Capítulo 43: Confianza
"...This thing can't go wrong. This feeling's so strong. Well, my life ain't worth living if I can't be with you. I just can't stop loving you..."
"...Esto no puede salir mal. Este sentimiento es tan fuerte. Bueno, mi vida no vale la pena vivirla si no puedo estar contigo. Simplemente no puedo dejar de amarte..."
-I just can't stop loving you/Michael Jackson
Viernes 12 de enero del 2024, Chicago, Illinois, 1:30 p.m.
Marissa
La notas del café recién hecho llenaba la oficina que Oscar y yo compartíamos, mezclándose con el tenue perfume amaderado que él siempre usaba y que, de alguna forma, ya se sentía impregnado en el lugar.
Esa mañana, habíamos tenido un par de reuniones con proveedores y equipos creativos para afinar detalles de la colección en la que trabajábamos. Entre el ir y venir de documentos y llamadas, habíamos acordado que Pedro y Abril pasarían a la oficina para comer con nosotros antes de continuar con sus respectivos pendientes. Abril tenía que hacer unas gestiones personales y Pedro debía encargarse de unos asuntos de trabajo, así que les quedaban de camino.
Oscar y yo nos encontrabamos frente a su laptop, revisando los ajustes finales en las muestras de un diseño para un traje de dos piezas. Él estaba de pie, inclinado ligeramente sobre la pantalla, mientras yo permanecía sentada en el borde de su escritorio, con una pierna cruzada sobre la otra.
—Admite que el detalle en el cuello quedó perfecto —comenté con una sonrisa triunfal, moviendo el cursor sobre la imagen del diseño final para agrandarla.
Oscar soltó una carcajada y mi miró entrecerrando los ojos.
—No diré que quedó mal, pero creo que mi versión era mejor.
Giré el rostro hacia él, arqueando una ceja con diversión.
—Tu versión tenía un corte que era un atentado contra la comodidad.
—Mi versión era innovadora, cariño.
—Mi amor, tu versión era incómoda.
Oscar sonrió de lado, con ese aire de suficiencia que siempre tenía cuando disfrutaba discutir conmigo.
—Dices eso porque no lo usaste.
—Digo eso porque tengo buen criterio —rebatí, dándole un leve empujón en el brazo.
Él dejó escapar una risa baja y deslizó la mirada de la pantalla hacia mí, deteniéndose en mi boca por un segundo más de lo necesario antes de alzarla de nuevo hacia mis ojos.
—Ah, ¿eso crees? —Su voz descendió a ese tono grave y lento que siempre lograba erizarme la piel y lo notó, porque justo antes de que pudiera responder algo, deslizó una mano por mi muslo, dejando apenas un roce, pero suficiente para hacerme contener el aliento por un segundo—. Pues, tengo que decir que realmente me encanta lo meticulosa que eres con cada detalle... aunque siento que en este momento hay cosas mucho más interesantes en esta oficina que este informe.
Su pulgar trazó un círculo lento sobre la tela de mi pantalón, un gesto bastante casual, pero cargado de intención. Sentí mi pulso acelerarse y mis ojos lo recorrieron de arriba abajo, deleitándose con la hermosa vista de sus labios curvados en una gentil media luna, pero justo cuando abrí la boca para contestarle, escuchamos que llamaban a la puerta. Ya sabíamos quiénes eran.
—Adelante —dije sin apartar la vista de Oscar, todavía con una sonrisa desafiante en los labios.
La puerta se abrió y Pedro dejó pasar primero a Abril, quien entró con su energía habitual, alzando una mano a modo de saludo.
—¡Buenas, parejita trabajadora! ¿Interrumpimos algo?
Pedro soltó una risa baja mientras cerraba la puerta detrás de él y se acomodaba el cuello de la camisa.
—Si hubieran tardado cinco minutos más, probablemente sí —comentó Oscar sin inmutarse, mientras retiraba la mano de mi muslo con la misma calma con la que la había colocado ahí.
Abril alzó una ceja con curiosidad, pero Pedro solo se cruzó de brazos y bufó con diversión.
