado. Y nada pudo hacer cuando Damian lo besó desprevenidamente. Lo dejó ser debido al estremecimiento que lo distrajo en esos momentos.
-Edes mi novia... -Damian expresó sonriendo y reiterando la caricia-.
-¡Noooooooo! –Jon exclamó espantado-.
Fueron tantos su instantánea preocupación y su sentido de la moral que no midió sus fuerzas para empujar nuevamente al mayor, quien cayó violentamente al suelo soltándose irremediablemente a llorar.
-¡No, no, no, no, no, no, no! ¡No llores, Damian! ¡Lo siento, pero es que...!
-¡Jon no quiede sed mi novia! –Exclamó con la voz más sentimental del mundo-.
-¡No, no, no llores! ¡Sí quiero!
-¡Jon es malo conmigo!
-¡No, claro que no! ¡Ya no llores! –Jon suplicó levantándose y yendo al encuentro del ojiverde-.
Tomó la bata del suelo y cubrió el cuerpo de Damian. Le extendió la mano ayudándolo a ponerse de pie. Enseguida lo abrazó desmedidamente mientras acariciaba su cabeza.
-Sí quiero ser tu novia, Damian. Ya no llores. –Le dijo en cuanto comenzó a limpiarle las lágrimas-.
El mayor levantó el rostro y correspondió el abrazo y sin pensarlo dos veces, lo besó repetidamente.
-Si tus hermanos me vieran, me asesinarían inmediatamente... -El menor murmuró en cuanto se separó-. Mejor, recupérate pronto, Dami... -Pidió desconcertado y preocupado-. De verdad no quiero ir a la cárcel.
Robin sonrió cándidamente. Jon lo apartó gentilmente y lo llevó hasta la cama. Ahí lo ayudó a colocarse la pijama y secar su cabello. Estaba arrodillado frente a él mientras frotaba continuamente la toalla en su cabeza. La cercanía invitó al menor a recordar cosas que seguramente a Damian ya no le hacían del todo falta. Jon bajó su mirada depresivamente.
-¡Mi novia! –El ojiverde repitió abrazando a su acompañante-.
Jon se levantó sin permitir soltarse del agarre. Cargó a Damian hasta acomodarlo en la cama. Lo abandonó unos instantes para quitarse la ropa mojada, apagar las luces y acostarse junto a él. Se cubrió a ambos con las mantas y atrapó a Damian entre sus brazos.
-Jonny... -Damian suspiró cansadamente-.
-Recupérate pronto, Dami... Necesitamos hablar de nosotros... -Sugirió acariciando su cabello-.
-¿Nosotos?
-Sí... De ti y de mí... De lo nuestro...
-¿Edes mi novia?
-Sí... Sí lo soy...
-¡Chi! –El mayor confirmó besándolo otra vez-.
Su tierna caricia duró unos cuantos segundos. Al sentir el calor de su acompañante, Jon se acercó hasta desaparecer cualquier espacio entre ellos. Damian se acorrucó despreocupadamente. Luego, sólo bastaron unos minutos para que el último de los Robin se quedara profundamente dormido.
-Mi novia... -Damian murmuró entre sueños...
Jon sonrió tontamente al escucharlo.
-Creo que no supe comprenderte cuando salíamos... –Jon musitó bostezando-. Y debo reconocer que fui una pequeña molestia contigo... -Agregó cerrando sus ojos-.
-Novia... -Damian volvió a murmurar-.
-¿Pero por qué estás así? ¿Qué hice? –El último de los Robin preguntó molesto, guardándose el gancho en su cinturón-.
-No tengo nada... -Jon respondió aterrizando en la azotea-.
-¿Nada? ¡Me abofeteaste! ¿Eso no es nada? ¡Ni siquiera sé por qué!
-Lamento eso... Fue una reacción... -Jon respondió sacudiéndose la ropa-.
-¿Estás loco? ¿Acaso estas consumiendo drogas? ¿Tu padre sabe que tienes estos arranques de demencia?
-Dije que estoy bien... Y ya me disculpé por haberte golpeado.
-¡Pero dime por qué!
-¡No pasa nada!
-¡Qué odioso te has vuelto, Jon...!
-¡No soy odioso! ¡Tú eres el que no se comporta como debería! ¡Eres un indecente!
-¿Qué? ¿Qué se supone que significa eso?
-¡Tú sabrás!
