Capítulo 1. El baile

Bright Moon se llenaba de júbilo pues esta noche la princesa Selene cumplía dieciséis años. Bow y Glimmer, los orgullosos padres, no podían estar más contentos, su pequeña niña ahora era toda una señorita, la más hermosa del reino, según decían rumores.

Sin embargo, la única que no parecía disfrutar la celebración era la misma Selene. La pobre chica caminaba de un lado a otro de la habitación, como si de un animal salvaje se tratase, habitación que, por cierto, había pertenecido a Glimmer cuando ésta tenía su edad. Las manos le sudaban y las rodillas le temblaban, se sentía desfallecer en cualquier momento.

―No puedo creer que realmente lo hayan hecho ―refunfuñó molesta―, justo cuando les pedí que no lo hicieran.

En un ataque de ira, alargó su brazo hacia un costado, lanzando un halo de luz púrpura que destruyó una de las macetas que estaba a su paso. Selene soltó un grito agudo, era su maceta favorita, haber sido tan estúpida ahora la tenía aún más molesta. Se giró para intentar olvidar su pequeña rabieta.

―Una fiesta... ―masculló―. ¡No deseaba una fiesta!

Levantó la mirada, topándose con su propio reflejo frente a ella. El espejo, con marco ovalado hecho completamente de plata, se alzaba sobre el suelo, brillante e imponente, demostrándole su propia molestia. Llevaba un vestido con combinaciones celestes y púrpuras que saltaban a relucir su piel bronceada y sus bellos ojos de tonalidad violeta que viraban a un ligero tono magenta cuando estaba molesta. El forro del vestido cubría desde su pecho hasta poco arriba de las rodillas, sobre el mismo caía una elegante tela de seda semitransparente que rozaba con el suelo y estaba decorada con brillos plateados, esta misma tela cubría sus mangas que quedaban acampanadas y le permitían movilidad. Su escote de corazón era decorado con un precioso collar que su madre le había regalado, una gema similar a la que su abuela llevaba siempre en su pecho.

Frunció el ceño.

Esta es una ocasión muy especial ―proclamó, imitando el tono de voz de su madre―, tus tías Adora y Catra volverán de un largo viaje.

Gruñó entre dientes y llevó su ondulada cabellera detrás de sus hombros, sus mechones rosados, similares a los de su madre, se alborotaron ligeramente.

Es una gran oportunidad para que vuelvas a ver a Luana ―siguió, esta vez imitando a su padre.

Desvió la mirada de su reflejo y deslizó la mano sobre su brazo contrario, abrazándose a sí misma.

―¿Por qué querría volver a verlas? ―dijo, con ligera tristeza―. Fueron ellas quienes decidieron irse por cinco años...

La puerta de la habitación resonó con dos golpeteos rápidos e insistentes. Selene dio un salto hacia atrás, pisando la cola de su vestido que parecía jugarle una broma pesada desde que lo vio con mala cara en el espejo. La joven terminó por caer sobre el sofá que se hallaba a unos pasos a su espalda, sofá que estaba lleno de cojines y ropa que ella misma había desordenado aquella mañana. En un segundo, la chica quedó atrapada en una montaña de ropa sucia, ropa limpia, ropa medio limpia, medio sucia y un montón de cojines que sólo la hacían hundirse más y más.

Glimmer, impaciente, decidió entrar después de escuchar el desastre que su hija había causado.

―Cariño, ¿estás bien? ―cuestionó, intentando contener la risa.

Selene, apenas con la cabeza afuera, frunció el ceño, resoplando los cabellos que caían sobre su rostro. Glimmer utilizó un poco de su magia para ayudarla a salir de su suave problema y devolver todo a su lugar, incluyendo la maceta que momentos antes su hija había destruido.

―¿Debo preocuparme por lo que pasó aquí?

Selene guardó silencio, Glimmer le sonrió, ella mejor que nadie sabía lo que era ser la princesa de Bright Moon a su edad, entendía perfectamente la rebeldía de su hija; de alguna forma, ser madre la acercaba más a Angella de lo que esperaba. Sobre todo cuando tenía desacuerdos mágicos con Selene y todos debían correr lejos de ambas, después de todo, Glimmer no tenía el mismo carácter sereno que su madre.

La mayor se acercó hasta la chica, acomodando con dulzura sus cabellos y ropajes para después tomarla del mentón y plantarle un beso en la frente.

―Te prometo que todo saldrá bien ―dijo―, sólo debes mostrar tu mejor sonrisa.