—Por el amor de Dios, Estrada, uno no puede dejarte solo cinco minutos sin que le pongas las manos encima a Issa, ¿verdad?
Sonreí, mordiéndome el labio para no reírme demasiado y Oscar solo se encogió de hombros con su expresión más despreocupada.
—No veo cuál es el problema, estábamos trabajando.
Abril miró la pantalla de la laptop y luego a nosotros con expresión calculadora.
—Ajá... trabajo.
—Sí, trabajo —reafirmé, sin perder la sonrisa.
Pedro chasqueó la lengua y se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio.
—Bueno, pues mientras trabajamos en nuestra amistad, ¿qué les parece si pedimos comida china? Tengo antojo de rollos primavera.
—Me parece bien —respondí—. Pero yo quiero tallarines.
Abril se sentó en la otra silla con un suspiro satisfecho.
—Perfecto. ¿Y si pedimos galletitas de la suerte? Quiero ver qué nos depara el destino.
Cuando nos sentamos a comer juntos, el ambiente estaba tranquilo, incluso, había corrido las persianas y cerrado la puerta para tener un momento de privacidad, disfrutando de aquella pausa en medio de toda la rutina agitada que habíamos tenido esa semana.
—¿Saben lo que me encanta de París? —Comentó Pedro mientras removía su bebida—. El café de la panadería de la esquina del departamento donde he estado viviendo. No importa en cuántos lugares lo pruebe, ninguno se compara a ese.
—Lo dices como si no hubieras tomado café antes —bromeó Óscar, dándole un sorbo a su té.
—Sí, pero allá hay más frío, eso hace que el café sepa diferente.
Nuestras risas fluían con facilidad, pero el ambiente cambió cuando el tema de la conversación tomó otro rumbo. De pronto, Oscar miró a Pedro y él hizo una mueca al encontrarse con sus ojos, como si supiera exactamente que había algo pendiente entre los dos.
El aroma a comida china llenaba la oficina con una mezcla de especias, salsa de soya y el dulzor del pollo agridulce que aun humeaba en los recipientes. Las cajas de cartón estaban esparcidas sobre la mesa junto con los palillos y los vasos de té helado que Abril había ayudado a servir. Pero a pesar del ambiente aparentemente relajado, la tensión se sentía como una corriente subterránea, especialmente entre ellos dos.
Era evidente que ya no se podía hacer nada para evitar esa conversación, menos cuando Oscar había estado insistiendo toda la semana en que buscáramos una forma de ver a Pedro para hablar con él sobre aquel asunto con Salvatore en la gala.
Oscar dejó su recipiente de arroz frito en la mesa con un movimiento firme antes de fijar su mirada en Pedro.
—Me vas a decir ¿por qué no me lo contaste antes? Y sabes bien de lo que estoy hablando —preguntó con voz firme aunque sin elevarse.
Pedro hizo una pausa, llevando un bocado de su comida a la boca con calma aparente, pero en su mirada había algo contenido. Dejó los palillos a un lado antes de responder. Yo solo pude dejarme caer en el respaldo del asiento y solté un suspiro pesado mientras Abril me miraba con angustia evidente en su rostro. Su sonrisa cambió por una mueca de preocupación cuando junto las cejas sin comprender a lo que Oscar se refería. Yo sí lo sabía.
—Porque en ese momento no tenía certeza de nada —Pedro contestó al fin—. Y porque pensé que si te lo decía sin pruebas, ibas a reaccionar exactamente cómo estás reaccionando ahora. Y eso solo reafirma el por qué no te lo dije.
Oscar entrecerró los ojos, presionando la mandíbula. Podía ver cómo se contenía, cómo su frustración latía bajo la superficie. Desde hace unos días, cuando le hablé sobre Salvatore en la gala, su preocupación había sido evidente.
—Estamos hablando de un hombre peligroso, Pedro —continuó Oscar—. No es ningún tipo al que podamos ignorar. Marissa pudo haber estado en peligro, ¿y tú decides que no era necesario decírmelo?
Pedro soltó un suspiro y se inclinó ligeramente hacia adelante, apoyando los antebrazos en la mesa.