-¡No he hecho nada!
-¡Pues no parecía! ¡Te estabas dejando toquetear por esos ladrones! ¡Y parecía no molestarte!
-¡¿Qué?! ¡¿Pero qué tonterías estás diciendo?!
-¡Es la verdad!
-¡Me estaban haciendo una llave! ¡¿En qué cabeza cabe que me estaba dejando tocar?! ¡Y en todo caso, ¿por qué demonios pensaste eso?! ¡¿Estás loco?!
-¡Es lo que vi!
-¡Pues viste mal!
-¡Mientes!
-¡No miento! ¡Pero más importante, ¿por qué rayos estamos hablando de esto?! ¡No hay razón de ser!
-¡Sí la hay!
-¡No, no la hay! ¡No debiste haberme golpeado!
-¡Sí tenía! ¡Eres un indecente! ¡Te detesto, Damian!
-¡No soy un indecente! ¡Eso nunca pasó! ¡Estaban atacándome, sólo me defendía! ¡Y sabes qué, me parece bien! ¡Tú NO me caes tan bien como crees! ¡Eres horriblemente molesto!
-¡¿Qué?! ¡Pues yo...! ¡Yo...! Yo... -Jon detuvo su brío. Un puchero ocupó su lugar. Sus ojos se llenaron de agua abruptamente-.
-¿Jo-Jon?
-No... no pasa nada... -El ojiazul masculló dándose la vuelta-.
-¿Nada? Jon, estás llorando y ¿no pasa nada?
-No estoy llorando...
-Sí, sí lo estás... ¿Qué pasa? ¿Qué te está sucediendo? Has estado raro desde hace unos meses. Si no me dices lo que te aqueja, ¿cómo voy a ayudarte?
-No quiero tu ayuda...
-Jon...
-¡Ya, olvídalo!
-Jon... -Llamó avanzando unos pasos para encontrarse con él-.
Posó su mano en su hombro y le sugirió girar para verse de frente. El rostro que vio lo mortificó instantáneamente, Jon había roto en llanto y no parecía tener ganas de detenerse.
-¿Jon?
-¡No importa cuánto me esfuerce! –El ojiazul exclamó dejándose caer al suelo. Su arrebato fue sorpresivo, tanto que no le dio tiempo a Damian de reaccionar y tratar de sostenerlo-.
-¿Qué pasa? –Le preguntó confundido-.
-¡No importa cuánto te quiera y cuánto haga para que me mires, nunca me harás caso, nunca seré suficiente para ti, Damian!
-Que... tú... ¿qué?...
-¡Te quiero, Damian! ¡Te quiero, pero ya sé que tú jamás me corresponderás! ¡Soy horrible! ¡No te merezco!
-Jon... Cálmate...
-¡¿Por qué no me quieres?! ¡¿Por qué?!
-Jon...
-¡¿Porquéééééééééé?!
Damian frunció el ceño. Bufó enojado por la actitud desconcentrada de Superboy. Masajeó su sien exhalando su molestia. Se agachó y sostuvo el rostro lloroso del menor con ambas manos.
-Jon... -Habló en un último intento para hacerlo entrar en razón-.
-¿Qué es lo que me hace falta? ¿Por qué no me quieres?
-Jon, pero...
-¿Por qué? ¿Es porque no soy lindo?
-Jon, cálmate y escúchame...
-¿Es porque no soy completamente terrestre?
-¿Qué? No. Jon, espera, atiéndeme...
-¿Es por mi padre?
-Jon...
-¡Sólo dime! ¡Dime por qué no me quieres!
Damian sonrió al escuchar la angustia impropia del menor. Se aferró aún más a su rostro y lo atrajo para silenciar el ruido de sus palabras usando su boca como cubierta.
-¿Quién dijo que no te quiero? –Anunció en cuanto creó un poco de distancia entre ellos-.
-Dam...
El mayor no le permitió hablar de nuevo. Reiteró su acercamiento volviéndolo a besar. La estupefacción en los ojos azules del menor expresaba incredulidad. Su sangre comenzó a circular más rápido de lo normal. Su emoción aumentó a semejante nivel que sintió marearse. Mejor bajó sus párpados y permitió a sus labios disfrutar el encuentro.