―¿Cómo se supone que les sonría después de que se fueron así como así?

Glimmer suspiró con pesadez, sin desaparecer su gesto comprensivo.

―Ellas tuvieron sus razones, tal vez no lo entendiste cuando eras una niña, pero créeme, las entenderás muy pronto, cariño.

A regañadientes, Selene accedió a acompañar a su madre hasta el salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta. El lugar estaba decorado con luces blancas, listones púrpuras y cristalería decorativa que había obsequiado Frosta. Cruzó el enorme portón, sentía el corazón saliéndosele, su padre la observaba con una tierna sonrisa del otro lado, pronto estuvo colgada de su brazo y con el dulce agarre de su madre a un costado.

Con cada paso que daba sentía más y más las miradas de los invitados, llegaron hasta el centro de la pista, donde Bow y Glimmer la dejaron pronto a su suerte, Selene se sentía tan pequeña, diminuta en medio de un montón de personas que conocía a medias. El corazón le latía con fuerza, casi no podía respirar, tenía deseos de salir corriendo y no volver jamás, tal vez dejaría de ser una princesa, pero al menos estaría lejos de todo aquello que la hacía sentir tan mal.

Se incorporó, lista para salir corriendo en cualquier momento, cuando sintió un leve toque en el hombro, unos ligeros picoteos hechos por delgados y finos dedos que buscaban llamar su atención.

Se giró de inmediato, topándose con una fiera y atrevida mirada felina, ojos azules que se clavaban en su rostro nervioso y apunto del colapso.

La joven frente a ella llevaba un traje negro, ligeramente desaliñado, su larga cabellera marrón, ondulaba hasta su cintura, y sobre su cabeza sobresalían dos curiosas orejas felinas. Selene quedó atónita, ¿era acaso...?

―¿Qué hay, princesa? ―soltó la morena con una sonrisa altanera.

―¿Luana...? ―siguió Selene, con el corazón en la boca.

―¿Me extrañaste?

Luana la miraba con una sonrisa que denotaba seguridad en sí misma. Hizo una leve reverencia, tomando con suavidad la mano temblorosa de la joven.

―¿Me concederías esta pieza? ―preguntó.

Selene no sabía qué decir, pronto notó que todos las estaban observando, todos esperaban una respuesta de su parte, pero ella sólo quería salir corriendo de ahí, Luana la ponía más nerviosa de lo que recordaba. Asintió con ligera duda, provocando que la mayor la llevara de la mano, abriéndose paso entre los demás invitados cuando la música comenzó a sonar.

Luana la tomó por la cintura, le sacaba sólo media cabeza, pero era más que suficiente para que pudiera sentir el nervioso cuerpo de su compañera, que parecía tan ligero como una pluma. Selene no podía dirigirle la mirada, estaba observando indiscretamente todo a su alrededor para evitar tener contacto con su vieja amiga.

―¿Estás molesta conmigo? ―preguntó la felina.

―No es eso... ―respondió Selene―, sólo no esperaba que hubieses cambiado tanto.

Luana soltó una carcajada.

―Bueno, princesa ―dijo―, pasaron cinco años, éramos unas niñas la última vez que nos vimos.

―Sí... el día que te fuiste ―refunfuñó Selene.

Luana detuvo su baile durante un momento, observando fijamente la mirada indignada de su compañera, Selene sintió los nervios de punta en cuanto los azulados ojos de la joven comenzaron a buscar su atención.

―No tuve opción ―comentó Luana―, mis madres... ellas lo decidieron, ¿qué podía hacer?

―Lo sé ―siguió Selene―, mi madre me dijo que no había sido culpa de nadie.

La mayor soltó un suspiro pesado, un suspiro que se vio interrumpido por Selene, quien recargó su rostro sobre su pecho, completamente agradecida de tenerla de nuevo consigo, por ese instante, la joven princesa olvidó su antiguo rencor.

―Me alegra que hayas vuelto ―susurró.

Luana dibujó una sonrisa en su rostro.

―No creíste realmente que te dejaría para siempre, ¿o sí?

Duraron sólo un poco más de tiempo bailando de la misma manera, pero pronto la pieza terminó y de inmediato Glimmer y Bow se acercaron hasta ambas jóvenes, que parecían ligeramente avergonzadas de su pequeña escena.

―¡Luana! ―exclamó Bow con euforia, corriendo para cargar a la joven, dándole una voltereta completa―. Mírate, estás enorme.