—No es que no fuera necesario, Oscar —negó con la cabeza y, por primera vez en esos minutos, le sostuvo la mirada con firmeza—. Simplemente no quería alertarte sin fundamentos. Lo único que sabía en ese momento era que el tipo estuvo en la gala, no tenía idea de si estaba intentado algo contra Marissa o si simplemente estaba ahí por otro asunto. No fue por mala intención —respondió estoico—. Teníamos que asegurarnos de que fuera seguro hablarlo.
—¿Seguro? —Oscar dejó caer su mano sobre la mesa con un golpe sutil, pero lo suficientemente fuerte para transmitir su frustración—. ¿Sabes lo que sentí cuando supe que lo sabías desde antes y no me dijiste nada?
Pedro sostuvo su mirada, pero sus ojos decían otra cosa, parecía como si en su interior, una punzada de arrepentimiento lo invadía.
—Bien, bien, tienes razón pero dime una cosa... Y si lo hubieras sabido antes, ¿qué habrías hecho? —Pedro frunció el ceño—. ¿Te habrías lanzado a buscarlo sin pensar en las consecuencias?
—Ese no es el punto... —Oscar se pasó las manos por el rostro y suspiró—. Tú sabes lo que Marissa significa para mí, si algo hubiese pasado y yo no sabía nada para hacer algo y poder evitarlo... Es que...
La voz de Oscar se quebró por un segundo, pero lo disimuló con una exhalación pesada. Aunque pude notarlo, sobre todo porque sus manos ya habían comenzado a temblar un poco. Fue ahí cuando me di cuenta de que tenía que intervenir antes de que la discusión escalara más.
—Oscar... —mi tono fue suave, pero con la firmeza suficiente para que él me mirara—. Entiendo cómo te sientes, de verdad y lo sabes. Pero es importante que entendamos que Pedro tampoco estaba tranquilo con la situación. No lo oculto por hacerte daño, sino porque no quería que alguien saliera lastimado por una decisión precipitada.
Oscar no respondió de inmediato, solo suspiró y bajó la mirada un momento. Era necesario darle unos segundos para dejarlo procesar todo y tampoco quería abrumarlo, así que solo me limite a acariciar poco a poco su espalda con mi mano mientras Pedro miraba por la ventana, también dándole tiempo y un momento después me miró y asintió con su cabeza en señal de agradecimiento.
Cuando noté que Oscar se recomponía, seguí hablándole:
—No digo que hayamos hecho lo correcto —continué—, pero todos estamos en el mismo equipo. Nadie quiere que algo malo pase. Por eso te conté todo, porque no quiero que nos ocultemos nada, porque no quiero que tengamos secretos... Porque tenemos que confiar en nosotros.
Hubo un momento de silencio tenso hasta que Oscar levantó la mirada encontrándose con la mía y se frotó el rostro con una mano.
—Lo sé... —murmuró—. Solo... Me cuesta no pensar en todo lo que pudo haber salido mal.
Pedro suspiró, comprendiendo el peso de sus palabras.
—Lo entiendo, Oscar. Y te prometo que no volverá a pasar. De verdad.
Sonreí cuando vi a Pedro levantarse de su asiento para acercarse a Oscar en búsqueda de una señal de paz. Le tendió la mano esperando que él hiciera lo mismo, pero en lugar de solo estrecharla, Oscar se levantó también y lo abrazó con fuerza. Pedro sonrió y le devolvió el gesto, dándole una palmada en la espalda.
—Nunca más vamos a ocultarnos cosas —dijo Oscar con seriedad en medio de su abrazo y luego se separó, mirándonos—. Ninguno de los cuatro.
—De acuerdo —añadió Abril, sonriendo con complicidad—. A partir de ahora, transparencia total.
—Cuenten conmigo —afirmó Pedro, abrazando a Oscar por los hombros.
—Y conmigo —sonreí un poco más calmada.
Había pensado que esa conversación podría haberse vuelto más tensa, incluso había considerado varios escenarios en donde Abril y yo teníamos que buscar formas de hacer que los dos se reconciliaran, pero cuando todo terminó, incluso me di cuenta de que mi cuerpo también había comenzado a relajarse, sobre todo los hombros que había mantenido tensos desde el primer instante que Oscar comenzó a hablar con Pedro.
