Capítulo XXXII
El siguiente recuerdo que tengo soy yo, con un dolor de espalda considerable, intentando levantarme del sofá. No tengo mucha idea de como acabé aquí pero, a juzgar por el desorden que hay en el salón, supongo que me quedé dormida intentando recoger.
Sobra decir que no recogí ni un mísero vaso, ¿no?
La verdad es que recuerdo que Xulia y Aaron fueron los últimos en irse...
"-Bueno, churriña, nosotros nos vamos ya -dijo la Canela abrazándose a su novio para evitar caer al suelo.
-Si, que ya no te tienes ni en pie reina -contestó Aaron- Venimos mañana por la tarde a ayudaros a recoger, ¿vale?
-Sin problema, ya lo sabéis. Descansad que nos hace falta a todos.
-¡Igualmente!"
Y poco más... Pero supongo que no será nada que un buen café caliente no arregle. Cuando encuentre las cápsulas por supuesto. Porque con tanto lío ya casi no se ni dónde estoy yo.
Claudette y Noah aparecieron justo cuando mi garganta acababa de aceptar el primer sorbo de café. Séptima maravilla del mundo, también os lo digo.
Los dos venían abrazados y con una cara de haber jurado bandera que casi mejor no os cuento... ¿O sí? Que al fin y al cabo para eso estoy, ¿no? Para contaros lo asquerosamente empalagosos y adorables eran estos dos, incluso de resaca... ¡Flipante!
-¿Qué? Lo de alistarse en el ejército bien, ¿no? -pregunté.
-Exactamente igual que lo de dormir con Jack -soltó Claudette, para devolver el pique. El día que se quede callada, recordadme que le pregunte si está enferma o algo.
-Pero, ¿tú te crees que si hubiese dormido con él, tendría el dolor de espalda que tengo?
-Si me tengo que fiar de lo que decían las chicas que, de vez en cuando, vi con él, es probable que tuvieses algo más que un dolor de espalda -habló Noah.
Omitamos el hecho de que por poco escupo el café que tenía en mi boca en ese momento, y centrémonos en que la cara interior de mi estómago estaba super colorada. Sí, hablar del sonrojo en términos científicos me parece menos patético que contaros que por poco me babo entera con el café. Imaginaos como estaba el nivel de vergüenza en la cocina...
-No he dicho nada, lo siento -se compadeció de mi un Noah con el brazo dolorido- En realidad no suelen ser tantas. Jack es más bien timidillo.
Claudette, al ver como iba la conversación, decidió intervenir y cambiar el rumbo.
-Esto nos lleva a una pregunta crucial. Si Jack está durmiendo, que suponemos que sí, y Noah está aquí... ¿Dónde está Zoey?
Y ahí el mundo se congeló por un momento.
-¿Y Arno? -pregunté yo. Ya que de desaparecidos hablábamos...
Fuimos corriendo a las habitaciones y comprobamos que Jack seguía durmiendo como un bebé en mi cama. Sujeto Uno localizado. Seguimos con la habitación de Arno y la cama estaba demasiado bien hecha como para que alguien hubiese dormido en ella por la noche. Conclusión: el poeta tampoco estaba.
-¿No creerás que...?
-A ver, a mí me preguntó ayer quién era ella y parecía muy interesado la verdad... ¿Y si los llamamos? ¿No son horas muy intempestivas no?
-Créeme, es mejor despertarlos y que se acuerden un poquito de nosotros a que alguno de los dos se enfrente con Jack -habló Noah preocupado.
-No puede ser tan malo, ¿no? -le pregunté yo de vuelta. A ver si aún voy a tener a un psicópata durmiendo en mi cama y yo sin saberlo...
-No... ¿Qué tal te las apañas con hermanos sobreprotectores?
-Pues no he tratado con ninguno la verdad -dije recordando.
-Entonces, te lo vas a pasar de miedo.
La ironía, por supuesto, no paso desapercibida y eso no me dejó muy tranquila que digamos...
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