1.

Jesús Oviedo en multimedia.

Jesús

–¡Ya era hora tío!–se me acerca Dani en cuanto me quito el casco y bajo de la moto.–Pensaba que ya te habías dormido el primer día.

–Me tendría que haber quedado en la cama, estoy reventado.–anuncio situándome a su lado y sacando un cigarrillo.–¿Preparado?

–Claro, estará chupado.–sonríe coqueto dando un paso hacia la entrada.–¿Y tú?

Dani es esa clase de hermano gemelo que solo se parece a ti en el físico. Es el tío más empollón que existe en España, el único capaz de sacar matrícula de honor en todas las asignaturas. No bebe, no fuma, y no soporta que yo lo haga. Es todo lo contrario a mi, y quizá por eso nos complementamos tan bien.

–Estoy deseando ver cómo me adoran, lo he echado de menos este verano.–comento consiguiendo que ruede los ojos.–Venga, apuesta, ¿con cuántas crees que me acostaré la primera semana?

–Con cinco.–canturrea mi amigo Derek colocándose a mi lado y quitándome el cigarrillo de entre los dientes para darle una gran calada.

–Ey.–se lo vuelvo a quitar para acabármelo.

–Todas se mueren por pasar un rato contigo.–apunta Dani a regañadientes mientras abre una de las puertas para entrar.–Pero no deberías tenértelo tan creído.

–Eso es verdad.–sonríe Derek haciéndose paso entre la gente y riéndose en cuanto las chicas se dan cuanta de mi presencia.–Aunque dudo que tengas la misma popularidad que el año pasado.

–¿Por qué?–frunzo el ceño.–¿Han llegado ya los niños de papá que se creen mejor que nadie?–digo burlón.–Pues habrá que dejarles claro quién manda aquí.

–No creo que sea tan fácil.–lo veo abrir su taquilla con una sonrisa divertida.–Es...increíble.

–¿Quién?–dudamos al unísono mi gemelo y yo.

–Cindy Miller.–susurra con una pizca de emoción en su mirada.–Todos la conocen desde que era pequeña, ha sido la chica más deseada de todo Madrid durante la última década. No tenéis ni idea de lo impresionante que puede resultar.–añade.–Y probablemente sea la única tía que pasará de tu culo.–da una suave carcajada consiguiendo que Dani se le una.–Pero no pasa nada, te ayudaremos a superarlo.

–Sois unos capullos.–digo con recelo.–Además, aquí nadie pasa de mi.

–Pues se te va a acabar el chollo, amiguito.–me mira divertido.–Nada más esa chica ponga un pie aquí, todos te olvidarán.

–¿Y quién es?–murmuro mirando a todos los estudiantes de primer curso que están rondando perdidos por el pasillo.–Nadie parece destacar.–me fijo bien.–Salvo esa chica de allí, probablemente sea con la primera que me acueste.

–No tienes remedio.–rueda los ojos Dani.–¿Y cómo vamos a saber quién es la chica?–añade dirigiéndose a mi amigo.–Hay demasiadas.

–Creedme.–sonríe de nuevo.–En cuanto la veáis, lo sabréis.–nos mira a los dos un instante.–Me voy para clase, luego os veo.

Lo veo marchase con una sonrisa triunfante que me pone de los nervios. No voy a permitir que nadie acabe con mi popularidad tan fácilmente, y menos una niña estúpida.
Doy un gran suspiro y me pongo en marcha adelantando a Dani. No me avergüenzo de él, es mi hermano y mi mejor amigo, pero por los pasillos suelo ir solo. Siempre.

Camino orgulloso al sentir las miradas de todas las chicas posadas en mí, les guiño el ojo a las más guapas y les sonrío a las normalitas. Esa es mi forma de comunicarles que tienen posibilidades de estar conmigo, y ellas lo saben.

Entro en mi primera clase para sentarme al final del todo, rodeado de todas las chicas que quieren estar lo más cerca de mi posible simplemente por el placer de mi compañía.
Todas ellas piensan que conseguirán enamorarme y que serán las primeras y únicas novias de Jesús Oviedo, pero no, yo no tengo novias.

En la última clase antes de la hora de comer, no presto mucha atención, como es de esperar, pero hoy hay algo que me preocupa, algo que ronda mi mente y por extraño que parezca tengo ganas de que el timbre suene y pueda ir a la cafetería a conocer a esa misteriosa chica que se va a interponerse en mi camino.
Parece que mis suplicas funcionan y suena el timbre haciéndome sonreír levemente. Me levanto y salgo rápidamente ignorando a todas las chicas que se paran a saludarme, necesito verla, necesito darme cuanta de que no tengo de que preocuparme. Pero algo dentro de mí me dice que estoy acabado, y por mucho que quiera apartarlo, ahí está.