Damian apenas se separó para respirar un poco y Jon volvió a sujetarlo para repetir la caricia. Su ansiedad le sugirió acostarse y jalar al ojiverde para que lo cubriera con su cuerpo. El mayor complació aquel pedido. Se recostó encima profundizando su beso. Jon abrió su boca cediendo a ambos músculos tocarse, rozarse, someterse. Los minutos se deshicieron entre su abrazo y su ternura. Irónicamente, fue Jon el primero en abandonar al no recibir más oxígeno.
-Da... mi...
-Para mí eres perfecto, Jon... -Robin comentó dulcemente-. No tienes idea de lo mucho que me gustas...
-¿Me... me... me quieres?
-Bastante...
-¿Y... y... por qué... no dijiste nada...?
-Quería que crecieras un poco más... -Damian respondió sentándose y ayudando al menor a hacer lo mismo-.
-¿Entonces.... no quieres nada conmigo?
-¡Claro que sí, es sólo que siento raro hacer estas cosas contigo, eres un niño todavía...!
-¡No soy un niño! –Jon refutó arrugando su frente e inflando sus mejillas-.
-No, propiamente, pero...
-¿Ése es el problema? Damian, ya no soy un niño...
-Jon... Sí lo eres, aún te falta un poco de desarrollo y...
-¡Tengo once! ¡Soy lo suficientemente grande para estar contigo!
-Yo también quiero estar contigo es sólo que...
-¡No soy un niño! ¡Y puedo demostrártelo cuando quieras! –Expresó levantándose-.
Damian admiró su valor en el momento de verlo despojarse de su chaqueta. Luego sus manos comenzaron a temblar cuando trató de desabotonar su pantalón. El ojiverde desvió su mirada contrariado. Se puso de pie y colocó sus manos sobre las de Jon.
-Detente... -Le indicó enfocando sus zafiros-.
-No soy un niño, Damian... Te lo probaré...
-Ya te dije que así me gustas...
-Pero...
-Escucha, Jon... No tienes que probar nada... Lo único que debes saber es que como eres ahora me gustas y que incluso, estoy enamorándome de ti...
El ojiazul sintió sus orejas arder por el rubor ocasionado. Se embobó proyectando su incredulidad a través de su expresión cándida. Damian le sonrió en respuesta.
-Pero debes comprenderme que no me siento muy cómodo con esto. –Completó quitándose la capa-.
Jon mostró su decepción bajando su rostro.
-No te pongas triste... Créeme cuando te digo que sólo pienso en ti y en estar contigo. Así me gustas... Pero hay que darnos tiempo para conocernos mejor y avanzar más tranquilos... -Le dijo cubriéndolo con su capa y afianzando sus brazos alrededor del menor-.
Lo alejó unos centímetros para besarlo suave y mansamente.
-¿Entonces? ¿Ahora qué hacemos? –Jon le inquirió sumido en el embeleso-.
-¿Quieres... quieres... quieres salir conmigo, Jon? –Damian tartamudeó preguntando-.
Pero más allá de palabras, fue un prolongado y decidido beso dado por Jon lo que les otorgó el permiso a sus acciones. Así, el muchacho afirmó su deseo y sus ganas de estar con el amo de sus suspiros.
Disfrutaron un par de semanas de paseos, de encuentros casuales, de cenas, de visitas al cine, de abrazos, besos y acercamientos que siempre terminaban con un ritmo lento, incluso inexistente por decisión de Damian. Pero esos detalles, que en un principio caían en la comprensión total de Jon, por un tiempo fueron olvidados cuando se otorgaron el título oficial de una pareja recién formada. Un par de meses se escurrieron entre felicidad y hermosos momentos. No hubo necesidad de contarle a alguien sobre su noviazgo, pues ni siquiera tuvieron tiempo de hacerlo. Luego, Jon se permitió avanzar un poco más, haciendo a Damian concederle algunos caprichos.
Los besos y abrazos ya no fueron suficientes para el hijo de Superman. Pronto la ansiedad de mostrarse como el amante que era se apoderó de él. Sus encuentros se tornaron posesivos, resentidos, siempre desembocados en alguna pelea con orígenes en la negativa de Damian por ir más allá en sus caricias. Después, las razones que Jon imaginaba para justificar el rechazo de Damian se concentraban en sospechas y se sostenían en celos infantiles.