Luana rio nerviosa, rascando su nuca buscando algo que responder, era difícil hablar con adultos, a pesar de que ella vivió su vida entera con dos de ellos, tanto Catra como Adora eran muy distintas a sus tíos.

―Así que aquí estabas ―se escuchó al fondo, Luana se encogió de hombros en cuanto la voz de Adora rozó su nuca como un filoso cuchillo―, te dijimos que esperaras en la nave.

La rubia no pudo seguir con su regaño cuando sintió el abrazo de Glimmer y Bow sobre ella, casi al punto de dejarla en el suelo. Catra, que iba junto a ella y había logrado esquivar el agarre de sus amigos, soltó una risita triunfante que no duró mucho, pues inmediatamente Bow estiró su brazo hasta ella, uniéndola al abrazo.

Selene y Luana se miraron consternadas y conteniendo una carcajada.

―¡Tía Catra!

―¡Tía Adora!

Dos pequeños mellizos de aproximadamente once años de edad, se lanzaron a ellos, cayendo en los brazos de ambas chicas. Se trataba de Diany y Gowel, los hijos más pequeños de Glimmer y Bow, quienes además adoraban a Catra y Adora con toda su alma.

―Nos alegra que hayan vuelto ―sonrió Glimmer―, de verdad espero que esto de irse sin rumbo durante años termine pronto, Bright Moon está vacío sin ustedes.

―No te preocupes, brillitos ―respondió Catra―, esta vez fue la última.

Glimmer le lanzó una mirada asesina a Catra, y después le dedicó una sonrisa. La menor las tomó y las llevó consigo hasta donde se hallaban las otras princesas, la rubia forcejeó un poco con su amiga, lanzándole una mirada preocupada a Luana.

―No voy a escapar de nuevo, mamá, lo prometo ―sonrió la muchacha.

Adora, incrédula, siguió a sus compañeros hasta la mesa donde se hallaban los demás, cada vez le costaba más trabajo aceptar que su pequeña Luana ya no era pequeña realmente.

Selene le dio un ligero codazo a su amiga, que permanecía con la mirada perdida en sus madres, como si quisiese descifrar algo.

―¿Vas a decirme que hicieron en todo este tiempo? ―preguntó.

Luana la miró de reojo con el labio fruncido y una ceja alzada, tomó la tiara que Selene llevaba en la cabeza y se alejó en cuanto ésta intentó recuperarla. Entre risas y empujones ambas chicas se alejaron de la vista de todos, saliendo del salón y del ajetreo de la celebración.

Adora notó inmediatamente la ausencia de su hija, estaba acostumbrada a que Luana siempre escapara de su vista, su rebeldía, similar a la de Catra, varias veces le colmaba la paciencia. Se alejó unos pasos del pequeño reencuentro con las demás princesas, creyendo que su ausencia no sería notada, pero Catra logró detenerla a tiempo.

―Ella estará bien ―dijo con una sonrisa.

―¿Ella? ―cuestionó Adora, intentando simular demencia―. ¿Quién? ¿Luana? ―rio nerviosa―. Pfff, no, no estaba... no estaba buscándola a ella.

Catra la miró inquisitivamente.

―Adora, tiene dieciocho años ―recalcó―, ella ya no es tu bebé, debes dejar que conozca el mundo.

La rubia desvió la mirada, apenada.

―Lo sé, es sólo que... ―un escalofrío recorrió su cuerpo―, aún tengo pesadillas con aquel día, tenerla inmóvil entre mis brazos... ―su voz comenzaba a cortarse―, no podría soportar perderla de nuevo.

Catra la miró condescendiente, tomando su rostro entre sus manos.

―Ella ya no está y por dieciocho largos años hemos tenido paz ―susurró, besando la comisura de sus labios―, ¿podrías relajarte un poco sólo por hoy?

Adora le dedicó una sonrisa torcida, asintiendo y volviendo con sus amigos.

―¡Luana, devuélvemela! ―ordenó Selene.

Ambas jóvenes habían llegado hasta el balcón principal del palacio, Luana reía cada vez que Selene hacía una mueca de rabia, había extrañado molestarla como cuando eran niñas. Se quedó con la espalda hacia la barandilla del balcón mientras Selene se lanzaba furiosa contra ella, Luana levantó la tiara sobre su cabeza, impidiendo que la chica lograra alcanzarla.

―Si se te cae te juro que te mato ―rebuznó la menor.

―¿No se supone que debes tener magia o algo así? ―se burló la morena―, ya sabes, como la tía Glimmer.

Selene tomó vuelo, lanzándose de nuevo contra ella.

