"La mujer toca la boca de su amante y mueve lentamente el labio inferior mientras él lleva el ritmo."

Misma hora, mismo lugar y distinta excusa para sus amigas. Así había acabado Kagome sentada en el mismo banco que la tarde anterior. Esperó y esperó hasta que su compañero de instituto apareció con una sonrisa arrogante en los labios.

- Vaya, esto sí que es en serio...- musitó más para sí mismo que para ella.

Pero Kagome lo escuchó y, molesta, se levantó de su asiento para acercarse peligrosamente a el muchacho.

- Si no te lo tomas enserio buscaré a otro.

Él levantó las manos en señal de rendición y dejó su mochila junto a la de la azabache.

- Me has dicho que quieres aprender a besar, lo respeto, pero ¿por qué? ¿Acaso la princesa está enamorada?

- Podría ser...

- Bien, pues bésame.

- ¿Qué?

- Imagina que estás con él tienes que besarlo. Vamos a ver cómo empezarías un buena beso. Así sabré ayudarte y sabré qué tienes que pulir. Tal vez no eres tan mala como pensabas... tal vez eres peor.

La carcajada que salió de la boca de su compañero no le hizo mucha gracia a Kagome, quien le agarró por la corbata tirando de él hacia ella. Aprovechó que estuviera sentado para no tener que ponerse de puntillas para llegar a sus labios. Acercó sus labios a los de Bankotsu y colocó sus manos sobre sus hombros mientras intentaba profundizar el beso.

No supo cómo mover los labios, pero decidió usar el inferior para empezar un suave movimiento que sorprendió al joven. El de la trenza decidió tomar el control y y profundizar el beso enredando sus dedos en el sedoso pelo de la muchacha. Las pequeñas manos de la azabache apretaron la camisa del chico mientras su cara enrojecía mientras seguía moviendo sus labios y el ojizarco llevaba un ritmo brusco al suave beso que ella había empezado.

- Vaya, bombón... no besas tan mal- comentó Bankotsu relamiéndose los labios y mirándola fijamente.