Al menos, habíamos arreglado esto a tiempo.
Después del tenso momento, era necesario aligerar el ambiente y cuando Abril sacó una pequeña bolsa con galletas de la fortuna y las agitó en el aire, me di gracias a mi misma por haberle quitado el teléfono a Pedro y encargarlas antes de que cerraran el pedido una hora atrás.
—Para cerrar con algo más divertido nuestra... reunión, creo... —dijo con media sonrisa—, cada uno va a sacar una galletita y leeremos los mensajes en voz alta. Es tradición —acotó, agitando la bolsita con las galletas—. Vamos, cada uno tome una.
—Sí, creo que necesito algo de magia —comentó Oscar, dejando caer su cabeza en mi hombro. Denme mi galletita...
Pedro rio ante las palabras de Oscar y fue el primero en abrir la suya. La leyó en voz alta:
—"El cambio es el primer paso hacia la felicidad".
Abril lo miró con una sonrisa burlona al escucharlo.
—Vaya, qué coincidencia.
Pedro arqueó una ceja.
—¿Coincidencia?
—Sí, y ya sabes por qué.
Oscar y yo nos miramos sin comprender que estaba pasando, pero decidimos omitirlo por ese momento y luego, Abril mostró su propia galleta:
—"A veces, la felicidad está en el lugar donde menos lo esperas". —Ella miro a Pedro unos segundos y luego soltó una carcajada—. Bueno sí, no esperaba ser feliz con un hombre casi veinte años mayor que yo así que... La galletita tiene razón.
Oscar río y yo lo seguí mientras Pedro se cruzaba de brazos.
—No me tientes, pelirroja, no me tientes, porque si sigues así, me vas a obligar a demostrarte el por qué esa galleta está en lo correcto.
—Bien, esto se está poniendo filosófico —levanté ambas cejas tomando una galleta—. Es mi turno —la abrí rápidamente y leí en medio de nuestras risas—: "Tu valentía será recompensada con amor". —Me quedé mirando el papelito por unos segundos y suspiré—. Por el bien de mi futuro, espero que esto sea verdad.
Al escucharme, Oscar me miró con una sonrisa ladeada.
—¿Eso significa que me vas a dar un beso?
—Sí, pero no ahora. Contrólate un poco, ¿quieres? —Rodé los ojos y le di un golpecito en el hombro mientras reía.
Finalmente, Oscar rompió la suya y frunció el ceño antes de leer:
—"No temas al futuro, porque en él encontrarás lo que siempre has buscado". —Se quedó pensativo un momento, mirando el papel como si estuviera procesando lo que acaba de leer y unos segundos después, una bonita sonrisa se dibujó en sus labios—. Supongo que tiene razón. Después de todo, mi futuro está sentada a mi lado —comentó con seguridad, volviendo a dejar su mano sobre mi pierna en un gesto dulce que me hizo sonreír.
—Bueno, pero si estas galletas nos están leyendo la vida. —Pedro asintió con aprobación y luego de intercambiar una risita cómplice con Abril que nos dejó un poco más extrañados y con la sensación de que debíamos saber algo de lo que no teníamos ni la más remota idea, tomó aire y siguió hablando—. Hablando de cambios... hay algo que queremos decirles.
Oscar y yo nos miramos antes de volver la vista a Pedro, quien jugueteó con el papel entre sus dedos antes de alzar la mirada con una sonrisa y Abril se removió en su asiento con emoción.
—¡Diles ya!
Pedro dejó el papel de la galleta en la mesa y tomó la mano de Abril.
—Me llamaron hace un par de días de mi oficina en París.
Oscar frunció el ceño y yo los miré a los tres todavía sin comprender nada.
—¿Y eso qué significa?
Pedro sonrió.
—Significa que me han transferido oficialmente aquí, a Chicago.
Abril dejó escapar un pequeño grito de emoción.
—Y eso significa... ¡que Pedro y yo nos vamos a mudar juntos!
