Capítulo XX
-Que no, chicas, que no hace falta, de verdad.
-Y yo te digo que como vuelva a oír la misma serenata te la ganas reina.
-Pero es que...
-Ni peros ni peras tía, ¡déjanos echarte una mano!
-Pff, está bien.
Y así llevamos desde que salimos del hospital. ¡Y todo porque le propusimos pasar el finde en casa para que pudiese descansar mejor! Si es que de verdad...
Entre pitos, flautas y protestas por parte de Xulia, el trayecto que normalmente es de unos veinte minutos, al final acabaron siendo sobre cuarenta. ¡Viva!
Ironías aparte, no entiendo qué problema tiene la gente con dejarse ayudar. De verdad os lo digo.
- Chiquis, ¿qué os parece si hacemos un maratón de pelis? -propuse nada más llegar al piso. Sí, presente una a la que le duran menos los enfados que el hielo en un botellón y no, no estoy promoviendo el consumo de alcohol pero bueno, ya me entendéis.
-¡Vale! -dijo Xulia.
-No sí, la que no quería venir -respondí rodando los ojos para picarla.
-Mujer, ya que te ofreces... -me contestó ella con tono meloso. Sobra decir que nos pusimos a reír porque... porque bueno, en realidad nos apetecía. Volvíamos a estar las tres juntas y eso había que celebrarlo.
Sentamos a Xulia en el sofá, porque una vez que entró por la puerta se tomó muy en serio su papel de enferma, y nos pusimos a ordenar todo un poco.
-¡Layla! ¡CÓDIGO ROJO!
-¿¡QUÉ!? -dije yo corriendo hacia la cocina- Claudette, ¿cómo que estamos sin reservas de gominolas? ¿No las tenías que comprar tú la última vez?
-¡Y lo hice! Pero ya las debimos acabar...
-Ay madre... Bueno, pues tocará ir a la tienda a por más... Id escogiendo vosotras la peli que yo vuelvo enseguida, ¿va?
-¡Perfecto, gracias, eres un cielo! -me gritó Claudette ya cuando me encontraba escaleras abajo.
-¡Lo sé! -respondí de la misma forma.
Bajé trotando las escaleras del edificio y salí de la misma forma del portal. Por supuesto, mi mala suerte, que no se había manifestado todavía puesto que no me había matado por las escaleras, decidió saludar haciéndome tropezar con alguien de frente. Podría haber sido un accidente si no fuese porque, ¿quién era dicha persona?
-Ey, ¡cuidado! -me dijo Jack cogiéndome por los hombros.
¿Quién iba a ser?
-Lo siento. Patosa se nace, no se hace -conteste riéndome y encogiéndome de hombros.
-No te preocupes -me dijo él- ¿Hacia dónde ibas?
-A la tienda de chuches de la esquina.
-Eso lo justifica todo -rió él- ¿Puedo acompañarte? Yo también iba hacia allí.
- ¡Claro! Espero que no te haya pasado como a nosotras y no hayas querido hacer un maratón de películas sin gominolas.
-No, más bien es que mi hermana estaba de antojo y es demasiado vaga como para bajar ella misma.
- ¡Anda! Mira, pues en eso se parece a Claudette.
-Creo que se llevaría bien con vosotras.
-Jo, pues cuando quieras puedes presentárnosla y nosotras encantadas. Seguro que es un amor de niña.
-Sí, solo que ya no es tan niña, aunque ella se siga considerando así-dijo rascándose la cabeza.
-¿Cuántos años tiene?
-Dieciocho.
-Jack, te voy a hacer una pregunta y espero que no te lo tomes a mal -dije ya en la puerta de la tienda.
-¿Cuando tú tenías dieciocho años te considerabas un viejo?
-No, que yo sepa -dijo pensativo.
-Pues, con todo el cariño que te tengo, que alguno hay por ahí perdido, te digo: ella será una niña hasta que decida dejar de serlo. Nada tiene que ver la edad biológica o la mental. Si ella se considera una niña, lo es y no hay más que hablar. Yo, sin ir más lejos, siempre fui una adulta de seis años y una niña de trece... No dejes que tu papel de hermano mayor te ciegue y pienses cosas que no vienen al caso. Con dieciocho años aún es muy joven y seguro que ya es muy madura; una cosa no quita la otra.
-Hombre, visto así... Igual puedes tener algo de razón...
-Mira, no te compliques, piensa que así tienes una excusa para seguir hablando de tu niña y consentirla a tu gusto sin tener tanto cargo de conciencia.
Él se empezó a reír y a mi me volvió el alma al cuerpo. Me emocione tanto con el discursito que por un momento pensé que la había liado pero empecé a reírme con él y entramos tranquilamente a la tienda.
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