―¡Nunca la desperdiciaría con alguien como tú!

Luana logró esquivarla de nuevo, Selene quedó columpiándose en la barandilla, la mayor la ayudó a volver hacia el balcón y colocó la tiara sobre su cabeza con una sonrisa orgullosa y triunfante. Se recargó sobre la barandilla de mármol, quedando junto a Selene, la luna se alzaba sobre ellas, tan brillante y pálida que casi no era necesaria la luz de los faroles exteriores en el jardín.

―Realmente te extrañé ―sonrió con tristeza.

Selene la miró intrigada.

―¿Por qué te fuiste por tanto tiempo?

Luana frunció el ceño, por primera vez en todo el día, había borrado esa expresión ególatra y perspicaz con la que había llegado.

―No estoy segura, mis madres no han querido decirme aún por qué ―suspiró con pesadez―, pero hace poco escuché que estaban discutiendo sobre si era peligroso o no volver a Bright Moon, ¿tus padres no te han dicho nada?

―Ellos sólo dicen que las tías Adora y Catra tuvieron sus razones ―se encogió de hombros―, pero realmente no entiendo qué es lo que tanto les preocupa, es decir, Etheria ha sido completamente aburrida desde... siempre.

―Sí... ―Luana miró al cielo―, no lo sé, ellas parecían moverse de un sitio a otro sin sentido, nunca pude hacer amigos en ningún lado, y la forma en que me sobreprotegen...

―Mamá dice que son así porque se preocupan por ti, eres todo para ellas ―suspiró―, mi madre también es sobreprotectora conmigo.

―Bueno, contigo tiene sentido ―rebuznó Luana―, después de todo lo que pasó la tía Glimmer para tenerte...

Selene rodó los ojos.

―Supongo que ellas deben tener sus razones ―dijo―, pero realmente creo que nos están ocultando algo.

Se dedicaron una mirada cómplice que se transformó en una sonrisa torcida.

―Disculpen, señoritas ―escucharon detrás de ellas, era una voz varonil y fría.

―¡Byron! ―exclamó Selene, lanzándose a los brazos del hombre.

Éste poseía una cabellera castaña que ataba en una pequeña coleta, miró a Luana con una sonrisa, clavando sus penetrantes y fríos ojos verdes en ella.

―Que gusto volverla a ver, señorita Luana ―dijo el hombre―, el palacio no es lo mismo sin ustedes.

Luana le dirigió una mueca, desde niña había aprendido a desconfiar del hombre, pues sabía que a su madre, Catra, no le agradaba en lo más mínimo, no entendía muy bien por qué, pues todos lo adoraban ya que durante años había demostrado ser un servidor leal y confiable, pero Luana confiaba mucho más en los instintos de su madre.

―Hola ―saludó secamente.

Byron aclaró su garganta y miró a Selene con una sonrisa, como si de una niña pequeña se tratara.

―La reina me ha pedido buscarlas para que se unan con nosotros a la cena ―dijo―, ¿me permite escoltarla, princesa?

Selene asintió con una sonrisa de oreja a oreja y se colgó del brazo del hombre, mientras Luana la veía desaparecer a través del portón. Se giró de nuevo hacia la barandilla, dejó que su cabello se moviera con el viento, salvaje y libre, como ella anhelaba ser.

Cerró los ojos unos segundos, pero en lugar de escuchar la fauna nocturna que paseaba esa noche por el jardín, sólo quedó sobresaltada por un grito agudo. Abrió los ojos de golpe, intentando encontrar el origen de tan agobiante sonido, pero no halló nada, todo seguía normal, ni siquiera los invitados que se hallaban dentro del palacio parecían consternados, era como si sólo lo hubiese escuchado ella.

Llevó su cabello hacia atrás de las orejas y tomó aire con fuerza.

―Debo dejar de perseguir a mis pesadillas ―bramó y volvió dentro del palacio.










Primer capitulo, espero que les guste y les siga llamando la atención! no se olviden de votar, comentar y compartir. ♡♡

Espero que sigan y apoyen esta historia tanto como lo hicieron con A Beautiful Life ♡

Ya saben, me encantaría leer sus opiniones en los comentarios! ♡ 

Les dejo unos dibujitos que realizó Grinux, ya la conocen bien ♡♡♡ 

Y me cuentan si ya tienen algún ship nuevo y cómo lo llamarían ♡♡

A la izquierda Selene (16 años), a la derecha Luana (18 años)

Dibujito rápido del diseño de Selene (16 años)

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