Entro en la cafetería intentando ocultar mis nervios y miro a todos los lados en busca de la tal Cindy Miller, pero al no ver nada fuera de lo normal, un alivio recorre todo mi cuerpo. Un alivio, que Jorge estropea.

–Aún no ha entrado.–habla mientras me siento a su lado.–Si lo hubiera echo, no habría tanto escándalo.

–No creo que sea para tanto, sois unos exagerados.–gruño y de repente, las puertas de la cafetería se abren y tal como ha dicho mi amigo, todo el mundo se calla de golpe.

–Te lo dije.–sonríe arrogante y giro la cabeza dispuesto a comprobar lo espectacular que dicen que es. Y aunque no quiera admitirlo, me quedo boquiabierto.

–No...es para tanto.–digo intentando coger el aire que he perdido.–Es...

–Joder.–añade Dani dejándome sorprendido.–Parece que Derek no exageraba.

–No digas bobadas, Dani.–gruño mirándola de reojo.–Es una chica...del montón.

–Lo que tú digas.–susurra mi hermano y pongo los ojos en blanco.

No puedo evitar mirarla de nuevo y percatarme de como se sienta en una mesa apartada, y después de pensármelo durante varios segundos, decido levantarme para ir junto a ella y dejarle claro quién manda aquí.

–Ahora vengo.–informo mientras cojo la bandeja y camino hacia su mesa.–Hola.–saludo sentándome sin permiso. Enseguida me fijo en que su pelo, del color del chocolate, baja liso hasta sus pechos, y se lo echa para atrás al darse cuenta de que lo miro. Su perfecta piel se hace notar y sus rosadas mejillas, vuelven loco a todo quien las mire. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando sus grandes ojos grises se clavan en los míos.

–Hola.–dice indiferente mientras me fijo en como sus largas pestañas se juntan al pestañear.–¿Quieres algo o vas a seguir mirándome de arriba a abajo como si fuese un maldito fantasma?–sonríe divertida y me quedo sin aliento cuando sus carnosos labios vuelven en sí.–Ey, chico, espabila.

–¿Decías?–dudo y me muerdo el labio al darme cuenta de él ridículo que estoy haciendo.

–Qué qué quieres.–gruñe mientras muerde una de sus patatas fritas.

–Oh.–me aclaro la garganta.–Soy Jesús, Jesús Oviedo.

–Vale, ¿y?–me mira interrogante y frunzo el ceño.–Oh, ya.–carcajea sin dejar de mirarme.–Debes de ser tu del que hablaban las chicas de mi clase.–finge quedarse pensativa.–La verdad, no eres para tanto.–me sonríe sarcástica y ese comentario me deja bastante tocado. ¿Cómo que no soy para tanto?

–Ni tú tampoco.–contraataco sin dejar de mirarla fijamente.

–Bien, tampoco era mi intención gustarte.–se levanta recogiendo todas sus cosas.–Hasta la próxima, Javier.

La veo levantarse despreocupada y caminar hacia otra mesa, y en ese momento me fijo en su cuerpo, al llevar un top, deja ver al descubierto unos notificados abdominales y una perfecta piel bronceada, sus pechos son perfectos y en cuanto pasa por delante de mí, me fijo en que su parte trasera es espectacular. Me levanto también intentando olvidar estos últimos momentos y vuelvo a la mesa comenzando a oír las burlas de mis amigos.

–¿Qué pasa Javier?–se empieza a reír Derek.–Sabía que pasaría de ti, pero eso de olvidar tu nombre...ha sido demasiado.

–Capullo.–murmuro tomando asiento a su lado.

–¿Ves?–le sigue el rollo Dani.–Por fin una chica que pasa de tu cara, creo que me he enamorado.

–Se está haciendo la difícil.–les digo y no tardan en estallar a carcajadas de nuevo.–Lo digo enserio, puedo enamorarla en menos de...un mes.

–¿Ya empezamos con las malditas apuestas?–se queja Dani  consiguiendo que Jorge sonría divertido antes de hablar.

–No lo conseguirás.

–¿A caso estás infravalorando mis técnicas de seducción?–le reto con seguridad.

–No, en absoluto.–me tiende la mano con una sonrisa burlona.–Apostemos entonces.

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