En cada oportunidad que Jon se creaba para provocar los instintos del ojiverde, el mayor concluía apartándose o cambiando el tema; lo que no sólo ofendía al menor, sino que lo hacía sentir miserable y desplazado. Todo empeoraba cuando observaba a la gente acercarse a su novio, quienes lo abrazaban, lo tocaban, lo acariciaban y Damian no hacía nada para detenerlos.
"¿Por qué no es así conmigo?" Jon se interrogaba cada vez que lo veía ser tan cercano a los desconocidos. Y cuando sus palabras llegaban a los oídos del mayor, el escenario no se desenvolvía a favor de nadie. Los reclamos y las quejas eran la orden del día; cosa que gradualmente gastaba los ánimos de ambos.
Entonces, lo intentó aguerridamente una última vez. Apenas puso un pie sobre la azotea y el mayor fue derribado por un Jon completamente desnudo. No le importó sorprender al ojiverde, sólo se consagró a besarlo y frotar su intimidad contra la de su novio. Damian reaccionó un poco tarde, y no porque se hubiese dejado llevar, sino porque no quería herir los sentimientos de su pequeño amor. Ladeó su rostro evitando el contacto. Posó sus manos en los hombros contrarios y lo apartó lentamente.
-Jon... Por favor, no... -Le dijo levantándose y despejándose de la capa como de costumbre-.
Lo cubrió suavemente mientras lo escuchaba llorar.
-¿Por qué no quieres? -Inquirió sollozando-. Ya llevamos poco más de una año con lo nuestro, es normal que avancemos en este tema...
-Ya hablamos de esto... Prefiero esperar... Eres aún muy joven, Jon...
-¡¿Esa es tu excusa?!
-No es una excusa, es la verdad... Yo nunca haría "eso" con un niño.
-¡No soy un niño!
-Jon, esperemos un poco...
-¡¿Cuánto es un poco?!
-Jon...
-¡Sólo dime!
-Jon...
-¡Contéstame!
-Dos... años... -Damian respondió afligido y atento a la renuencia del menor. Ya preparado para su posible oposición-.
-¿Qué? ¡Mejor dime que no te gusto! ¡Ya no me mientas y dime que no me quieres, que no soy suficiente para ti!
-¿Por qué siempre dices eso? ¡Te lo he repetido hasta el cansancio, así me gustas, tú me gustas, me muero por ti, pero de ningún modo voy a tener relaciones contigo! ¡No ahora!
-¡Deja de mentirme! ¡¿Tienes a alguien más, verdad?! ¡Alguien que sí puede satisfacerte!
-¡¿Qué?! ¡No digas tonterías! ¡No hay nadie!
-¡Cualquiera para ti es perfecto, ¿cierto?! ¡Cualquiera que no sea un niño!
-Jon, ¿por qué siempre terminamos peleando? Últimamente no hacemos más que eso. Yo no quiero estar de este modo contigo. Por favor, entiende...
El menor bajó el rostro. Algo dentro de él le prohibió seguir llorando, así que secó sus lágrimas y se puso de pie. Apretó la prenda que lo cubría. Se dio media vuelta buscando su ropa.
-Bien... entiendo... Esperaré, supongo... -Habló sin un ápice de emoción-.
Damian respiró destensando sus hombros.
-Gracias, Jon... Prometo que te compensaré esto... Lo juro...
-Está bien... empecemos con el patrullaje... -Jon exclamó serio, alejándose para poder vestirse-.
Se escucharon un par de sirenas a lo lejos, Los dos muchachos sabían perfectamente lo que debían hacer. Damian apresuró al menor para no perder tiempo. Cuando estuvieron listos, se pusieron en marcha para cumplir su trabajo.
Al menos el resto de esa noche tuvieron paz, no una sincera, pero sí una que les permitió descansar. Una que les regaló momentos tranquilos de preparación para las demás salidas que paulatinamente se convirtieron en lo peor de una teleserie de drama. Gritos, escenas de celos injustificados, reclamos sin sentido y peleas nacientes de malos entendidos fueron lo único que salía de sus temples. Jon comenzó a mezclar las cosas, a encontrar pretextos para pelear, para desquitarse, para mostrar su inconformidad, su frustración. Siempre estaba de mal humor, encaprichado, desobediente. Buscaba el más diminuto detalle para sacar sus deseos a flote. Damian hacía lo mejor que podía para mantener la relación, pero la actitud irreverente e infantil de su novio prontamente comenzó a alejarlo. Si de por sí el mayor se consideraba alguien frio, esa incomprensión y condición berrinchuda que Jon le mostraba cada vez que estaban juntos, terminó por volverlo cuidadoso, silencioso, precavido con sus palabras, sus movimientos, sus caricias. Incluso dudaba en ponerle una mano encima, pues no era muy partidario de darle entrada para otra pelea sin sentido.