La noticia cayó como una chispa de felicidad en el ambiente. Terminé aplaudiendo emocionada. Era hermoso ver a mi mejor amiga así de feliz. Se lo merecía todo.
—¡Eso es increíble! Me encanta saberlo —les dije a los dos y luego miré a Pedro señalándolo con un gesto de mis dedos que iban de mis ojos hacia él—. Más te vale que cuides a esta mujer, es mi mejor amiga. Y habrá represalias si algo sucede —bromé, cruzándome de brazos. Claro que Abril estaría maravillosamente bien con Pedro, eran tal para cual.
Él sonrió con orgullo y abrazó a Abril por la cintura.
—Siempre quise establecerme en un lugar donde me sintiera en casa, y con Abril, sé que lo estaré.
Oscar asintió con una sonrisa más sincera esta vez.
—Aunque es raro escuchar eso de mi amigo el "yo jamás me voy a atar a alguien, soy libre, como las águilas" me alegro por ustedes. De verdad.
Abril puso los ojos en blanco.
—Por fin, una reacción decente.
—¡Oye! —Oscar fingió indignación—. Les di mi reacción más sincera, cuenta como celebración.
—Más bien como burla —murmuró Pedro, provocando otra ronda de risas—. Además, tú prácticamente ya vives con Issa, no tienes nada qué decir.
Al escucharlo, rápidamente puse las manos frente a mí moviéndolas de un lado a otro en señal de negación mientras soltaba una carcajada.
—Oh no, no, no. A mí no me metan en sus discusiones, por favor. Ya tuve suficiente por un día —reí, escondiéndome detrás de Oscar y provocando las risas de todos otra vez.
Al final, la conversación continuó animada mientras terminábamos la comida. Cuando acabamos, comenzamos a recoger la mesa, trabajando en conjunto de manera natural.
—Bueno, nosotros tenemos que irnos —dijo Abril mientras tomaba sus cosas—. Hay muchas cosas que organizar antes de la mudanza.
—Y créeme, hay demasiado que empacar —Pedro rió y soltó un suspiro.
—Si necesitan ayuda, aquí estamos —les dije, sonriendo mientras nos despedíamos.
Oscar asintió, cruzándose de brazos.
—Solo no esperen que cargue todas sus cajas, Pedro. No soy tu mozo.
—Ya veremos, amigo, ya veremos —respondió él con una sonrisa burlona.
Cuando la puerta se cerró tras Pedro y Abril, Oscar se giró hacia mí de inmediato.
—¿Y ahora qué hacemos? —me preguntó regalándome una sonrisa traviesa.
Alcé una ceja y me encogí de hombros devolviéndole el gesto para después, caminar de regreso al escritorio.
—Supongo que volvemos al trabajo.
Nota de la autora:
Bueno, de nuevo creí que no iba a poder actualizar JAJAJAJAJAJAJA. Básicamente porque tuve cosas que hacer el sábado y no pude escribir y eso hizo que perdiera un día completo de sesión de escritura pero a pesar de todas las probabilidades en contra, aquí estamos. Wuuuuuuuuuuuu. :'3
Este capítulo puede no parecer importante, pero como todos, lo es, sobre todo por las cosas que se refuerzan aquí: la confianza entre mis niños, el cariño que se tienen estos 4 y lo que se viene a futuro para ellos... Ya verán, ya nos vamos a poner más potentes a partir del siguiente capítulo, porque SE VIENEN MUCHAS COSAAAAAAAAAAS. 👀✨💜🔥🤭
Y solo para comentarles, puede que el siguiente fin de semana vuelva a actualizar aquí, porque me quedé con ganas de escribir una escena que va a estar potente con Issa y Oscar (ya no me alcanzó el tiempo para añadirla aquí AGHHHHHHHHHHH) pero es mejor, porque así, les doy el momento que se merecen, con lujo de detalles y todo el capitulo para que se den como cajón que no cierra sobre el escritorio de Oscar... Digo, para que pasen cositas JAJSAJSJAJSJA. Pero les juró que valdrá la pena.
Nos vemos en el siguiente capítulo. Gracias por estar aquí como siempre, laters, gators. :3
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