Capítulo XXIII

- Arno? Que fais-tu ici? N'arrivais-tu pas demain ? (¿Arno? ¿Qué haces aquí? ¿No llegabas mañana?)

-Oui, mais j'ai trouvé un vol d'avance et ai décidé de venir. Espero no molestaros (Sí, pero encontré un vuelo antes y decidí venir) -terminó con un marcado acento.

-Claro que no primo. Sabes que aquí nunca molestas. Pasa, tenemos que presentarte a alguien antes de que te instales.

-Lay, no se yo si será el mejor momento... Osea, mira las pintas que traigo...

-Ni caso, mon amour, tú siempre estás para babear -habló Claudette empujándolo por el pasillo con la suavidad característica de su persona. Por favor, notad la ironía. Gracias.

Arno se resistió un poco más hasta que llegamos al salón donde, por arte de magia, toda resistencia desapareció. Y todavía no sé si fue por las gominolas o por el sofá.

-¿Estabais viendo Nuestros amantes? -pregunto sentándose con toda la comodidad del mundo al lado de Xulia.

-Ehh, si... -dijo ésta medio preocupada, medio confiada. Obviamente no metíamos a cualquiera en casa.

-Perfecto, ¡me acoplo!

-Ehh ¿Vale? -replicó la canela.- ¿Se puede saber quién leches es este? -dijo mirándonos a nosotras.

-Sí, bueno, quizás es momento de una presentación un poco más convencional y tal -dije yo.

-Pues quizás hasta era buena idea fíjate tú... Ya que a este se le olvidó la educación en el avión- contestó mi querida amiga pegándole una colleja a su querido primo.

-A ver, él es Arno y es el primo de Claudette. Vivía en Francia pero tuvo digamos...

-Unos problemas familiares -acabó Minini por mí.

-Bueno, problemas familiares... Resulta que me acabo de enterar de que soy adoptado y de que la mitad de mi familia me lo lleva ocultando toda la vida. ¡Encantado!

-Desde luego se nota que es de la familia Claudette. La sinceridad y el poco tacto por bandera -comentó Xulia impresionada mientras que la aludida asentía con gesto culpable. -La verdad es que no sé qué decir en estos casos... ¿Te apetecen lenguas?

-¡Uy si porfa!

Y como la escena normal que solo nosotras podríamos protagonizar, ahí acabó la presentación. Si, si. Sin nada más. Únicamente nos dedicamos a seguir viendo la película y a cambiarla cuando acabó. Tampoco es que hiciesen falta muchas más palabras porque bueno, ni la situación era digna de un discurso aristotélico, ni nosotros estábamos en las mejores condiciones para darlo. Ya sabéis, el shock y todo eso...

Un par de horas más tarde, el extraño momento que os acabo de contar fue interrumpido por un timbre que solo rogábamos porque no trajera más noticias o situaciones telenovelescas. Una cosa es verlas en el sofá de tu casa y rogar porque la malvada madrastra no separe a Alberto José de Dalila María, y otra cosa muy diferente es protagonizarlas. Hacedme caso chiquis, las telenovelas, mejor en la ficción.

Por suerte para todos, el señor del timbre era Aaron, el novio de Xulia, que venía a mangarnos a nuestra amiga cuál caja de bombones. Iba a compararla con un saco de patatas pero como seguro que va a leer esto, prefiero evitarme tentativas de homicidio innecesarias.

-¿Veis como tengo al mejor novio del mundo chicas? -dijo nuestra amiga levantándose del sofá y sucumbiendo a la promesa de mimos de su pareja. Ejem, traidora, ejem.

-Dado que eres la única que tiene pareja chiqui... ¡Que mínimo que fuese alguien decente! -dijo Claudette.

-De verdad, es que me dais diabetes.

-Lo sabemos Lay, pero a eso en mi tierra se le llama "envidia".

-Ya, en la mía también. Pero si os lo digo cada vez que me hagáis vomitar arcoíris, os lo vais a creer, y después, ¡a ver quién es el chulo que os aguanta! -repliqué yo mientras los acompañábamos hacia la puerta.-Nos la cuidas, ¿eh?

-¡Sí, mamás! -habló Aaron y después se fueron.

Claudette y yo volvimos al salón y nos encontramos a un Arno medio adormilado en el sofá.

-Pobre, debe estar agotado -dijo Clau.

La verdad es que el pobre estaba que se caía de sueño por lo que decidimos que, en vez de moverlo a una habitación de invitados, dormiría ya allí. Lo tapamos sin que protestase demasiado, porque ya estaba medio zombie y, acto seguido, nos fuimos a dormir.

¡La que más y la que menos ya estaba agotada!

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