Y finalmente, una noche sucedió. Ninguno soportó más esa relación que se deshacía a pedazos. Un par de frases y un par de estímulos externos fueron suficientes para desaparecer lo que malograron hasta ese momento.
Damian quiso darle un tiempo al más joven para que se calmara y reflexionara, inclusive para que se diera cuenta de lo que había perdido o podía perder si no se comportaba a la altura, ya que el mayor se comía las uñas pensando en una manera de no salir corriendo a la primera muestra de debilidad que sentía cuando más lo extrañaba. No se trataba de orgullo, no se trataba de egocentrismo o egoísmo, él sólo quería que fuera Jon quien se mostrara maduro y responsable al respecto, pero entre más días pasaban, más se percataba que quizá, después de todo, a favor de toda evidencia, Jon no era más que un niño.
La gota que derramó el vaso fue esa sesión de entrenamiento donde Superboy no se presentó y colmó la paciencia del ojiverde. Ninguno de los dos imaginó que esa sería la última llamada antes del extraordinario evento que Damian sufriría dejando muchas dudas en el aire, así como arrepentimientos y culpas.
-Jon... -Damian susurró abriendo los ojos un momento-.
Se sentó cabeceando. Dedicó unos minutos para observar a su amigo dormir mientras deseaba exhausto volver a acorrucarse.
-No... ya no eres mi novio... -Añadió sumido en la somnolencia e inclinándose para besarlo-.
Luego ya no se levantó. Cayó a un lado donde el ojiazul lo abrazó inconscientemente.
Llamaron a la puerta sólo para no ser atendida por nadie. Dick se asomó desconcertado.
-Jon, ¿ya terminaron de bañarse? –Preguntó entrando a la pieza-.
La obscuridad y el silencio en la habitación fueron suficientes indicios para comprender lo que acontecía. Se acercó apenas unos pasos para verificar el estado de ambos muchachos. Sonrió contento y satisfecho al verlos dormir plácidamente. Se apresuró a salir y comentar la noticia.
Arribó a la cocina donde la cena estaba servida. Jason y su mandil se ocupaban de procurar los alimentos mientras Roy, sus ojos morados y Timothy con su aura asesina, se miraban deseándose lo peor.
-Ya se durmió, también Jon, así que tenemos el resto de la noche para nosotros solitos... -Dick explicó sentándose a la mesa-.
-¿Damian se durmió? –Jason inquirió abandonando su mandil floreado-.
-Sí... Bañadito y arrulladito... Jon hizo un excelente trabajo...
-Jugaron mucho hoy, es normal que estén cansados... -Roy opinó hundiendo la cuchara en el puré-. Supongo que se divirtieron mucho... Yo también me divertí... -Añadió llevándose la comida a la boca, ganándose una mirada llena de odio por parte del tercer petirrojo, quien enterró el cuchillo en su trozo de carne-.
-Bueno... sí... fue algo diferente... -Dick habló bebiendo de su lata de jugo-. Nunca creí hacer algo así. Es bueno no sólo dedicarse a combatir el crimen, ¿cierto? ¿Cierto?
Pero ninguno de los otros dos petirrojos malhumorados se dignó a responder a la impertinencia del ave azul.
-¡Si, es genial olvidarse de asuntos serios para divertirse un poco! ¡Repitámoslo algún día! –Roy señaló comiendo más puré-.
-Pues sí... ¡Sí fue divertido! –Dick confesó francamente-. ¡Quizá mañana lo hagamos otra vez!
-¡NOOOO! –Jason y Tim exclamaron repentinamente al unísono-.
Dick y Roy se silenciaron unos instantes antes de soltarse a reír. El renegado y el tercer petirrojo voltearon a mirarse sonrojados. Bajaron sus rostros y se dedicaron a cenar.
Sus momentos de regodeo lamentablemente los estaban distrayendo de lo importante; ninguno de los adultos presentes se percató de los centinelas que los vigilaban insistentemente desde las afueras del recinto.
Continúa capítulo 11...
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