Capítulo XXXI

Por favor, agradecería que ninguna de las y los presentes pensase mal de la situación porque era la situación más inocente del mundo, sobre todo, si recordamos que Jack estaba borracho.

Intenté sentarlo en una de las sillas que tenía para que se despejase un poco, pero el señorito decidió que la cama era un sitio mucho mejor para sentarse. Y, por obra y gracia de algún angelote manco, él acabó el sentado en mi cama, abrazando mi cintura, y yo, allí quieta, recordándome a mi misma por qué debería salir de aquel abrazo. Porque, por mi salud mental, debería hacerlo.

-Jack, en serio ¿sabes que no puedes quedarte así toda la noche verdad?

-Y, ¿por qué no? -dijo levantando la cabeza y mirándome a los ojos

"No me hagas esto, estúpido" era la frase que más se repetía en mi cabeza en aquel momento pero claro, lo único que salió fue un tartamudeo cutre...

-Eh... Esto... porque estas borracho... porque debería volver a la fiesta...

-No, me niego. Estoy muy cómodo así.

-No Jack, ahora en serio, estás muy pasado y no tienes ni idea de lo que haces. Suéltame, ¿si? -intenté razonar con él mientras poco a poco conseguía aflojar el agarre de sus brazos.

Lo tenía casi conseguido. Lo prometo. Ya veía mi libertad al fondo del túnel y, de repente, lo único que veía y sentía eran sus brazos cogiéndome y sus ojos que estaban demasiado cerca de los míos. El cabrito se había movido y nos habíamos caído encima de la cama.

Por varios segundos lo único que veía era como la luz de la ventana se colaba y reflejaba en sus ojos y en como esos ojos estaban atrapando los míos sin que yo opusiese mucha resistencia. Os prometo que nunca volveré a ver una imagen tan bonita en mi vida.

-Layla, me encantas -susurró.

Y ese es el único recuerdo que tengo antes de que me diese un beso, con todo el coraje que supongo que le había dado el ron.

Sí, el beso fue maravilloso, lo admito. Fue más especial por la persona que lo daba, y por el cariño que desprendía, que por el propio beso en sí, pero tengo que ponerle una pega para romper la atmosfera de romanticismo y que no me de un chungo de recordarlo ahora mismo: sabía muchísimo a ron. E imaginad el suplicio que es eso para una persona que solo bebe ginebra.

Fue un beso que quedará grabado a fuego en mi conciencia, pero las cosas hay que contarlas tal y como son.

Cuando nos separamos, volvió a preguntar, como si estuviese totalmente lúcido:

-¿Qué tengo que hacer para ganarme tu corazón?

-¿De verdad quieres saberlo?

-Sí

-Preguntármelo totalmente sobrio.

-Lo haré.

-Lo sé. Ahora duérmete anda.

Y dándole un pico, porque joder, probablemente fuese mi única oportunidad en la vida de besarlo, me levanté como pude de la cama e intenté poner mis ideas y mi disfraz en orden.

Cuando lo conseguí y me hube serenado lo suficiente, porque imaginad al ritmo que latía mi corazón, me di la vuelta. Jack ya estaba en el quinto sueño y acurrucado en mi cama como si fuese un bebé. Fue ahí cuando supe que mi mini cuento de hadas había acabado.

Suspiré por ello. Fue como rozar el cielo con las manos y que solo se quede en eso, en roce, pero conseguí que mi latido cardíaco volviese a un ritmo medianamente normal y salí de la habitación.

Volví a la fiesta pensando que ya tendría una anécdota para recordar de aquel año pero, lo que no sabía es que, acababa de abrir una Caja de Pandora de momentos y sentimientos que lo único que susurraban era "Lo mejor está por venir".

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